Disclaimer: Digimon no me pertenece. Este fic es un regalo tardío para Angelique, por un amigo invisible del foro Proyecto 1-8.
.
París, Barcelona, Londres, Roma
.
—Quiero viajar —dijo Kouji.
Kouichi no apartó los ojos de la televisión, en ella estaba el programa sobre citas a ciegas tan absurdo (según Kouji) que le gustaba ver. Tampoco dejó de remover su sopa, para enfriarla.
Sabía, de sobra, que aquellas dos palabras no estaban elegidas al azar. Y también que su hermano decía más cuando quería reclamar atención.
—Kouichi, deja de ignorarme.
—¿Viajar a dónde?
—Me da igual, solo sé que quiero salir de Japón. Es un buen momento, ahora que acabamos de terminar los estudios.
—Un viaje largo, entonces.
—Unas semanas, supongo, quizás un mes. —Kouji no apartaba los ojos de su gemelo.
Kouichi hizo un sonidito, dando a entender que lo había escuchado, y siguió cenando tranquilamente, prestando atención a su programa.
Kouji se encargó de fregar los platos, porque el otro había cocinado, con el ceño fruncido y el pelo suelto cayéndole constantemente a la cara. Su hermano apareció de pronto con una goma para recogerle el cabello.
—Iré contigo —comentó, como si tal cosa.
—Ya sé que lo harás. Te encanta hacerte de rogar.
—No en general, solo contigo, Kou.
—Cállate, Koui. O te desinvito.
—No te irías sin mí.
Ambos sonrieron. A pesar de parecerse tanto, sus sonrisas nunca habían sido idénticas. Y nunca lo serían.
.
.
Kouichi extendió folletos por toda la mesa del comedor. Kouji, que removía el sofrito de verduras, arqueó una ceja.
—Hoy día, con internet… ¿para qué quieres todo eso?
—Lo hace más real. Poder tocar el papel, ¿no te parece? —La voz de Kouichi tenía una nota de emoción que pocas veces se dejaba escuchar. Kouji tuvo que reprimir una sonrisa.
—Y yo era el que quería viajar…
Sacó la sartén del fuego, se limpió las manos y se acercó a su gemelo mientras se las secaba con un trapo. Miró por encima de su hombro los destinos que estaba barajando.
—Europa, ¿qué te parece? —preguntó Kouichi—. Hay muchísimo arte, muy distinto al de aquí. Y he estudiado tantas veces esos edificios que me encantaría verlos en persona.
—Suena interesante —concedió el otro.
—Tenemos que mirar qué saldría más barato. Por el tiempo, creo que podríamos visitar cuatro países, cuatro ciudades, teniendo en cuenta lo que se perderá en los aviones… Hay que ver qué combinaciones salen mejor. Ojalá podamos ver Roma la última porque es la que más ganas tengo y preferiría dejarla para el final…
A pesar de su actitud habitual, Kouji no tenía corazón para hacerse el duro cuando su hermano estaba tan emocionado. ¿Cuántas veces lo había visto así? Parloteando, enseñándole emocionado las fotografías de los panfletos, sonriente.
—Iremos a Roma la última.
.
.
Su apartamento era un caos. Los gemelos eran bastante ordenados, así que pocas veces había tenido esa pinta. Solo cuando Junpei había cortado con una de sus novias, allá por su tercer año de carrera, y buscado el apoyo de sus amigos, pasando toda una semana con Kouji y Kouichi, la casa había sido tan caótica.
Kouji tenía dolor de cabeza y estaba convencido de que era por el desorden. Además, sospechaba que su hermano disfrutaba con atormentarle.
—¿Es realmente necesario esto?
—Nos vamos un mes entero, Kouji, necesitamos mucha ropa.
—Podemos compartirla…
—No te veo llevando mis camisetas de colores claros.
—Te lo he dicho mil veces, me conociste con una camiseta amarilla, ¡sí que llevo colores claros!
—Sí, y azul oscuro y negro también. Mucho.
Kouichi siguió sacando toda la ropa de sus armarios y extendiéndola por los sofás y mesas, para poder verla y elegir mejor. Izumi había quedado en ir a ayudarles, pero se estaba retrasando. Probablemente, como siempre, sería culpa de Takuya.
