Mi primer fanfic de My Little Pony, el cual hice a pedido de mi amigo Felipe, quien no esta registrado en esta pagina pero quien ya fue el primero en leer este comienzo, el cual ahora he traido al fandom. Es mi primera vez aqui asi que espero les guste esta historia, la cual estara llena de aventura, suspenso, magia, humor, ya saben, solo de lo mejor, asi que dejen sus comentarios y disfruten ;)

DISCLAIMER: My Little Pony es propiedad de Hasbro y de Lauren Faust, pero Mathew, Rex y Max son tanto mios como de mi amigo, y los OC que salgan mas adelante son mios, asi que no hay problema :)


Cuando amanecía en un amplio bosque a las afueras de un pequeño poblado en Kentucky, los niños de un campamento de verano se encontraban durmiendo en sus cabañas. Era aun temprano y faltaba cerca de media hora para que iniciaran las actividades de este día, las cuales incluían navegar en balsa en el lago, aprender a hacer artesanías, caminatas por el monte, en fin, pero esta mañana, tres niños en particular se habían levantado mucho más temprano de lo usual para poder ir a explorar a lo profundo del bosque, ya que se habían enterado de una cueva misteriosa la cual ellos querían conocer. Le habían insistido a su superior que los llevara en muchas ocasiones, pero este se había negado, ya que se trataba de una zona inexplorada y era peligrosa para unos niños, por lo cual les había prohibido ir allá. Estos sin embargo habían acordado ir juntos a explorar, para volver sin que nadie se diera cuenta.

Estos niños, Rex, de diez años, Max, de once, y Mathew, de trece, quien los guiaba por ser el mayor y se aseguraría de cuidarlos y de hacer que no se metieran en problemas, iban caminando explorando el denso follaje del lugar. Era una aventura que de verdad habían estado esperando por días y estaban dispuestos a disfrutarla, en especial los dos más pequeños, quienes morían de gusto al no tener que aguantar los regaños de sus padres ni los de su superior, pero aun así su hermano mayor no era fácil de ignorar, ya que estaba verdaderamente preocupado por el bienestar de sus dos hermanitos.

Mathew: Max, Rex, no vayan muy lejos, pueden perderse si no tienen cuidado

Max (caminando sobre un tronco caído): Relájate Matt, además tenemos que darnos prisa si queremos encontrar la cueva antes que los demás vean que no estamos

Mathew: Y tu bájate de esa cosa, la última vez que caminaste sobre uno de esos te caíste y yo tuve que vendarte

Max: Eso fue hace mucho, ya no me caigo -resbala y cae sobre el lodo-

Mathew: -se ríe- ¿Decías algo?

Rex (trepado en un árbol): -mira hacia abajo- ¡Oigan chicos, miren que tan alto llegue!

Mathew: ¡Rex! ¡Bájate de ahí, no estoy bromeando! ¡Puedes caerte!

Max: -sale del charco- ¡Apuesto a que no puedes balancearte como un mono en una rama!

Rex: ¡Claro que puedo! -intenta colgarse de una rama-

El niño, para horror de su hermano más grande, se colgó de una de las ramas más altas, a unos seis metros del suelo, y lo único que podía amortiguar una caída desde esa altura era una densa capa de hojas sobre el suelo lodoso. Los dos hermanos veían como el más pequeños de ellos detenía todo su peso en una aparentemente frágil ramita, la cual en cualquier momento podía romperse y dejar caer al pobre chico, pero a Max eso no parecía asustarlo, y solo alentaba al niño a que siguiera con su juego.

Mathew: Es todo, iré por el ahora -empieza a trepar-

Max: No eres divertido -va con él-

El pequeño niño de cabello castaño se mecía sin ninguna preocupación en la rama, la cual, por algún milagro, aun no se rompía, cosa que Mathew agradecía, ya que tenía que bajarlo de ahí antes de que finalmente pasara una desgracia, por suerte el árbol no era muy difícil de escalar y pudo llegar hasta él en cosa de minutos, así que extendió su mano y trato de ayudarlo.

