Disclaimer: Rurouni Kenshin le pertenece a Nobuhiro Watsuki.
Advertencia: Misao Makimachi's POV (punto de vista)
Kyoto 京都市
Capítulo único
El templo más hermoso que conozco, aquel en el que te encuentro y me siento en paz. Soy feliz con solamente ir a ver que todavía estás aquí, en nuestro hogar. Las primeras veces no iba por estar aburrida o por necesidad de molestarte coquetamente, iba con miedo y nervios porque tenía la sensación de que te irías otra vez. Sin despedirte. Mi pobre corazón no iba a soportar otra ida tuya, no. Que te necesito, que te anhelo, que siempre lo he hecho inclusive cuando no debía. Tú haces que el templo sea más bello.
Me quedo en la puerta, viendo tu espalda y esperando pacientemente que termines. No quiero que pienses que te apuro a pesar de que no aguanto no tener tu mirada en mi. Tú ya sabes que estoy en el mismo lugar, sabes que siempre estoy. En cuando percibo que estás moviéndote, me emociono como una niña. Ya terminaste. Cuando estás saliendo, yo soy lo que capta tu atención.
—Aoshi-sama.
No dices nada y eso es lo normal. Cuando estamos partiendo, me voy para donde está nuestro hogar.
—Misao, espera—. Qué raro. —¿Por qué no vamos de este lado?
Y mi cara de sorpresa era impresionante y lo notaste. Miré para el lado contrario, el lado que mencionaste.
—Si vamos por ahí, vamos a tardar más en llegar—. Dije lo lógico.
—Yo no tengo ninguna prisa, ¿tú sí?—. Tu voz es calma pero lo que dices me tiene loca. —Será una buena caminata.
¿Esto es una cita?
—¿Esto es una cita?—. Lo pensé... ¿y lo dije?
—Si es lo que deseas.
¡Esto es una cita!
Nos dirigimos despacio. Pasamos un bosque enorme y lleno de verde. Es otra cosa hermosa que esta ciudad ofrece. Como nuestro paso era similar al de una tortuga, pude admirar realmente todo. Cuando uno está con otras cosas en la cabeza (como encontrar al amor de tu vida) no puede tomarse los minutos indicados para contemplar la naturaleza. En un árbol muy alto, pude notar una flor que estaba en el tronco. Una flor de un color similar al coral, era preciosa. Los pétalos eran bastante anchos pero no demasiados largos. Era perfecta. No deseaba agarrarla, solamente deseaba tocarla, imaginando lo suave que debe ser pero es algo difícil con mi estatura. La miré y la miré, no había otra cosa.
Fuiste tú el que notó esta situación, yo no tuve ni que abrir la boca. Primero me viste a mi, después a esa bonita flor que estaba en un lugar tan particular. Supongo que a ti también te pareció perfecta. Te acercaste al tronco y al hacerlo, te acercaste a mi. Sentir tu calor es abrumadoramente especial. Tu largo brazo llegaba a esa flor y un poco más.
—No la saques de ahí—. Recomendé antes de que siquiera hicieras un movimiento hacia ella.
—Bueno.
Fue entonces cuando la tocaste, muy delicadamente, yo misma lo sentía. Tus ojos fríos vieron mi cara de ilusión y sonreíste. Si, sonreíste para mi en el lugar más indicado para nosotros dos. ¿Puedo esto ser mejor?
Con solo unos toques más a la protagonista que era la florecilla, bajaste tu gran mano y la acercaste a mi rostro. Con suavidad, como si tocaras algo más que supere lo que uno conoce como "delicado". Me sentí la más afortunada del mundo.
Esto es una cita.
Antes de seguir nuestro rumbo, volvimos a ver a la extraña flor en el extraño tronco de ese extraño árbol.
—Solamente en Kyoto, ¿no?—. Me reí por los dos.
La caminata más hermosa.
El boque más maravilloso.
La flor más especial.
El lugar al que pertenezco.
La ciudad de mis sueños contigo.
No necesito nada más.
Mi hogar.
Kyoto.
Aoshi-sama.
