Título: Sugerencias Denegadas

Rating: T

Summary: Tenerla como representante ante la Confederación no era lo que esperaba. Tampoco esperaba tener que pasar tanto tiempo con ella y ahí estaba él, observándola con desprecio porque lo único que Rose Weasley hacía era criticar su trabajo. O, Scorpius crea una poción y ahora tiene que soportar a la persona que representa todo lo malo en la sociedad mágica, según sus experiencias.

Pareja: Rose/Scorpius

Disclaimer: Todo lo que reconozcan pertenece a J. K. Rowling.

«Este fic participa en el reto anual "Long Story 4.0" del foro La Noble y Ancestral Casa de los Black».


I: Londres, Inglaterra

01

Susan Bones era una mujer importante, justa y firme en todas las decisiones que hacía. Las tomaba con premeditación, haciendo raras las veces en las que se retractaba. Por supuesto, era muy influyente. Una supervivente de la Segunda Guerra Mágica; era conocida por haber regresado a Hogwarts una vez que todo volvió a la normalidad y conseguir una excelente cantidad de ÉXTASIS. Sobra mencionar la amistad que la une a Harry Potter, pues Scorpius sabe que a pesar de que no fueron tan apegados en Hogwarts, ahora hay un lazo que los une —ambos han trabajado mano a mano para hacer de los juicios más justos y de las decisiones importantes mejor meditadas. Bones ha ganado todo con el puño de su mano y éste día, , era el más importante para el Departamento de Investigación Médica Mágica y Muggle —abierto hace menos de diez años.

Scorpius no podía estar más nervioso.

En el tribunal se encontraban los directivos del Departamento de Cooperación Mágica Internacional y para ser más precisos, los de la Oficina de Ley Mágica Internacional, al igual que todo el Departamento de Aurores. Se habían escogido ya a los Aurores aptos para la misión y sólo faltaba escoger a la persona que representaría a la Oficina de Ley Mágica. Se podía sentir la emoción y la tensión en el ambiente.

Pero, Scorpius notaba que Bones era ajena a todo eso; aún no decidía qué funcionario iba a ser el responsable de representar al Reino Unido, en especial a aquellos con los que el Reino Unido no mantenía buena relación. Tenía que ser alguien con una personalidad vibrante, capaz de oler el peligro y sobre todo, tenía que saber todo acerca del producto y las leyes que correspondía a su departamento y así como la capacidad para aprenderse las del departamento de Investigación Médica Mágica y Muggle. También tenía que hablar y poder traducir los idiomas más hablados dentro de la Confederación Internacional de Magos.

No era una tarea fácil.

Los labios de Bones se tensaron en una firme línea. Sus ojos recorrieron el lugar con lentitud hasta posarse en un rostro familiar. A Scorpius le empezaron a sudar las manos. Odiaba el nepotismo y si era escogida él sería el primero en la fila en protestar. Hasta donde sabía, no había hecho mucho por su departamento y estaba donde estaba gracias a su apellido. ¡La Weasley no podía ser la escogida por Bones!

Sin embargo, Bones pensaba distinto. Scorpius ya podía imaginar lo que corría por su mente: "Desde el momento en que pisó el Ministerio de Magia supo que haría un buen trabajo y nunca la decepcionaría. El único inconveniente era su apellido."

No obstante, después de tanto tiempo en su puesto, Bones sabía cómo manejar a aquellos magos (porque siempre eran magos y no brujas) inconformes. Humedeció sus labios antes de abrirlos. La acción inmediatamente hizo callar cualquier murmullo, una breve sonrisa se formó en sus labios.

Al decir el nombre, por supuesto, la sutil sonrisa se esfumó de sus labios. Por un momento, el caos reinó. Los reclamos se hicieron presentes y palabras despectivas empezaron a llenar el lugar. Scorpius, a pesar de estar en total y absoluto desacuerdo, no pudo emitir palabra alguna. Tenía sentimientos encontrados. Por una parte quería alegar que Rose Weasley no era la indicada para el trabajo, pero por otra sabía que debía guardar la compostura; es la primera vez que estaba a cargo de una tarea muy importante, así que no debía hacer estupideces —gritarle a Bones, como primer ejemplo.

