Baby Girl

El summary lo dice todo, esta es la posible historia de Sarah y Ellie veinte años después de la muerte de Joel.

La historia es larga, así que seguiré mi propio ritmo y me saltaré las partes

poco importantes o que sean iguales al videojuego.

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Está muy abierto a cambios, aunque en principio sea parecido al original

tal vez haya grandes diferencias más adelante, acepto sugerencias.

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Sin más dilación... espero que os guste.


...

-Tengo un par de civiles en el perímetro exterior ¿qué hago?- el soldado esperó respuesta sin perder de vista al hombre que llevaba en brazos a su hija.

Aquella era una noche de pesadilla, ellos podían considerarse afortunados de haber sobrevivido hasta aquel momento, después de atravesar un auténtico infierno y de ver a muchos morir a su alrededor. El hombre sintió un profundo alivio al ver que una fuerza militar estaba tomando el control, aunque estaba lejos de sentirse seguro.

-Papi, ¿y el tío Tommy?- preguntó la niña.

-Te llevo a un lugar seguro y vuelvo a por él, ¿vale?- respondió el padre. Su voz sonaba más segura de lo que se sentía él en realidad, pero no iba demostrarlo ante su hija.

-Señor, hay una niña- dijo entonces el soldado; parecía dudar- Pero… Sí señor.

-Amigo, hemos pasado un infierno. Tenemos que…- comenzó el hombre pero en ese momento el militar alzó el arma, el cañón apuntaba directamente a su cuerpo. Demasiado tarde comprendió qué estaba a punto de pasar-. Oh, mierda…

Todo ocurrió muy rápido, el padre se giró para proteger con su propio cuerpo a la niña, que gritó cuando el soldado abrió fuego sobre ellos. La sangre salpicó el suelo al tiempo que ambos caían rodando por el terraplén que había detrás, hasta dar con dureza contra la tierra. El militar se acercó, alumbrando a los cuerpos; el padre yacía de costado, con los brazos cerrados en torno al estómago y un gesto de sufrimiento. La hija estaba a su lado, intentando levantarse.

Sus ojos azules estaban llenos de lágrimas y reflejaban un profundo terror. Su mirada pasó del cuerpo de su padre al arma del soldado, que volvía a estar preparada para disparar.

-Por favor…- sollozó.

El soldado vaciló un momento, inseguro. A nadie le resultaría fácil matar a una niña inocente mientras llora y te suplica, pero aun así apuntó con el cañón…

La pequeña soltó un corto chillido al escuchar el disparo, pero no sintió ningún dolor. Confundida, observó el cuerpo del militar caer al suelo empapado en sangre. Detrás de él, había aparecido una figura conocida, armada con una pistola.

Tommy contempló un momento el cuerpo del hombre al que acababa de matar, con una expresión de gravedad. No tuvo mucho tiempo para considerar que había asesinado a un hombre, su mirada se dirigió entonces l otro cuerpo que yacía en el suelo.

-Dios, no… ¡Joel!

Se arrodilló junto a su hermano, que sufría débiles convulsiones. La niña aún estaba temblando, intentando asimilar lo que acababa de pasar, pero al darse cuenta del estado de su padre se arrastró como pudo a su lado.

-No…- gimió.

Joel se cubría el estómago con las manos; estaban empapadas en sangre, que no dejaba de brotar. La mancha roja oscura de su camiseta se hacía cada vez más grande, al tiempo que su rostro perdía color.

-Joel, escúchame, voy a ayudarte a levantarte, ¿bien?- Tommy intentó agarrar a su hermano de los hombros, pero solo consiguió que soltara un quejido de dolor. Al momento desistió, Joel estaba demasiado débil.

La niña se abrazó a su padre, sin saber qué podía hacer para ayudar. Estaba realmente aterrada, incluso más que minutos antes, huyendo de la gente que se había vuelto loca en la carretera. Esto era mucho peor.

-Papá, papi… - susurraba entre sollozos-. No me dejes… no te mueras…

Joel tosió con brusquedad, un hilo de sangre se escurrió por la comisura de su boca.

-¡Papá!- exclamó la pequeña.

-Sarah…- murmuró él. Levantó una mano para acariciarla, la niña le sujetó el brazo porque parecía demasiado débil para mantenerlo en alto. La mirada del padre era vidriosa y estaba llena de dolor, no solo por la herida que le estaba arrancando la vida. Era el dolor de la despedida-. Sar...ah…

Su mano cayó al suelo, después de manchar la mejilla de Sarah de sangre.


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20 años después.

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Sarah abrió los ojos, despertándose de golpe. Aquella maldita pesadilla otra vez… agitó la cabeza para despejarse, estaban llamando a la puerta de su pequeño apartamento. No tenía tiempo para fantasmas del pasado.

