Hola! Mi nombre es Maria H.A (sé que suena pésimo, pero no sabía que sobrenombre ponerme). Bueno, esta es la primera vez que escribo una historia y me alegro mucho de que trate sobre Kung fu panda, pues cuando vi la primera película me pareció muy bonita y chistosa, y con la segunda película, uff, me ilusione hasta el punto en que lo vi muchas veces que perdí la cuenta, sobre todo con Po y Tigresa, los amo, son perfectos como pareja, hasta que me enteré que había una serie, y me agrado, ya que ya vi todos los capítulos hasta ahora, algunos en inglés y otros en español, y también vi las demás películas de los secretos de los cinco furiosos y los maestros y bueno también Kung fu panda vacaciones jajajajaja xd

Ah, ¿en que estaba?... cierto, en la historia que hice, bueno, sinceramente es que no sé si estará bien hecho, pero es que me cansé de leer tantos fanfics y no ser capaz de escribir siquiera uno. Ahora mismo me encuentro emocionada, espero que este fanfic pueda ser leído y agradable ante todos (ojalá D: ) y quisiera que dejasen sus rewiews, ya sea para felicitarme o criticarme, pero por favor, dejen mensajes, que así me animan a seguir escribiendo esta historia *-* (ojitos de cachorrito)

Okey, aquí va el disclaimer: Los personajes de Kung fu panda no me pertenecen.

Vamos, con la historia c;


EL HILO ROJO DEL DESTINO

Capitulo 1: Una leyenda, un inicio

Cuenta la leyenda que hace mucho tiempo, un emperador se enteró de que en una de las provincias de su reino vivía una bruja muy poderosa, quien tenía la capacidad de poder ver el hilo rojo del destino y la mandó traer ante su presencia. Cuando la bruja llegó, el emperador le ordenó que buscara el otro extremo del hilo que llevaba atado al meñique y lo llevara ante la que sería su esposa. La bruja accedió a esta petición y comenzó a seguir y seguir el hilo. Esta búsqueda los llevó hasta un mercado, en donde una pobre campesina con una bebé en los brazos ofrecía sus productos. Al llegar hasta donde estaba esta campesina, se detuvo frente a ella y la invitó a ponerse de pie. Hizo que el joven emperador se acercara y le dijo: «Aquí termina tu hilo», pero al escuchar esto el emperador enfureció, creyendo que era una burla de la bruja, empujó a la campesina que aún llevaba a su pequeña bebé en brazos y la hizo caer, haciendo que la bebé se hiciera una gran herida en la frente, ordenó a sus guardias que detuvieran a la bruja y le cortaran la cabeza. Muchos años después, llegó el momento en que este emperador debía casarse y su corte le recomendó que lo mejor era que desposara a la hija de un general muy poderoso. Aceptó y llegó el día de la boda. Y en el momento de ver por primera vez la cara de su esposa, la cual entró al templo con un hermoso vestido y un velo que la cubría totalmente. Al levantárselo, vio que ese hermoso rostro tenía una cicatriz muy peculiar en la frente.

"Un hilo rojo invisible conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, a pesar del tiempo, del lugar, a pesar de las circunstancias. El hilo puede tensarse o enredarse, pero nunca podrá romperse"

Tigresa cerró bruscamente el pergamino. Había terminado de leerlo, pero por alguna extraña razón aquella última frase le causaba un escalofrío por todo su cuerpo. Pero… ¿por qué? ¿Por qué se sentía de esa forma al leer o escuchar ese tipo de historias sobre el amor?, si ella no creía en ello. Tigresa suspiró para luego fruncir el ceño, dejó el rollo sobre la mesa y se levantó de la silla en donde estaba sentada, dispuesta a irse.

- ¿Tie… tiene alguna duda con aquel rollo?- Tigresa volteó para encontrarse con una cerdita joven, quien llevaba puesto un kimono de color rosado con detalles de pequeñas flores color fucsia y un cinturón de color amarillo.