La bruja seleccionada escuchaba en silencio, sin darle importancia a lo que ocurría a su alrededor. Dio un paso al frente para demostrar que, a pesar de toda la conmoción, no se dejaba llevar por nimiedades. A Scorpius no pudo parecerle más altanera su actitud, pero claro, todo en ella era altanería y si alguien en estos momentos le preguntara qué pensaba de la chica… pasarían horas antes de que encontrara algo bueno qué decir.

Shacklebolt, el Ministro de Magia, alzó la mano en busca de silencio y con mayor respeto que con Bones, los presentes cesaron la discusión. La grave voz recorrió hasta el rincón más escondido sin necesidad de un sonorus:

—Entiendo que la edad de la bruja en cuestión pueda ser un asunto preocupante para algunos, sin embargo no debemos olvidar todas las exitosas misiones que ha hecho en los últimos tres años, o las excelentes relaciones que hemos logrado gracias a ella. —Algunos murmullos resurgieron, todos recordando cómo la chica pudo evitar el colapso de la relación entre Bulgaria y el Reino Unido. Supuestamente, pensaba Scorpius.

El Ministro continuó:

—Esta misión es muy importante y necesitamos a alguien que sepa manejar tanto a magos como a muggles influyentes. No conozco a alguien más experimentado que ella, así que no entiendo cuál es el problema —Hizo una pausa para observar detenidamente a la chica frente a él— o por qué la bruja seleccionada no ha aceptado. Así que, si nadie tiene algo más relevante qué agregar en su contra, sólo me hace falta preguntar: ¿acepta esta tarea, señorita Weasley?

Ante la mención de su nombre, irguió más su espalda y alzó su mentón. Shacklebolt arqueó una ceja, impresionado por la actitud de la joven. Scorpius hizo todo lo posible por no poner sus ojos en blanco.

—No podría estar más honrada, Ministro. Miembros del Wizengamot, cumpliré con mi deber y haré la poción legal en los países que sean necesarios.

—Que sea así, Rose Weasley. La sesión ha terminado. —Con tres golpes al mazo, todos empezaron a vaciar el lugar.

Algunos se quedaron atrás para lograr obtener unas palabras con Bones, Potter o Thomas, que eran los líderes de los departamentos presentes. Scorpius, por su parte, se encontraba irritado, estancado en su asiento. No sabía si diagnosticarse como alguien sorprendido o simplemente resignado. Los años ya habían pasado, pero el poder de un apellido era todavía grande y la decisión que Susan Bones había tomado hoy era prueba de eso.

Cuando su mirada cayó en la roja y desastrosa melena de la Weasley, aquella cuya personalidad le caía como una patada en el estómago, ésta se endureció. Al ver que su jefe terminó de charlar con los otros dos, Scorpius abandonó el tribunal. No pudo evitar sentir un mal sabor en la boca.


Después de la derrota de Lord Voldemort, la relación entre el mundo muggle y el mágico resultó colgar de un péndulo. Muchos muggles pudieron olvidar los terribles cambios climáticos que azotaron Inglaterra entre los años 1996 y 1998, sin embargo, acontecimientos más grandes como el derrumbe del puente Brockdale hicieron a los muggles adoptar un poco más de escepticismo.

Por suerte, el Estatuto Internacional del Secreto Mágico seguía en pie. Lamentablemente, la economía mágica iba en declive día con día y muchos ingredientes para pociones complicadas, principalmente la poción Matalobos, eran difíciles de conseguir. Una desgracia ya que ésta poción había llegado a ser más accesible en los últimos años. El resultado era un increíble brote de ataques hombre lobo; afortunadamente el número de hombre lobos registrados no había incrementado tanto en los últimos años. La comunidad licántropa seguía siendo reducida. Aún así, el número no registrado era lo que mantenía a la comunidad mágica con los pelos de punta.

Si bien Hermione Weasley había hecho un excelente trabajo en reducir la mala imagen que los licántropos y demás no humanos considerados como escoria en el mundo mágico; y también erradicar las leyes que daban cierta ventaja a los sangre pura… la situación nunca se pudo considerar estable. Por una parte, la comunidad mágica tardó en poder asimilar la idea de que los elfos domésticos necesitaban un trato justo, libre de golpes y esclavitud —los elfos tampoco hicieron la tarea fácil, todavía algunos se rehusaban en aceptar un sueldo. Se vinieron muchas quejas y se presentaron más dudas acerca de otras razas que también sufrían de discriminación. Por otra, venían las preguntas hechas por los civiles, centenares de aviones de papel en el Departamento de Regulación y Control de Criaturas Mágicas día a día, preguntando las cosas más absurdas acerca de los licántropos: ¿Era posible aceptar la solicitud de trabajo de un hombre lobo en la tienda de dulces? ¿Era obligatorio darle la oportunidad de trabajo a una mujer lobo en la librería, a pesar de que muchos niños formaban la clientela; no era algo peligroso para estabilidad mental del niño y de la mujer lobo en cuestión? Era un grano en el culo y no podía imaginar cómo se le ocurrían estupideces a las personas. Muchas de las preguntas eran formuladas sin fundamentos y el Jefe de Departamento Thomas se quejaba siempre con Scorpius. No sin antes agregar antes de terminar la reunión:

