Bueno, ehh verán, las damiselas en problemas siempre son mis personajas jajajajjajajaja. Y a esta historia le tengo cierto cariño, es una en la que he estado trabajando a la par con otras como cuatro jajajajaja.
No se si les guste, así que primero veremos que dicen ustedes (y cuantos revius dejan ;)jajajjajaja) a ver si sigo subiendo.
Saben que cualquier duda o comentario, denle al GO!!
Cap 1 ALGO DE CALOR
La noche cerrada daba el abrigo, aunque hubiera preferido que fuera de día; con el sol brillante calentando mi rostro. No solía salir de noche, a decir verdad, me da miedo. Pero ahora no me podía poner de exigente. Ni siquiera llevaba un morral, nada, tal vez porque si me traía algo de aquel lugar; lo tendría siempre presente.
Corrí unas cuantas cuadras más, para poner la mayor distancia entre ese lugar y yo. Y además porque el sector donde estaba pasado no era precisamente el lugar más seguro e iluminado. De repente se me vinieron a la cabeza las palabras de los encabezados del periódico: Los asesinatos aumentaron, han subido un 35 las violaciones…
-Oh, mierda- gruñí. Me detuve de inmediato.
Un lugar bastante indicado para pararse, en medio de un sombrío callejón. Miré a todos lados: Sola, miserablemente sola. Suspiré. Sopesé mis posibilidades: Si abandonaba mis planes y me devolvía, probablemente me recibirían con otra fea sorpresa; Si seguía, tendría algo de paz, si, pero estaría sola porque no conocía a nadie más a quien acudir, y pasaría la noche en la calle. De todos modos, terminaría de vuelta; así que hiciera lo que hiciera todas las posibilidades conducían a un solo camino, sólo que dependía de cuanto tiempo dispondría para tener algo de paz mental.
Y de repente la calle se me antojó muy acogedora.
Caminé a paso rápido, para salir de aquel callejón. Llegué a una calle tenuemente iluminada, ya que sólo funcionaba una farola. Era un distrito comercial, lleno de bodegas y sin ninguna alma rondando por ahí. Me recosté contra la pared, tratando de recuperar el aliento. Y eso que era atlética.
Me limpié la frente con la manga de mi chaqueta. Me deslicé por la pared y me senté en la acera. Me gruñó el estómago, traté de pensar en otra cosa, pero no había comido nada desde el almuerzo. Y ahora ni posibilidad de hacerlo.
Miré a mí alrededor, al otro lado de la calle había una fábrica con la fachada hecha en cortina de vidrio. Miré mi reflejo, aquella niña depauperada recostada contra la pared. Levanté la mano y saludé a mi reflejo, era mi única compañía.
Todo tenía un aspecto de lugar abandonado, con un silencio casi absurdo. Ya extrañaba el sonido de mi propia voz.
-has caído bajo- dije en voz alta.
Hasta mi propia voz sonaba extraña después de tanto silencio. De una golpe me levanté, arrugué la nariz, olía a podrido, y era porque me había sentado al frente de un chaflán de la calle. Cogí camino de nuevo, estaba más o menos lejos; así que ya no había prisa.
Vi el cielo, más o menos serían eso de las 12 am. Había caminado varías horas.
Ahora me encontraba en un lugar residencial, pero al frente había una reja negra con algunas cruces. Vi la puerta principal: era el cementerio central. Los cementerios no eran exactamente uno de mis lugares favoritos. Pero me detuve en la puerta, sentía algo extraño, algo de curiosidad morbosa. Pero que irrespeto para los muertos, me di la vuelta y salí corriendo. Pero la sensación no se fue, seguía sintiéndome muy rara. No me sentía yo, como si mi cuerpo le perteneciera a otra persona. Se condujo el sólo a otro genial y desolado callejón.
Ahora si que estaba perdiendo la cordura.