-No… - Soltó rápidamente, pero luego lo pensó mejor, ¿En realidad no lo tenía?- Bueno, sí

La cerdita levantó una ceja, mirando de manera confundida a la maestra.

-Sí, sí tengo dudas- aclaró Tigresa, esperando a que la cerdita dejara de mirarla de aquella forma que la hacía incomodarse.

La cerdita sonrió y se acercó lentamente a donde estaba Tigresa, luego se sentó en una banca junto a ella.

-Pues entonces, la escucho- dijo, señalando la banca de la maestra invitándola a que tomase asiento.

Tigresa se sentó lentamente sobre su banca y, por un momento, estuvo tratando de acomodarse en ella, hasta que se decidió a hablar.

-Bueno, primero que nada, no entiendo claramente que es eso del hilo rojo del destino o invisible o… lo que sea- después de decir aquellas palabras, miró directamente a la cerdita, esperando una respuesta.

- El hilo rojo está atado de manera invisible alrededor de los dedos meñiques de los hombres y mujeres que están destinados a ser pareja desde su nacimiento- explicó la cerdita. Tigresa se quedó callada por unos segundos, tratando de asimilar la información.

-¿Pero cómo es que están destinados a ser pareja, incluso desde su nacimiento?- A Tigresa por un momento le pareció injusta cierta idea, ¿no se suponía que cada quien escogía a su pareja?, el hecho de que las parejas ya estaban destinadas de por sí, sonaba a como una atadura que no te permitía buscar eso del verdadero amor. O eso creía, ella.

-En el origen, éramos entidades únicas, las cuales tuvimos que dividirnos en dos mitades, en dos personas, esas personas están destinadas a estar juntos, cada vez que son reencarnadas, siendo almas gemelas- Ahora si Tigresa estaba más que confundida que antes, ¿acaso no estaban hablando del hilo rojo de… lo que sea, y ahora ya venía el tema de las almas gemelas?

-No comprendo- dijo de manera cortante. La cerdita suspiró de cansancio, al parecer la maestra no era muy buena entendiendo temas sobre el amor.

-Tú tienes tu alma gemela, solo una, quien es tu otra mitad- decía la cerdita mientras señalaba con su dedo índice a Tigresa- Sus almas eran una, pero fueron separados en dos, haciendo que ustedes estén destinados a ser pareja.

Tigresa hizo un "Oh" con sus labios, comprendiendo por fin lo que quería explicar la cerdita.

-¿Pero… cómo es posible saber quién es esa alma gemela?- La cerdita se quedó sin decir palabra por un momento, esa pregunta si que no sabía muy bien como contestarla.

-Mmm… pues cuando uno se encuentra con esa persona es algo… que no se puede describir con palabras, es… algo que te cambia la vida, simplemente lo sabes, reconocerás ese extraordinario vínculo, es un amor más allá de toda dimensión- la cerdita ilusionaba mirando a cualquier otro lado, como si estuviera en otro mundo. Tigresa se le quedó mirando por un momento, ahora sí que parecía que la había perdido. La cerdita regresó devuelta a "pisar tierra", para toparse con la mirada de la maestra, quien la miraba como si fuese un bicho raro o algo por el estilo. La cerdita carraspeó- Disculpa, me desvié un poco.

-Claro- dijo Tigresa sarcásticamente, mientras seguía mirándola de la misma forma.

-En otras palabras, entre esas dos personas existe la atracción irresistible, ambas mitades sienten esa atracción, pero puede que uno o ambos traten de alejarse, pues te puede aterrar conocer a una persona cuya alma resuena tan fuertemente con la tuya. A menudo no es tu tipo de pareja, uno podría presentar muchas razones para no involucrase con esa persona. Existe una coincidencia de encuentros, el Universo parece querer perjudicarte para acercarte a esa persona. Los roles suelen invertirse, si éramos una persona que solía tomar la iniciativa, con esta persona asumimos una actitud más pasiva. Y lo más importante… - Tigresa puso todos sus sentidos en lo siguiente que diría la cerdita- Ambos no tienen nada en común, porque se complementan, uno tiene lo que al otro le falta y si se encuentran separados usualmente sufren un enorme dolor.

