La Bella Y la Bestia

Jelou a todos, mi nombre es Payaso Coronado y este es mi primer fic de RWBY. Ciertamente es una serie como ninguna y con unos personajes memorables. Este fic va a ser un Arkos y va a ser un después del final de la tercera temporada, solo que con unos cambios para hacerlo más coherente entre sí. Espero que les guste y si ven algún error o algo en lo que podría mejorar, por favor, se los ruego, díganmelo.

Les cuento un secreto, quiero ser escritor, actualmente escribo aquí porque quiero mejorar mi redacción lo suficiente para poder mejorar el libro que ya estoy escribiendo. Aun soy algo inexperto, pero espero que puedan ayudarme con esto jejeje.

En fin, suficiente charla, ¡Let´s Read!

Música recomendada para leer el cap: Dark Souls III Soundtrack OST - Lorian Elder Prince Lothric Younger Prince

Capitulo 1: La Bella

En esos momentos, Pyrrha Nikos se encontraba besando a Jaune Arc , el chico del que había estado enamorada desde la primera vez que se habían conocido, aquel que vio en ella algo más que una estrella inalcanzable, Jaune era el hombre que siempre había deseado conocer y con el que incluso pensó en compartir su vida. Aquel beso contenía todo lo que ella no le había dicho; una cantidad magnánima de sentimientos encontrados. Una solitaria lágrima salió por su ojo derecho y rodo hasta caer por su mejilla, lo cual coincidió con el final del beso.

―Pyrrha… yo ―Jaune estaba en shock, nunca hubiese esperado que su mejor amiga y compañera de quipo tuviera esos sentimientos por él. Ciertamente ella tampoco le era indiferente, pero por una u otra razón nunca había podido poner sus sentimientos claros, no hasta ese momento.

―Lo siento mucho, Jaune ―dijo Pyrrha, mientras usaba su Semblanza para controlar la armadura de Jaune y lanzarlo al interior de un casillero, para acto seguido, teclear las coordenadas de Vale y poner a su amado a resguardo.

― ¡Pyrrha, no lo hagas! ―fueron las últimas palabras de Jaune, luego de perderse entre el cielo.

Una vez que Jaune se perdió de su vista, Pyrrha frunció el ceño y se preparó para enfrentar su destino. Caminó hacia el elevador y usó su Semblanza para abrir las puertas, se subió sobre este y luego comenzó a elevarlo, hasta llegar al techo, donde aquella mujer psicópata se encontraba. Se prometió que aunque ella no sobreviviera, Jaune lo haría para ver otro amanecer, aunque fuera sin ella a su lado.

Jaune golpeaba frenéticamente la puerta del casillero. Su rostro estaba contraído en una grotesca mueca de dolor y un profundo miedo, su pecho dolía y le reclamaba regresar para luchar al lado de ella. No quería dejarla sola, no quería que ella se fuera de su lado, no lo soportaría.

Pyrrha había sido la primera y quizás única persona en creer en él, en ver más que un bufón con suerte que jugaba a ser Cazador. De solo pensar que nunca más vería su sonrisa, hizo que su corazón martilleara su pecho y su respiración se tornara dolorosa. Algo estaba creciendo dentro de él, un sentimiento que nunca había sentido antes: Ira. La hasta ahora dormida ira de Jaune comenzó a crecer tanto que incluso golpeaba con más fuerzas la puerta de aquel maldito casillero que lo apartaba de Pyrrha.

Harto de que sus golpes no surtieran efecto, Jaune desenfundó su espada y comenzó a rebanar la puerta, con una fuerza que no sabía que tenía y que tampoco se puso a pensar de dónde provenía. Sin saberlo, Jaune Arc había activado por primera y quizás única vez su Semblanza.

Una vez que la puerta estuvo abierta, Jaune saltó fuera del casillero y se encontró al él mismo cayendo a alta velocidad. Su aura rodeó su cuerpo entero, preparándose para el impacto.

Jaune sabía que no podría sobrevivir a un golpe así, por lo que hábilmente clavó su espada en un muro y comenzó a descender más lentamente. Ni bien llegó al suelo, comenzó a correr como un poseso hacia la torre en la que otrora era la oficina del director Ozpin. Aquella aura que lo rodeaba había probado ser en extremo poderosa, ya que lo estaba impulsando a una velocidad que ni siquiera la Semblanza de Ruby era capaz de alcanzar. A su paso las cosas eran violentamente alzadas por la corriente de aire, derribando incluso a los Grimm en su camino.

