Cada noche, antes de cerrar los ojos, recuerdo esos momentos felices que compartimos juntos. A veces me dan ganas de llorar, pero cuando recuerdo sus risas y todo el tiempo compartido una sonrisa se me forma en los labios. Aún así, a veces me es difícil retener mis lágrimas así que simplemente las dejo correr por mis mejillas mientras miro el techo y pienso en que están haya arriba, observándome y diciéndome que siga adelante.

Algunas otras veces, cuando encuentro algún objeto que perteneció a ellos pienso que si no fuera por mi culpa lo podrían estar usando ellos mismos. Sí, muchas veces me torturo pensando que el regreso de aquellos ángeles al cielo fue mi culpa y que mi castigo es ver lo sola que estoy ahora.

Otras ocasiones creo que es mejor así, que este mundo no estaba preparado para nosotros y que no todo fue tristeza. Hubo tanta gente que conocimos, tantas aventuras y amistades que formamos juntos, dudo mucho que se arrepientan de lo sucedido.

Todo ocurrió aquel día en que nuestros caminos se cruzaron, en aquella tormentosa noche de abril. Cuando tendí mi mano para ayudarla fue cuando selle el destino de todos, pero no me arrepiento. Puede que en ataques de ira haya dicho que me arrepentía de recogerla, insulte su alma y también maldije a su madre por darle la vida, pero estoy segura que sabe que es mentira, que la ame con toda mi alma y que fue un honor y una alegría haber sido su hermana mayor.

En esa época tenía el cabello un poco mas largo y de un color mas claro, aún así con mucha suerte tocaba mis hombros. Mi ropa siempre fue algo sugerente, pero en la época de mis 18 años era algo mas rescatada. Ya tenía la costumbre de mostrar mi cuerpo, no por que me gustara recibir halagos de la población masculina, sino que mi trabajo como Idol lo requería y de tanto estar con esas fachas me había acostumbrado. Mis atuendos normales no eran tan llamativas y brillantes como las que usaba en videos o comerciales, pero resaltaban lo suficiente para que la gente note mi presencia. Me gustaba que me miraran, pero no de forma lasciva, sino que notaran mi seguridad y confianza.

En aquellos días me había tomado un descanso debido a que todavía iba al colegio y era mi último año. Por suerte estaba en los exámenes finales (los cuales estaba segura que estaban más que aprobados) y luego de eso, de vuelta al trabajo. Recuerdo que nuestro productor ya estaba organizando nuestro concierto de regreso "El dúo de Vocaloid regresa". Kaito y yo éramos un gran equipo…

Él tenía mi misma edad e íbamos al mismo curso. Nunca creí que yo me haría amiga del hijo de la empresa musical mas grande de Japón, Matsuro Corporation. Su padre, el dueño, fundador y el hombre mas respetado del país era muy frío y consideraba a Kaito su hijo menos virtuoso pero al menos era lo suficientemente inteligente para notar la hermosa voz con la él que había nacido. Decidió darle una oportunidad como vocero de la empresa, el nuevo talento de la corporación pero no fue por buena persona, sino porque no quería ni soñar con que Kaito algún día tendría las riendas de esa empresa. Él no era idiota ni mucho menos, siempre supo porque su padre le dio la oportunidad de ser cantante pero aún así agradeció ese regalo y se fue con una sonrisa en el rostro.

La primera en enterarme de la noticia sobre la carrera musical de Kaito fui yo, y no porque en esos momentos nos lleváramos bien, fue todo un accidente. El descubrirnos mutuamente fue juego del destino. De casualidad, le había escuchado practicar las canciones que componía en el salón de música de la escuela, cuando todo el mundo abandonaba en edificio. A veces se le escapaba un "Espero que a papá le gusten". Creía que las componía para él como regalo o gusto, eso me parecía tonto pero a la vez adorable. No muchos chicos 17 años hacían cosas así por sus padres, menos por gusto propio.

Me gustaba tanto escucharlo cantar que cuando terminaban las clases, me quedaba en mi escritorio sentada mientras dibujaba garabatos en una hoja en blanco, esperando que todos se fueran, de todos modos nadie esperaba por mi al final de la jornada, no era precisamente la mas sociable. Esas hermosas canciones eran mi secreto mejor guardado y no quería que nadie las escuchara. Había una que era la que mas cantaba, era la única terminada y parecía que le gustaba mucho. Su nombre era "Cantarella". Tantas veces la había escuchado que ya me la sabía. Involuntariamente, la tarareaba cuando estaba en el metro, en mi casa o en la calle.