Tigresa desvió su mirada, que antes se encontraba en la cerdita, para dirigirse al suelo. Trataba de analizar todo lo que le había dicho la cerdita. ¿Todas esas eran las características de su alma gemela, con el que estaría destinado a ser pareja? ¿Pero quién podría ser tal persona? ¿Acaso ya lo había conocido o aún no? ¿Y si no lo había conocido, lo conocería pronto? ¿Su alma gemela también le amaría? Suspiró, eran demasiadas preguntas que sinceramente la hacían sentir agobiada. No podía pensar claramente, decidió posponer las preguntas para otro momento, sí, eso era lo mejor.

Dirigió su mirada a la cerdita, quien no sabía lo que le pasaba o pensaba. Luego miró hacia la calle para darse cuenta de que ya estaba atardeciendo. Se sobresaltó con ello, levantándose de un salto de su silla.

-Lo siento, debo irme, se me ha hecho tarde- dijo dirigiéndose a la cerdita, quien asentía a lo que decía.

-Está bien, no se preocupe- la cerdita le sonrió y le extendió el pergamino que había estado leyendo Tigresa- Puede llevárselo, se lo obsequio.

Tigresa se sorprendió de tal regalo que se le entregaba, pero aceptó gustosa.

-Muchas gracias- dijo Tigresa, haciendo una reverencia, para seguidamente retirarse.

Salió. Apresuraba el paso de a poco en poco, seguramente Po ya habría preparado el almuerzo, y se estaría preguntando en donde estaría ella, o tal vez, no. Por un momento, se quedó quieta divagando en su mente la posibilidad de que Po no le tomase importancia a ella. Desvió esa idea de su mente, pensar en ello no le hacía sentirse bien, para nada bien. Siguió su camino, cuando tuvo que detenerse al ver a un pequeño conejo frente a ella. Su pelaje era de color gris, y llevaba en sus patitas un papel junto a una pluma con tinta, mientras le sonreía todo ilusionado.

-Ma… Maestra Tigresa, mi nombre es Xing y soy su fan número uno- el niño respiraba entrecortadamente, no se podía creer que por fin tenía a su ídolo delante de él- ¿Me… me da un autógrafo?

Tigresa vio al niño que esbozaba una gran sonrisa en su rostro, y a pesar de que se le hacía tarde, supo que no debía desilusionarlo negándose a darle un autógrafo.

-Está bien- recibió el papel y la pluma que le entregaba el niño y escribió: "A Xing con cariño de la Maestra Tigresa", luego dejó plasmada su firma- Ya está- decía, cuando le extendió al niño el papel con su contenido.

El niño se encontraba embobado, tenía ambas patas delanteras sobre su boca y en sus ojos se asomaban lágrimas de alegría.

-Wauuu, muchas gracias Maestra Tigresa- Xing hacía una reverencia mientras sus patas cogían el papel junto a la pluma- ¡Usted sí que es bárbara!

Tigresa se quedó sorprendida, que el niño dijese aquella última frase le hacía parecerse mucho a Po. Al parecer la palabra "bárbaro" se había vuelto muy famosa entre el pueblo, y más en los niños. No pudo evitar sonreír al pensarlo.

-Muy bien- El niño se hizo a un lado para dejar que la maestra continuase con su camino para llegar al Palacio de Jade.


