StarCraft II: Legacy of the Void

Aclaración: StarCraft no es de mi inventiva propia, yo sólo tomaré los personajes y la historia y la modificaré para darle el final que me imagino. Todo mi fic va a ser lo que yo espero para Legacy of the Void, que, espero, finalizará la historia de StarCraft.

Retomaré la historia al final de Heart of the Swarm y lo cambiaré.

Simplemente porque no me gustó xD

Arcturus Mengsk finalmente había muerto.

La Reina de Espadas contempló su Enjambre en retirada, volviendo a toda velocidad hacia los Leviatanes ya que su cometido se había cumplido.

Oyó pasos tras ella y supo que era Jim. Se volteó a enfrentarlo y vio que él estaba llorando.

-Gracias, Jim.-dijo despacio, Raynor no dijo nada.- Por todo.-

El tipo aspiró fuertemente por la nariz y caminó hasta ella. Ya no le importó qué forma tenía, quería abrazarla.

Kerrigan se aplastó contra la armadura que lo cubría, sin dudarlo ni un momento. Dejó que sus alas cayeran inertes al suelo y hundió su cara en el cuello del hombre que amaba, repentinamente abordada por la tristeza.

-Me voy contigo.-le susurró Raynor.- No voy a perderte de vista otra vez.-

La Reina de Espadas reclinó la cabeza y lo miró.

-Pero, ¿qué hay de Matthew y de Valerian? ¿Y tus amigos en el Hiperión?-tuvo el impulso de acariciarle la mejilla; lo reprimió un momento, pero luego acercó la mano despacio.

Raynor resistió el movimiento involuntario de alejarse que provocó su cuerpo. Ella lo notó y se detuvo, pero luego llegó hasta su mejilla.

-Ellos… Pueden hacer lo que quieran. Pueden cuidarse solos.-decidió Jim; miró a Kerrigan a los ojos y se le acercó lentamente hasta apoyarle la frente en la suya, sintiendo los duros tentáculos de su cabeza.- Iré donde sea que vayas, Sarah.-

Sarah.

Ese era su nombre. Kerrigan sintió en su interior que ella también quería eso, pero, si Amon era más poderoso que ella, ¿cómo iba a poder proteger a Jim del Caído Xel'Naga?

-Jim, Amon es mucho más fuerte que yo, ¿cómo…?-

-Amon no me importa.-decidió Raynor; le agarró la mano que tenía en su mejilla.- Esto no puede seguir así. En los viejos cuentos griegos, el héroe y su amada, o viceversa, siempre iban juntos.-

-Y uno de los dos moría… O peor. Ambos morían.-la Reina de Espadas lo miró dolorosamente, queriendo decir que no la siguiera.

-Y de esa manera eran felices al menos un tiempo. De no haberse seguido, no habrían disfrutado nada.-rebatió Raynor.

-Y así, Jim, es como más aún les dolía la muerte del otro.-

-El punto es, Sarah, que no sabemos lo que va a pasar mañana. Pero nosotros podemos hacer posible lo que queremos si nos esforzamos.-

-Pero…-

Entonces Raynor le chistó con suavidad y haciendo un esfuerzo por no hacer muecas, le besó la frente.

Pero ella podía sentir su mente como si Jim fuera un Zerg más del enjambre, así que reaccionó sin que él se enterara alzando la cabeza.

Primero, Raynor se quedó paralizado por la sorpresa, pero luego se relajó. Sentir los labios de Kerrigan como los de un humano le hizo creer más fuertemente que todavía la podía salvar de ser la Reina de Espadas por siempre… ¿Pero y si no?

Decidió apartar esas dudas por ahora. Ya pensaría en eso más tarde. Como había dicho, había que aprovechar el hoy, no pensar tanto en el mañana para algunas cuestiones.

Pero ella se apartó y lo miró a los ojos de nuevo, con una mirada penetrante.

-Conozco tus dudas.-dijo.- Para ser honesta… No sé si esa cosa de ahí podrá devolverme mi humanidad de nuevo.-Raynor vio en ella dos cosas.

La más pura sinceridad.

Y la cara más miedosa que jamás había visto.

-No importa ahora, Sarah.-

Tras una breve pausa, ella volvió a hablar.

-¿Te vienes conmigo al Leviatán, entonces? ¿Estás seguro?-preguntó Kerrigan despacio.- Debemos apurarnos. Los Zerg se están yendo.-

James miró una última al apocalíptico escenario sobre Korhal. No quedaba nada de la capital del Dominio, sólo restos humeantes. Pero por otro lado, no había habido ni una sola baja civil.

Kerrigan definitivamente era Kerrigan. No era la Reina de Espadas.

-Sí, lo estoy.-dijo él.- ¿Puedo usar el comunicador de tu Leviatán para hablarle a Matt sobre esto?-

-Por supuesto.-dijo ella.- Avisaré al enjambre de esto para que no te maten al verte. Y por favor…-añadió.- No te despegues jamás de mí allá adentro. Por fuera no lo parece, pero… Me dan miedo.-declaró.