—Malfoy, tu audacia es la mejor cosa que pudo ocurrirle a Inglaterra y a todos los que sufren esa condición.

Scorpius asentía y contestaba:

—Eso es lo que espero, señor.

Thomas solo soltaba una risa mas antes de enviarlo a continuar su investigación.

A decir verdad, Scorpius estaba jodidamente orgulloso de lo que había logrado. Si bien la poción aún no estaba a la venta para el público, no tenía duda de que pronto sería la sensación. Muchas vidas serían salvadas, y ni siquiera se refería a las víctimas.

A veces se recostaba en su pequeño departamento a las afueras del Londres muggle y recordaba su último año en Hogwarts, poniendo a prueba todo lo que pudo recabar en los años anteriores; todos los desvelos, todos sus fallos y la frustración valió la pena.

Lo que estaba en juego era la aprobación de la Confederación Internacional de Magos. Si no se lograba obtener el sello verde, quién sabe donde llegaría a parar la licantropía. Scorpius no sabía si agradecer a Circe el hecho de que los muggles licántropos estuviesen relacionados con magos y supieran desde un inicio lo que implica la condición y el secreto mágico. Es por eso la insistencia del jefe. Si la licantropía llegaba a expandirse hasta los muggles que no estaban relacionados con algún mágico… Scorpius no podía ni imaginarlo.

El Departamento de Investigación Médica Mágica y Muggle era apenas nuevo, pero ya había logrado una gran cantidad de popularidad y sólo los magos y brujas más competentes eran aceptados para un puesto. Rara vez lanzaban convocatorias, como lo hicieron cuando estaba en su último año de Hogwarts.

El viaje estaba programado para la próxima semana. Se tenía que hacer un extenso reporte para todos los integrantes de la misión —solo el pronunciarlo le producía un cosquilleo en la punta de sus dedos— y se tenía que empacar para dos meses de viaje. Se haría la audiencia con la Confederación en algún lugar de Irlanda y luego, se cambiaría a Bulgaria y finalmente Italia. Con una poción tan innovadora, fuera del mercado, pero con rumores que generaban ansiedad, no era seguro mantener la conferencia en un lugar por más de una semana.

Todos los permisos estaban dados. Desde el momento en que el Ministerio aprobó el uso en pacientes, Scorpius supo que podía lograr un encuentro con la Confederación. Por supuesto, todo llegó más tarde de lo esperado.

A pesar de no ser de aquellos que esperan que las cosas le salgan bien a la primera, la decepción de ver el paciente 01 convertirse en hombre lobo dos semanas después de haber tomado la poción fue un golpe duro. Estaba tan seguro que todos los años de esfuerzo y de exprimir su cerebro al máximo rendirían su fruto. No fue hasta el intento en el paciente 119 que supo que había logrado crear la poción que muchos anhelaron el momento en que fueron mordidos.

No buscaba ser rico. Con una habilidad para las pociones, el respeto ganado de todos sus colegas y superiores y una humilde cantidad de buenos, verdaderos amigos, Scorpius podía ser considerado un hombre realizado. Lo único que todavía no tenía en la palma de su manos, suspiró, era el sello verde.

Ese día, después de haber seleccionado al equipo que respaldaría su causa y producto en tres países extranjeros, Scorpius llegó cansado. Arrastró sus pies por todo el reluciente suelo de su departamento. Al llegar a su habitación, ni siquiera pensó dos veces en retirar las sábanas antes de dejarse caer boca abajo. Decidido en tomar una larga y gratificante siesta, cerró sus ojos.

Gruñó unos minutos después.