Po había terminado de cocinar, luego de los entrenamientos que había tenido junto a sus amigos, menos Tigresa, quien se había ido por alguna razón al pueblo. Sinceramente, la había extrañado, aunque solo hubiera estado ausente en la mañana, no soportaba estar alejado por momentos de ella. Rió, pensando que si la felina supiese cuanto la quería, seguramente le mandaría un zarpazo que lo dejaría en cama por semanas. Pero no importaría el dolor, al menos sabría que por fin ella ya tendría en cuenta sus sentimientos. Sería maravilloso que él pudiera reunir la valentía suficiente para poder declararse, pero no podía, sentía que nunca lo lograría. Pero en algún momento debía hacerlo, de eso si estaba seguro.

-Po, ¿terminaste ya de cocinar?- Víbora entró en la cocina, interrumpió los pensamientos de Po, haciendo que este se sobresaltase.

-Eh… sí, sí, acabo de terminar- dijo Po, sonriendo a Víbora. Víbora rápidamente se dio cuenta de que había interrumpido a Po, pero decidió continuar a lo que venía.

-Que bien, ya tenía mucha hambre- Víbora le brindo una mirada cálida a Po.

- Descuida, te sirvo ahora mismo- Po se dirigió a tomar un plato para servir la sopa de fideos en ella, mientras Víbora tomaba asiento en su banca respectiva- Aquí tienes- colocó el plato de Víbora en donde esta se había sentado.

Víbora, sujetaba con su cola la cuchara llena de sopa que se llevaba a la boca.

-Mmm… sigue igual de deliciosa, Po- Po sonrió, halagado.

-No es para tanto, Víbora- Po trataba de seguir siendo tan humilde como siempre había sido. Pero luego, algo regreso a su mente- Mmm… oye, Víbora- Víbora dirigió su mirada hacia el panda, se veía que algo le inquietaba, pero no se atrevía a decirle, así que decidió alentarlo.

-Dime, Po, ¿qué ocurre?- La serpiente puso toda su atención en el panda.

-Pues, yo…- Po seguía dudando si preguntarle o no, tal vez Víbora llegaría a pensar que él era un entrometido al preocuparse por asuntos que no eran de su incumbencia.

-¿Tú?- Víbora trataba de ser paciente, se preguntaba cuanto demoraría que el panda se atreviese a preguntarle aquello que tenía pensado.

-Pues, ¿quisiera saber si sabes a donde se ha ido Tigresa?- Po se puso colorado, esperando la respuesta de Víbora.

-¿Tigresa? Ella me avisó ayer en la noche, que saldría hoy a dar un paseo por el pueblo, pues necesitaba relajarse de tanto entrenamiento.

-Oh, ya veo, pero… ¿no te dijo cuando regresaría?- Víbora noto lo que pasaba por la mente del panda, el pobre estaba preocupado por Tigresa.

-Seguramente, no demorará en regresar Po- la serpiente colocó su cola en el hombro derecho de su amigo, y le brindo una sonrisa tierna tratando de tranquilizarlo.

-Oh, gracias Víbora- Víbora se dio cuenta de que no había logrado del todo animar a su amigo.

En eso, entraron tres furiosos a la cocina: Grulla, Mono y Mantis. Que se toparon con aquella escena, quedándose sorprendidos. Mantis brincó sobre la mesa.

-Oh, vaya, creo que Po ya cambio a Tigresa- dijo Mantis y acto seguido Mono y él rieron a carcajadas por aquel comentario.

-Que sigue Po, ¿un abrazo?- dijo Mono haciendo que Po se sonrojase.

-Oh, vamos chicos, ustedes claramente saben que Po y yo solo somos amigos- salió en defensa Víbora.

-Es cierto, ya basta de bromear- dijo Grulla, a quien no le agradaba la situación.

-¿Qué está pasando aquí?

Todos dirigieron su mirada a la felina que se encontraba en la puerta de la cocina.


Había corrido velozmente los mil escalones para llegar al Palacio de Jade para dirigirse rápidamente a la cocina y notar que algo estaba pasando dentro, algo que involucraba a Po.

-¿Qué está pasando aquí?- había dicho, cuando todos dirigieron su mirada hacia ella.

