Solo se escuchaba el sonido de sus propios pasos sobre una hierba reseca. La mujer llevaba tiempo sin cruzarse con nadie, ni un pueblo, ni una casa, ni una persona. El mundo de repente parecía más vacío. Después de una larga jornada caminando el traje empezaba a hacerse pesado, pero sería más pesado llevarlo a cuestas, solo tenía que encontrar un lugar donde descansar. Paró un segundo para tomar aire y reubicarse un poco, se pasó los dedos por el pelo moreno para apartárselo de los ojos y una vez más se preguntó porque se había separado del grupo. Y una vez más supo la respuesta, necesitaba alejarse por un tiempo, de la gente, de todos. Quería un poco de tiempo a solas y ahora no era capaz de encontrar a nadie. Miro a su alrededor y casi grito de alivio al ver a lo lejos una columna de humo. Camino rápidamente hasta ver a lo lejos un conjunto de pequeñas casas. Localizó un pequeño local destinado a hacer las veces de posada del lugar y tomó asiento en un taburete frente a la barra pidiendo algo de beber. Con el vaso en la mano miro a su alrededor, no había mucha gente en la posada, pero las noticias en esa tierra viajaban rápido y quizá alguien supiese algo. Tomó otro trago y llamo al posadero con un gesto.
- Quizá puedas ayudarme, estoy buscando a una persona. A varias en realidad.
El hombre se inclinó, apoyado en la barra, para escucharla.
- Es un hombre, bastante conocido por cierto. Se llama Robin Hood, viaja con un grupo de hombres.
El posadero asintió, observando los ojos rasgados de la mujer.
- Si, se quién es. Le vi, hace tiempo, paso por aquí. Pero no iba solo con hombres, eran un grupo grande. Muy grande y muy extraño.
Mulan frunció el ceño, sin comprender.
- ¿Extraño?
- Tú Robin iba con algunos personajes más que conocidos en esta tierra, Blancanieves y su Príncipe Encantador, la chica de Rumpelstinski, Caperucita Roja, los enanitos, por supuesto…eran un grupo extraño, aunque lo más raro es que la Reina Malvada viajaba con ellos.
Mulan frunció más el ceño, buscando algún tipo de explicación a esas palabras, alguna razón por la que Robin viajase con ellos. Y por la que la Reina Malvada estuviese también en el grupo.
- ¿Iba con ellos una mujer rubia? Alta, muy guapa, de ojos claros.
El posadero hizo memoria otra vez.
- No me suena, pero por como la describes ojala hubiese estado con ellos.
Rio un poco por su propia ocurrencia. Mulan se terminó el vaso.
- ¿Sabes hacia donde se dirigían?
- Hacia el castillo de la reina, pero no los encontraras allí. Desaparecieron de la noche a la mañana, todos ellos, nadie ha vuelto a verlos.
La mujer se inclinó un poco hacia el sin darse cuenta, en tensión.
- ¿Cómo que desaparecieron? ¿Alguien ha ido al castillo?
- Claro que sí, está vacío. Del todo. Desde que desaparecieron todo parece diferente ¿no lo notas? como más…vacío.
Mulan no respondió, pero no hizo falta porque un nuevo cliente entro en el local y su informador tuvo que ir a atenderle. La morena permaneció unos minutos más en la posada, pensando, antes de dejar una moneda junto a su vaso vacío y salir de nuevo al camino. No había tiempo para descansar.
Comprobó por si misma que el castillo y sus alrededores estaban totalmente desiertos, aunque no había señales de que nadie se hubiese ido, como decía el posadero era como si simplemente todos hubiesen desaparecido.
Mirando la fachada del vacío castillo supo lo que tenía que hacer, no sabía a quién más recurrir, tendría que buscar a Philip y Aurora, quien a esas alturas ya serian padres.
Después de varios días de búsqueda finalmente dio con ellos. Con ellos y con una pequeña niña idéntica a su madre. Aunque trató de evitarlo Mulan mantenía cierta distancia de Aurora, por más que ella trataba de acercarse. Tampoco podía evitar cierta reserva con Philip, aunque lo cierto era que se alegraba mucho de verlos, y de ver que finalmente su hija había nacido sana.
