Capítulo 1: descendencia

Universo 11, planeta Tiphay…

La vida plena apenas estaba comenzando. El aire se sentía mucho más ligero ahora. Ya no había cadenas que lo ataran a una esclavitud eterna. Por fin, su deseo se había cumplido.

Su concentración era profunda. Una leve sonrisa emergía de su rostro tranquilo; una casi de satisfacción.

Los golpes de sus adversarios comenzaron a sentirse alrededor de su aura de protección rojiza. Jiren abrió los ojos, reflejando seguridad. Por fin cambió de posición; puso sus brazos en defensa, bloqueando absolutamente todos los ataques.

-¡Kaaaa!- gritó, elevando su ki lo suficiente para enviar lejos a Toppo y Dyspo.

Ambos se levantaron rápidamente y se miraron como si fueran cómplices.

-¡Justice flash!- gritó Toppo, lanzando su mejor ataque.

Jiren lo contuvo con facilidad pero olvidó por completo la presencia de Dyspo. De repente sintió como alguien le golpeó por detrás, haciéndolo caer de rodillas. Se volteó para ver la expresión del conejo; satisfacción.

-Jiren, no te distraigas.- dijo Toppo desde su espalda.

Cuando el gris miró a su compañero, este le embió un golpe directo a la cara.

Jiren lo detuvo con su mano derecha. Al mismo tiempo, Dyspo trató algo parecido pero el guerrero más alto también lo contuvo con su brazo izquierdo. Un poco cansado del forcejeo, decidió acabar con esto de una vez; quería regresar a su departamento con su mujer. Sus ojos resplandecieron de una forma muy peculiar y seguida, los golpes invisibles apartaron a ambos adversarios.

Una vez liberado, miró a sus amigos. Estos se levantaron pesadamente.

-Muy bien Jiren.- Felicitó Toppo, terminando de levantarse.

-Ustedes no lo hicieron tan mal.- respondió.

-Ouch…- dijo Dyspo desde más lejos. –No quiero saber cuál es tu verdadero poder, amigo. Casi acabas con migo.-

Jiren sonrió:

-Lo siento, Dyspo. No era mi intención hacerte daño.-

-Era necesario para poder dar un nivel parecido al tuyo.- dijo Toppo. –después de todo necesitas entrenar también. Además, recuerda que la última vez, los guerreros del universo siete trabajaron en equipo para sacarte de la arena. Tienes que afinar esa debilidad.-

Jiren asintió y recogió sus cosas.

…..

Kara estaba sentada en la pequeña sala de estar. Vistiendo ropa cómoda y acariciando amorosamente su vientre hinchado, a la vez que tarareaba una canción de cuna. Soñaba despierta en el momento de ver por primera vez a su bebé. Sin haber llegado aún y ya lo amaba tanto.

Recordó el momento en que se dio cuenta que estaba embarazada. Cuando se lo dijo a Jiren, este se puso tan emocionado. Luego también llegaron los recuerdos amargos de la visita al médico, le dijo que al ser una cría hibrida de gris, sería demasiado delicado e incluso corría el peligro de perder al bebé. Pero su embarazo continuó; ella estaba segura que la otra mitad genética de saiyajin lo haría aún más fuerte que un gris promedio.

La puerta sonó al abrirse. Kara abrió los ojos y encontró a su marido en frente de la entrada. Estaba sudado y su camiseta blanca ahora estaba terriblemente sucia. Venía de su entrenamiento.

Cuando se encontraron las miradas, ambos se sonrieron.

Jiren fue y se agachó junto a su mujer.

-¿Y cómo te sientes hoy?- preguntó.

-Este bebé está tan pesado…- se rio. –Y cada vez se mueve más y más.-luego soñó por un instante. –Será tan inquieto como su papá.-

Jiren rio tratando de imaginar a la pequeña criatura. Sin percatarse, Kara tomó su mano izquierda y comenzó a guiarlo hasta su vientre. Pero frenó de inmediato al darse cuenta; temía hacerle daño a su bebé.

-No tengas miedo. No lo lastimaras.- lo trató de guiar de nuevo. –Confía en mí.-

Esta vez dejó que ella pusiera suavemente su mano sobre su barriga. Aún temeroso, trataba de no mover ni un músculo.

-No sabes de lo que te has perdido estos últimos meses por un miedo tan tonto. Siente…- dijo Kara.

No había terminado de decir eso cuando sintió un movimiento desde las entrañas de su amada que se descargaba en su mano. Al principio saltó del susto pero luego sonrió tiernamente.

-Es una patadita.- dijo Kara con ternura.

Poco a poco, Jiren se acercó a su bebé en gestación hasta que su rostro tocó el vientre de su esposa. Con los ojos cerrados disfrutó cada movimiento y patadita que su cría emitió.

-Muy pronto estará con nosotros.- susurró Kara, acariciando la cabeza de su amado.

…..

Jiren meditaba. Estaba en el patio de la base de los pride troppers. Con su típica posición de loto y los ojos cerrados.

