No había música, no había ritmo, pero Rin estaba bailando. Sus pequeños pies descalzos moviéndose al compás de un sonido imaginario, deslizándose sobre el pasto.
Sus pies se movían, sus manos y sus cabellos lo acompañaban en su movimiento. Muchos minutos pasan en que ella parece no aburrirse, con los ojos cerrados, no se detiene, sigue danzando, sus pies están cansados, su piel transpira, pero su alma y su mente quieren seguir moviéndose.
Cuando sus ojos marrones se abren. Se queda mirando a su señor que no aparta la vista de ella. Sonríe al sentirse observada por él. Se acerca casi por voluntad propia de sus pies y tiende su mano al demonio.
—¿Le gustaría bailar conmigo, Sesshomaru_sama?
Lo invita. Él la observa con sorpresa y luego a su mano colgante. No sabe que lo impulso a hacerlo, pero al minuto, acepta su mano y se levanta, deja que lo guie hasta que se detiene y ella toma la manga de su kimono.
Ella inicia, nuevamente con el baile que –ahora- es en pareja. Y enseguida es notable, que los dos no están en sintonía. (Rin lo pisa)
Los pasos de la niña son torpes en comparación con el demonio, ya que ella no seguía el ritmo que Sesshomaru marcaba, que le trataba de imponer y cuando este quería seguir a la chica, ella cambiaba de inmediato el compás. Haciéndolo completamente imposible.
No había sincronización, a pesar de Rin quería adaptarse a la manera de bailar de su señor. Al rato, dejo de importarle, sonrió, rió, por lo tanto que se estaba divirtiendo en su compañía como denotaba esa melodía que su boca comenzó a tararear mientras danzaban y él aunque estaba como irritado al comienzo, empezó a disfrutarlo.
—Perdón Sesshomaru_sama —sus mejillas se pusieron rosadas como un melocotón, al pisarlo por cuarta vez.
El individuo, a pesar de los múltiples pisotones que la criatura le daba, y eran muchos, le agradaba estar a su lado de esa manera. En fin, no le dolía que apoye su pie descalzo sobre el suyo.
—Ups, perdón —se disculpó por novena vez, la niña.
Por eso cuando la joven, ya quería alejarse de él, avergonzada por tanto daño –como creía que le causo - y no porque quería dejar de bailar con su señor. Sesshomaru no la deja. Con tal de que Rin siguiera bailando a su lado, el demonio aguantaría cada pisotón hecho por la humana.
