¡Hola! Ésta es una historia tipo universo alterno, donde se usan los mismos personajes de la serie pero se cambian las situaciones, lugar y fecha, por así decirlo. Así que, ¡disfruten y manden reviews!

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Capítulo 1. El baile

Era de noche y el palacio era el único testigo del ir y venir que en ese momento acontecía dentro de él, mientras todos los empleados alistaban los últimos preparativos para el baile que iba a tener lugar esa noche en el salón real.

Dentro de la habitación principal, dos criadas ayudaban a la reina Miriam a vestirse mientras la princesa, aburrida ya por todo el escándalo que se armaba esa noche, posaba su mirada perdida en el espejo que la reflejaba sentada en el pequeño taburete que se encontraba al lado del peinador.

- ¡Helga! – la voz de su madre la sacó de su ensueño, volviéndola a la realidad.

- ¡Madre! – respondió sorprendida.

- No te olvides que asistirá gente de mucha influencia al baile de esta noche, incluyendo todos tus posibles pretendientes – dijo mientras terminaba de arreglarse – y debes actuar siempre como…

- Le corresponde a una princesa hacerlo – dijo Helga terminando la frase – Lo sé, madre.

- Pues eso espero. Ya tienes 17 años. Es hora de pensar en casarte.

- Pero…

- ¡Nada de peros! Ahora apúrate, los invitados ya están llegando y no podemos hacerlos esperar.

Helga, levantándose desganadamente, se puso el antifaz que le había dado su madre y salió suspirando de la habitación.

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Un grupo de jóvenes se encontraba reunido en las afueras del palacio. Eran todos de entre 17 y 19 años, vestidos con sus mejores galas y agarrando cada uno un antifaz. Dos de ellos estaban conversando, mientras los otros miraban a las damas que se dirigían al baile, riendo y mofándose unos de los otros.

- No podemos hacerlo, ¡está prohibido por la ley! – exclamó uno de ellos, mientras le arrebataba un antifaz a su compañero y lo guardaba en una bolsa.

- Pero Arnold, ¡trata de relajarte! Es solo un baile, y si vamos con nuestros rostros cubiertos nadie nos descubrirá – dijo un muchacho moreno, casi de su misma edad.

- Piensa en toda la bebida… ¡y el banquete! – exclamó otro.

- Cállate Harold – dijo el muchacho moreno, y luego puso su brazo por encima de los hombros de Arnold – Más bien, piensa en todas las doncellas y las cortesanas más hermosas del reino reunidas en un solo lugar, todas sin compromiso, para ti solo.

- Basta de eso, Gerald – dijo él apartándose de su lado – esos bailes son exclusivos para personas con títulos de la realeza, o que tengan una invitación del rey. Yo no pienso ir si hacerlo puede costarme la vida si me descubren.

- Asistirá Lila – dijo Gerald.

- ¿Lo dices en serio? - la expresión en el rostro de Arnold cambió completamente.

- Así es. Pero si no quieres arriesgarte, podemos quedarnos aquí, sin hacer nada.

- Bueno… no sé… creo que iré… ¿Qué podría pasar? Es decir, si tomamos las precauciones necesarias…

- ¿Irás o no? – preguntó su amigo.

- Iré – dijo resignado.

- ¡Ese es mi amigo! – exclamó, y sacó de la bolsa el antifaz que Arnold había guardado –. Seguiremos el plan, y estaremos en el baile muy pronto.

- Espero que nada malo resulte de esto – dijo Arnold para sí mismo, mientras seguía a su amigo y a todo el grupo a través del oscuro pasillo que daba a la entrada del palacio.

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Helga estaba aburrida y molesta mientras miraba el baile pesadamente desde su asiento. No tenía ganas de bailar ni de hacer caso a los pedidos de su madre de ir a hablar con algunos de los caballeros presentes. En lo único que podía pensar era en como salir de ahí.

- En estos momentos preferiría ir de paseo con mi madre que estar aquí – se decía a sí misma.

- Yo pensé que los paseos de fin de semana eran tu peor pesadilla – dijo una voz femenina detrás de ella.