Abrió los ojos al sentir una presencia familiar. Miró a su derecha y encontró a su lado a su hermana risa. Sentada detrás de él. Ella sonreía ampliamente.

-¿Te llamé?- preguntó el hombre con duda divertida. Realmente no sabía controlar el llamado a su difunta hermana.

Risa se rio y dijo:

-Felicidades Hermano.-

-¿Por qué? Yo no he hecho nada…- respondió confundido.

La muchacha se rio aún más y le señaló hacia el frente.

Jiren volteó la mirada y luego salió de su meditar. Esta vez abrió los ojos ante la realidad. El recepcionista del equipo venía casi corriendo pero con un rostro de sierta alegría y curiosidad.

-Señor jiren, su esposa está en labor de parto.- dijo sin si quiera terminar de llegar. –Acaban de llamar desde el hospital central, acaba de ingresar a sala de maternidad.- recién llegando a donde Jiren estaba.

Él solo se limitó a sonreír. Aun no le gustaba mostrar sus sentimientos a personas ajenas a su círculo familiar. Sin embargo, acababa de entender por qué Risa le deseó felicidades; ella ya se había dado cuenta.

Pronto llegó al hospital. Vino volando porque no le gustaba tanto atenerse a medios de transporte. Casi todo el mundo lo reconocía como el mejor soldado de los pride troppers así que no necesitaba presentarse cuando llegaba a un sitio como ese. Casi de inmediato la recepcionista lo reconoció y le guio a la habitación donde estaba Kara.

Una enfermera abrió la puerta, dejando que él mirara un poco hacia adentro. Kara estaba ahí y sostenía en sus brazos un pequeño rollo de mantas amarillas. Lucia algo agotada pero extremadamente orgullosa y feliz. Al verle le sonrió ampliamente.

-Felicidades señor…- dijo la enfermera, dejando que él entrara y cerrando la puerta, dejándolos solos.

Poco a poco se acercó tratando de ver entre las mantillas de color amarillo.

-Acércate.- dijo Kara.

Logró llegar hasta donde estaba ella.

-Mira…- susurró la saiyan, desenvolviendo las mantitas.

Un pequeño bebé de piel gris como su padre y cabello negro como su madre fue descubierto. Sus orejas y ojos eran semejantes a los de Jiren. Se parecía mucho a él. Un sonido de confort salió de su boquita mientras hacía movimientos lentos entre su manta.

Sin percatarse, Jiren ya estaba sentado junto a Kara, contemplando a su nuevo bebé.

-Es un niño.- dijo Kara con satisfacción. –Un pequeño saiyajin de raza gris.- pausó por un momento. –Mira…-

El pequeño se estiró y al mismo tiempo bostezó apartando más su cálida cobijita y dejando al descubierto una pequeña colita de saiyan de pelaje oscuro.

-Es nuestro pequeño saiyajin.- dijo su madre con alegría.

Jiren sonrió. Estaba encantado con el bebé. A penas lo había visto y sentía que ya lo amaba tanto. Había una conexión indescriptible entre él y su nuevo hijo. Nunca imaginó sentir algo así.

-¿Quieres cargarlo?-

-No lo sé…- respondió con algo de miedo. ¿Y si lo lastimaba?

-Anda, tómalo…- insistió.

-No sé hacerlo…- excusó con más miedo de lastimarlo o dejarlo caer.

-Eres su papá. Tu instinto te guiará.- dijo Kara tranquilamente. Le entregó cuidadosamente el niño en brazos mientras susurraba: -Este es tu papá, pequeño bebé.-

Jiren lo acogió temblorosamente. Estaba nervioso pero a la vez sentía que al tenerlo en brazos, lo protegería de todo mal. Nadie lastimaría a su pequeño hijo. Sin darse cuenta, lo apegó contra su pecho. Sonreía con orgullo mientras lo contemplaba y lo escuchaba hacer sonidos casi inaudibles. Pronto, su miedo y nerviosismo se disiparon por completo. Ambos padres contemplaban a su hijo con sonrisas de alegría.

-Se llamará Haru, como tú.- dijo Kara.

-No… respondió pasivamente, sin dejar de contemplarlo. –El pasado ya quedó atrás.- pensó un instante. – Su nombre será Kouhei; el hombre más justo.-

-Me gusta ese nombre.- sonrió Kara, acariciando la frente de su cría.

El pequeño bebé estornudó. Aun no estaba acostumbrado a ese nuevo mundo. Ambos padres se rieron de ternura.

-Salud, pequeño Kouhei.- dijo Kara.

Un instinto extraño se encendió de repente en el interior de Jiren. Lo impulsó a llevar a su recién nacido hasta su rostro y sentir su cabecita tibia. El pequeño estiró sus manitas y le tomó de sus mejillas, estaba aferrándose a él, haciendo sonidos de comodidad y confort. Parecía reconocer a su padre con solo sentirlo.

Para Jiren, todo esto era nuevo y nunca se imaginó en que algún día tendría a un hijo suyo en brazos. Nunca imaginó tener una familia si quiera. Pero se sentía genial, genial y gratificante.

Continuará…