Un día, cuando todos se habían marchado y yo estaba ordenando mi mochila para ir a mi lugar al lado de la puerta del salón de música me atreví a hacer lo que no había echo hasta ese entonces: cantar "Cantarella" en voz alta.

Las estrofas salían de mi con tanta fuerza que mi canto seguro se escuchaba en todo el piso. A lo mejor él se había olvidado de algo en el salón y había vuelto por ella, tal vez me escucho cantar y fue a ver quien había robado su obra, nunca lo supe, pero recuerdo bien cuando la puerta se abrió y mi corazón se paró al ver ese extravagante cabello azul y esa sonrisa perlada.

-Así que tu eras mi público…- Cuando dije eso creí que me gritaría o algo así por espiarlo y por robar su canción, pero…- Es un placer, soy Kaito.

Luego de eso, de alguna forma, me convertí en su ayudante. Su padre la había dicho que componga, mínimo, tres canciones y que luego las presentaría a un productor de la compañía. Si al menos una valía la pena Kaito podría comenzar su carrera. Nunca creí que el sueño de un niño rico era llevar sus sentimientos al público a través de la música. Es verdad que desde chico fue criado en ese ambiente, pero esperaba que alguien como él tendría como futuro que su papi lo mantuviera o algo así ¿Con tanto dinero para que trabajar? Encima de músico. Era muy difícil que alguien te de una oportunidad y mucho mas difícil era mantenerse en la cima o al menos quedarte en el corazón de la gente ¿Cuántos artistas temporales habrá habido? Un día su nombre estaba en todos lados y al otro ya nadie sabía ni pronunciar su apellido. De todos modos a él no le importaba, solo quería ver su sueño hecho realidad.

Accedí rápidamente a ayudarlo no por interés, no esperaba ganar nada, solo quería cantar, le hacía bien a mi alma. Una vez tuve el sueño tonto de estar en un escenario, todos gritando mi nombre mientras agitaban las manos, sentir el cariño de la gente, el pensar que alguien me quería. Nunca espere que se haga realidad, nunca me esforcé por ser Idol, solo me esforzaba en la escuela y en mi trabajo de medio tiempo que me permitía pagar la renta cada mes. Solo quería tener un trabajo estable en la adultez y una casa propia donde pudiera vivir sin miedo a que me roben, pero en fondo gritaba por subirme a un escenario.

Trabajamos semanas, nos quedábamos hasta tarde en la escuela y cuando los profesores por fin notaron nuestra presencia nos prometieron la expulsión si seguíamos con esa costumbre. Del salón de música pasamos a mi casa como lugar de práctica, modesta y pequeña, ideal para una persona. Pensé que el lugar no sería lo suficiente para alguien de la familia Shion, pero el decía que lo adoraba, que le gustaría vivir así y aprender a valerse por si mismo.

-¡Esto no es justo!- dijo él un día mientras leía algunas de las líneas que teníamos para una canción.

-¿No te gusta? Si es así, puedes hacerlo solo, que de todos modos no tengo ni la obligación de hacerlo- ya había tomado la confianza suficiente para tratarlo como un par.

-No es eso- Me respondió un poco mas calmado- Yo solo compuse "Cantarella", "Old Radio" fue casi toda invención tuya y esta también la estas empezando tu ¿Por qué tengo que tener el crédito por tu trabajo?

-Pero no me molesta ayudarte, es mas, ocupa mi tiempo libre- dije tratando de calmarlo un poco.

-No, mereces más. No quiero que tu talento tenga mi nombre, ni tampoco quiero hacer esto solo- dijo mientras me miraba a los ojos- Quiero que todos te conozcan, que conozcan tu talento, que seas mi compañera.

El corazón me latía a mil por hora ¿Acaso por fin el mundo me conocería? Estaba feliz, tanto que podría haber llorado ese día, pero solo callé y me pregunté ¿Por qué yo? No era la mas talentosa ni tampoco me había esforzado por mejorar o buscar oportunidades, solo vino a mi y sin pensarlo, abracé a mi compañero por devolverme la alegría y mis sueños. Ahora que lo pienso, era imposible que yo tuviera tenido tanta buena suerte porque para esa época la suerte me había abandonado. Dios había preparado esa propuesta para abrirle las puertas a otra persona.

