Estaban allí sentados, en el jardín de la preparatoria en la que estaban cursando. La suave brisa revolvía sus cabellos y dejaba volar unas cuantas hojas. Ambos adolescentes estaban completamente tiesos, uno de ellos sonrojado, casi tan rojo como su cabello, mientras que el otro, el más alto, tenía un poco de sudor en su frente. Tenían la vista frente a ellos, clavada en el piso.

Cuando un "creo que esto no está funcionando" estuvo a punto de escurrirse por los labios del mayor, la cabeza del chico sonrojado se posó en su hombro, haciéndole callar aquellas palabras que ni siquiera llegó a articular, mientras se tensaba y su corazón comenzaba a latir mucho más deprisa de lo normal. Algo definitivamente nada normal en Yuuta, que sólo podía provocarle Shun.

-No deberíamos estar espiándolos -murmuró un chico exactamente igual al mayor de la pareja anterior.

-Calla, calla -dijo un rubio de ojos azules haciendo un leve gesto con la mano- Awww, ¡Shu-chan se ve tan tierno! ? ¡Pero Yuutan debería ponerle más emoción! -se quejó como si estuviese viendo una telenovela.

-Así es él -aseguró un chico con lentes dando un suave suspiro- Inexpresivo.

-...Yuuta está muriendo de nervios por dentro -aseguró su hermano con el mismo tono de voz anterior, como si poco le importase aquella situación, aunque a decir verdad, le importaba mucho tratándose su hermano y uno de sus mejores amigos.

-¿Ah si? -preguntó el ojiazul mirando atentamente a Yuuki para luego devolver su mirada a la pareja- ¡Le tomo la mano! -chilló, haciendo que ambas miradas volteasen a ver hacia aquella pared en donde tres personas estaban escondidas, provocando más rubor ésta vez de parte de ambas personas

-¡Bien hecho, mono! -lo reprendió Kaname golpeándolo en la cabeza con fuerza al ver como Yuuta soltaba la mano de Shun y se levantaban para ir hacia donde ellos estaban.

-¿Se puede saber que hacen aquí? -inquirió intentando mantener la calma Yuuta, viendo a Chizuru en cuclillas tomándose la cabeza, Kaname con el ceño fruncido, y su hermano abrazando sus piernas con la espalda apoyada en la pared.

-Los espiábamos -aceptó el medio alemán- ¡Es que se veían tan bonitos juntos!

-Entones... ¿ya es oficial? -preguntó el de cabello azul, acomodándose las gafas.

-Si -respondió Matsuoka, volviendo a tomar la mano del castaño claro y con una sonrisa avergonzada y nerviosa- Ya es oficial.