Veinte años habían pasado y aquella chiquilla asustada se había convertido en toda una mujer. Era menuda, pero tenía el cuerpo bien formado y ejercitado, sus músculos estaban acostumbrados al contante esfuerzo de su nueva vida. Tenía la cara delgada y algo sucia, y el pelo rubio liso por los hombros, había perdido el brillo hacía mucho. No había tenido gran necesidad de arreglarse durante los últimos veinte años.

Pero aquellos cambios físicos no eran nada comparado con lo que había cambiado por dentro. Después de perderlo todo de un golpe, después de haberse enfrentado a la muerte en tantas ocasiones y de haber luchado por sobrevivir en una nueva sociedad dominada por el miedo… después de haberse manchado las manos de sangre, ya no podía considerarse la misma. Ahora era Sarah, una contrabandista de la zona de cuarentena de Boston, uno de los pocos lugares que aun mantenían algo parecido a un "orden".

Se levantó del colchón y fue abrir, en el rellano descubrió a una mujer mayor que ella, que le dedicó una sonrisa.

-¿Me dejas pasar, Sarah?

-Hola, Tess- saludó la rubia, haciéndose a un lado.

Tess era más alta que ella, tenía el rostro afilado y el pelo oscuro recogido en una coleta. Además llevaba una herida reciente en la mejilla, se la frotaba distraídamente con un pañuelo.

-Me alegro de verte, ha pasado tiempo desde nuestro último negocio- comentó mientras entraba.

-¿Estás bien?- preguntó Sarah, señalando la herida de la mejilla.

-Sí, no es nada- Tess le quitó importancia con un gesto-. No voy a hacerte perder el tiempo, Sarah, me vendría bien tu ayuda.

-Te escucho- la rubia cerró la puerta y se sentó en una silla. El mueble cojeaba un poco, pero era de lo mejor que se podía encontrar.

-¿Recuerdas a Robert?- preguntó Tess mientras se sentaba en otra silla, no esperó a que respondiera-. Ese cabrón me debe mercancía, ya sabes, armas. El plazo que le di está a punto de acabarse, y algo me dice que no piensa cumplir su parte del trato.

-¿No me digas?- suspiró Sarah. Conocía a Robert, muchos traficantes se conocían entre sí y él tenía bastante influencia-. No sé cuántas veces te habré dicho que ese tío no es de fiar.

-¿Y cuándo he hecho negocios con gente de fiar?- rio amargamente Tess-. Siempre hay riesgo de que te la jueguen, pero así es el mundo- se puso seria-. Y resulta que Robert ha decidido intentar jugármela, y ha enviado un par de hombres a por mí.

Dejó el pañuelo manchado de sangre seca encima de la mesa que tenía al lado, su herida ya había cicatrizado.

-Ya veo- murmuró Sarah, después hizo la pregunta retórica-. ¿Y qué esperas que haga yo?

-Quiero que me ayudes, voy a hacerle una visita a Robert y a recuperar lo que es mío- se puso en pie-. O nuestro, la mitad será para ti si vienes. Y no es poco.

-¿Por qué yo?- preguntó Sarah, levantándose también-. Me vendría bien la mercancía, pero sabes que intento evitar este tipo de trabajo.

Era verdad, Sarah prefería dedicarse a pequeños negocios, traficar con cartillas de racionamiento, medicamentos, incluso ropa, cosas que no implicaran arriesgarse demasiado. Traficar con grandes cargamentos de armas implicaba llamar la atención de los militares y de otros contrabandistas, si querías tener éxito más te valía tener a alguien a tu lado, y no era fácil que ese alguien fuera de confianza. Por suerte entre Tess y Sarah había algo que se podía considerar una amistad.

-No me fío de la mayoría de los contrabandistas de ahí fuera, y no soy lo suficientemente estúpida como para ir sin alguien que me cubra las espaldas. No te preocupes, será fácil ¿Qué me dices? ¿Socias?

Sarah volvió la cabeza hacia la ventana, hacia las ruinas de la ciudad que se extendía al otro lado. Recordaba sus últimos "negocios", no habían sido demasiado productivos; un cliente se había esfumado con la mercancía y otro había sido ejecutado por los soldados antes de pagarla lo que la debía. En su situación, aquella oferta era muy tentadora. Y las ofertas tentadoras no abundaban. Volvió a mirar a Tess.

-Está bien, socias- como había dicho, seguro que sería fácil.


Para reviews, críticas o sugerencias... ya sabéis.

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Nota: varios diálogos están copiados (o casi) de los originales de la versión española.