-Vamos.-dijo Raynor primero; para su sorpresa, Sarah remontó vuelo con él agarrado de su mano.- Tranquila.-pensó, sabiendo que ella lo oía en su mente.- No pienso hacerlo.-

-Gracias.-pensó ella, ahora con serenidad.- Muchas gracias, Jim.-

-El placer es mío, querida.-pensó en respuesta.

Y entonces una fuerza invisible lo golpeó y quedó inconsciente.

Estaba cubierto por un líquido verde. Al principio no pensó en nada, pero de repente recordó que los Zerg salían de un líquido verde al nacer. Trató de estirarse y golpeó una pared gomosa.

Luego vio una sombra que se hacía cada vez más grande y entonces una garra enorme rasgó la pared.

El líquido salió hacia afuera y, tras toser como loco unos momentos, su visión pasó de borrosa a un poco más clara y pudo ver que Sarah y un Zerg bastante más deforme que los demás estaban ante él.

No podía hablar. Trató de mirarse el cuerpo en busca de gusanos o deformaciones, o incluso pequeños Zerg devorándolo, pero no le dolía tanto el cuerpo que no pudo hacer nada, ni siquiera rodar para quedar boca arriba.

-Tranquilo.-dijo Kerrigan arrodillándose y tocándole la frente.- Abathur no te hará nada. Si lo hace, lo despedazaré.-le acarició la frente y él se calmó un poco, pero sus ojos seguían yendo y viniendo en todas direcciones.- Tuve que meterte aquí al llegar porque en la atmósfera te… Mejor déjalo en mi memoria. No necesitas saberlo. El caso es que estás bien, entero, ni un poco de Zerg. Completamente humano. Confía en mí, ¿sí?-

-Todavía debo hacer algunas reparaciones.-avisó Abathur.- Para estas, debe estar despierto. Lo dejaré recuperarse y luego comenzaré.-

-Yo voy a supervisarlo.-dijo Kerrigan con tono asesino.

-Por supuesto, mi Reina.-contestó Abathur haciendo una reverencia.

Raynor pudo ver ahora que el tal Abathur era una masa de forma rectangular no uniforme con unos seis brazos. Luego se miró el cuerpo en busca de mutaciones Zerg, pero no tenía nada.

-Por ahora, déjanos solos, Abathur.-pidió la Reina de Espadas.

El aludido hizo una reverencia y se retiró de la estancia. Sarah tomó a Jim y lo arrastró hasta un rincón. Se arrodilló a su lado y luego se sentó a su lado.

Le tomó un buen rato a sus ojos recuperar la claridad. Sarah había apoyado la cabeza en su hombro y miraba fijamente a un par de ojos verdes que resplandecían en la oscuridad.

Reflexionó seriamente por un rato y resolvió que ahora que Zerg y Terrans iban a trabajar juntos, debían empezar a conocerse y hacer que la confianza nazca.

-¿Qué es?-preguntó Raynor con algo de inquietud; antes de que Sarah respondiera, él se adelantó.- Perdón. ¿Cómo se llama?-

Ella alzó la vista para encontrar la de él, luego la bajó y respondió:

-Es un zergling. Son para desgastar las defensas del enemigo. No sirven para asediar una base ni para combate abierto. Son rápidos, mucho, pero los matan con facilidad en combate abierto si nos muchos. Podrías decir que son para "ataques de guerrilla".-explicó ella a la vez que le hacía señas al zergling para que se acercara.

Raynor pudo ver que le faltaba parte de uno de los cuernos y tenía varias cicatrices a lo largo del cuerpo.

-Este es uno de mis preferidos.-reconoció Sarah.- Me salvó varias veces. No siempre matando.-añadió.- Una vez saltó entre un disparo y yo. Casi se muere.-

Raynor procesó la información y ahora, aunque fuera de una manera muy rara, contempló al zergling de otra manera. Se preguntó si el monstruito moriría por alguien más que no fuera la Reina de Espadas, y Sarah le respondió.

-No.-le dijo.- No lo haría. Yo lo controlo. Yo hice que se interpusiera entre la bala y yo. Pero le tomé cariño igualmente. ¿Podría…?-

Raynor desvió la mirada y vio que ella miraba por encima de su cabeza. Su mano, ahora con garras afiladas, atentaba contra su pelo.

Él quiso decir "Trata de no matarme", pero se arrepintió al instante y en su lugar dijo que sí.

Sarah debió de saberlo, porque en vez de ponerse a rascarlo tan sólo apoyó la mano en su cabeza. No dijo nada, pero Jim supuso que no le había caído bien el pensamiento.