Luego de una llamada por celular y un viaje rápido en metro llegamos a la corporación musical mas conocida de Japón. Kaito no tenía ni necesidad de anunciarse, solo pasó con naturalidad cada puerta que se le atravesaba y saludaba a quien se le atraviese mientras yo sentía que las piernas me fallarían en cualquier momento.

Al final, esa última canción que nos faltaba terminó siendo un dueto llamado "Tsugai Kogarashi "y que probablemente cantaríamos frente al padre de Kaito. Temía que mi voz no se animara a salir de mi ser, pero pensé que ese hombre era comprensivo como su hijo y me tendría un poco de paciencia, que tonta fui. Lo primero que hizo fue mirarme de arriba a bajo con el seño fruncido, cosa que me molestó bastante. Admito que mi atuendo no era el de toda una dama de sociedad ese día (Solo una falda a cuadrille, unos zapatos negros y una camisa lisa) pero no era para tanto como para ponerme esa cara de desprecio.

-Aquí están las letras- Dijo Kaito tendiendo las hojas a su padre ¿Acaso era normal que ese tipo no saludara?- Y estamos dispuestos a cantarlas ahora.

-No me interesa leerlo ni escucharlo- dijo tirando muestro trabajo a la mesa. Sentí como si mi corazón se hubiera detenido, que alguien en algún lugar lejano se divertía conmigo tentándome con un dulce y sacándolo de mi vista cuando estaba a punto de tomarlo- Dile a la secretaría que te de él numero de Mayiba, llama y se puntual.

La visita fue mas corta de lo que me había imaginado, de todos modos me alegré de estar poco tiempo en esa oficina. Ese tipo era maleducado, irrespetuoso y demasiado creído. Rogué por no cruzarlo nunca mas en mi vida, o al menos evitar verle la cara cuantas veces sea posible.

-Hay días que esta de peor humor- fue lo primero que dijo cuando salimos del edificio.

Lo mire fijamente, pensando en que la sonrisa era la que tenía en ese momento era mas que falsa. ¿Te dolía, no? Que tu padre te trate de esa forma. No estaba mal llorar o gritar, porque yo iba a estar ahí para consolarte, pero con tal de que su padre no tenga mas vergüenza de él reprimía lo que sentía y seguía esforzándose por engañar a su corazón y convencerlo de que amaba a su padre.

Por suerte, el cambio estaba a la vuelta de la esquina, un cambio esperado por años.

En cinco meses había cambiado tanto todo mi mundo: mi armario estaba hasta reventar, cada prenda que usaba en un programa me la quedaba (Todos eran trajes a la medida y no les servía guardarlo si estaba hecho para una persona en particular) y mi refrigerador estaba en el mismo estado, mi nuevo sueldo había dejado mucho para comprar las golosinas que siempre quise probar. Mis compañeros de clase me saludaban y me invitaban a fiestas, incluso tuve dos declaraciones, pero solo me juntaba con Kaito y yo era su única amiga también. Solo recurría a mi cuando tenía problemas o quería charlar con alguien a pesar de tener una hermana, Kaiko (Según tengo entendido, su madre no era muy original con los nombres). Ella era hermosa y muy amable, pero trataba de no molestarla mucho porque estudiaba administración. Sí, el puesto de futuro dueño de la empresa Matsuro Corporation ya estaba mas que decidido, pero a mi amigo no le molestaba en lo mas mínimo saberlo, es mas, se alegraba por ella y le daba ánimos.

Aunque Kaito era de naturaleza pacifica, había veces que peleaba con su padre, nunca frente a mi pero me mantenía al tanto de todo. "Es típico ¿No? Que un padre pelee con su hijo adolescente por estupideces" decía sonriendo. a veces me daban ganas de golpearlo y forzarlo a que diga la verdad, que estaba dolido pero sabía que tarde o temprano su paciencia desaparecería y gritaría un par de verdades a los cuatro vientos en la cara de ese viejo. Por desgracia, el padre se hartó antes que el hijo.

-¿Puedo quedarme aquí esta noche?- Su mochila estaba a reventar de ropa y sus ojos irritados derramaban lágrimas sin parar. Aunque era de noche, podía ver su mejilla colorada e hinchada- Él… dijo que hubiera sido mejor abortar que tenerme.