De repente la sensación se diluyó, dejándome ubicada sospechosamente entre una pared llena de grafitis.
-¿Hola?- mascullé.
Miré el apestoso callejón, sólo botes de basura y cajas de cartón. ¿Es que ese tipo de lugares abundaban en la cuidad?
No hubo respuesta, pero si un extraño sonido. ¿Era un suspiro?
Y de la nada, apareció una figura negra, justo en el límite donde se acaba la precaria luz que daba el farol, haciendo ver a la zona oscura imposiblemente negra.
-¿Hola?- repetí de nuevo, pero mi voz no salió tan fuerte como antes.
La sombra se movió, me quedé muy quieta esperando reaccionar. Tenía que recordar ese programa que había visto por el canal discovery. Los ojos, punto más frágil, entierra los dedos, déjalo ciego.
Pero la sombra se diluyó en lo negro, dejándome desconcertada, ¿lo había visto de verdad? O ¿sólo era mi paranoia?
Otro sonido, irreconocible, mi cerebro estaba tan atontado por el exceso de adrenalina que era imposible razonar. Estaba paralizada.
-por lo menos se lo haría más fácil- pensé con humor sombrío.
Y, lo que fuera que hiciera esa sombra se movió lentamente a la luz
Mis ojos se agudizaron mientras miraba como se iba revelando la figura de un hombre. Lo primero que vi fue su ropa, oscura, parecía polvosa, comida por las polillas. Y luego sus manos, tan blancas, como la cal.
Salió totalmente a la luz.
Tenía la cabellera más rubia que hubiera visto en mi vida, reflejaba la luz; era como si estuviera hecha de la misma sustancia que componían los rayos del sol. Pero sus ojos eran un contraste extraño, de una azul oscuro e intenso, como la noche. Su rostro, ¿Qué era eso?, ¿un ángel? Tan perfectamente bello y pálido. Sus cejas eran del mismo tono que su cabello, su nariz recta, era una belleza fundida en su carne, como si él fuera la belleza del mundo de las ideas (eh, yo tan tarada para la filosofía, y ahora me vengo a acordar) de Platón que y se hubiera escapado.
Caminó hacia mí, como deslizándose, cada paso que daba no hacía ningún ruido. Y cuando estuvo al frente de mí, noté lo alto que era. ¿1,80m o tal vez 2,00m?
-no…
Ni me pude quejar y él ya me tenía en sus brazos.
Forcejeé, pero él ni se inmutó; se quedó en silencio taladrándome con la mirada. Empujé su pecho, pero él no cedió.
-Déjame- gruñí.
Ignoró mi demanda, buscó la cremallera de mi chaqueta, la abrió.
-¡Sólo tengo 13!- me quejé- ¡ve y te consigues una prostituta que te haga el favor!
No parecía estarme escuchando, seguía mirándome con esa expresión en blanco en su cara mientras sus manos se metían debajo de mi camisa.
Me estremecí cuando sus manos tocaron mi piel desnuda, estaba tan frío, era una paleta. Pero su piel era suave. Me apretó más contra él, recostó su cara en mi hombro.
¿Y qué? ¿A esto se reducía todo? Me pregunté mientras esperaba a que se bajara los pantalones.
Pero algo no andaba bien, él no sacó las manos de mi camisa; pero no estaba tocándome de manera indebida, sólo parecía que buscaba calentarse las manos.
Lo intenté mover de nuevo, pero él gimoteó.
-oh vamos pequeña- dijo suplicando- sólo algo de calor.
Su voz era increíble, clara y masculina.
¿Por qué suplicaba? Sonaba tan… triste.
-Ven conmigo- pidió cortésmente- no pasa nada.
Todavía no me podía mover mucho, y el interpretó mi falta de movimiento como la contestación muda a su petición.
Cogió mis pantorrillas y me hizo rodear su cintura con mis piernas.
Oh fantástico.-pensé con sarcasmo- ahora los violadores son amables.
