Declaimer: Los personajes no me pertenecen pero la historia fue creada a partir de mis neuronas.


Prólogo

Tras la muerte

La lluvia caía perfectamente acorde a aquella triste circunstancia cubriendo completamente a todos los presentes que parecían no inmutarse por la húmeda y fría sustancia. El ambiente era deprimente, el cielo gris era el perfecto acompañante de aquellos trajes de luto que se veían en todos los presentes. La ceremonia solemne terminó, personas aun lloraban en silencio al marcharse lentamente de aquel lugar quedando sólo unos pocos servidores de la mujer más poderosa del país del fuego.

Frente a aquella tumba cubierta de flores el chico pelirrubio, que era conocido en toda la aldea por su alegría e hiperactividad, se encontraba de pie completamente quieto, sin ni una emoción en su rostro y mirando con aquellos apagados ojos el retrato de la joven mujer en apariencia, que era para él la figura materna que siempre anheló. Sus compañeros de la academia lo miraban con tristeza y preocupación a la vez, de a poco cada uno se marchaba en silencio hasta que sólo quedaban su maestro y la pelirosa.

-Naruto… -susurró la chica avanzando hacia su compañero pero una mano sobre su hombro la hizo detenerse y voltearse. El peliblanco negó suavemente con la cabeza, la chica en respuesta le dio una mirada de reproche pero se resignó al comprender las intenciones del mayor. Lentamente ambos también se marcharon dándole una última mirada al chico que aún seguía en la misma posición.

-Tsunade…

Aquello fue un suave susurro pero aún así la tristeza se podía notar en su apagada voz. La lluvia que parecía haberse apaciguado comenzó a caer fuertemente sobre él, el frío comenzaba a calar sus huesos pero eso parecía no importarle en lo absoluto. Con lentitud comenzó a acercarse hacia la tumba, se colocó en cuclillas hasta quedar frente a frente con el retrato que yacía rodeado de flores. Un fuerte nudo en su garganta le impedía formar palabra alguna, sus ojos enrojecidos comenzaban a arder debido a las lágrimas contenidas que por fin corrían por el ya mojado rostro del joven. Lloró en el mas absoluto silencio, no supo cuento tiempo estuvo en esa condición hasta que al final logró recuperar la compostura. Su mirada reflejaba una gran tristeza pero una débil sonrisa apareció en su rostro, buscó dentro de su gabardina negra y de esta sacó una botella de sake y dos pequeños vasos que colocó sobre la tumba para luego llenarlos con lentitud e hizo un pequeño brindis sin dejar de mirar el retrato de la rubia.

-Por nuestra primera y última copa juntos, Obacchan

Dicho Esto se empinó el trago de una sola vez, al sentir el liquido recorrer su garganta dejando un calor a su paso se estremeció, era la primera vez que bebía alcohol y se cuestionaba por que a la Hokage le gustaba tanto. Suspiró. Tenía tantas cosas que decirle pero ya era demasiado tarde para ambos, había perdido a dos de las personas más importantes para él. Se levantó del lugar, dejó una rosa azul frente al retrato que resaltaba entre todas las flores, dio medía vuelta y se marchó.

-Nos veremos pronto, Tsunade-sama….

Lentamente la lluvia comenzaba a cesar, él se encontraba caminando por las vacías calles de la aldea en dirección a su departamento con la cabeza gacha, las pocas personas que se encontraban fuera de sus hogares se le quedaban mirando, él lo sentía, aunque no podría identificar si era lástima u odio lo que expresaban. Sus ropas se encontraban completamente mojadas y embarradas en la parte inferior por estar agachado frente a la tumba de Tsunade en el lodo. Llegó a su departamento, el cual se encontraba completamente en penumbras, y ni si quiera se molestó en encender las luces, y con las mismas ropas empapadas se tiró pesadamente sobre el asiento más cercano a la entrada del departamento, echó la cabeza hacia atrás y colocó su antebrazo sobre su rostro. No podía negar que se encontraba devastado, destruido por dentro, ya no solo era tristeza por haber perdido a un ser amado sino que parte de su alma se había ido con ella y ahora se encontraba perdido y desolado por completo.

Se sentía tan solo… Desde pequeño anhelaba ser querido y apreciado por el resto de la aldea, por cualquier persona, pero debido a su condición eso no fue posible lo que provocó que su niñez fuera solitaria. Cuando Apareció Jiraiya ya tenía a Iruka a su lado y también al equipo 7, pero sin duda aquel ermitaño se transformó en una persona muy importante para él, además que gracias a ese viejo pervertido había logrado conocer a Tsunade, definitivamente ambos se habían transformado en su familia. Sonrió triste ante este pensamiento. Ahora él se encontraba sólo, sin nadie a su lado. Quizás estaba siendo egoísta y/o pesimista pero no podía sentirse a gusto con los que llamaba amigos, él obviamente daría su vida por protegerlos pero, ¿ellos harían lo mismo por él? Siempre se cuestionaba eso. Iruka lo había demostrado, ¿pero que hay de los demás? Obviamente ellos se habían dado cuenta de lo fuerte que era, además de que su lealtad estaba con la aldea, por lo que tenerlo de enemigo no sería lo mejor para nadie.