Mathew: De acuerdo hermanito, se acabo la diversión, ahora ven conmigo

Rex: ¡No! ¡Esto es grandioso, miren que vista! -se pasa a otra rama-

Max: Bien dicho hermano, espera, iré contigo -lo sigue-

Ambos niños se fueron a jugar en las ramas del árbol, dejando atrás a su hermano mayor, quien desde hace rato los tenia hartos con sus ordenes y con lo sobreprotector que era. No pretendían ignorarlo por completo, solo hacerlo enojar un poco y luego volver antes de que enfureciera aun más.

Mathew: -suspira- De verdad no sé qué voy a hacer con estos dos -va con ellos-

Los dos pequeños fueron de árbol en árbol, jugando despreocupadamente y observando lo bello que se veía el cielo a esa hora de la mañana, para finalmente sentir los brazos cansados, así que sin más bajaron de nuevo al suelo para descansarlos un poco, pensando en donde estaría su hermano ahora.

Max: -se ríe- Eso fue genial, pero creo que a Matt casi le da un infarto

Rex: Si -se ríe también-, tenemos que hacerlo de nuevo

Max: ¿Y dónde vamos ahora? Este lugar es enorme

Rex: Busquemos la cueva, creo que no debe estar lejos

Max: Veamos el mapa para estar seguros

Rex: ¿Mapa?

Max: Si, el que se suponía que debías traer

Rex: No, no, tú tenías que traerlo

Max: Genial, ahora nos perdimos ¿Qué haremos sin el mapa?

Mathew (con el mapa en la mano): -llega- Aquí está el mapa que los dos debían cuidar, lo encontré tirado en el camino

Max: Perfecto, ¿Qué dice? ¿Hacia dónde está la cueva?

Mathew: -lo abre- Según esto tenemos que caminar al norte y podremos ver una antigua cueva de más de mil años, pero tiene una advertencia, dice que a quien entre sin permiso podría pasarle algo terrible

Rex: ¿Algo terrible? ¿Cómo qué?

Mathew: No lo sé, no dice nada mas, solo dice eso… no sé, creo que es mejor que volvamos, esto podría ser muy peligroso

Max: Olvídalo, no volveremos luego de todos los problemas que pasamos, regresa tu al campamento si quieres, pero nosotros iremos a la cueva ¿cierto Rex?

Rex: No se Max… creo que mejor iré con Matt, no quiero que me pase nada terrible ¿Qué tal si nos come algún monstruo?

Max: De acuerdo par de bebés, ustedes regresen al campamento si quieren, yo iré a ver la cueva, y si encuentro un tesoro será todo mío -se pone a caminar-

Mathew: Ah no, ni creas, es muy peligroso caminar solo por aquí -lo sigue junto a Rex-, iremos contigo

Max: Así está mejor, vamos, ya la cueva no ha de estar lejos

Los tres niños se pusieron a caminar siguiendo las indicaciones del mapa, y así continuaron por cerca de veinte minutos. A lo lejos pudieron oír el sonido ahogado de las trompetas que despertaban a los acampantes cada mañana, lo cual quería decir que en cualquier momento seguramente se darían cuenta de que no estaban, eso podría traerles muchos problemas, pero ya no había vuelta atrás, tenían que encontrar esa cueva y poderla explorar, si los castigaban al menos no sería en vano, esta aventura lo valía, ya que según sabían serian las primeras personas en entrar en ella en los últimos quinientos años, cuando un explorador había entrado en ella en el año 1539 y nunca más se lo volvió a ver, lo cual hizo que los pobladores de su aldea decidieran cerrarla para que nadie más corriera la misma suerte. La leyenda decía que el fantasma de ese explorador aun merodeaba en la cueva y que se llevaba consigo a cualquiera que perturbara su quietud, y ni siquiera un grueso portón de madera cerrado con inmensos candados y pesadas cadenas de acero lograban alejar a los curiosos, pero los siglos habían debilitado todo eso y los niños no veían mayor problema para poder entrar.