A Jaune no le había tomado ni dos minutos llegar hacia la torre. Cerca de los cimientos vio a la mitad del equipo RWBY, quienes gracias a una divina casualidad se encontraban ahí.

― ¡¿Jaune?! ―exclamó la líder del equipo, Ruby Rose, una niña que había logrado entrar a la academia e incluso superar a muchos experimentados luchadores de la escuela. Junto a ella se encontraba Weiss, heredera del conglomerado Schnee y quien había sido el anterior enamoramiento de Jaune cuando entró a la academia. Ambas estaban impactadas por el cambio que Jaune estaba experimentando. Frente a ellas no estaba el típico bobalicón que siempre era rescatado por alguien, no, quien estaba frente a ellas era un cazador cuya aura era expelida de su cuerpo como si no hubiera un mañana.

― ¡Hay que ayudar a Pyrrha! ―gritó tan pronto estuvo cerca de ellas. Su voz era una voz ligeramente engrosada por la adrenalina y el constante flujo de aura en su cuerpo, era una voz de mando que no aceptaba replicas.

― ¡¿Dónde está Pyrrha?! ―preguntó Ruby, decidida a no perder tiempo haciendo demasiadas preguntas. La expresión de Jaune le decía que no era tiempo para ello.

― ¡En la cima de la torre! ―gritó Jaune, apuntando al lugar donde se estaba desarrollando una de las luchas más encarnizadas que Beacon jamás había presenciado.

Weiss no perdió tiempo y comenzó a formar una línea recta de glifos, los cuales cruzaban verticalmente la torre y servirían para que Ruby pudiera subir hasta el techo.

Tan pronto como Ruby vio que todo estaba listo, comenzó a subir la torre lo más rápido que podía, disparando incluso el cañón de su Crescent Rose para ganar impulso.

Jaune iba a hacer lo mismo, pero desgraciadamente cada glifo desaparecía en cuanto Ruby pasaba por él. Volteó hacia Weiss y vio que estaba exhausta, verdaderamente se esforzaba por mantener la línea de los glifos que quedaban, eliminando los otros para no desperdiciar energías.

Jaune nuevamente se sintió impotente, aún con sus nuevos poderes, nunca conseguiría escalar la torre a tiempo para salvar a Pyrrha. Nuevamente la ira crecía en su mente y extrañamente recordó lo que su padre le había dicho sobre la Semblanza.

Hijo mío, la Semblanza de un cazador refleja parte de su personalidad o una necesidad y esta generalmente se activa en un momento de estrés masivo, donde la vida de un compañero o incluso la propia, están en serio peligro.

Cuando encuentres tu semblanza pero no puedas controlarla, no te preocupes, solo concéntrate en lo que quieres que sea. Si quieres, dale un nombre, eso ayudaría a que puedas enfocarla mejor y quién sabe, incluso podría hacerla más poderosa.

Jaune apartó la ira de su pensamiento y se concentró, visualizó su necesidad: escalar la torre. Vio sus manos y observó que estaban cubiertas por una densa aura dorada. Se concentró aun más y visualizó lo que aquella aura podría hacer por él, quería escalar. Lo primero que vino a su mente, fue el recuerdo de los Grimm, aquellas criaturas malditas capaces de escalar rascacielos enteros buscando presas. Jaune les había temido largamente, pero no más, el miedo no lo superaría nuevamente.

En aquel momento, supo lo que su semblanza reflejaba, su miedo hacia los Grimm. Él tomaría aquel miedo y lo convertiría en su arma. Ya estaba decidido, Jaune había logrado algo insólito, incluso para él. Jaune pudo controlar su Semblanza.

Desde lo más profundo de su ser, Jaune gritó el nombre de lo que sería la herramienta con la que salvaría a Pyrrha.

― ¡FERAAAAAAL!

El aura de Jaune comenzó a condensarse aun más y a tomar una forma más clara.

