Junio de 2008

Aiden Grant era un escritor de novelas infantiles, aunque no era mundialmente reconocido, pero sí lo suficientemente famosillo para poder vivir de escribir. Empezó de muy joven, al principio se limitaba a recortar imágenes y pegarlas en álbumes de fotos vacíos, luego escribía textos breves, contando historias fantásticas que rondaban por su mente. Esa práctica evolucionó hasta lo que hacía en la actualidad. Ya no usaba viejos álbumes con recortes. Se sentaba en su escritorio con el portátil y tecleaba sin parar, dejando que las palabras le poseyeran. Estuvo dándole a las teclas durante horas, hasta que cayó la noche. Entonces le pareció un buen momento para levantarse a tomar un café.

Estaba tan agotado, que se planteaba tirar el café recién hecho e irse a dormir. Después de todo, se lo había ganado. Pero desechó esa idea, debía de entregar un adelanto de su nueva novela a su editor la semana que viene. No debía de parar, o no llegaría a cumplir el plazo de entrega. Se dirigió a sus viejos álbumes de recortes, no había llegado a publicar ninguno de ellos, pero siempre los consultaba en busca de inspiración. Años atrás tenía mejor inventiva para las historias que en la actualidad. Había uno bastante polvoriento. Lo sacó de la estantería con cuidado. Una vez vio el título de la portada "Hijo de los Ángeles", lo reconoció cómo su primer escrito. Habían pasado quince años desde entonces, y nunca lo había vuelto a leer desde que lo escribió. Tal vez era un buen momento para echarle un vistazo a su primera historia.