La cueva era enorme, y al llegar, los chicos pudieron ver el viejo portón de madera podrida y comida por termitas, el cual había enfrentado siglos y siglos de lluvia, calor, humedad y variadas reparaciones antes de que los aldeanos poco a poco se fueran olvidando de su existencia. Los candados y cadenas llevaban un muy avanzado estado de oxidación y se despedazaron al primer toque, con lo cual Rex y Max entraron de inmediato, pero Mathew los detuvo de inmediato, pues había encontrado una rara inscripción escrita en una placa de metal en una roca justo al lado de la entrada, la cual se conservaba muy bien pese al oxido.

Rex: ¿Y qué es lo que dice Matt?

Mathew: -limpia la tierra de la placa y la lee- A quien entre aquí, a quien viole la paz de este lugar, a quien sea tan audaz como para atravesar el portal entre este mundo y el que sigue, una gran travesía le espera, un viaje mas allá de la razón, mas allá del tiempo y mas allá del conocimiento humano. Solo los valientes y puros de corazón podrán cruzar el umbral entre lo conocido y lo desconocido, hacia un nuevo mundo donde reinan la magia y la aventura sin límites, sin embargo, los codiciosos y de almas negras verán aquí su final. Regresa ahora mismo si no te crees con la suficiente fortaleza, muchos lo han intentado y casi todos han fracasado. En ti esta la decisión final. Mucha suerte.

Max: Bla, bla, bla, no entendí nada de nada

Mathew: Max, no seas insensato, podría significar algo serio. Creo que de verdad debemos volver, esto no es buena idea

Max: ¿Qué? Caminamos como locos hasta aquí ¿y quieres irte?

Mathew: Nos vamos y no se diga mas, dile a Rex que… un segundo ¿y Rex?

Max: -mira a todos lados- No sé, estaba aquí hace un minuto

Mathew: Perfecto -se pone a caminar- ¡Rex! ¡Ven aquí en este instante, nos vamos al campamento!

Rex no oía los gritos de su hermano, ya que mientras este leía la placa de la cueva, el se había escabullido para entrar a la cueva. Quedo maravillado con la belleza del lugar, ya que no era una cueva aburrida y solo de roca, al fondo se podía oír un sonido de agua muy suave, el cual era casi como música, y gracias a la luz que se colaba por el portón aun en pie las formaciones rocosas del techo y las paredes brillaban. Al fondo, una bifurcación, lo que quería decir que había algo mas allá. Rex apenas había dado un paso para poder seguir hacia adelante, cuando sintió que ya no estaba solo.

Mathew (jadeando por haber corrido): -lo detiene- Rex… gracias al cielo… no debiste hacer eso, me preocupaste. Vamos, tenemos que volver al campamento

Rex: Matt, este lugar es bellísimo, y por allá hay un camino, tenemos que ir y ver que hay

Mathew: Pero…

Max: Anda, vamos rápido, vemos que hay, tomamos fotos, regresamos y todos contentos ¿Qué puede pasar? ¿Acaso te da miedo?

Mathew: No, no es eso, es que podríamos encontrarnos con algún animal o podríamos caer a un hoyo, casi no se ve nada

Max: -saca su linterna- Para eso tengo esto, así podremos ver que hay adelante y no pasara nada -se va caminando-

Mathew siguió a sus hermanos, guiándose por la luz de la pequeña linterna. El camino era muy largo, casi interminable, de hecho cuando se volteo no lograba ver la entrada por la cual habían llegado, solo cruzaba los dedos porque pudieran llegar pronto al final de ese camino para así volver lo antes posible.

Estuvieron caminando por mucho tiempo, de hecho ya Rex estaba asustándose, pero estaba cansado de que lo consideraran un bebé solo por ser el más pequeño de los tres, quería usar esta experiencia como una manera de demostrarle a sus hermanos que ya era grande y que ya no se asustaba tan fácilmente como cuando era más pequeño, pero no era fácil, en verdad la oscuridad tan profunda y el silencio que había surgido de pronto lo hacían temblar de miedo.