Esa noche durmió en la sala, no quise preguntar, no había necesidad, sabía de sobra que su padre era un monstruo. Al día siguiente volvió a su casa, pero a los pocos días regreso a mi puerta en medio de la noche, como un perrito callejero que va a pedir comida donde sabe que no lo echaran a patadas. Con el tiempo, las horas que pasaba en mi hogar se convirtieron en días y los días en semanas hasta que, sin darnos cuenta, ya estábamos viviendo juntos. No tardamos en entender que ese mono-ambiente era poco para dos personas. Con el dinero que ganamos de nuestros primeros trabajos compramos una casa pequeña un poco mas cerca de la escuela, con tres habitaciones y un patio trasero hermoso. Él polluelo mimado había abandonado el nido, ya no quería depender del dinero que por herencia era de su propiedad, ahora se esforzaba por ganarse el pan. El padre de Kaito no preguntó por él ni tampoco preguntó por sus necesidades, Kaiko era la única que nos visitaba y su compañía nos hacía muy bien.

La tristeza quedo atrás y vivimos felices juntos mientras que el dúo Vocaloid era cada vez mas y mas conocido en el mundo. Con nuestros éxitos llenábamos el bolsillo de aquel bestia en piel de humano pero no nos importaba, porque la felicidad que nos producía saber que la gente disfrutaba nuestra música era mas fuerte. No estábamos listos para estadios grandes aún, pero con los conciertos pequeños que dábamos estábamos mas que satisfechos. Adorábamos recoger las cartas, flores y peluches que nos tiraban los fans luego de que el lugar quedaba vacío. Pasábamos la noche en vela leyendo hasta la última palabra.

Luego de un año de fama y un repentino mini-retiro a causa de la escuela llegamos al principio de mi historia, aunque creo que mi aventura había empezado mucho antes. Este más bien, es el inicio de Miku.

Era el primer día de trabajo. Mayiba, nuestro productor y segundo padre, estaba mas que ansioso por hacerle saber a la prensa que Vocaloid estaba en la carrera de nuevo. Ayude en todo lo que pude contactando a tantas empresas de publicidad como pude y buscando los mejores precios. Kaito no estaba del todo bien esa vez, su pasión por el helado lo había traicionado y le había dejado una indigestión terrible y su garganta estaba tan congestionada que no se le entendía ni una palabra. Esto era doble trabajo para mi así que me quede hasta muy tarde en la oficina. Tan ocupada estaba que apenas me había percatado de que ya se había hecho media noche, al día siguiente tocaba escuela otra vez, mis últimos días allí.

Tomé mi abrigo y corrí hacia la estación de tren para intentar agarrar el último que salía a las doce y cuarto. De repente, una tormenta cae sobre mí. Tenía miedo de resbalar a causa de mis botas así que caminé lentamente bajo los techos que encontraba, resignándome de alcanzar el tren. Ni un alma en las calles, menos un taxi (De todos modos no llevaba suficiente dinero para pagarlo) así que camine hacia mi hogar.

De un momento a otro, la lluvia se puso muy fuerte y el viento embravecido que movía los árboles me provocó miedo. Decidí usar un pequeño callejón cerrado y techado como refugio temporal hasta que todo se calmara un poco. El ruido de las gotas caer y las ramas moverse de forma feroz no me impidieron escuchar movimientos detrás mió. Voltee rápidamente sin encontrar a nadie, solo unas bolsas grandes y un par de cubos de basura. Mirando un poco mas de cerca noté que una bolsa se movía levemente. Pensé que era un pequeño cachorro o algún gato callejero, me pareció muy cruel dejarlo con este clima que pasara frió y hambre así que me acerque para recogerlo y llevarlo a casa, creyendo que podría buscar a sus dueños o conseguirle un hogar. Nunca se me paso por la mente que lo que encontraría sería una niña.

Acurrucada con sus manos abrazando sus piernas flexionadas y su cabeza escondida entre sus rodillas, el cabello le cubría toda la espalda y su vestido blanco estaba sucio y roto en algunos lados. Estaba muy delgada y apenas tenía fuerzas para levantar el rostro. Fue la primera vez que había visto ojos tan hermosos y cristalinos.

Me sonrió aunque se veía que en cualquier momento se desmayaría. Me saqué mi abrigo y la alcé en mis brazos para luego cubrirla con dicha prenda. Corrí desesperada a mi hogar como si ella tuviera los minutos contados. Apenas llegué la recosté en el sofá y la tapé con tantas cobijas como encontré por la casa. Pasé la noche controlando su temperatura y traté de darle de comer yo misma ya que no tenía mucha fuerza. Me alegré de ver que pudo terminarse el plato entero. Luego de darle un poco de jugo se quedo dormida usando mis piernas de almohada. Me quede mirando su rostro angelical y acariciando su cabello verde agua marino, no podía dejar de pensar como alguien podía abandonar a una chica de, aparentemente, catorce años en la calle. A lo mejor estaba perdida, pero parecía estar días en la calle. Ya había decidido no ir al colegio antes de sumirme en mis sueños, tenía dos enfermos que cuidar.