No podía conciliar sueño. Su mente daba vueltas, revoloteaba de idea en idea y, al parecer, no dejaba de pensar en las millones situaciones que podían ocurrir dentro de dos meses. Pero lo más preocupante era la pregunta que le martillaba la cabeza: ¿Sería Rose Weasley capaz de hacer su poción legal?

Arrugó su rostro en una mueca de disgusto. Se dio la vuelta y colocó sus brazos detrás de su cabeza. Lo que recordaba de la Weasley en Hogwarts no eran precisamente buenas memorias. Su primer encuentro con ella fue incómodo, pero logró abrirle un poco los ojos de quién era en realidad. Su inmediato desdén hacía él fue en realidad una sorpresa. Nunca antes de aquella primera clase de pociones avanzadas había escuchado el nombre de Rose Weasley y la palabra prejuiciosa en una misma oración, por lo que la forma en que lo observó lo tomó desprevenido. Fue una verdadera sorpresa.

Las cosas no mejoraron después de eso. Su inesperada amistad con Albus Potter tomó por sorpresa a sus padres y francamente a él también; se sorprendió de lo afable que era el chico y lo fácil que era entablar conversación con él. Tenía un sentido del humor sencillo, pero cualquier puntada que se le ocurría lo decía con tanta emoción que era difícil no reírse. Y así, siendo amigo de Al, terminó entablando amistad con Molly Weasley, quién logró capturar su corazón por unos cuantos meses antes de que se diera cuenta de que nunca podría estar con una chica que hiciera volar un caldero con tan sólo prender la llama.

La única desventaja era que nunca fueron un trío feliz: Al, Molly y él. A decir verdad, Scorpius fue la adición al ya existente trío. Sí: con todo un Al, viene una Molly y con toda una Molly una Rose le sigue y viceversa. Al principio era duro. No sabía cómo actuar frente a ella, ¿la saludaba o simplemente se sentaba en la mesa de Gryffindor al lado de Al? Luego, la fría indiferencia que le mostraba le hizo más fácil aceptar su presencia, más no reconocerla. No tenía por qué gastar su tiempo tratando de complacer a otra persona.

Lo que sí tenía que admitir era lo mucho que le intrigó alguna vez su actitud. Con personas de su familia Rose reía, bromeaba y hasta soltaba majaderías, pero con otra persona ajena a los apellidos Potter y Weasley sus expresiones físicas y verbales eran distantes, aunque cordiales. Rara vez la encontraba entablando conversación con alguien de otra casa. Y cuando lograba captar la atención de chicos (y algunas chicas), se hacía a la mirada gorda, los ignoraba sin vergüenza alguna.

Si había personas que la conocieran un poco mejor, Scorpius podía nombrar a los profesores y aún así estaría estrechando la verdad: estaba absolutamente seguro que sólo se portaba más extrovertidamente para lograr mejores calificaciones.

No antes de tres meses, Scorpius ya tenía a Rose Weasley resuelta y le tenía sorprendido que el sombrero la nombrara Gryffindor, en vez de Slytherin. Le pesaba mucho tener que pasar tanto tiempo con ella, pero no podía negar que Albus y Molly valían la pena. Al final, una snob que se tomaba muy en serio los apellidos y el pasado no era para tanto.


La sesión aún no había comenzado. Faltaban algunos integrantes. Por alguna razón, su cerebro no podía entender que no era momento de ponerse nervioso. Naturalmente, las manos le sudaban. Con discreción, las bajaba y se secaba el sudor en los pantalones, acción escondida por la túnica que llevaba. Este proceso se repitió dos veces hasta que Bones entró y se colocó al lado de su jefe. Con ella también había venido Rose Weasley.

Tantos años de ignorarla, sabiendo cómo era en realidad —ya en el Ministerio pudo comprobar más allá de toda sus conjeturas que toda esa actitud en Hogwarts era nada más que una fachada y que, en efecto, una vez dentro del Departamento no dudó ni un segundo en ofrecer sonrisas y ser sociable, muy conveniente—; y justo en el momento más importante de su vida, ella también tenía que formar parte.

Lo que sí debía reconocer era el profesionalismo con el que manejaba la situación. No era conocida la relación que ambos tenían una vez en Hogwarts. Si bien llegaron al Ministerio en el mismo día y bajo excelentes circunstancias, los dos no estuvieron en el mismo departamento. Las ocasiones en las que podía vérseles juntos eran muy raras, pero todas incluían a Albus y a Molly. Y cuando la nueva amiga de Rose resultó ser nada más que Mary Cattermole, la archinémesis de Al (llamada así por el mismo Potter), las reuniones entre Potter y Weasley se redujeron a al menos dos por semana. Sin embargo, por como las cosas iban entre Cattermole y Potter, Scorpius estaba seguro que pronto las reuniones se volverían más frecuentes.