Rex: -camina rápido y choca con Max-

Max: Ya Rex, no seas miedoso, ya casi llegamos

Rex: N-N-No tengo miedo…

Mathew: -apunta al frente- Miren, se puede ver una luz al final de ese camino, significa que debemos ir hacia la izquierda

Obedeciendo a su hermano mayor, caminaron junto con el hacia la luz, donde pudieron ver… exactamente lo mismo que cuando entraron. Se podía ver el bosque, arboles y arboles hasta donde alcanzaba la vista, el cielo azul, un calmado ambiente veraniego y el canto de las aves, pero nada fuera de lo común.

Max: Ah, pero que estafa, se suponía que pasaría algo genial, esa leyenda era una mentira

Mathew: Por algo son leyendas Max, además, las historias se alteran a lo largo de siglos de ser contadas una y otra vez

Max: ¿Y qué hay de la placa?

Mathew: Seguramente la puso un bromista, no lucia tan vieja como lo demás en la cueva, lamentablemente caímos en su trampa

Rex: Entonces volvamos, el campamento debe estar cerca, ya cruzamos todo el bosque gracias a ese pasadizo

Mathew: Bien, pero no se separen de mi, ya bastantes travesuras han hecho

Los chicos se mantuvieron juntos y caminaron hasta que vieron humo, lo cual significaba que seguramente sus compañeros habían empezado a hacer fogatas, cosa que les encantaba hacer ya que habían aprendido a mandar mensajes graciosos usando señales de humo. Fueron rápido para unirse a los demás, quizá no era muy tarde para poder pasar desapercibidos, pero lo extraño era que no lograban oír a sus amigos, usualmente ya se podían oír risas, gritos y la música de las guitarras y armónicas de los superiores, pero esta vez no oían nada, pero el humo debía significar que ya estaban en el lugar correcto, así que continuaron caminando.

Se adentraron en lo que parecía un pequeño pueblo de casas muy bonitas, así que seguramente no debían estar lejos del campamento, ya que según sabían el poblado estaba a muy poca distancia de él, pero como no lo conocían era que esta vista no se les hacia extraña, ya que el poblado no tenia casas de colores con puertas que parecían ser para caballos pero no para personas, aunque de todos modos repararon en ese detalle.

Mathew: Que tranquilo esta todo, no hay nadie aquí

Max: Es cierto, no veo a ninguna persona ¿Dónde estarán todos?

De verdad no veían a nadie, pero solamente porque en ese pueblo no habitaban personas, aunque tardarían en darse cuenta de ello, solo siguieron caminando hasta que por fin lograran encontrar una señal de vida.

Rex: ¿Y si nos separamos? Quizá así podríamos encontrar a alguien más rápido

Mathew: No creo que sea buena idea, podríamos perdernos

Max: Yo estoy de acuerdo, así será más fácil, y si alguien encuentra gente, la avisa a los otros

Mathew: Esta bien, pero hay que ser cuidadosos

Los chicos tomaron diferentes caminos para así poder encontrar a la gente que viviera en ese pueblo, pero era algo difícil, las casas estaban al parecer desoladas, pero muy bien cuidadas como para estar abandonadas, así que Rex, quien ahora estaba solo, pudo explorar los alrededores. En algún lugar debía haber alguien que los ayudara a encontrar el camino de vuelta al campamento, estaban totalmente extraviados y tenían que volver pronto.

El pequeño niño, luego de caminar por un rato, pudo divisar algo que se movía, así que fue corriendo, pues podía tratarse de una persona, pero al llegar, pudo ver que no era una persona, sino lo que parecía ser un potrillo muy pequeño, al parecer una hembra, por el listón que llevaba en su melena. Se le acerco para ver si quizá su dueño estaba cerca, si hablaba con él, quizá los llevaría al camino mas próximo. Si tenía a ésta potrilla, quizá tenía más caballos.