Weiss se quedó estupefacta al ver que Jaune había cobrado la forma de un Grimm, más específicamente un Beowulf de pelaje dorado y brillantes ojos azules. Pero aun así, la forma de Jaune era perfectamente visible dentro de la criatura. Había escuchado de parte de la misma Pyrrha e incluso de algunos profesores, que Jaune poseía una inusual cantidad de aura, mayor incluso que cualquier ingresante de primer año, pero lo que estaba frente a sus ojos era ridículo. En la mente de Weiss era inconcebible que alguien tuviera suficiente aura como para transformarse parcialmente en un Grimm.

Weiss salió de su estupefacción al ver como Jaune daba un tremendo salto hacia la torre, llegando a subir un cuarto de esta, para luego clavar sus garras y comenzar a trepar el edificio, cual bestia en búsqueda de su presa.

En la cima de la torre, yacían Ruby y Pyrrha, ambas con graves heridas y siendo rodeadas por una levitante Cinder, quien veía con ojos perversos a las indefensas chicas.

Aun con la ayuda de Ruby, Cinder había probado ser demasiado poderosa para Pyrrha. Aquella mujer no era menos que un demonio y el haber heredado los poderes de la Doncella del Otoño solo la había empeorado.

Ruby estaba inconsciente y con varios huesos rotos, luego de que Cinder la golpeara con uno de los engranes que antes controlaba Pyrrha. La pelirroja espartana por su parte, tenía un pierna rota y varias laceraciones sangrantes por todo el cuerpo.

A ambas no les quedaba mucho tiempo y Pyrrha lo sabía. Solo era cuestión de tiempo antes de que Cinder decidiera acabar con ellas de una vez por todas. Su único consuelo en ese momento era que su amado Jaune estaba a salvo; su pesar era que Ruby tendría que morir junto a ella.

Cinder, decidida a terminar con todo aquel pequeño circo, utilizó su magia para levantar un enorme trozo de pared, con el cual pretendía aplastar a ambas chicas.

Pyrrha se arrastró hacia donde se encontraba Ruby y la abrazó, mientras acariciaba sus cabellos y se disculpaba con ella por haber sido débil y dejar que ella compartiera su triste destino.

La roca cayó y Pyrrha cerró sus ojos, esperando el golpe, que curiosamente nunca llegó. Al abrir sus ojos, vislumbró un enorme Ursa frente a ella, el cual sostenía la enorme roca sobre sus cabezas, la que luego tiró hacia un lado. Una vez que Pyrrha observó mejor a su salvador, sus rostro se contrajo en una mueca de pavor absoluto. Dentro de aquel Ursa se encontraba Jaune, quien supuestamente debía de estar lejos de allí, a salvo.

― ¡Vete de aquí, Jaune! ¡No puedes vencerla! ¡Nadie puede! ―gritó Pyrrha, ignorando el nuevo poder que su amado había adquirido. No importaba que tan fuerte pareciera Jaune, aquella mujer era virtualmente invencible.

―No, Pyrrha ―respondió Jaune, mostrándose más calmado―. Tu ya me salvaste, es mi turno a hora―añadió, volteando un poco el rostro para mostrar a Pyrrha sus fieros ojos y su confianzuda sonrisa. Luego de eso regresó sus ojos hacia Cinder, la cual se había quedado sorprendida al verlo en su forma de Ursa.

Jaune no perdió el tiempo y se puso a cuatro patas, tomando ahora la forma de un Hipogrifo, agitó sus alas y se lanzó a embestir a Cinder, invencible o no, él la detendría lo suficiente para que alguien pudiera ayudar a Pyrrha y Ruby a escapar.

Cinder se recompuso y esquivó la embestida de Jaune, justo a tiempo para evitar el golpe, acto seguido utilizó sus nuevos poderes para formar estacas de cemento, las cuales lanzó hacia Jaune, quien también pudo esquivar el ataque.

Entre ambos comenzó un combate aéreo muy parejo, tanto así que seguían sin poder tocarse un pelo. A pesar de la inexperiencia de Jaune, su aura era lo suficientemente poderosa como para poder pasar por alto ese detalle.

Jaune atacaba con rápidas y poderosas embestidas y de vez en cuando cambiaba a la forma de un Nevermore, con la cual trató de empalar a Cinder con plumas de aura, las cuales fallaban en su cometido.

― (Qué demonios es este chico?) ―se preguntó Cinder, viendo que estaban casi igualados, cosa que debía de ser imposible dado el poder que ahora ostentaba.