El zergling se acercó, con los ojos verdes clavados en Raynor, que se sorprendió de ver que el Zerg no tenía intención alguna de matarlo, ni siquiera un leve atisbo de querer sangre. Parecía tan… Bueno. Parecía tan bueno.

-No te emociones. Les prohibí matar a cualquier humano.-Kerrigan sonó desanimada.- No puede razonar por sí mismo. No por ahora. Abathur dice que necesita esencia de varios humanos para poder investigar cómo… Cómo hacer que los Zerg sean capaces de razonar. Por sí mismos.-explicó.- Pero no sé, no me parece ético.-

El zergling se sentó sobre sus patas traseras, como un perro, y se dedicó a observarlos, sentados allí en un rincón de la Cámara de Evolución.

-¿Ético?-se rió Raynor.- ¿Qué es ético en este sector de la galaxia?-preguntó retóricamente.

-Precisamente por eso.-respondió Sarah.- De aquí en más, pretendo hacer la diferencia.-

-Pues empieza por ganarte al confianza de tus soldados.-

-No entiendes, ¿eh? A mí me llevó algo de tiempo también.-suspiró y puso su otra mano en el pecho de Jim.- Ellos no confían. Ellos siguen. Ellos no dudan. Ellos obedecen. Ellos no se alzan en tu contra. Ellos son tus súbditos. Ellos son: el enjambre de los zerg.-

-¿De dónde sacas eso?-inquirió Raynor con el ceño fruncido.

-Fue una de las cosas que la Supermente me explicó mientras me convertía en la Reina de Espadas la primera vez. Si bien algunos Zerg, como las reinas, Izsha, Dehaka y Stukov…-

-¡¿Stukov?!-se sorprendió Jim, quedándose estúpido ante la mención y despabilándose de pronto.

El zergling torció la cabeza hacia un lado y parpadeó, lo que hizo que sus ojos desaparecieron durante un breve período de tiempo.

-Sí. Olvidé contarte eso. Alexei Stukov murió como Terran y fue resucitado como Zerg. No por mí.-añadió ante la cara de Raynor.

Jim bajó la cabeza y cerró los ojos.

-¿Cómo pueden hacer semejante cosa?-preguntó torciendo la cara hacia ella.- ¿Con qué motivo? Pero, más importante, ¿con qué justificativo?-

-No tengo idea.-dijo Sarah.- No lo hice yo, ni tampoco lo haría. Si está muerto, muerto debe quedar. Volviendo a lo anterior… Algunos Zerg como los que te nombré, tienen consciencia y tienen el poder de decidir mientras no haya Reina de Espadas. Por ejemplo, durante mi ausencia, Zagara y otras Madres controlaron sus colmenas y mantuvieran una parte del enjambre fuerte. Es como… Como Mengsk.-decidió.- Sí, es lo único que se me ocurre.-

-Pero tú no sacrificas vidas en vano, Sarah. Ya no.-rebatió Jim.

-¿Que no?-replicó ella.- Hoy han muerto miles de Zerg para que yo pudiera vengarme.-

-Pero a través de tu venganza salvaste más vidas de las que eliminaste.-

-No.-negó ella.- Yo no buscaba salvar a nadie.- Solamente obtener mi venganza. No me importaba nada más.-

-Si eso fuera cierto, no habrías accedido a la petición de Junior.-finalizó Jim.

Kerrigan se quedó callada un rato, contemplando lo que él había dicho.

¿Era cierto realmente? ¿Realmente ella había salvado más vidas de las que había condenado y/o eliminado? Sarah Kerrigan llevaba sobre su espalda una carga más pesada que el universo entero. Incontables vidas… Cegadas por ella. Jamás se lo perdonaría.

-Bueno, Jim. ¿Cómo te sientes ahora?-preguntó ella algo más tarde.

-Mejor. Casi normal.-

-¿Quieres que Abathur termine su trabajo ahora? Cuanto más lo retrases, más tiempo tardará en terminar de operarte.

Raynor suspiró.

-Pues mejor que empiece ahora. ¿Tienes idea de cuánto le llevará?-

-Una hora. Y te llevará cinco recuperarte.-

-Llámalo entonces.-

-Pero te aviso algo. Abathur no hace las cosas… A la manera de los Terrans.-

-Nada puede ser tan malo si te quedas cerca.-dijo a modo de cumplido.

Sarah sonrió y le dio un beso en los labios.

-Empezaremos en cinco minutos.-dijo poniéndose de pie.- Prepárate.-

Raynor se paró y la agarró de los hombros.

-No te vayas mientras Abathur hace… Su trabajo.-

-No lo haré.-

Volvió a besarlo y se perdió en la negrura, dejando a Jim solo, sin saber aún qué iba a hacerle Abathur.

Bueno, este fue mi prólogo de Legacy of the Void. Espero que les guste, espero sus reviews (por favor, no inicien una pelea; por otro lado, toda crítica constructiva es bienvenida).

Gracias por dedicar tiempo a leer mi prólogo.