Se saludaron con cordialidad y Weasley tomó asiento a su lado, dándole una sonrisa profesional a su pasante. Debía reconocerle que su actitud hacia él fue impresionante, pues sabía lo bien que se llevaban. Cuando ya todos hubieron llegado, se hizo un énfasis especial a las personas responsables de la poción y aquellos que ayudaron en su realización. Scorpius, el Jefe Thomas, su pasante y los pacientes de prueba se pararon para recibir los pequeños aplausos.

A Scorpius todavía le dolía verlos, si bien las repercusiones de una poción incorrecta no eran tan graves, si eran duraderas. Más de la mitad tenía más vello de lo requerido en un ser humano, mientras que el resto tenía las orejas puntiagudas y las uñas largas, negras y afiladas. Su aspecto no era de un hombre lobo, pero tampoco podían pasar por humanos sin licantropía. Los recientes estudios, por fortuna, demostraron que los efectos secundarios llegarían a su fin eventualmente. El paciente 03 ya mostraba mejoría.

A continuación, Susan Bones subió al estrado. Explicó el objetivo de su presencia en la Confederación: se legalizaría la poción Antilobo y una vez hecho eso, se trataría la comercialización en otros países, de ser posible. Fue entonces cuando anunció que se harían ensayos de todo lo que se debería hacer y de cómo funciona una asamblea de la Confederación para todos aquellos que nunca antes han ido.

Dio varias tareas para cada Departamento. El de Aurores tendría que trabajar en la protección que se le daría tanto a la poción como a los trasladores que se usarían, por lo que debía de trabajar con el Departamento de Cooperación Mágica Internacional, que a su vez debía ponerse de acuerdo para las fechas en las que debían atender. El de Scorpius tenía la tarea de hacer varios reportes acerca de la licantropía en los últimos años y los beneficios y desventajas de la poción. La Oficina de Ley Mágica tenía que trabajar en buscar lugares remotos y legales para tener las asambleas y mandar la lista a la Confederación y esperar que alguno de los lugares sea aceptado, mientras que Rose Weasley tenía que sacar sus mejores argumentos junto con Scorpius para poder hacer posible el sello verde, además de traducirlo en los idiomas más hablados.

Por como iban las cosas, tendría que pasar mucho tiempo con la Weasley. No era algo que anhelara y, sinceramente, su papel era sólo representarlo en las sesiones, así que no veía mucho la razón por la que ella debía ayudarlo a escribir su reporte.

Finalmente, llegó el momento en que tenía que abrir la boca. La sala era lo suficientemente pequeña para no usar un hechizo amplificador y si usaba un correcto tono de voz, podía proyectar su voz en una manera segura y sin necesidad de forzar su garganta. Se paró frente a todos. Humedeció sus labios y nuevamente agradeció a todos los presentes, recalcando a los pacientes prueba y su fe en la poción. Algo muy importante, si era honesto. Merlín sabía que en la desesperación por una posible cura, los que sufren la condición son capaces de hacer lo que sea. Si no se mencionada a aquellas personas que fueron una de las primeras en creer en su poción, si no se mostraba respeto y aprecio, entonces no podía decirse que era alguien íntegro.

—…cosas que hemos hecho en el Departamento son asombrosas. Se han estado haciendo nuevas investigaciones y el próximo año esperamos abrir un nuevo campo con los descubrimientos de nuestro colega Scamander —señaló a su pasante y Lorcan mandó un saludo de dos dedos al público en general, una acción tan informal y esperada de él—. La oportunidad que se nos ha dado es única y posiblemente cambiará la vida de todos como la conocemos. Se reducirá el riesgo de licantropía y la incidencia no será tan grande como la que tenemos hoy en día. El Secreto Mágico no estará en peligro por los muggles licántropos que estén sueltos, si alguna vez sucede. Si ésta poción se legaliza, la podremos vender a los países donde más se necesitan, como Italia.

