Entró en la vivienda sin llamar, no era necesario. Buscó con la mirada a sus ocupantes pero sólo vio la luz de la habitación del fondo encendida. Se acercó con sigilo y vio a través de la puerta entreabierta un cuerpo desnudo. Abrió la puerta del todo y saludó a su ocupante.
‐ No te oí entrar. Me visto y nos vamos – Dijo Takeru.
‐ Mmm… No. No te vistas – Dijo juguetona Hikari.
‐ Llegaremos tarde.
‐ Hay una sesión una hora más tarde. – No necesitó más explicaciones para tirarse al cuello de su novia.
Hikari no se quedó atrás, empujó a su novio hasta quedar bajo él sobre la cama. Aprisionó sus caderas con las suyas mientras Takeru se ocupaba de su cuello. Hikari jugueteó con el cabello de su novio hasta que pensó que ya era suficiente, apartó la cara de su novio de su cuello y se quitó la camiseta y el sujetador de una sola vez. Takeru entendió bien el mensaje porque se abalanzó presuroso a lamer los pezones de su novia, que siempre fueron su punto débil. Hikari disfrutaba con aquello cada vez más, mientras la boca de su novio jugaba con un pezón una mano aprisionaba el otro para seguir masajeandolo, aquello estaba poniendo a cien a Hikari, que llevaba unos días deseando ese encuentro.
Volvió a apartar a Takeru y se centró en el miembro de su novio, primero con movimientos ascendentes y descendentes con la mano, saboreando como se endurecía cada vez más. Cuando creyó que estaba lo suficientemente erecto se lo llevó a la boca y disfrutó con el gemido que salió de los labios de su acompañante. Se dedicó a lamer y jugar con el miembro de Takeru hasta que este se rebeló y le pidió que cambiaran las tornas. Ahora era él quien se deleitaba con los gemidos de su novia, que lo agarraba por el pelo y lo estrechaba contra su sexo mientras este le realizaba un maravilloso cunnilingus. Siempre bromeaba con él diciendo que tenía una lengua de oro, y no sólo por la facilidad de palabra.
Hikari se concentró en disfrutar, cerró los ojos y no pudo reprimir un gemido cuando una de las manos de Takeru volvió a posarse en su pezón. Él sabía que aquello la volvía loca y, como siempre, acertó. En un par de minutos el orgasmo de Hikari la llenó por completo, sientiendo como cada célula de su cuerpo estallaba de gozo. Aquello no frenó la pasión, en cuanto sintió el orgasmo de Hikari, Takeru se lubricó el pene y esperó la señal inconsciente del cuerpo de Hikari para meterla. En cuanto lo hizo los gemidos de Hikari aumentaron y los suyos propios se mezclaron con los primeros. La embistió con ganas mientras la miraba a los ojos y veía el amor y el deseo de sus propios ojos reflejados en los de su novia. Aumentó el ritmo y Hikari lo ayudó apretando los glúteos de Takeru contra su propia cadera, haciendo que las embestidas fueran más profundas. Embistió una vez más, con fuerza, y disfrutó de la sensación de vaciarse dentro de alguien tan especial.
Se demoraron unos minutos abrazados hasta que Hikari sintió la urgencia de ir al baño. Como no usaban preservativos, ya que Hikari tomaba pastillas anticonceptivas desde el principio, era algo incómodo cuando Takeru terminaba dentro de ella. Cuando volvió de asearse retomó el mismo sitio que antes había ocupado. Takeru se deleitó mirándola, estudiando las facciones. Desde hacía un tiempo notaba algo en ella después de hacer el amor, y si la conocía tanto como pensaba era algo que él también había pensado. No la notaba insatisfecha, ni triste, siempre disfrutaban en sus encuentros pero era como si faltara algo.
‐ ¿Vas a decirme de una vez eso que estás pensando? – Le sonrió para darle ánimos.
‐ No me pasa nada, ha sido increíble.
