Teenage Mutant Ninja Turtles no me pertenece, y esto solo es un pobre intento de Fic (¬¬) pero con mucha onda.
Feliz Año Nuevo a todos los lectores... y ahora empecemos con la tortura.
…
¡Mikey-Oniichan! ¡Mikey-Senpai!
...
La misteriosa sustancia amarilla
…
Splinter sonrió levemente al ver que Michelangelo estaba durmiendo en la misma kata hace más de media hora. La flexibilidad y naturalidad de la pose le hizo sentir escalofríos, alegrándose internamente de que el joven quelonio no este muy interesado en entrenar tiempo completo como sus hermanos mayores.
Por suerte, a diferencia de Raphael, Michelangelo no veía la necesidad de hacerse más fuerte para ser feliz. Splinter estaba seguro que su hijo planeaba apoyarse en su talento natural y en sus hermanos a la hora de un combate. En el futuro tal vez madure lo suficiente para abandonar algunos de sus pasatiempos de la niñez, pero de seguro que seguiría adoptando una actitud más pacífica y alejada del ninjutsu.
La posibilidad de que Michelangelo se convirtiera en un maestro ninja era tristemente remota. Splinter tenía muchas esperanzas en él, pero lo veía poco interesado en la pedagogía y la disciplina. Era una lastima, porque no era muy habitual encontrar en los practicantes de ninjutsu alguien con su carácter y su buen corazón.
-Michelangelo, despierta- Splinter elevó la voz en medio del dojo. Su hijo abrió los ojos, dándose cuenta que aún estaba parado en el poste de equilibrio, levantando la pierna en la posición de la grulla. Al despabilarse por completo, Mikey pierde el equilibrio y cae al suelo, de forma poco agraciada.
-¿Q-qué? ¿Ya terminamos…?- Mikey miró confundido a su sensei -¿Dónde están los demás?-
-Tus hermanos se fueron hace quince minutos- Splinter pasa su mano por su fina barba y sonríe levemente –Esperé que despertaras por tu cuenta, pero siendo que ya es hora de cenar…-
-Jejeje Creo que me quede dormido- Mikey se rasca la nuca mientras sonríe con calma.
-Supongo que has completado las katas de hoy, aunque podríamos entrenar un poco más… si no tienes planes- Splinter tenía deseos de darle a su hijo unas lecciones de concentración, para que por lo menos, lograra enfocarse un poco más en las misiones. Se preocupaba demasiado, más cuando escuchaba las quejas de Leonardo sobre la falta de atención de su hermano menor.
Michelangelo pasó su mano en su mentón y comenzó a pensar, tratando de recordar sus compromisos.
-Solo visitar a Murakami-san- Mikey sonríe ampliamente, colocando sus manos detrás de su cabeza.
Splinter asiente levemente al recordar que su hijo se convirtió en pupilo de un viejo chef oriental. De seguro Michelangelo estaba tratando de buscar otras aspiraciones a parte del ninjutsu, pero por la actitud reservada que estaba adoptando, se preguntaba que clase de enseñanza impartía el tal Murakami.
Un día de estos debería intercambiar palabras con el amable cocinero ciego que aceptó al más disperso de sus hijos como un valioso alumno.
-¿Crees que tus hermanos se hayan terminado la pizza de la cena?-
Splinter no terminó de decir esto que ve a su hijo se precipitarse hacia la cocina, como si el mismo demonio lo estuviera persiguiendo. Esperaba que Michelangelo no se enojara por la pequeña broma que le hizo.
(…)
-Genial, el maestro se equivocó- Mikey ataca los últimos trozos de pizza que habitaban en la caja, sin prestar atención a Leonardo, que aún estaba en la mesa de la cocina bebiendo un poco de té.
-¿Mikey? ¿Por qué estás comiendo tan deprisa?- El joven líder miraba preocupado a su hermano mientras este casi se atraganta con un trozo de pizza.