- ¿Phoebe? – Helga se dio la vuelta y se encontró con la tranquila mirada de su mejor amiga.

- ¿Acaso hay otra?

- ¡Pensé que no ibas a venir!

- Bueno, una princesa tan importante como yo no puede faltar a este tipo de eventos.

- Phoebe…

- No podía dejarte sola en este baile. Vine a salvarte del aburrimiento.

- ¿Y tu viaje?

- Se canceló.

En ese momento, la reina se acercó con un apuesto joven asido de su brazo.

- Buenas noches, Majestad – saludó Phoebe.

- Buenas noches, Phoebe – respondió, y luego se dirigió a su hija – Helga, te presento al joven Jhon, el Duque de Eltar.

- Buenas noches, princesa – Jhon hizo una pequeña reverencia, y besó la mano de Helga.

- Buenas noches, duque – respondió ella, cortésmente, pero sin interés alguno.

- ¿Me concedería el honor de esta pieza de baile? – preguntó.

Helga, antes de responder negativamente, miro a su madre, quien con su mirada le exigía una afirmación. Resignada, dijo:

- Me encantaría.

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Los muchachos habían logrado infiltrarse al baile y al llegar cada uno había tomado su camino. Después de un tiempo, Arnold se dirigió a la mesa del banquete y al ver a Gerald, le pidió que se alejaran un poco del grupo.

- ¿Qué sucede? – preguntó su amigo.

- ¡La ví, Gerald, la ví!

- ¿De qué hablas?

- Estaba buscando a Lila por todas partes, y no la encontraba. Cuando me estaba dando por vencido, me fije en una de las mesas que me había llamado la atención, y entonces la ví. ¡Estaba ahí! Se veía hermosa…

- ¿Y te acercaste?

- Lo hice, pero no pude hablarle. Me puse muy nervioso.

- Arnold…

-Yo se muy bien que un día aceptará que la ame. Un día me corresponderá. Yo la convenceré.

- Vamos, Arnold, no tiene sentido. Sabes que hizo un voto de castidad, nunca amará a nadie.

-¿Entonces por qué me trajiste a este baile?- dijo con decepción.

- Para que veas que hay muchas otras doncellas a las que puedes amar, y que sí te pueden corresponder.

- Solo tengo ojos para mi amada.

- Despierta, estás enfermo de amor.

- ¡Chicos, apúrense que ya comenzamos la competencia de bebida! – dijo uno de los muchachos, interrumpiendo la conversación.

- Vamos, Arnold.

- Ve tú. No estoy de humor para beber – y se alejó.

- Como quieras – dijo su amigo, y se unió al grupo.

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Helga apenas había podido escapar del duque. Tratando de no encontrarse con él ni con su madre, caminaba sin prestar atención buscando la puerta de entrada.

- "Discúlpame, pero tengo que ir a revisar mi peluca, me está incomodando" ¡Que excusa más tonta! – pensó – si yo ni siquiera tengo una peluca. Pero logré librarme de él. Ahora puedo irme.

Arnold iba caminando tristemente y sin rumbo por entre el montón de gente. Se sentía incómodo y buscaba la salida para escapar de todas esas ideas que ahora llenaban su cabeza.

- No lo entiendo, yo sé que la amo. ¿Acaso no podré hacerla cambiar de parecer como dice Gerald? Si tan solo… nunca la hubiera visto, si tan solo ella no fuese tan hermosa…

Súbitamente volvió en sí cuando sintió que se chocaba contra alguien, y ambos caían al piso.

- ¡Oye, fíjate por donde vas, idiota! - escuchó que una voz femenina le reclamaba.

- Discúlpame, yo…

Cuando levantó la vista al igual que ella, ambos se miraron fijamente, perdiéndose en los ojos del otro.

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Fin del primer capítulo. Como habrán notado, cambié un poco algunas personalidades (¿poco? creo que mucho) pero todo para adaptarlos a mi historia (lo siento si eso suena engreído). Bueno, de todos modos, comentarios, sugerencias y críticas serán bien recibidos.

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