La luz amarilla me asfixia. Las cuatro paredes, antes blancas y ahora llenas de mis garabatos, me encierran. Estoy atada a este horroroso lugar, ya no tengo fuerzas para escapar. Perdí la noción del tiempo desde hace mucho, olvide el color de las flores, olvide el aroma a tierra, casi no distingo entre dolor y felicidad. Grandes ojeras enmarcan mis oscuros ojos, ojos que perdieron el brillo desde el momento en que entre. Pero a pesar del todo, los sueños no cesan. Aun veo a mi familia, bueno, creo que son mi familia, no recuerdo sus rostros, solo sé que me olvidaron. ¿Qué otra razón tendrían para abandonarme aquí? Mi cabello, antes largo, quedo reducido a poco, sin llegar a tocar mis hombros. ¿Pero a quien le importa? Si voy a morir aquí. En realidad, muero lentamente, cada minuto, cada segundo, pierdo mi esencia. Ni yo misma me reconozco. Creo que antes sonreía, ahora ni hablo. Los monstruos que habitan aquí no merecen mis palabras, para ellos somos animales. Te castigan si no eres obediente. Aborrezco esa palabra, ¿Acaso somos perros a los que entrenar? En cierta forma, aquí es matar o morir. Miro mis manos por primera vez en meses. Están blancas, pálidas y escuálidas. Ya no recuerdo mi rostro, solo sé que mis ojos son cafés por mi reflejo en la bandeja de plata donde sirven la comida, comida la cual redujeron a un trozo de pan y medio vaso de agua por mi defecto. ¿Acaso intentar salvar a una persona es un defecto? ¿Acaso valorar una vida, por más desconocida que sea, está mal? En ese caso, todos los enfermeros aquí son perfectos. Porque te gritan, porque te insultan, porque te pegan y no te escuchan. Pero sé que no debo estar aquí, yo no estoy loca. Solo, soy diferente. Aunque intente esconder mi defecto, este está cada vez más fuerte. Pero para mí solo es un problema. Más visiones, más electrochoques. Más dolor. ¿Cuándo va terminar esto? Cuando muera. La vida es injusta, mientras yo estoy en el lugar equivocado, esosmonstruosse ríen de nosotros, ¡disfrutan con nuestras lágrimas! Cuando llegue, lo primero que me dijeron fue: Lo mejor que te podrá pasar, será morir.Sigo reflexionando, no tengo otra cosa que hacer aquí. Arrinconada, en una esquina de la lúgubre habitación, con mis manos tomando mis rodillas, encogida, leo las paredes. ¿Cómo que leo las paredes? Si, cosas que escribí para no olvidarlas. Mi nombre es Mary Alice Brandon,o, Tengo una hermana, tres años menor que yo llamada Cynthia,y demás mensajes de esperanza. Comencé a llorar, y a temblar, reprimiendo un ataque de ira. Si ya no estoy loca, pronto lo estaré. Otro de los sueñosvino hacia mí. De nuevo, el chico de los ojos rojizos, llamándome. Quiero contestarle, ¡quiero pedirle ayuda! ¡Como si me escuchara! Debo evitar gritar, solo consigo que me maltraten más. Ahora que lo pienso, ya ni recuerdo como suena mi voz. Abrí la boca, pero nada salió de ella, lo intento de nuevo, y nada sale otra vez. Escucho voces del otro lado de la puerta, ya casi es mi turno con la terapia de los electrochoques. La luz comienza a parpadear, (me abrazo más fuerte mis rodillas), apagándose lentamente, hasta quedar en la oscuridad, como mi esperanza de salir de aquí y vivir, junto con el chico de ojos rojizos, el de mis sueños