Un trueno iluminó la pequeña habitación sobresaltándolo, suspiró pesadamente y volvió a sus pensamientos. Él sabía que aún había personas que estaban en contra de que permaneciera en la aldea, sabía que algunas de esas personas no eran simples aldeanos sino más bien eran ciertos partícipes del consejo. Ahora que Tsunade no se encontraba entre los suyos era muy posible que mas de alguien se pusiera en su contra, eso no le extraña para nada pero si le dolía enormemente. Se maldijo una y otra vez, realmente necesitaba hablar con alguien como Jiraiya, ni contar con Iruka y menos con Kakashi ya que ellos no lo comprenderían y sólo tratarían de calmarlo diciéndole que no había nada de que preocuparse y tal vez eso era cierto, entonces ¿Por qué se encontraba solo en un momento como ese?

Lentamente se fue quedando dormido…

Se sumergió en un trance profundo en donde su mente elaboró todo un recorrido mental de su vida, lo primero que soñó fue la formación del equipo 7. El parecía estar flotando cerca de la conocida escena donde los tres gennin se presentaban ante su nuevo sensei, esa imagen pronto cambio a muchos años atrás donde él, tras ser golpeado, regresaba a casa y vio a un chico mucho más deplorable que él, ambos se miraban fijo desde la lejanía sin decir ni hacer nada, aunque ninguno lo supo entonces sus miradas transmitían todo. Lo último que vio fue la pelea que tuvo con Sasuke para impedir que se fuera de la aldea con el traidor que eliminó al tercero, Kyuubi versus el sello maldito, era prácticamente un espectador de lujo ante tales recuerdos que le estremecían el corazón. De pronto todo se volvió negro.

Reapareció en un lugar muy conocido para él, cubierto en penumbras y una humedad molesta. Raramente esta vez, aquellos pasillos que lo conducirían al mismo lugar que siempre se encontraba con varias puertas diferentes, casi reprochándose mentalmente el rubio iba abriendo cada una de ellas asombrándose de que se trataban de sus recuerdos de toda la vida, inclusive de algunos que no recordaba. Cuando llego al final del recorrido se encontraba estupefacto, su mente comenzó a trabajar a mil por hora tratando de descifrar de qué se trataba todo esto. La risa estrepitosa del demonio se escuchó con un horripilante eco por todo el lugar y eso mismo lo sacó de sus divagaciones.

-Kyuubi… -susurró

-Vaya mocoso, te vez deplorable, e incluso sorprendido de verme acá. Idiota.

-No molestes maldito zorro. ¿Por qué me has traído hasta acá?

-Yo no he hecho tal cosa, tú eres el que viene a molestarme cada vez que necesitas de mi servicio.

-¿Qué dices?

-Que débiles son los humanos –se quejó con un gruñido –ni siquiera te das cuenta de que has llegado por tus propios medios.

-¿A qué te refieres?

-La muerte de aquella mujer ha comenzado a hacerte dudar, ¿o me equivoco? –Sonrió con desdén –quizás sea el momento perfecto para que saques este maldito sello y todo se terminé de una vez

-No soy estúpido, jamás haría tal cosa. Gracias a mi padre no lograste escapar esa vez y ahora cuidaré el sello con mi vida.

-Mocoso insolente –se escuchó fastidiado, observó atentamente al chico que soltaba un suspiro y daba media vuelta para marcharse pero su voz se lo impidió –desconfías de ellos ¿verdad?

-No –fue la cortante respuesta del chico

-¿A no? ¿Qué es lo que deseas en este momento? –Notó como el chico cerraba sus puños con fuerza –Dime mocoso, que deseas

-Yo… -dijo dudoso

-Vamos mocoso, deseas algo y lo sabes, no lo niegues.

-Estoy confundido –finalmente respondió al inquisidor dándose media vuelta hacia el animal pero su flequillo no permitía mostrar su mirada –deseo liberarme de esta prisión.

-Libérate chico, sólo libérate.

Naruto siguió en esa posición sin mover ni un solo músculo, su pecho se encontraba oprimido hasta que una fina lágrima se deslizó por su mejilla. En ese momento lo único que deseaba era encontrarse con ellos, verlos y decirles todo lo que nunca pudo cuando estaban junto a él, deseaba volver a ver al ser que lo trajo al mundo para preguntarle tantas cosas que llevaba acumulando por años. Luego de aquel momento donde se sintió terriblemente derrumbado por dentro, los recuerdos de maltratos por parte de Konoha se le cruzaron por la mente, el desprecio de sus pares y las traiciones que vivió toda su vida pero más específicamente la del que consideraba a su mejor amigo. Sintió dolor en su pecho, en su alma y por unos cortos segundos sintió odio, el más puro odio.

-¿Quieres destruirlos? ¿Quieres que sientan lo mismo que has sentido tú todos estos años? –Sonrió macabramente –Yo puedo ayudarte

-Yo… -su voz denotaba duda

-Vamos, sabes que sólo debes hacer una simple cosa y me encargaré de todo. ¿No quieres ser libre?

