Las notas de un acordeón interrumpieron su sueño, cualquiera hubiera reaccionado con molestia o miedo ante el sonido pero el no, él sonrió y se levantó rápidamente pues sabia a la perfección que esa lenta tonada significaba que su amigo había ido a visitarlo.
Se calzo los tenis rojos que le encantaba usar y salió por la ventana hacia el oscuro jardín sin un atisbo de miedo, estaba en su casa y la oscuridad nunca le causo aversión además su amigo no permitiría que nada lo dañara. Siguió la melodía hasta que la luz lunar le permitió ver a su único amigo; un hombre alto y delgado que tocaba un viejo acordeón, todo él era solo dos colores: blanco y negro incluso su nariz que era cónica.
-…the weasel- unisonó el ultimo verso con su amigo, un simpático payaso.
-Buenas noches Dami, mi querido niño –saludo haciendo una reverencia.
-Buenas noches Jack –respondió sonriendo.
-Oh pequeño, ¿cuántas veces te he dicho que me llames por mi nombre completo? –dio tres levísimos golpecitos con su dedo al niño en la nariz. – Soy Laughing Jack, repite conmigo: Laughing Jack.
-Yo prefiero decirte Jack.
Era un día realmente extraño en Gotham, no, no estaba lloviendo balas o explosiones; ni siquiera se oían las patrullas persiguiendo algún desquiciado paciente de Arkham, eso era normal en la ciudad oscura. En cambio había un aura de tranquilidad y paz, el sol resplandecía como nunca y el ambiente estaba lleno del trinar de aves y risas de niños. Aun más raro que eso, Damian Wayne se encontraba en el parque. Ok eso no era tan extraño, al menos no hasta hace unos meses atrás; el Wayne menor solía ir ahí con su mejor (y único) amigo Colin Wilkes pero este fue adoptado y junto con su nueva familia se mudó al otro lado del país así que Damian se quedó solo; su familia tenía sus propios asuntos que atener y no tenían tiempo para él.
Por eso cada que tenía un tiempo libre salía a caminar por la contaminada Gotham, tal vez encontrara algo interesante que pudiera captar su atención. Y ese día lo encontró. Una pequeña multitud de niños rodeaban algo o a alguien, curioso se acercó, no le daba buena espina o quizás era porque en las dos horas que llevaba ahí no vio a ningún adulto.
-¡Venga uno, vengan todos! ¡Sean grandes o pequeños! Para ver al mejor payaso de todos, el único, el inigualable ¡Laughing Jack!
'Round and 'round the cobbler's bench
the monkey chased the weasel,
the monkey thought 'twas all in fun
Pop! Goes the weasel.Se acercó y vio a un payaso tocando el acordeón mientras los niños lo miraban con una extraña alegría, como si estuvieran…
A penny for a spool of thread
A penny for a needle,
That's the way themoneygoes,
Pop! Goes the weasel.
Su línea de pensamiento se cortó, la canción le pareció sin sentido pero entretenida y antes de darse cuenta se quedó viendo el acto de aquel singular payaso.
A half a pound of tupenny rice, Up and down the London road,
A half a pound of treacle.
Mix it up and make it nice,
Pop! Goes the weasel.
In and out of the Eagle,
That's the way the money goes,
Pop!
El susodicho sujeto realizo actos propios de su oficio y unos cuantos de magia tan buenos que a pesar de saber que eran simples trucos Damian no pudo evitar sorprenderse al verlos. Cerca de una hora paso antes de que el sol comenzara a esconderse, Laughing Jack apareció una gran cantidad de dulces la cual repartió entre toda su audiencia; Damian tomo unos cuantos y se retiró, un par de calles después los tiro a la basura, una lección que le había costado aprender era no comer cosas que te de un desconocido.
Llego a la enorme mansión que llamaba casa y la encontró vacía como últimamente, solo Titus y Alfred (el gato) sus mascotas se encontraban, sus hermanos y hermanas se encontraban en sus propias misiones o en otras ciudades, el mayordomo (que para el era como un abuelo) estaba en Inglaterra en una muy merecidas y necesitadas vacaciones; y su padre, bueno él llegaba casi a la hora de la patrulla.
Suspirando se dirigió a la cocina para comer algo antes de alistarse para salir con su padre a recorrer las calles de Gotham.
Una agotadora patrulla después
Arrastrando los pies llego hasta su cama y sin más reparos se dejó caer en ella, no importaba que tan exigente hubiera sido su entrenamiento los golpes de Bane dolían. A pesar del cansancio no podía conciliar el sueño, rodo en la amplia cama pero no podía dormir; hasta que escucho un acordeón. No supo si en realidad lo oía o solo era su subconsciente reproduciendo la tonada que había escuchado esa tarde.