Les conto la situación y ellos le contaron que hacía ya más de un año habían visto a todo el grupo, pero se habían separado pronto. Rápidamente Philip se ofreció a acompañar a Mulan en busca de soluciones, era obvio que algo había pasado y era posible que sus amigos estuvieran en peligro. El príncipe intento mandar a Aurora de vuelta a su reino, pero ella se negó en rotundo.
- Debes quedarte con la niña.
Argumento Philip. Mulan procuraba no meterse en la discusión de la pareja.
- Podemos dejar a la niña en nuestro castillo, con tus padres, estará a salvo.
- Sera peligroso.
- Estamos hablando de mis amigos también. Por no mencionar que Mulan y tú podríais correr peligro.
Philip iba a responder, pero Aurora lanzo una firme mirada a la mujer que trataba de pasar desapercibida a su lado, buscando su apoyo. Mulan le devolvió una afligida mirada. Ella opinaba igual que Philip, era peligroso.
Así que los tres se pusieron en marcha después de dejar a la pequeña niña bajo la protección de sus abuelos. Volvieron al castillo en busca de pistas, Mulan no había querido registrarlo a fondo después de descubrirlo abandonado, le pareció mar urgente buscar ayuda para resolver el misterio. Recorrieron cada palmo del castillo sin encontrar nada, ni siquiera algún soldado perdido. Pero en los aposentos de la reina encontraron algo curioso. Un frasco vacío, o casi vacío, apenas unas gotas de color verde quedaban en el fondo. Eso no era algo extraño de encontrar en la habitación de la Reina Malvada, lo raro era que lo hubiese dejado allí al abandonar el castillo. Sabían de la primera maldición que había lanzado sobre la gente del Bosque Encantado y no les habría sorprendido que la historia se repitiese. Philip cogió el frasco dispuesto a llevárselo a su reino para investigarlo, pero no llegaron ni a salir de la habitación antes de que todo empezase a temblar.
Emma iba camino de la oficina de Regina, tenían que descubrir como vencer a la recién conocida hermanastra de la morena, y sobre todo para que quería reunir ingredientes esa Malvada Bruja. Había dejado a Henry en Granny's con Mary Margaret y David, aún no habían resuelto como o si debería devolverle los recuerdos a su hijo. Llegaba a la oficina de la alcaldesa cuando todo empezó a temblar violentamente. El terremoto duro varios minutos en los que vio caer farolas y hundirse la fachada de algunos edificios. Cuando todo pareció calmarse finalmente entro rápidamente en la oficina.
- ¿Regina?
Grito buscando a la mujer, a la que vio salir de debajo de la mesa limpiándose la falda. La oficina estaba entera, con objetos rotos y cuadros caídos, pero sin daños mayores.
- ¿Estás bien?
Pregunto ayudándola a erguirse del todo.
- ¿Qué demonios ha sido eso?
Pregunto a su vez Regina de mal humor.
- Parecía un terremoto de los fuertes, he visto hundirse algunos techos.
Las dos mujeres se miraron con idénticas expresiones en la cara.
- Henry.
Dijeron al mismo tiempo antes de salir corriendo.
El chico estaba perfectamente, con Mary Margaret y David fuera de la cafetería, con un grupo de gente. Regina contuvo el impulso de inclinarse ante su hijo para asegurarse de que estaba en perfecto estado, en vez de eso tuvo que ver como lo hacía Emma, que se agachó frente a Henry sujetándole los hombros y revisándole de arriba abajo.
- ¿Estás bien?
Pregunto preocupada, Henry asintió.
- Perfectamente, salimos en cuanto empezó el temblor, pero creo que el suelo de la abuelita no puede decir lo mismo.
- Se agrietó.
Dijo David abrazando a su mujer con un brazo. Emma intercambio una rápida mirada con Regina dándole a entender que su hijo no tenía ni siquiera polvo de yeso en la cabeza, lo que tranquilizo a la morena. Ruby y la abuelita estaban allí cerca lamentándose de los desperfectos, y a lo lejos se escuchaba maldecir a Leroy, que había dejado su desayuno a medias.