-Me quede dormido en la última kata que hicimos, y se me hizo muy tarde- Mikey escupe trozos de pizza en la cara de Leo, y finalmente logra tragar para luego continuar hablando -Dentro de media hora debo ir a ver a Murakami-san-
-No deberías estar tragando pizza si vas a cocinar con Murakami-san-
-Necesito la pizza para inspirarme- Mikey eleva el trozo de pizza sobre su cabeza, adoptando una pose dramática –Estás delante del genio que cocinara el primer Ramen con sabor a pizza-
Leo no sabía que decirle a su hermano, pero decide ignorar su último comentario para formular la única duda que tenía -¿Quién va ir contigo?-
-Don y April serán mis chaperones, asegurándome todo el permiso que el sensei pueda darme-
-No creo que deberían ir los tres solos- Leo no termina de decir esto que Donnie aparece detrás de él, haciendo ojitos de cachorro. Él se le queda mirando por un momento, y luego entorna sus ojos con fastidio.
-Donnie, sabes que eso solo le funciona a Mikey-
-Leo, por favor, es mi oportunidad de tener una cita con April con cena incluida- Donnie deja de intentar tocar el corazón de su hermano mayor y trata de convencerlo con lógica –No llamaremos la atención de nadie, usaremos disfraces y tengo registrados los movimientos de los Dragones Púrpura desde hace una semana, confirmando que estarán en un radio de un kilómetro de allí-
-Bien, aunque no creo que eso sea una cita- Leo levanta levemente los hombros, tratando de señalar lo obvio a su hermano -¿Mikey no va con ustedes?-
-No deja de ser una cita- Donnie parecía que estaba determinado en que todo saliera según sus planes, así que Leo trata de no contradecirlo.
-¡Hey, April!- Mikey deja de comer para saludar a la chica que estaba entrando a la cocina. Tanto Leo como Donnie la saludaron con una sonrisa falsa, actuando como si no estuvieran hablando de ella en ese momento. Para su suerte, Mikey estaba demasiado perdido en su trozo de pizza para prestarles atención.
-¿Lista para visitar a Murakami-san?- Dijo Donnie con un tono demasiado vehemente. Leo agradeció internamente que Raph no estuviera allí para ver como su hermano se ridiculizaba a si mismo, y se prometió internamente que nunca perdería la compostura delante de una chica, por más guapa que fuese.
-Claro, les traje los abrigos y sombreros para que se disfracen- April deja la caja sobre la mesa, que de inmediato es atacada por Mikey. Ella sonríe levemente mientras agrega -Son de papá pero creo que les va a quedar a los dos-
-Genial, me veo como uno de esos espías de la tele- Mikey estaba emocionado, mientras escondía su cabeza dejado del sombrero que había escogido April para él.
-Por lo menos no llamaran la atención de los Dragones Púrpura- Leo examina uno de los abrigos, y se lo prueba. Gruñe por lo bajo al notar que le quedaba demasiado grande, y termino por enfadarse al ver que a Donnie le quedaba a la perfección. Aún no quería perder las esperanzas de crecer un poco más, pero algo le decía que no iba a ser tan alto como su hermano.
En ese momento Raph llega como una tromba, todo enjabonado, sin preocuparse que April estuviera allí. Estaba demasiado enojado para darse cuenta de las sutilezas.
-Donnie, no sale agua de la ducha- La voz del joven mutante sonaba demasiado demandante, tratando a su hermano como una especie de empleado que debía cumplir con todos sus caprichos. Leo vio reprochable esa actitud y le da un zape a Raph.
-No estés mangoneando a Don- Dice Leo mientras su hermano lo mira molesto, mientras le réplica -¿Qué quieres que haga? No tengo idea de como repararla-
-¿Estás de broma Raph? Iba a salir con April- Donnie se da cuenta de su desliz y agrega de inmediato –Para acompañar a Mikey al restaurante de Murakami-
-No te preocupes Donnie, April puede ser mi niñera- Mikey eleva los hombros con calma, ganándose un mirada de enfado de su hermano con su obvia observación. April parecía estar de acuerdo, porque no quería llegar tarde con Murakami.