Cuando desperté a la mañana siguiente el peso sobre mis rodillas había desaparecido y las cobijas que cubrían a la pequeña estaban dobladas a mi lado. Asustada me levante a buscarla por la casa pensando que se había ido. Corrí de habitación en habitación hasta llegar al cuarto de Kaito, allí fue donde la encontré. Él estaba sentado en su cama con las piernas cruzadas estilo indio y la pequeña encima de su regazo. En los oídos de ella estaban los cascos de unos auriculares conectados al reproductor Mp3 de Kaito. Este último la observaba dulcemente mientras le preguntaba "¿Te gusta ese? Es de Nana". Ella lo miraba y asentía fuertemente con la cabeza.

-¡Meiko! ¿Sabes de donde salió este angelito?- Dijo en broma Kaito apenas notó mi presencia.

Solo sonreí y les di mis buenos días a ambos. Llamé al medico eventualmente y me dijo que la fiebre había bajado, pero que necesitaba aumentar un par de kilos ya que estaba baja en peso. Me dio un plan alimentario y me apuntó días y horarios para que valla al hospital para controles, me alegre al saber que no era necesario hospitalizarla ni medicamentos.

-Calculo que unas semanas estará mucho mejor y podrá llevarla a la estación de policía para buscar a su familia, por ahora no recomiendo agobiarla con esos temas hasta que este rehabilitada- Dijo ordenando sus instrumentos en el maletín .

Lo acompañé a la puerta y me quedé allí hasta que lo vi meterse en su coche. Apenas cerré la puerta y volteé vi esa melena agua marina derramando lágrimas.

-¿Te duele algo? ¿Estás bien?- dije mientras la tomaba de los hombros como si fuera una niña aunque tenía cuatro años de diferencia conmigo.

-No quiero… No quiero irme. No quiero volver a casa- Me dijo mientras se tiraba encima mío y lloraba mas fuerte.

Eran las primeras palabras que escuchaba de sus labios y, sinceramente me había llenado de tristeza. Me había hecho acordar a Kaito, cuando llegaba en medio de la noche llorando y golpeado, repitiendo todo el tiempo que nunca volvería con padre, pensé que su vida si era un infierno, pero aparentemente la vida de esta pequeña había sido tan traumática que había decidido olvidarse hasta de su propio nombre.

Mientras yo iba de oficina en oficina buscando información sobre su familia, Kaito cuidaba de ella y le enseñaba a tocar instrumentos o a cantar. Increíblemente, nunca encontré nada, ni registros, direcciones, registros médicos o algo. Pero mucho no me importaba el buscar a su familia, cuando vi su rostro lloroso cuando pensó que volvería a su antiguo hogar, en el fondo, me había decidido quedármela.

Los tres, que habíamos vivido en el rincón mas apartado de Dios, ahora disfrutaríamos del paraíso como una familia. Ese cuarto oscuro que nos servía de oficina para componer iba a ser el cuarto de nuestra nueva hermanita.

-¿Qué color le gustará más para las paredes? Dudo que le guste este blanco aburrido- dije a Kaito una noche estando los dos solos en el estudio.

-No creo que debamos pintarlo a nuestro gusto, a lo mejor a Miku no le agrade- me respondió mientras se rascaba la cabeza.

-¿Miku? ¿Y esa quien es?- Le pregunté confundida, aunque me parecía algo obvia la respuesta.

-Nuestra pequeña hermana- me dijo sonriente- Así decidí llamarla: Hatsune Miku. Deberías escucharla cantar, es asombrosa. Su nombre significa: el primer sonido del futuro.

Lo miré pensativa por un momento, ese nombre era algo demasiado complejo como para que él solo pudiera inventarlo.

Hatsune Miku. No estaba mal, pero…

-¿¡Y quien te dio permiso de nombrarla! Ella no es una mascota, no puedes ponerle el nombre que se te antoje- le grité molesta, no me importaba que sea de noche.

La verdad es que yo había pensado un nombre, pero ahora que lo pienso era demasiado ridículo comparado con el de Kaito. Se había lucido.

-Supongo que es lindo- Le dije mientras ponía una mano en su hombro, como señal de aprobación.