Ni cinco minutos pasaron cuando la ayuda por fin llegó. Qrow, el tío de Ruby se hacía presente para poder llevarse a su sobrina y a una afligida Pyrrha, quien se negaba a dejar solo a Jaune con aquella monstruosa mujer. Qrow inmovilizó a Pyrrha y procedió a llevársela a un lugar más seguro junto con su sobrina. Antes de irse, el cazador asintió hacia Jaune, quien le devolvió el gesto y reanudó su combate con Cinder.

― ¡Tú no puedes vencerme! ―Gritó Cinder, comenzando a sentirse frustrada por no poder acertar ni un solo golpe a aquel mocoso impertinente.

Jaune volvió al techo de la torre y desactivó su Feral, usar tanto tiempo su nueva habilidad había comenzado a pasar factura a su cuerpo. Si quería dar un poco más de tiempo a Qrow, debería de comenzar a poner en práctica lo que Pyrrha le había enseñado durante sus noches en el tejado.

―Quizás… no ―respondió el rubio, sosteniéndose de sus rodillas para no caer al piso―… Pero puedo intentarlo― Desenfundó nuevamente su Crocea Mors y su escudo para poder hacer frente a Cinder, la cual comenzó a reír ante la ridícula visión de Jaune tratando de detenerla con una mísera espada que parecía de juguete y un escudo plegable que más bien era un chiste. Jaune rezó a sus antepasados para que estos le brindaran la fuerza que necesitaba para enfrentar a su enemiga.

Movida por una extraña sensación de profundo respeto por su oponente, Cinder descendió a tierra y desactivó sus poderes, para luego desenfundar sus cuchillas y ponerse en guardia. Aunque ella nunca lo diría, aquel chico se había ganado su admiración con solo el hecho de querer enfrentarla.

Se vieron a los ojos y comenzaron a correr contra el otro, arma en mano. Sus almas vibraban con locura, lo cual se reflejó en los movimientos de sus armas.

En combate cuerpo a cuerpo, Jaune no era rival para Cinder, pero aun así hizo su mejor esfuerzo para detener los golpes más mortíferos de la ahora Doncella del Otoño. Si bien sus habilidades con la espada habían mejorado exponencialmente, apenas y era capaz de mantenerse con vida, ya que estaba demasiado cansado y ella estaba en pleno uso de sus facultades.

El metal sonaba con furia, reflejando la luz de la herida luna sobre ellos, bañando sus cuerpos que se movían en una arrítmica danza. Y en un segundo todo terminó, no había sido un movimiento difícil de detener, ni siquiera muy elaborado, pero con un simple giró hacia la derecha, Cinder fue capaz de romper la defensa de Jaune y clavar una de sus cuchillas en el costado del chico.

La Doncella del Otoño dio un par de pasos atrás y contempló a su oponente, quien rápidamente se quitó la cuchilla de su costado y la arrojó lejos, mientras la sangre salía de su herida. Quiso alzar su escudo, pero se dio cuenta de que ya no estaba en su mano.

Jaune sacudió la cabeza y se dispuso a continuar la lucha empuñando su espada a dos manos, pero se dio cuenta de que las fuerzas le fallaban y su cuerpo dolía demasiado como para poder continuar.

Ya nuevamente en tierra, Qrow se reunió con Weiss, quien le yudo a acomodar a Ruby y Pyrrha. La pelirroja estaba inconsciente, pero aun en sueños rogaba que alguien salvara a su Jaune.

Qrow no sabía realmente que pensar de aquel chico, verdaderamente tenía más pantalones que muchos cazadores juntos. Aun cuando vio que su amiga o ni siquiera Ozpin eran rivales para ella, decidió enfrentarla para siquiera darle a él unos minutos y poder escapar.

Weiss se quedó de piedra al oír la forma tan cariñosa con la que la chica se refería a su atolondrado compañero, pero decidió no prestar importancia y dedicó unas palabras a Qrow.

―Señor Qrow ―comenzó―. Por favor ayude a nuestro amigo―dijo, con las lágrimas casi asomando por sus ojos.

Qrow maldijo por lo bajo y se apresuró a volver a la cima de la torre, debía de ayudar al mocoso, ya que al ver que no había más actividad en el techo, dedujo que se había quedado sin aura. Ni siquiera pudo entrar en el edificio cuando presenció una de las imágenes más dantescas que hubiese visto en su vida.