-Claro, no creo que haya problema que vayamos solo los dos- La chica nota que Donatello se estaba deprimiendo, por lo que trata de levantar su moral –Puedes alcanzarnos cuando termines, Donnie-
-Está bien, iré a ver esa ducha- Se despide con tristeza de April y Mikey, los cuales salen de la guarida charlando animadamente. A Donatello no le parecía justo, se suponía que era su tarde libre. Cero reparaciones, cero entrenamientos, solo un momento de calidad con April y su hermano ¿Era mucho pedir?
-Leo ¿Me das una mano con esto?- Donnie no era de pedir ayuda a su hermano, pero realmente quería sus horas de esparcimiento. Desde que Shredder les había declarado la guerra a ellos, los entrenamientos se hicieron tan duros que esos momentos de descanso eran muy apreciados.
-Está bien, además aprovechare a aprender algo de plomería- Leo ayuda a su hermano a cargar su otra caja de herramientas –Así no tendríamos que cargarte con todo estos trabajos-
-Es bastante fácil, aunque estoy apurado para darte una lección decente- Donnie se dirige a la ducha para ver la salida de agua.
(…)
Después de unos cuantos minutos, Donatello comprobó que no había ninguna obstrucción en los conductos que alimentaban la ducha del baño, por lo que frunció el ceño molesto. Tal vez el asunto de la ducha le llevaría más tiempo de solucionar de lo que pensaba.
–Esto es raro-
El joven quelonio comprobó las perillas de agua de los lavatorios y estas seguían sin funcionar. De repente un sonido extraño le llamó la atención, pero no pudo identificarlo porque sus hermanos comenzaron a cuchichear entre ellos.
-¿Ya está?- Raph sonaba impaciente. Donnie lo ignora y le pide a Leo que le pase la llave inglesa para poder remover el lavatorio.
-Espera un momento- Dice con calma Leo, mientras asiste a Donnie con la dichosa herramienta.
-Tu no eres el que esta lleno de jabón, así que no me digas que espere- Raph estaba cada vez más irritado.
-Si no tardaras tanto en bañarte…- Musita Leo, tratando de no sonar demasiado impertinente.
-No me digas que ahora mides el tiempo que tardo en bañarme ¿Para que? ¿Para decirme que me tomo demasiado tiempo para asearme?-
-Yo solo digo que…-
-Basta los dos, estoy tratando de arreglar esto y sus discusiones no me ayudan… Esto es… Esto no es bueno- Donatello trata de prestar atención al ruido de la cañería, y finalmente se aparta del lavado como si estuviera por atacarlo –Chicos, salgan del baño-
-¿Qué pasa Donnie?- Leonardo mira un poco preocupado al lavado y escucha un ruido muy extraño. Raphael abre la boca para decir algo pero es interrumpido por Donatello.
-Esto va a estallar-
De repente, el grifo del lavatorio sale disparado hacia la cara de Raph por la presión que ejercía una rara sustancia amarilla. Leo desvía la pieza metálica con un rápido movimiento con la caja de herramientas, evitando que golpee a su hermano.
-¿Qué es eso?- Raph ve atónito como la sustancia comienza a salir a una presión impresionante. Todos quedaron empapados por ese liquido color amarillento que no paraba de brotar de los tubos de las cañerías.
Donnie trató desesperadamente de sellar los tubos, pero la sustancia seguía brotando a una velocidad espantosa. El baño no tardó en quedar completamente inundado en pocos segundos.
-Hay que salir de aquí- Leo sujeta a su Donnie del filo de su caparazón y lo arrastra en medio de aquel líquido tan espeso. Era dificultoso caminar, y a medida que avanzaban para salir de allí, sus fuerzas disminuían.
-¿Qué está pasando?- La voz de Raph cambió de una forma extraña, y Donnie no pudo evitar notar que las coderas y las vendas comenzaron a desajustarse.
-Algo raro le esta pasando con nuestros cuerpos, estamos perdiendo masa muscular-
-Rápido, busquemos una forma de quitarnos esta sustancia del cuerpo…- Pero Leo se queda petrificado al salir del baño y ver el resto de la guarida llena de aquella sustancia. Splinter estaba cubierto de limo amarillo, pero había evitado que Spike fuera alcanzado, llegándolo a cuestas.