Kouji, ya harto del dolor de cabeza, decidió irse a su habitación a ponerse música y aislarse del mundo un ratito. Pero la voz de su gemelo hizo que tuviera que volver al salón.
—Busca la lista, se me ha ocurrido algo más que tenemos que llevarnos. Gafas de sol y pañuelos de papel.
—¿Hay algo de toda la casa que no nos vayamos a llevar? —preguntó, cruzándose de brazos.
—Los muebles no caben en las maletas —respondió Kouichi, sonriente.
El otro tuvo el impulso infantil de sacarle la lengua. No lo hizo, pero su hermano le dio una mirada que parecía intuir lo que había pensado.
A veces, a Kouji le daba miedo que Kouichi tuviera el secreto poder de leerle la mente. Otras veces esperaba que pudiera hacerlo. Había cosas que nunca sabría poner en palabras.
.
.
—¿Qué lleváis aquí? ¿Piedras? —se quejó Takuya, mientras ayudaba a Kouji a cargar las maletas en el coche.
—Eso díselo a Kouichi. —Reprimió una sonrisa. A su amigo no se le escapó.
—Me dais envidia, ya querría yo tener dinero para hacer un viaje así.
—Fuiste con Izumi a Italia hace poco.
—Sí, bueno, pero con toda su familia… Me refiero a un viaje íntimo, para compartir cama con ella… tú ya me entiendes.
Kouji se sintió estúpido por sonrojarse. Aunque el estúpido era Takuya. Le puso los ojos en blanco y se reunió con su hermano e Izumi, que charlaban animadamente ya dentro del vehículo.
—Mamá nos desea un buen viaje —le dijo Kouichi, mirando su teléfono, cuando se sentó a su lado en la parte de atrás.
—Mándale un beso de mi parte.
—Ya lo he hecho.
—¿Qué tal le va en el nuevo trabajo? —preguntó Izumi, girándose en el asiento del copiloto para hablarles.
—Muy bien, está muy contenta. —Kouji asintió a lo que su gemelo decía, pocas veces había visto a su madre tan entusiasmada—. Cuidar de personas mayores está claro que es su don. Dice que disfruta mucho, que tiene buena compañía y que se encarga de mantenerlos entretenidos. Además ahora tiene más tiempo para sí misma, y para que podamos verla nosotros, claro.
—¡Me alegro mucho! A ver si voy a verla, llevo desde vuestro cumpleaños sin charlar con ella.
—¿Con quién? —preguntó Takuya, entrando por fin al coche (Kouji le había dejado solo metiendo el equipaje en el maletero).
—Con su madre.
—¿Cuál de las dos?
—¡Takuya!
—¿Qué? —No prestaba demasiada atención a la conversación, mientras sacaba el vehículo del hueco donde había aparcado.
Izumi resopló, pero los gemelos rieron. Kouichi le dio un golpecito en la rodilla a Kouji.
—¿Has avisado a Satomi de que ya nos vamos?
—Sí. Le he dicho que le mandaría un mensaje de nuevo ya cuando lleguemos al hotel. Supongo que ella se lo dirá a papá.
—Va a ser un viaje largo.
—Bastante, vais a agradecer que os haya dejado esas almohadas de viaje —comentó Takuya.
—Fui yo la que te las compró, amore mio —dijo Izumi.
—Eso no quita que soy yo quien se las ha prestado, principessa.
—¿Algún día aprenderás a pronunciar bien el italiano? ¡Dos semanas al año allí y nada!
—¡Encima de que te digo cosas bonitas!
Otra más de las discusiones de la pareja amenizó el camino hasta el aeropuerto.
Se despidieron de los gemelos y los vieron perderse entre la multitud de gente. Dos gotas de agua que destacaban en aquel mar, porque una brillaba y la otra despedía sombras.
.
Tu amigo invisible al final no ha podido publicar nada, por lo que sé tenía empezadas dos de tus opciones, así que ya es hora de que tengas un regalo. La idea era que fuera un one-shot, pero se me ha ido alargando así que mejor lo divido (ya está casi listo todo). He disfrutado muchísimo escribiendo de los gemelos, está claro que tengo que probar a hacerlo más veces. Espero que te guste este fic, Angelique :)