-Yo… -su voluntad comenzaba a quebrarse y eso lo notó el zorro

-¿Por culpa de quién crees que tus seres queridos murieron? –Observó al rubio tensarse –Así es Naruto, sabes la respuesta.

-¿Konoha?

-Así es, ellos murieron por la aldea y el único afectado de todo has sido tú, nadie más que tú mocoso

-Eso… eso es… –su cuerpo comenzó a temblar ligeramente.

-Te ayudaré si así lo deseas, ¡te ayudaré a convertir esta maldita aldea en cenizas!

-No

Fue la simple palabra que salió de los labios del rubio pero tenía tanta determinación que por primera vez el gran demonio frente a él no supo responderle. Aún podía notar en la mirada del menor dolor, tristeza e ira pero también bastante determinación. Odiaba admitir que ese humano frente a él no era como otros, no era predecible para nada y eso lo hacía sentir molesto. Los orbes azules del último Namikaze se encontraban fijamente sobre él esperando anhelantes una respuesta de su parte, definitivamente si no fuera su carcelero se divertiría mucho jugando con su pequeña alma. Sonrió ante ese pensamiento y ante esto vio al rubio sobresaltarse, lo cual era evidente al ver sonreír macabramente al demonio más poderoso y protector del fuego.

-¿No? –dijo más divertido que molesto al humano frente a él

-No destruiré la razón por la cual Jiraiya, Tsunade y mi padre dieron su vida. No me importa que en la aldea habiten personas que no merecen existir, no soy yo quién hará justicia, realmente no caeré tan bajo como esas escorias.

-¿Y qué hay de tus amigos?

-Amigos… -esa palabra le dolía –Daría lo que fuera por protegerlos, hasta mi vida, pero estoy seguro que ellos no harían tal cosa por mí. ¿Amigos? Ellos no son tal cosa.

-¿Y qué vas a hacer ahora muchacho?

-No tengo una meta ni un objetivo, ni tampoco una razón para mantenerme con vida. En Konoha ya no me queda nada, lo mejor será marcharme de este horrible lugar.

-Te propongo algo muchacho….

Los ojos del rubio se abrieron por la sorpresa de ver frente a él al gran zorro sonriendo, pero no de esas horribles sonrisas que lo paralizaban, mas bien era una sonrisa de complicidad, definitivamente algo tramaba ¿bueno o malo? No lo podía adivinar Tenía curiosidad, no lo podía negar, por lo que escuchó detenidamente todo lo que el demonio tenía que decirle mostrando en su rostro tanto sorpresa como todas las emociones posibles solo por sus palabras. Al final no sabía que pensar realmente, la idea del demonio le pareció descabellada al principio pero entre más lo pensaba más consideraba que podía ser una buena solución a su problema. No tenía otro motivo o razón para vivir su vida por lo que finalmente terminó accediendo para bien o para mal.

Volvió en si abriendo lentamente los ojos, se encontraba en la misma incómoda posición antes de quedarse dormido. Lentamente se levantó y se dirigió hacia su pequeña habitación, observó el despertador que se encontraba cerca de su cama y notó que eran cerca de las 3 de la mañana. Se despojó de sus ropas que aún tenían rastros de humedad y se colocó unas vestimentas completamente negras, sacó de su closet una mochila y en esta comenzó aguardar varias cosas personales más unos cuantos pergaminos. Su equipaje era bastante ligero ya que en su viaje no necesitaría demasiadas cosas, ante este pensamiento sonrió con tristeza. Dejó su equipaje cerca de la puerta junto con un gran pergamino, recorrió todo el departamento en el cual había pasado gran parte de su vida, estando de vuelta en su cuarto quedó frente al cuadro donde se encontraba él con el equipo 7, soltó un suspiro y dejo aquella imagen boca abajo para luego salir dejando la puerta cerrada. Luego de ponerse una gabardina grisácea colocó el gran pergamino en su espalda junto con la mochila, observó por la ventana que la lluvia comenzaba a caer nuevamente pero eso no lo detuvo para nada, salió del departamento dejando gran parte de sus recuerdos atrás. Se dirigió hacia la gran entrada de la aldea por las sombras de la calle, gracias al clima y a la hora nadie se encontraba deambulando por ahí y eso le provocó alivió. Para salir de la aldea tuvo que esperar cerca de unos 20 minutos para hallar una brecha en la vigilancia y pasar desapercibido para evitar que lo siguieran, Finalmente nadie lo había descubierto y en ese momento se encontraba mirando desde la lejanía la aldea que lo vio nacer y crecer, aquella aldea que de a poco era iluminada por el sol que lentamente comenzaba a asomarse.

-Hasta nunca Konoha, bueno o malo siempre te recordaré… -Dio media vuelta viendo hacia el horizonte con decisión -Ahora iré tras la muerte….


Como punto de aclaración Akatsuki esta derrotado y ninguno de los "12" ha muerto. Esta historia se me ha ocurrido hace algun tiempo y por ciertos problemas no lo había podido subir pero espero que les haya atraído. Acepto cualquier comentario, sugerencia, queja y preguntas.

Nos leemos a la proxima...