Nuevamente se encontraba sentado en su silla, afuera de la gran casa, esperando a que ella llegara. Sacó un cigarro y lo colocó delicadamente en sus labios. Tomó el encendedor y prendió el extremo opuesto. Inhaló hondo sintiendo como el humo y la nicotina penetraban sus pulmones. Mantuvo la respiración unos segundos, disfrutando de la sensación que la nicotina le traía, y exhaló. Repitió el proceso interminablemente mientras pensaba en ella.

La imaginó con su falda colegiala que traía siempre. Maldita sean los uniformes, esa falda del demonio simplemente era demasiado corta, y dejaba demasiado a la imaginación. En realidad no se quejaba mucho, le gustaba la falda. Lo que le molestaba era la forma en la que los demás la miraban. En primer año era demasiado plana así que nadie se fijaba mucho en ella. No fue si no hasta el momento en el que él se convirtió en su amante que, por alguna extraña razón, se empezó a desarrollar. Su cuerpo de niña cambió al de toda una mujer en tan solo un año, y con ello atrajo las miradas de varios compañeros del colegio. Claro que de ellos era de quien menos se tenía que preocupar, después de todo, ella tenía cierta fascinación por gente…diferente. Los compañeros de clase eran demasiado normales para atraer su atención. La verdadera competencia estaba entre sus familiares. Yuki no había dejado de amarla desde que la conoció, y Kyo también la seguía amando. Una vez tuvieron una platica sobre eso. Ellos aceptaron la derrota frente a él, pero le dejaron en claro que a la primera que él la perdiera ellos no dudarían en tomar cartas en el asunto.

Vaya que esos dos jóvenes eran ingenuos. ¿Quién iba, en su sano juicio, a perderla? Ya había cometido el error de perder a un ser amado una vez. No lo cometería dos veces. La amaba demasiado para eso.

Abrió la cajetilla para tomar otro cigarrillo y se dio cuenta que estaba vacía.

-¡Joder! Pero si fumas como locomotora. ¿Sabes que a Tohru no le gusta que fumes verdad?- Shigure se encontraba detrás de él con los cigarros en la mano.

-Shigure, si sabes lo que te conviene, me devolverás esos cigarros a la de ya.- Lo miró de una manera amenazadora a la cuál Shigure simplemente colocó los cigarros en la mesa.

-Ya, Ha-chan no te enojes conmigo. Yo solo quiero que vivas feliz al lado de mi pequeña flor-

-No es tu pequeña flor- lo interrumpió bruscamente Hatori.

-Y bueno, ya que eres varios años más grande que ella, -Shigure ni siquiera se tomó la molestia de escuchar lo que Hatori tenía que decirle. –No puedes malgastar tu salud fumando y creo qué…

-Quédatelos, ya no los necesito.- Hatori se levantó de la silla, tomó su abrigo y se dirigió a la puerta.

-Hola Hatori- lo saludó alegremente Tohru.- Y Hola Shigure, te robaré a Hatori un instante.

-Claro, todo tuyo.- Shigure los despidió y ambos salieron por la puerta. Volteó a ver los cigarros que quedaron en la mesa. Los tomó y los introdujo en la cajetilla. Ya los necesitaría Ha-chan después. Su única adicción más fuerte que el cigarro era Tohru.