Volviendo nuevamente con Cinder y Jaune, estos dos se hallaban frente a frente, con una sonrisa en los labios del otro. Cinder sonreía con prepotencia, sabiéndose vencedora incluso cuando su oponente estuviera en pie. Jaune por su parte, sonreía de forma lastimera, puesto que ya no le quedaban lágrimas para llorar.

―Dime una cosa ―dijo Cinder, pasando su mano por la mejilla derecha de Jaune― ¿Valió la pena sacrificar tu vida por posponer algo que era inevitable? ―preguntó, quizás por morbo o solamente por curiosidad.

Jaune sonrió de forma altanera, permitiéndose incluso soltar una pequeña carcajada, cosa que desconcertó a su enemiga ―Sí… ―hizo una pausa, para recordar todos los buenos momentos que había vivido con Pyrrha, Ren y Nora. Todas aquellas misiones y peleas de comida juntos, los momentos buenos y los malos. Todo aquello que Jaune había guardado en su corazón y que atesoraría por siempre, le sirvió para encontrar las fuerzas que necesitaba y la voluntad que lo guio a una resolución.

Aprovechando algo tan simple como la luz de la luna, Jaune utilizó su espada para reflejarla hacia los ojos de Cinder, quien rápidamente se cubrió y trastabilló hacia atrás, dejándola abierta a cualquier ataque.

Jaune aprovechó la distracción para empalar a Cinder en el abdomen con su espada, haciendo que esta aullara del dolor al verse mortalmente herida. Su aura rodeó su cuerpo nuevamente y Jaune corrió a través del techo de la torre y cuando llegó al final, se lanzó al vacío con una aun empalada Cinder.

Cinder estaba en shock, le parecía irreal cómo todo había pasado de una victoria casi perfecta a una muerte casi segura. Se sentía una estúpida al verse burlada por quien quizás era el estudiante más mediocre de Beacon. Incluso en aquella situación, parte de ella seguía admirando la fuerza de voluntad de Jaune.

Jaune decidió utilizar aun más aura para impulsarse a toda velocidad hacia el suelo, cosa que fue contemplada por casi cualquier persona que estuviera suficientemente cerca para ver el resplandor que descendía por la torre que otrora fue la oficina del Director Ozpin.

― ¡SUELTAMEEEE! ―gritó Cinder, entrando en pánico al ver como su velocidad de caída aumentaba y como el cuelo se acercaba cada vez más. Pero lo que de verdad la asustó, fueron los ojos de Jaune, aquellos iracundos zafiros estaban decididos a tomar su vida, incluso a costa de la propia. Y por un momento en el que se olvidó de todo, aquellos ojos le parecieron hermosos, llenos de valor y resueltos a acabar con ella.

Mientras descendían, Jaune golpeaba continuamente a Cinder con su mano izquierda, en un intento de mantenerla aturdida, pero fracasó al darse cuenta de que Cinder había utilizado la cuchilla que aun sostenía para cercenar su brazo, izquierdo. Jaune se sorprendió al ver cómo su brazo se había desprendido de su cuerpo, dejando tras de él un rastro carmesí que alcanzó a manchar tenuemente su rostro.

Cinder trató de rebanar el cuello de Jaune con su arma, pero le fue impedido por el agudo dolor provocado por la espada en sus entrañas, la cual Jaune había girado para abrir aún más la herida y arrebatarle las fuerzas que le quedaban.

Segundos después de saltar, ambos se estrellaron contra el suelo a una velocidad frenética, creando incluso un cráter de gran tamaño pero poca profundidad, del cual salió la tambaleante figura de Jaune, quien dejaba atrás a una casi muerta Cinder, quien estaba hecha una desgracia, pero apenas viva.

Una vez salido del cráter, Jaune desactivó su campo de aura y se dejó caer al suelo boca arriba, respirando pesadamente mientras su muñón sangraba abundantemente. No le quedaba más de unos minutos, él lo sabía. En esos momentos ya no escuchaba ni sentía nada, todo daba vueltas y lo único que podía hacer era sonreír al ver que al fin había sido de utilidad, por fin había dejado de ser la damisela en apuros.

