N/A: No soy la única en ubicar los fanfics de videojuegos en tiempo real -w-
Esto va en un Hyrule moderno, con los personajes del Ocarina of Time de ese entonces.
Disclaimer: Ni el videojuego, ni los personajes, ni toda referencia me pertenecen.
=DESDE HACE TIEMPO…=
CAPÍTULO 1: LOS ENCUENTROS NO PAGAN BOLETO
Algo aburrido preparaba su mochila, un poco grande por cierto, pero con el perfecto tamaño que un chico necesita para unos cuantos días fuera. No cargó demasiado: tres cambios de ropa, documentación personal que ocuparía, una cámara, su cartera con lo que debe llevar la misma; un directorio con los números que puedan ofrecérsele en una emergencia y estaba a punto de tomar el boleto del camión que lo transportaría:
"ESTACIÓN DE TRANSPORTES TERRESTRES
FECHA: 20 de Julio
HORA DE SALIDA: 17:00 horas
PARTE DE: Kokiri Hills
EN DIRECCIÓN A: Hyrule, Capital
NÚMERO DE ASIENTO: 18"
Después de releerlo, lo metió en un pequeño compartimiento de su mochila. Después, de una cajonera de su habitación, sacó dos toallas de secar, una la guardó en su mochila, mientras que la otra la puso sobre su hombro derecho.
Y se dirijo al baño, tomaría una ducha.
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En ese momento, en un hotel cercano a la estación de Transportes, una jovencita, algo masoquista, veía la televisión cuando en realidad era lo que más la estaba aburriendo.
Con el mismo desinterés, comía papas fritas, de esas que venden en las tiendas más cercanas, con su mirada fija en el aparato frente a ella; la luz era lo único que recibía del mismo, ya que nada de información se le metía en la cabeza.
-Zelda…-
Ese era su nombre, pero parecía no recordarlo porque no se preocupó por responderlo. Y seguía mirando el televisor y comiendo robóticamente.
La mujer que la llamaba, albina por cierto, se encaminaba a apagar el televisor y así sacarla de aquel trance en la que estaba. Pero la rubia no dejaba de verlo, solo masticaba e ingresaba más comida en su boca.
-¡Zelda!- exclamaba la mujer mientras se acercaba a la joven, y le arrebataba sus alimentos de la mano.
-¡HEY!- exclama la chica, reaccionando y viendo a quien le había robado la base de su interesante actividad.
-¡Niña! Gracias a Nayru que sigues viva- -
-Impa ¡Devuélvemelas!- gritó Zelda refiriéndose a las frituras.
Mientras que la alta mujer solo las elevaba alejándolas de la jovencita, eso, al momento que, de su bolsillo sacaba una agenda electrónica y la revisaba.
-Comiste demasiadas, engordarás… y además no invitas- inmediatamente encontró lo que buscaba en su móvil –Tu viaje parte a las cinco, supongo que ya estás lista-
Zelda dejó de comportarse… infantil y retomando postura cerró los ojos mostrándose orgullosa y respondió:
-Por supuesto, ¿No ves mi mochila?- mientras señalaba el objeto sobre una silla a lado de su anterior asiento.
Impa dejó la bolsa de las papas y la agenda electrónica en la mesa y abrió la maleta de la chica.
Zelda acercó su mano sigilosamente a las papas prisioneras, por lo que su acompañante las alejó en un acto reflejo.
-¡Ya fue mucho! Casi te absorbiste todo el paquete viendo televisión- remarcó Impa.
-¡Estaba aburrida! Y… no me digas niña, tengo dieciocho años, soy oficialmente una señorita- agregó Zelda en su defensa.
-Actúas como de quince- respondió la mayor viendo el interior de la maleta. Zelda ahora la miraba molesta, hasta que se dio cuenta de algo:
-¡Hey! ¿Por qué revisas mis cosas?- con sus ojos agrandados del enojo –Es una falta de respeto- continuó.
-¿No llevas protección personal?- le respondieron.
-¡Claro que sí! Te llevo a ti de mi lado- respondió sonriente.
-Dieciocho y crees que siempre te estaré protegiendo- después de eso, sacó de sitios desconocidos varios artefactos y los metió en una bolsa de plástico.
Comenzó a enseñárselos: Un radio de comunicación, de esos que hasta en las condiciones más extremas funciona, una linterna de mano y baterías para la misma, así como un par de baterías de repuesto, dos arneses con lo que estos ocupan, una tienda de campaña y comida enlatada.
-Impa… creo que exageras… no es campamento-
-Tienes que aprender a valerte sola-
-¿Por qué sola si voy contigo?- -
-Y a sobrevivir- -
-¡Impa!- exclamó Zelda interrumpiéndola, exigiendo respuesta, más no la recibió.
Impa cerraba el segundo paquete y lo ponía junto a la maleta de la joven hylian. Pero Zelda buscaba salirse con las suyas y tomó la agenda de Impa indagando en ella:
" -LLEVAR A ZELDA A LA ESTACIÓN DE AUTOBUSES (17:00 horas)-"
Pasó unos cuantos asuntos más…
-Trae acá eso, Zelda- Ordenó la mujer acercándose a la chica, quien casi sin ver, huía con las manos y vista en el aparato organizador. Zelda se metió en el baño del hotel y leía las actividades de su tutora.
"-VIAJE DE REGRESO A CIUDAD CAPITAL (22-JULIO/ 07:30 horas)"
Zelda tomó aire sorprendida. Después, con el mismo respiro tuvo que soltar un grito, ya que Impa había abierto la puerta de la peor forma: Con una patada.
Aún boquiabierta -¡WOW! ¡Eres mucho más fuerte de lo que ya creía!- exclamó asustada, la rubia sin darse cuenta de que algo había salido de sus manos.
-¡NOOOOOOOOO!- gritó la mujer con todas sus fuerzas al ver lo que había sucedido.
Y es que, Zelda había llevado al aparato a una mejor vida, ya que, al soltarlo ¡Cayó en el inodoro!
Zelda vio lo que la otra mujer veía y sólo un "Ups…" pudo pronunciar más aterrada de lo que ya estaba, y porque ahora la miraban con furia.
-…Vámonos a la estación, te irás más temprano- sentenció la albina.
Y Zelda, la sentenciada, añadió: -Impa, en verdad lo siento- después recordó algo -¡Oye! ¡No irás a la capital conmigo! Lo decía tu agenda-
-"Y no me digas niña, tengo dieciocho años"- imitó la tutora de Zelda burlándose de la misma.
Zelda, quien se encontraba "¬¬" se había quedado callada, no podía decir más.
Impa se detuvo mientras salía del tocador y agregó algo más para concluir la conversación:
-De paso iré a pagar la puerta- en un susurro.
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¿Cómo traes lentes de Sol y música, y tu boleto no?
La joven rubia no respondía, solo cantaba en voz baja y los audífonos puestos. La mujer le quitó uno del oído y gritó "Zelda" al mismo… y con todo lo que pudo.
Como si la energía de todo lo que había comido se hubiera ido hacia su voz.
-¡Impa, no me grites!- luego más alterada agregó: -¿¡Qué haces de nuevo revisando mis cosas!
Y le respondieron: -No trajiste el boleto-
-No me digas eso- suplicó Zelda, como si de Impa dependiera…
-Ya lo he dicho-
-¡Ay, no…! ¿Dónde lo dejé?