-¡Sensei! ¡Spike!- Raph trató de hablar, y su voz salió más aguda. Se dio cuenta que estaba perdiendo altura, y que la sustancia estaba comenzando a llegarle al cuello. Leo y Donnie estaban en las mismas condiciones.
Splinter también había entrado en contacto con la extraña sustancia que invadía la guarida. Notó que sus manos perdían sus arrugas y su cuerpo de rata comenzó a cambiar. Alterado, no dudó en ponerse en marcha para sacar a todos de allí. No podía pensar en una solución para salvar la guarida, pero sentía que debía encontrar un lugar seguro para ellos. Debía alejarlos de aquella sustancia amarilla a como de lugar.
Tomó un trozo de tela y la coloco alrededor de su cuerpo para depositar a Spike adentro, que ya se había ocultado en su caparazón.
El pequeño sabía que estaban en problemas.
Splinter saltó sobre la mesa, tratando de quitarse la sustancia de encima. Su túnica comenzó a quedarle demasiado holgada pero le resto importancia. Cargo a sus tres hijos que estaban el pasillo, sintiendo que sus cuerpos habían disminuido en tamaño y peso.
Los tres estaban horrorizados. Splinter los miró con una expresión seria mezclada con preocupación.
-No se preocupen, yo los sacaré que aquí-
(…)
April estaba impresionada al ver a Mikey y Murakami cocinando. Los dos parecían ser maquinas precisas que no paraban un solo segundo en amasar, sazonar, estirar y trozar.
Era increíble que Mikey pudiera hacer tantas cosas al mismo tiempo, siendo que le costaba tanto concentrarse. April quería preguntarle a Murakami como había hecho para que la joven tortuga pueda concentrarse en tantas cosas al mismo tiempo.
-No es que este haciendo todo al mismo tiempo- Murakami deja que Mikey termine de cortar los fideos mientras el caldo del ramen termina de cocinarse –Si te fijas bien, Michelangelo-san solo dedica unos cuantos segundos para completar cada tarea y pasa a otra, de ese modo no pierde la concentración-
-Es decir que solo has seccionado todas sus tareas-
-Exacto, hacer las cosas al mismo tiempo es imposible, y concentrarse en una sola cosa por mucho tiempo es muy difícil- Murakami deja se mueve hacia un lado, intuyendo que el joven quelonio iba a pasar por ese lugar sin mirar. Era increíble como el aquel hombre, a pesar de haber perdido la vista, podía actuar como si tuviera ojos en la espalda.
-¿Tenía problemas para concentrarse, Murakami-san?- April le sonríe con simpatía al hombre, y este se ríe con reserva.
-Si, y aún los tengo, fue… problemático, cuando era más joven- El cocinero tanteo levemente la mesa para movilizarse y sentarse del otro lado de la barra, al lado de April -Pero uno aprende atajos para superar esos conflictos y salir adelante-
-Listo Murakami-san, miso ramen-
Habían pasado unos cuantos minutos en los que Mikey terminaba de preparar los dos platos con caldo, carne y fideos. Los llevó a la barra, sin poder evitar sentir un poco de mariposas en el estómago.
-Buen trabajo, Michelangelo-san- El hombre ciego recibió su ración de humeante caldo con fideos con una sonrisa simpática, y April también. Mikey los miró ansioso, esperando que lo prueben.
April miró con curiosidad a Murakami. Este tanteo su cuchara y bebió un poco del caldo que había en su tazón. Sonrió levemente al saborearlo, tomó los palillos con rapidez para comenzar a probar los fideos.
Ella no sabía por la expresión de Murakami si estaba bien o mal lo que había hecho Mikey, y no parecía estar interesado en decir absolutamente nada mientras comía.
April observó a Mikey, y notó que estaba muy entusiasmado, esperando a que probara su creación. Aún tenía ciertas dudas de probar algo hecho por él, más si recordaba algunas anécdotas, contadas por Donatello, sobre las dotes culinarias de su hermano menor. Debía admitir que extrañaba a su amigo, por lo menos podía confiar que si algo malo le pasaba después de comer, él iba a estar ahí para ayudarla.