- ¿Alguien sabe a qué se ha debido eso?
Pregunto Mary Margaret mirando a Regina de forma casi inconsciente, la mujer se ofendió.
- No me mires a mí, no tengo ni idea.
Leroy llego hasta ellos hecho una furia, apuntando a Regina con un dedo acusador.
- Como si debiéramos creerte, ¿qué has hecho esta vez?
Henry miro al hombre extrañado.
- ¿Cómo va a ser culpa suya un terremoto?
El antiguo enanito recordó que no podía hablar esos temas delante de Henry y respiro hondo tratando de calmarse.
- Puede que tengas razón. Pero si quieres un consejo chico, no te acerques a esa mujer, es veneno.
- Leroy.
Advirtió Emma con una dura mirada, él miro una vez más a Regina con rabia antes de marcharse con sus compañeros.
- ¿Qué le pasa?
Pregunto Henry a su madre, Emma lanzo otra rápida mirada a Regina antes de pasar un brazo por los hombros de su hijo.
- Nada, ya sabes cómo se pone cuando se queda sin bacón.
Bromeo, Regina frunció los labios molesta, pero no dijo nada.
- Deberíamos ir a casa, puede que haya sufrido daños.
Propuso David tratando de hacerse cargo de la situación. La familia echo a caminar, pero la rubia se dio cuenta que alguien no iba con ellos. Se giró y miro a Regina con una ceja levantada.
- ¿No vienes? Aún tenemos una conversación pendiente.
La alcaldesa giro los ojos, lo último que le apetecía era aguantar otra reunión con los encantadores, estaba teniendo demasiadas esos días, pero aun así los siguió, sobretodo contenta por poder pasar un rato con Henry.
Mulan, Aurora y Philip cayeron bastante aturdidos en un lugar desconocido cuando la tierra por fin dejo de temblar. A su alrededor había casas como nunca habían visto, y bajo sus pies un suelo duro y gris. Varias de esas casas estaban seriamente dañadas, frente a ellos vieron una pequeña torre con un enorme reloj.
- ¿Aurora?
Dijo alguien saliendo por la puerta que quedaba justo debajo del reloj. Belle se acercaba a ellos desconcertada.
- ¿Qué hacéis aquí? O debería decir ¿cómo habéis llegado aquí?
Aurora abrió y cerró varias veces la boca antes de mirar a Philip por si él tenía alguna explicación, pero él le devolvió una mirada igual de confundida.
- No tenemos ni idea, estábamos en el castillo de la reina y de repente…
Empezó Mulan mirando otra vez a su alrededor totalmente fuera de lugar.
- Todo se puso a temblar, y ahora estamos aquí.
Belle la miro intentando recordar si la conocía.
- Soy Mulan.
Se presentó ella con un simple encogimiento de hombros, Belle puso expresión de entendimiento.
- Claro, he oído hablar de ti. Yo soy Belle.
Respondió la bibliotecaria extendiendo una mano.
- ¿La chica del Oscuro?
Pregunto Mulan alzando una ceja, Belle cerro la mano y la bajo, sin saber muy bien que responder devolvió su atención a la pareja de su lado.
- Descubriremos que ha pasado, pero creo que primero debemos encontraros ropa menos…llamativa.
Propuso acordándose de que Henry no sabía nada de cuentos de hadas.
- David, ¿qué vamos a hacer?
Pregunto Mary Margaret mirando su casa semihundida. El terremoto había hundido parte del techo, derribando parte de las paredes. David mantuvo su expresión seria.
- Tranquila, nos apañaremos. Quizá la zona de habitaciones de Granny's este intacta.
Henry miro a su madre.
- ¿Qué haremos nosotros?
Mary Margaret pareció dolida por un segundo al pensar que Henry no quería quedarse con ellos, pero se hizo recordar a si misma que el chico no recordaba que ellos eran sus abuelos. Antes de poder decir nada, Regina interrumpió a Emma.