Rex: -va hacia la casa- Hola ¿hay alguien aquí? Mis hermanos y yo necesitamos ayuda

La pequeña potrilla se volteo a ver al chico, y apenas lo vio sus ojos se abrieron bastante, cosa que Rex noto, así que trato de ser discreto para no asustarla.

Rex: No tengas miedo amiguita, solo estoy buscando al dueño de esta casa, no voy a hacerte nada ¿de acuerdo?

Potrilla: -sonríe- De acuerdo

Rex: Perfec… un minuto… ¿acabas de…?

Potrilla: Me llamo Applebloom, ¿Cómo te llamas? ¿Y qué clase de criatura eres? Nunca había visto a nadie como tu

Al darse cuenta, mas caballos, más o menos del doble del tamaño de la pequeña potrilla, empezaron a llenar las calles de pronto. No eran como los caballos que el conocía, estos eran de colores extraños, con colas y melenas peinadas en diferentes estilos y con unas curiosas marcas en sus costados, las cuales eran todas diferentes. Se encontraba sorprendido, pero los caballos parecían estarlo aun mas, ya que si bien el sabia que eran los ponis, los ponis no tenían idea de lo que él era, al parecer nunca antes habían visto a un humano.

Varios kilómetros lejos del pequeño pueblo, en la hermosa ciudad de Canterlot, la princesa Celestia se ocupaba de importantes asuntos reales, siempre cuidada por sus caballeros, quienes no permitían el acceso a ningún intruso, aunque ella en este día no esperaba que tal cosa fuera a pasar, ya que desde la coronación de Twilight las cosas en Equestria había estado muy bien, incluso mejor de lo usual, en verdad la joven alicornio había demostrado ser una gran princesa y había podido ocuparse muy bien de aquellos ponis que pudiera necesitar ayuda y de aquellos pueblos en conflicto que necesitaran una mediadora, así sus problemas no acabarían derivando en una guerra.

Eso dejaba a Celestia con más tiempo para poder ocuparse de los asuntos del castillo y los preparativos de la próxima Gala del Galope, la cual sería en tan solo un mes, pero mientras revisaba eso, uno de sus caballeros entro galopando muy rápido hasta su trono.

Celestia: ¿Ocurre algo?

Caballero: -hace una reverencia- Majestad, me temo que ha pasado algo muy serio

Celestia: ¿Serio? Por favor, explícate, ¿Qué es lo que pasó?

Caballero: El portal entre nuestro mundo y el mundo desconocido… alguien lo ha cruzado

Celestia (sorprendida): ¿Qué?

Caballero: Eso mismo, la alarma se activo hace solo unos minutos, y se supone que solo lo haría si alguien lo cruzaba del todo hasta llegar hasta nosotros

Celestia: Llama a Twilight y a sus amigas pronto, también a Cadence, Shining Armor y a Luna, tiene que saberlo lo antes posible

Caballero: En seguida princesa, solo una pregunta ¿exactamente qué es lo que tienen que saber?

Celestia: Por favor sígueme -baja de su trono y va hacia la biblioteca-

La princesa se dirigió a la enorme biblioteca del castillo junto a su caballero, quien la siguió sin hacer más preguntas. Era en ese lugar donde había comenzado con las lecciones de Twilight cuando era tan solo una pequeña potrilla, y casi no había libro en ese lugar que ella no conociera o no se hubiera leído al menos dos veces, pero había uno en particular que ni la estudiosa pony conocía, ya que estaba bajo llave en una caja fuerte oculta detrás de una pared falsa, la cual la princesa logro abrir con un conjuro que solo ella conocía, similar al que usaba para proteger los elementos de la armonía. Con ese conjuro, el trozo de pared se desprendió, los candados que cerraban la caja se aflojaron y cayeron, y la puerta de la caja fuerte se abrió, para poder sacar un grueso libro de tapa roja simple, el cual ella hizo flotar frente a ambos y abrió en una página en particular. Leyó el contenido con mucho cuidado y en silencio, para volverlo a cerrar con un suspiro.

Celestia: Lo sabía… ya están aquí

CONTINUARÁ…