Finalmente, ella tomó los palillos y respiró levemente. Cerró los ojos mientras sorbía los fideos, esperando vaya saber que. Se llevó una agradable sorpresa. April sintió el delicioso caldo bailando en su boca y sonrió levemente al tragar. Estaba muy bueno. Atacó nuevamente su tazón, con una enorme sonrisa.
-April ¿Qué te pareció?- Mikey miro algo conmocionado como la chica estaba arrasando con los fideos, a una velocidad que la hacía lucir poco femenina.
-Está muy bueno- La sonrisa de April era esplendida. Lucía como si le hubieran contado el mejor chiste de su vida –Me hace sentir muy feliz-
-¿Feliz?- Mikey estaba un poco confundido por esa rara declaración.
La chica no dijo mucho más. Terminó con los fideos, y luego tomó el tazón en sus manos para sorber el resto del caldo. Después de tragar todo su contenido, comenzó a reírse a carcajadas. Ella se estaba riendo tanto que Mikey miró un poco preocupado a Murakami. El anciano también se reía, pero con menos efusividad.
-¿Qué le pasa a April?- Mikey estaba un poco asustado por la extraña reacción de su amiga
-La comida transmite emociones, Michelangelo-san- Responde impasible Murakami, mientras April seguía riéndose de forma histérica.
-Ya veo- Mikey seguía alterado.
-Michelangelo-san, un buen cocinero no solo prepara la comida para alimentar el cuerpo, también deja una parte de él en cada una de sus creaciones- Murakami sonríe complacido de los resultados obtenidos por su joven aprendiz –Uno aprende a nutrir el alma de la gente con cada plato que hace, aportando una parte de la suya-
-Hai- Michelangelo no pudo evitar sonrojarse un poco, no estaba acostumbrado a que lo halagaran por su comida. El único que le había gustado algo que haya cocinado antes era Leatherhead, pero no dejaba de ser agradable escucharlo de otras personas.
"¿A Leatherhead le gustará también? Le voy a llevar un poco ramen para que lo pruebe" Pensó Mikey con una ligera sonrisa.
Pasó poco tiempo para que April dejara de reírse como loca, y mira un poco conmocionada al joven mutante.
-Esto es increíble, hay que hacer que los chicos lo prueben-
-También le llevaré un poco a Splinter, nos contó una vez que cuando era más joven le gustaba el miso ramen- Mikey se sentía feliz de poder preparar un plato originario del país natal de su maestro.
-¿Aún quieres hacer que el ramen sepa a pizza?- April estaba al tanto de sus planes, y vio que Murakami no pudo evitar sonreír ante semejante idea.
-Claro que si, será genial, ahora que se como prepararlo solo debo buscar la combinación adecuada de sabores y mucho queso- Mikey hace un gesto extraño, como si quisiera emular un actor de una película de terror de bajo presupuesto –Todos presenciaran la increíble creación del Dr. Ramenstain-
-Sería interesante probar semejante plato- Murakami parecía estar disfrutando de aquella iniciativa, pero de repente, frunció un poco el ceño un tanto inquieto -¿Tu hermano no iba a venir pronto?-
-Es verdad- April recordó a Donnie y sacó su T-phone para llamarlo. Tal vez la reparación le había llevado más tiempo del que pensaba. Pero todo lo que hacía el teléfono era enviarla a la casilla de correo de voz –Esto es raro, Donnie no contesta-
Mikey saca su teléfono para llamar a Leonardo, mientras que April intenta llamar a Raphael.
Nada.
-Tengo un mal presentimiento- Declara finalmente April.
-Vamos a ver si todos están bien- Mikey se coloca su abrigo y April su chaqueta con capucha para salir de allí -Nos vemos pronto, Murakami-san-
Se despiden del cocinero ciego, y salen corriendo a toda prisa hacia la guarida, esperando que nada malo haya pasado en su ausencia.
(…)
N/A: Tal vez esta historia tenga algunos fallos en su redacción, trataré de revisar todo para que salga bien, desenme suerte.
Saludos y gracias por leer desde ya :)