‐ Yo también he disfrutado mucho, pero hay algo que te ronda esa cabecita tuya, ¿Verdad? – Notó la duda en ella. – Puedes contarme lo que sea, Hikari.
‐ Creo que te enfadarás si te lo digo.
‐ Me enfadaré más si no me lo cuentas.
‐ Está bien. Dímelo.
‐ Verás… No me malinterpretes. No sé cómo decirlo.
‐ Sólo dilo.
‐ Te quiero, quiero que lo tengas muy presente, pero últimamente he pensado… Bueno, no es exactamente un pensamiento – Takeru la miró dándole a entender que fuera al grano. – He estado pensando en acostarme con otras personas. No mientras estaba contigo, en serio, nunca pienso en nadie más cuando estoy contigo. Ni siquiera se me ha pasado por la cabeza engañarte, sabes que jamás haría algo así. Son sólo pensamientos. – Esperó la respuesta de Takeru, que se hizo de rogar - ¿Estás enfadado?
‐ Claro que no. Es normal, llevamos juntos desde que teníamos 14 años, llevamos 8 años juntos y sólo nos hemos acostado entre nosotros. Es normal que te sientas así.
‐ ¿Estamos bien, entonces?
‐ Claro que sí. ¿Qué pensarías si pudiéramos estar mejor?
‐ No te entiendo.
‐ Yo también siento lo mismo. Quizá pudiéramos llegar a un punto en común.
‐ ¿A dónde quieres llegar?
‐ Te quiero, te he querido desde que tengo 8 años y sé que voy a estar contigo toda mi vida, y estoy deseando hacerlo. Por otro lado somos jóvenes y queremos experimentar con otras personas.
‐ ¿Quieres que rompamos? – Preguntó con pánico Hikari, que se incorporó de la cama.
‐ ¡No! ¡Ni por un segundo! – Dijo mientras volvía a abrazarla.
‐ ¿Entonces?
‐ ¿Y si hubiera una manera de seguir juntos y experimentar eso que tanto queremos?
‐ Sería maravilloso.
‐ Pues hagámoslo.
‐ ¿Lo dices en serio? – Preguntó cohibida.
‐ Si tú estás de acuerdo podríamos intentarlo.
‐ Habría que poner ciertas reglas, ¿No crees?
‐ Me parece bien, ¿Cómo cuáles?
‐ Será solo sexo, no tendremos citas con otras personas ni entablaremos una relación amorosa con ellos.
‐ Es justo. Quizá también sería bueno decir que no podemos salir a buscarlos, tienen que ser personas que conozcamos y por las que sintamos atracción sexual. Nada de salir a ligar a bares.
‐ Muy buena norma, hay que dejar las cosas claras. La regla de oro será esta: da igual en qué situación estemos: si el otro nos necesita lo dejaremos todo para ir a su lado. Ningún polvo será más importante que nuestra relación.
‐ No tenías ni que mencionarlo, ni la mismísima Afrodita podrá apartarme de tu lado.
‐ Deberíamos tener un código. Por ejemplo, si alguno dice que ese día tiene "asuntos que atender" el otro entenderá que no debe contactar con él. A menos que algo urgente pase.
‐ Creo que eso sería todo, a menos que tengas algo que decir.
‐ Que tener relaciones con otras personas no signifique que dejemos de tenerlas entre nosotros. – Dijo sugerente.
‐ Eso nunca.
Las cosas volvían a subir de tono, pero esta vez Hikari cortó la situación.
‐ Esta vez sí llegaremos tarde, vístete – Le dijo con un cachete juguetón en la nalga a su novio.
‐ Tú te lo pierdes.
Ambos se sonrieron. Se querían desde antes de entender qué significaba eso, sabían que pasarían la vida juntos y que formarían una familia, pero disfrutar un poco de su juventud mientras seguían disfrutando de su tiempo juntos era una opción que no podían descartar.