»Lo que necesitan saber sobre la poción es básico: después de la primera mordida, la que cambia al humano en licántropo, la poción debe ser tomada para evitar la transformación. Sin embargo, debe ser ingerida antes de la primera luna llena. El tiempo de preparación es de exactamente veintinueve días, doce horas, cuarenta y tres minutos y doce segundos por lo que se toma la luna como el medidor de tiempo. No puede tomarse antes de que se complete.

Empezó a pasearse por todo el estrado y observó con cierto orgullo al ver cómo todos prestaban atención. Tomó una pausa para dar un pequeño respiro, pero una mano alzada hizo que perdiera el hilo de lo que iba a decir a continuación. Hizo su mayor esfuerzo para evitar poner sus ojos en blanco al ver que la mano le correspondía a la Weasley.

—¿Sí? —se forzó y le lanzó una pequeña sonrisa, tratando de una vez por todas hacerla callar. Pero en vez de hacer una pregunta estúpida y poco relevante, Rose Weasley hizo todo lo contrario, aunque de una manera estúpida: debió de esperar hasta el final, cuando siempre se hacen las preguntas.

—Creo que, una vez en la sesión de la Confederación, deberíamos agregar con mucho énfasis que la luna no es un elemento fundamental en la elaboración de la poción o se podrían confundir y pensar que no fabricar la poción en el inicio de la primera fase lunar afectará de alguna manera el resultado de la poción.

—Excelente observación, pero debemos recordar que la luna si es fundamental para su fabricación. —Apretó sus labios en una línea delgada y soltó en un suspiro—: No me he explicado muy bien…

—Yo tampoco —le interrumpió nuevamente y pudo ver un poco de malicia en su sutil sonrisa. Scorpius entrecerró sus ojos, esperando sus palabras—. A lo que me refería es a los efectos de la luna en la poción. Por supuesto que es fundamental, pero empezar la poción en una luna gibosa creciente o menguante no afectará el resultado con tal de que se tome el tiempo adecuado. La luna sólo mide el tiempo y no afecta mágicamente a la poción. Si uno va diciendo que debe hacerse explícitamente cuando la primera fase lunar empieza, entonces estamos complicando más las cosas para los fabricantes de pociones y para nosotros: ¿quién va a querer legalizar una poción que requiera un poco más del conocimiento básico de Astronomía?

Volvió a suspirar. La Weasley tenía un punto a su favor. No se lo daría tan fácil. Sonrió asintió con la cabeza, su expresión más suave y a la vez socarrona.

—Si me hubieras dejado terminar, hubiésemos llegado a ese punto desde hace rato —la mentira salió de sus labios tan fácil como la mantequilla derritiéndose. Observó con satisfacción cómo sus mejillas se sonrojaron por la vergüenza y podía jurar que la vio encoger un poco los hombros.

Volvió al centro del estrado y continúo su discurso. Explicó un poco más la poción, pero decidió no entrar en detalles de la preparación o los ingredientes claves; uno nunca sabía si la información podía filtrarse.

Al término de su discurso, recibió otros aplausos y retomó su lugar al lado de la Weasley. Por desgracia, no iba a poder dejarla en ridículo como ella casi lo deja a él. Ese día no le tocaba hablar a ella, sino a su jefa, Bones, quién ya había dado los datos preliminares.

La última palabra la tuvo el Jefe de Aurores. Señaló que nadie debía hablar del contenido de aquella reunión. Remarcó también que, al entrar en la sala, todos los presentes habían activado un encantamiento especial que los vetaba de hablar con extraños sobre la poción Antilobo. Las consecuencias no eran tan graves como un Juramento Inquebrantable, pero al menos evitaba que algunos abrieran la boca donde no debían.

Se mencionó también la clase de protección que utilizarían y que, lo más seguro, era que los trasladores que usarían los transportaría a un kilómetro de la verdadera locación para evitar que la aparición de tantas personas alerte a los muggles. Finalmente, Harry Potter exhortó a practicar todos los días la vestimenta muggle.

—Nunca se sabe cuando las cosas podrían salir mal y vestir túnicas de distintos colores causará muchas preguntas en donde sea que estemos —terminó diciendo antes de levantar la sesión.

Como el día anterior, salieron todos menos los Jefes y Rose Weasley, que se detuvo para conversar con Bones. Scorpius sacudió su cabeza y puso los ojos en blanco. Se levantó junto con Lorcan y se dirigieron hasta la puerta. Tenía que comer algo pronto, o toda la irritación que sentía al verla iba a destrozarle el estómago.