- Si no quieres quedarte en un hotel yo tengo espacio.
Ofreció sonriendo al niño con su habitual pose de las manos entrelazadas frente a ella. Henry miro a su madre, pidiendo su opinión.
- Para los dos, por supuesto.
Añadió Regina intentando mantener su sonrisa, aunque la idea de tener que convivir con Emma Swan bajo el mismo techo no la agradaba en absoluto, lo aceptaría con gusto si así Henry también estaba. La rubia miro a la morena con una ceja alzada, sorprendida por el ofrecimiento y en parte divertida por la situación.
- Emma…
Empezó Mary Margaret mirando alternativamente a las dos mujeres.
- ¿Tú qué opinas?
Pregunto la rubia a su hijo, Henry le sonrió a Regina.
- Podría ser divertido.
En la cara de la alcaldesa se dibujó una enorme y sincera sonrisa, Emma no pudo evitar sonreír un poquito al ver la expresión de Regina, la expresión de una madre. Mary Margaret aparto a Emma para hablar con ella sin que las escuchase su nieto.
- ¿Crees que es buena idea?
La expresión de la mujer también era la de una madre, una preocupada. Emma miro por encima de su hombro y vio a Henry y Regina hablando alegremente. Había muchas madres allí, ella era una y podía entender perfectamente que la malvada reina quisiese pasar tiempo con su hijo.
- No pasara nada.
Tranquilizo apretando un poquito el brazo de Blancanieves para calmarla.
- Es Regina.
Siseó Mary Margaret mirando a la mujer en cuestión como si pudiese escucharlas desde allí.
- Por eso, nunca le haría daño a Henry. Además ahora está de nuestro lado ¿recuerdas?
Respondió Emma mirando también a la otra madre de su hijo mientras la suya hacia una mueca, no muy convencda.
Henry se quedó impresionado con la casa de la alcaldesa.
- ¿Vives aquí? Que pasada.
Dijo con una sonrisa boba al ver tan solo la fachada.
- ¿Te gusta?
Pregunto divertida Reginaa haciéndole un gesto para que entrara con confianza.
- Tiene que ser genial vivir en una casa así.
Respondió el chico observando la gran entrada, Emma giro los ojos con una risita.
- Ven, tengo una habitación para ti arriba.
Dijo Regina poniendo una mano en el hombro de Henry para guiarle, el chico miro a su madre que le hizo un gesto para que fuese con la alcaldesa mientras ella iba detrás, mirando también la casa, no era la primera vez que estaba allí, pero si era la primera que estaba como huésped.
La habitación de Henry estaba tal y como él la había dejado, pero por supuesto el chico no lo recordaba.
- ¿De quién es esta habitación?
Pregunto con obvia curiosidad y unas mal disimuladas ganas de explorar.
- De mi hijo.
Respondió Regina mirando la habitación con nostalgia.
- ¿Dónde está?
- El…bueno…ahora no puede estar conmigo.
Henry miro a quien no sabía que era su madre.
- ¿Esta con su padre?
Regina miro de reojo a Emma, que alzo una ceja divertida, llevándose las manos a las caderas.
- Algo así.
Respondió la morena riendo un poquito, escucho el sonido mitad resoplido mitad risa de la rubia tras ellos.
- Así que tú puedes usar su habitación.
- ¿No le importara?
- Para nada, siéntete como en tu casa.
Dijo Regina con una cálida sonrisa. Dejaron a Henry instalándose en su propia habitación mientras la alcaldesa guiaba a su otra huésped con bastante menos alegría.
- ¿Así que ahora soy su padre?
Pregunto la rubia medio riendo caminando detrás de la deña de la casa.
- La habitación de invitados esta al final del pasillo.
Respondió Regina ignorando el comentario con un ligero alzamiento del lado derecho de sus labios. Emma iba tras ella un poco incomoda, una parte de ella se revelaba ante la idea de quedarse en casa de Regina, la Reina Malvada de los cuentos, pero otra parte sabía que no había ningún peligro. Pasaron por delante de la habitación de la morena y Emma hecho un rápido vistazo a través de la puerta abierta por el simple deseo de cotillear antes de pasar por delante del baño y llegar finalmente a la que sería su habitación. Una cama con una colcha color rojizo, un armario y una mesita.