― ¡Jaune! ―gritó una enloquecida Pyrrha, la cual había despertado por el enorme pulso de aura que Jaune había expulsado. Trató de correr hacia él, pero su pierna rota y Weiss se lo impidieron. Como puso, Pyrrha se soltó y utilizó su Semblanza para crear un improvisado yeso con su bota metálica.

Cuando estuvo cerca e Jaune, la pelirroja no pudo contener las lágrimas que habían luchado por salir. Ver el deteriorado y masacrado cuerpo de su amado había sido demasiado. Levantó a Jaune con mucho esfuerzo y recostó la parte superior de su torso en su regazo, mientras que acariciaba sus cabellos y le pedía que no la dejara.

― ¡¿POR QUÉ LO HICISTE?! ―demandó saber Pyrrha, llorando lo más fuerte que pudo.

Jaune atinó a leer los labios de su compañera y dio su respuesta―Por… cobar…de ―dijo, dejando sorprendida a Pyrrha y a los demás, quienes comenzaban a acercarse.

Alrededor de él estaban la mitad del Equipo RWBY, SSSN, CFVY y el resto del equipo JNPR. Diablos, hasta los del equipo CRDL estaban ahí, todos reunidos para verlo en sus últimos momentos. Quizás los únicos que faltaban eran Blake y Yang, quienes no se veían por ningún lugar.

―No quise… vivir una… vida… sin ti. Sin… todos ―continuó el moribundo rubio, haciendo pequeñas muecas de dolor.

― ¡No gastes energía hablando! ¡La ambulancia estará aquí pronto! ―gritó Weiss, quien se había apresurado a pedir ayuda médica para su amigo, mientras que Nora y Ren trataban de detener el sangrado.

―Estoy… murien…do… Pyrrha ―dijo Jaune, sin perder su sonrisa ni por un momento.

― ¡Eso no es cierto! ―interrumpió la pelirroja, abrazando a Jaune más fuertemente, sintiendo que se le desvanecería de las manos, como el viento desaparece las huellas en la arena.

― ¡Te vas a poner bien! ¡Solo resiste! ―dijo Ren, quien había comenzado a traspasar algo de su aura a su compañero, siendo ayudado por Nora para esta tarea. Por más que se estaban esforzando, lo único que hacían era retrasar lo inevitable y lo peor de todo es que ellos lo sabían.

―No me dejes ―imploró Pyrrha, juntando su frente con la de Jaune―. Tu no, por favor.

―Lamento… no… haber…me… dado cuenta… de tus… sentimi…entos ―Jaune alzó su mano y derecha y limpió una de las lágrimas de Pyrrha, quien sujetó su mano para sentir su calor. Jaune vio a Pyrrha siendo iluminada por la pálida luz de la fragmentada luna y se dio cuenta de cuan hermosa era. Solamente le quedaba agradecer al Dios en turno por haberle concedido la gracia de haberla conocido y pasar sus últimos momentos con ella.

―No te disculpes… por favor, no lo hagas ―imploraba en voz baja la pelirroja.

―Hasta… siempre… Pyrrha ―fueron las últimas palabras de Jaune, quien dejó caer su mano al suelo, coincidiendo con su último respiro. Segundos después, su cuerpo comenzó a desintegrarse en partículas blancas, las cuales fueron llevadas por el viento nocturno.

― JAAAAAAAAAAAAAAAAUNE!

El grito de Pyrrha había sido desgarrador, nadie pudo negarlo. Todos los presentes dejaron escapar lágrima de frustración, tristeza, rabia y odio. Ni siquiera Cardin y su pandilla pudieron controlarse.

Aquella noche, Jaune Arc quien vivió como un pequeño hombre, murió como un verdadero coloso y su heroísmo nunca seria olvidado.

Lo que nadie supo en ese momento, es que en las afueras, específicamente en el bosque de esmeralda, un brillo dorado se hizo presente, trayendo consigo la vida de un nuevo ser que los dejaría con la boca abierta.

Bueno, eso fue todo por hoy, espero que les haya gustado y dejen su opinión. Me quedó un poco corto, pero prometo hacer los siguientes caps un poco más largos. Como verán, quise salirme un poco de la rutina e idear algo nuevo. Como dije, este va a ser un fic totalmente Arkos, aunque sea con un fantasmal Jaune XDDD. Cualquier crítica constructiva será bien recibida.

Se despide Payaso Coronado.

¡Hasta la próximaaa!