-¡Tigresa!- el panda corrió rápidamente hacia ella, haciendo que Tigresa no tuviese tiempo de reaccionar cuando fue envuelta en un gran abrazo de oso - Te extrañe mucho, ¿Dónde estabas?- Tigresa trato de mantenerse serena, aunque por dentro sentía una gran alegría de confirmar que Po si se había preocupado por ella.

-Fui a dar un paseo por el pueblo- le dijo a Po, tranquilamente.

-Pero debiste haberme dicho, me preocupe- Po puso pucheros como un niñito pequeño.

-Tranquilo Po, ya estoy aquí- Tigresa puso su pata en el hombro de Po, sonriéndole.

-¿Ahí sí, no Po? Solo cuando está Tigresa- Tigresa volteó para encontrarse con Mono, quien sonreía enormemente.

-¿De qué hablas?- a Tigresa le invadía la curiosidad de saber que se tramaba ese primate.

- Pues digamos, que hace un rato Po te había cambiado por Víbora- Mantis entró en la conversación.

Tigresa pasó su mirada que estaba en Mantis hacia Po, esperando a que este dijese algo. Pero solo lo veía mirar a cualquier otro lado menos a ella. Lo que ella no sabía era que Po se sentía muy incómodo con la mirada de Tigresa dirigida hacía él, permitiendo que no pudiese decir palabra alguna. El ver que el panda no tenía nada que decir, hizo que su corazón se sintiese totalmente roto. ¿Qué significaba eso de que la había cambiado por Víbora? ¿Acaso la quería ahora a Víbora y no a ella? ¿De qué se había perdido? Volvió a mirar a Mantis.

-¿Por qué lo dices?- Mantis sonrió viendo que sus palabras afectaban a la felina, sabía que ella trataba de ocultarlo, pero lo hacía inultamente, ya que el que ella estuviese preguntando, daba muestra de que verdaderamente le importaba la respuesta. Si no fuese así, de lo contrario, lo habría dejado de lado.

- Pues porque cuando llegamos vimos…- Mantis no pudo terminar de decir aquella frase, cuando un panda se lanzó sobre él, aplastándolo contra la mesa. Mantis sentía que lo que sea que tuviese dentro de él se estaba desmoronando- Déjame salir- dijo con mucho esfuerzo, estando debajo de Po.

Po se levantó, dejando de aplastar a Mantis.

-Oh, Mantis, te aplastaron, déjame ayudarte- dijo Po, levantando a Mantis sobre la mesa para que se recuperase.

-Bueno, porque mejor no dejamos el anterior tema de lado, para poder almorzar ya- dijo Víbora, sonriente.

-Esa es una maravillosa idea, Víbora- dijo Po, sonriéndole y sintiéndose dichoso de que alguien más estuviese de acuerdo con él.

Tigresa se quedó parada pensando en lo que podría haberse enterado si Po no hubiese saltado sobre Mantis. ¿En serio ya la había cambiado Po a ella por Víbora? Pues parecía que sí, se veía que se llevaban muy bien.

-Tigresa, toma asiento, te serviré pronto tu plato- los pensamientos de Tigresa fueron interrumpidos por las palabras de Po, este le sonreía. Pero ella no se sentía bien, ya no tenía ganas de comer.

-No Po, iré a meditar- dijo, haciendo que Po mostrase tristeza y se sintiese decaído- Los veo después- dijo dirigiéndose a los demás, para luego salir de la cocina.

-Pero… - Po estiró su mano queriendo impedir que la maestra se fuera, pero no pudo decir nada más, cuando ella ya había salido de la cocina.


Aquí está el primer capítulo, espero que les haya gustado y, ya saben, dejen rewiews. Prometo que aunque me dejen solo uno seguiré escribiendo, pero por favor, siquiera un rewiew. Bueno, nos vemos en el próximo capítulo, trataré de no demorar en actualizar. Bye!