- No es gran cosa, pero la verdad es que no suelo tener invitados.
Dijo Regina apoyada en el pomo de la puerta abierta, Emma sonrió torpemente.
- No te preocupes, he dormido en sitios peores.
La alcaldesa rio.
- No lo dudo. Dejare que te instales.
Dijo señalando la pequeña maleta roja que Emma traía consigo con las cosas que había conseguido salvar del apartamento de sus padres. Henry había llevado la suya también. Emma entro en la habitación y dejo la maleta sobre la cama.
- Yo…
Escucho detrás de ella, se giró mirando a Regina, esperando algún tipo de norma de convivencia.
- Quería decirte que…bueno…siento lo de Baelf…Neal. Se…
Carraspeó un poco sin mirar a Emma, incomoda por sus propias palabras, no había tenido oportunidad de ofrecer un pésame en condiciones, con tanta gente alrededor y la repentina aparición de Zelena en el café.
- Puedo imaginar lo que es.
Completó la alcaldesa. El nombre de Daniel apareció en la habitación junto al de Neal sin que nadie lo mencionase. La rubia asintió en agradecimiento por ese inesperado pésame que extrañamente la reconfortaba un poco, después de todo, la morena había pasado por algo muy similar.
- Si neces…
Dejo la frase sin terminar y con un torpe movimiento de cabeza salió cerrando tras ella. Emma se sonrió a sí misma, sabía que no la había dejado para darla intimidad, quería ir a ver a Henry.
No llevaba ni diez minutos en la habitación cuando sonó su teléfono. Esperaba que fuese Mary Margaret o David, pero en la pantalla vio el nombre de Belle, lo que tampoco la extraño, ella también lo estaba pasando mal por la muerte de Neal y el servilismo forzado de Rumpelstinski en manos de la Malvada Bruja.
- Emma, creo que hay algo que deberías ver.
Escuchó a Belle nada más pulso en descolgar.
- Oh, y trae algo de ropa.
Añadió la mujer sin dar más explicaciones. Emma se preguntó que iría mal esta vez, casi deseaba poder apartar esa colcha roja y meterse debajo tan solo a dormir durante mucho tiempo. Si su madre la escuchase decir eso. Se rio de su propia broma familiar y con un suspiro salió de la habitación directa a la de Henry, donde se escuchaba una alegre conversación y risas. Como era de esperar Regina y Henry estaban allí, sentados en la cama. Henry tenía la maqueta de un avión en las manos sin saber que era suyo y la Reina Malvada le hablaba de cuando le compraba esas maquetas a su hijo y lo que le gustaba pasar horas montándolas.
- ¿Ya no lo hace?
Regina sonrió tristemente, cogiendo la maqueta de las manos de Henry y apretándola un poco, como queriendo sostenerse en ella.
- Bueno, el creció. Ahora le gustan otras cosas.
- ¿Cómo qué?
Regina miro a su hijo con una cariñosa sonrisa.
- Creo que pescar.
En ese momento se dieron cuenta de que había alguien más allí, apoyada en el marco de la puerta, Emma no había querido interrumpir.
- Belle me ha llamado, ha pasado algo, pero aún no se el que.
Explico con un resignado y agotado suspiro. Regina miro la bolsa con ropa que llevaba en la mano alzando una interrogante ceja morena. Emma alzo las manos con un encogimiento de hombros.
- No me preguntes, se lo mismo que tú.
Miro a Henry.
- ¿Estarás bien?
El chico asintió convencido y Emma le sonrió para despedirse.
- Te veo luego chico.
Dijo guiñándole un ojo.
- La cena en esta casa es a las 10 señorita Swan, si llega tarde se quedara sin cenar.
Añadió Regina burlonamente haciendo reír a Henry. Emma giro los ojos al mismo tiempo que se daba la vuelta para irse riéndose consigo misma por la locura de vivir en casa de la que tiempo atrás considero su enemiga.