El nombre no solo representaba su talento, sino su deseo. Tres personas con un pasado desdichado y un amor incondicional por la música, ninguno tenía relación biológica con el otro, ni siquiera clase social, pero aún así vivían bajo el mismo techo. Era demasiado para decir que era coincidencia.

-Quiero… ser igual a ustedes. Quiero que mi voz llegue a los oídos de todos y deje en su corazón la esperanza que ustedes me dieron de vivir. ¡Por favor, ayúdenme!

Desde ese día no hubo momento en que soltara el lápiz y las partituras. Mientras asistiera al colegio y sacara buenas notas yo permitiría que Kaito le enseñara. Si no estaba componiendo, estaba estudiando para los exámenes, me sentía como una madre orgullosa de su pequeño.

Había pasado tiempo, casi dos años hasta que llegó el debut de Miku en un escenario. Ya no era la niña delgada y pálida que había encontrado, esa que apenas hablaba o salía. Su cuerpo había madurado, su rostro estaba lleno de vida, su cabello lacio y brillante y su voz se destacaba entre todas. A veces se comportaba como toda una diva: mandona e histérica, pero igual no dejé de amarla por un segundo en toda mi vida.

Decidimos que ella no sería parte de Vocaloid por que era un talento distinto al nuestro. Para esa fecha, Kaito y yo habíamos cumplido los 20 años y aunque no éramos viejos aún, ella, ya era parte de otra generación y ya estaba lista para guiarlos sola.

No era nuestro retiro, apenas estábamos empezando, teníamos bastante que aprender. Hasta el momento habíamos echo canciones a modo de trío para comerciales o alguna presentación en televisión, pero esta vez, era su turno de brillar sola.

Y así ella se convirtió en una Idol amada por todos.

En su cumpleaños número 16, decidimos hacer una celebración muy pequeña en nuestra casa, alejados del mundo del espectáculo, como gente normal. Gente muy cercana a nosotros de la productora y algunos familiares de Kaito asistieron. Recuerdo claramente cuando puse el pastel sobre la mesa, Kaiko apago las luces y solo la pequeña llama de las velas dejaban ver el rostro lleno de felicidad de mi hermanita.

-Para sus 17 que sea un pastel helado- Dijo Kaito mientras miraba su trozo de pastel en su plato.

-El próximo pastel será del tipo que ella quiera, si llego a acordarme de tu cumpleaños tal vez lo haga- dije algo histérica.

Hubiera dado lo que fuera por haber hecho su pastel de 17 años, pero no lo sabía, nadie lo sabía, que el tiempo de Miku estaba a punto de congelarse.


Hace tiempo que venía pensando en esta historia. La verdad estaba tan entusiasmada que lo termine en solo un día. Como dice el título esto es solo un prologo, la gran mayoría es solo introducción pero hay un par de puntos que son claves para entender los próximos capítulos. Nunca había escrito de Vocaloid, supongo que es algo difícil ya que ninguno de los personajes tiene una personalidad fija (cambia depende el autor del fanfic o doujinshi) el personaje que era Tsundere en una historia puede ser el mas tímido y sumiso en otra. Por eso voy a tratar de crear personalidades que vallan con el aspecto físico de los personajes y sus tipos de voz.

Como ven, la narradora en esta ocasión es Meiko, pero eso no la hace la protagonista ni tampoco la narradora de los capítulos siguientes. Esto tiene un propósito clave que se aclarará con el tiempo.

Para los fans de Naruto quiero que sepan que tengo una historia en progreso llamada "Una propuesta indecente" (La pueden encontrar en mi perfil ^^) con la pareja de Sasuke y Sakura como la principal, a medida que se avance otras se darán a conocer. Esta historia al igual que la de Naruto están proyectadas para ser largas, espero poder ver a muchos de ustedes seguirme hasta el final. Y aunque puede parecer difícil estar al pendiente de dos historias que necesitan una redacción compleja voy a dar mi mayor esfuerzo para que, al menos, se suba un capítulo por mes de cada fanfic. Además de estar ocupada con un par de pedidos de one-shot, pero esos están casi completados, lo cual me alegra y espero poder cumplir las expectativas de los que me mandaron el encargo ^^

Eso me recuerda que si alguno desea un One-shot sobre alguna pareja se puede mandar un mensaje privado o sino agregarme a mi facebook "Meghan Hakumo" donde podrán conocerme un poco mas y hacer los pedidos que quieran.

Espero que sigan esta y mas historias conmigo ^^