Disclaimer: Este fic participa en el reto Desafío 'De Amores y Desamores' del Foro "I'm Sherlocked"

Género: Romance.

Pareja: Sherlock Holmes y John Watson.

Palabras: Soberbia-Euforia.

Rating: "T".

Palabras: 1100, sin notas ni nada.


Soberbia

Soberbia (del latín superbia) y orgullo (del francés orgueil), es un sentimiento de valoración de uno mismo por encima de los demás.

Sinónimos: Arrogancia, vanidad.

Antónimos: Humildad, modestia.

― ¿Sherlock?

El hombre hizo amago de no escuchar, deslizando sus dedos con una gran destreza por la línea de la espalda del hombre, pero este parecía estar más serio de lo normal, y lo que menos quería era que el hombre se molestase. Una sonrisa divertida se mostró en su rostro, acercándose, tentador, al otro, con el fin de poder saborear un poco de su piel. Sus intenciones se frustraron cuando notó la ausencia de ese cuerpo que le enloquecía. Tanto tiempo mostrando pasividad para acabar loco bajo esas garras casi afiladas.

― ¿Me estás escuchando? ―El silencio se apoderó de la habitación― ¡Sherlock!

El muchacho se giró, clavando sus ojos azules sobre los negros de John, el que se cruzó de brazos, cubriendo así mejor su cuerpo con la bata azul oscura que tan bien le quedaba. El moreno solo se veía capaz de pensar detenidamente como librarse de esa prenda que tan molesta se le antojaba, aunque ese pensamiento tuvo que quedarse a un lado ante la severidad del otro. ¿Qué diantres le pasaba? Solamente quería un poco de calor esa noche de frío. Eso, y por supuesto, con su querido Watson a su lado.

― ¿Qué sucede, John? Creía que era esto lo que querías.

―Lo que quiero es que Adler deje de seguirte.

Una sonrisa divertida se mostró sobre el rostro del mejor detective de todos los tiempos, levantándose de la cama. Sabía que el doctor estaba celoso de su estupenda relación con esa mujer, pero no creía que llegase la situación a ese extremo. Era cierto que con Irene tenía una comunicación especial, pero había quedado desde hacía tiempo que lo de ellos dos era más una amistad. Algo rara, pero amistad al fin y al cabo. ¿De verdad dudaba de su deseo hacia él? ¿De sus sentimientos? Bien era verdad que no lo decía, pero ese hombre era más que un capricho sexual. O que un experimento. Era la prueba andante de que no era un psicópata. Era la prueba exacta de que le gustaban los hombres. O el hombre.

―Venga ya, John…No puedes pedirme eso. Irene es la clave en todo este asunto, y debo admitir que su suma inteligencia y astucia me llama la atención. No creía que llegaría a conocer a nadie como ella.

―Es muy inteligente por lo que veo…

El moreno soltó una sonora carcajada, levantándose y dejando a la vista su torso desnudo. Su cuerpo era fino, y no muy torneado, aunque con un aspecto salvaje que le quedaba condenadamente sensual, cosa que no pasaba desapercibida al doctor, que se cruzó de brazos mientras fruncía los labios. No quería volver a caer en los brazos de ese hombre con tanta facilidad. No sin dar algo de guerra.

Sintió los pasos en el suelo de madera. Sherlock se acercó con paso lento, deslizando entonces sus finos brazos sobre el cuerpo del otro, apoyando su rostro en el hombro, sin poder evitar sonreír. Le gustaba que el chico se molestase para pedirle perdón, y quizás, después le daría su regalo por tener tanta paciencia con él. El sonrojo se apoderó de las mejillas del chico, sin poder evitar sentirse bien al poder comprobar que Sherlock estaba a su lado. Sintió sus fríos labios sobre su respectiva mejilla, su aliento rodeándole el rostro. Creía que estaba a punto de enloquecer.

―Lo es. Casi tanto como lo soy yo…

― ¿Hasta qué punto puede llegar tu soberbia, Sherlock? ―Se apartó de él―. Los demás somos iguales a ti.

―Te equivocas, John. Hay muchas personas que no me llegan ni a la suela de los zapatos. Son necios, poco inteligentes. ¿Me lo vas a negar?

―No, claro que no, pero hay otras personas que pueden ser como tú, o que son necios, pero tienen otras virtudes que tú no tienes. Y a esa Irene le sucede lo mismo. Quizás, muy en el fondo, hacéis buena pareja. Sois tal para cual. Arrogantes. Soberbios.

Sherlock sonrió de lado, haciendo que el rostro del otro se girase. Y fue tan rápido que a John no le dio tiempo a replicar nada. Sus labios se vieron atrapados por los del moreno en un beso arrebatador que le dejaron tan siquiera sin aliento. Creía que se acostumbraría a los gestos del detective, a su toque que le hacía casi derretirse. Pero no lo conseguía. Siempre se veía envuelto por sus cálidos brazos. Siempre se dejaba arrastrar hacia las tinieblas del deseo y del ardor.

Creía que terminaría, y no era así. La mano derecha del chico alto y menudo se adentró por una pequeña abertura de la bata, deslizando la palma de su mano por el pecho del otro, desnudo bajo la bata. Un gemido se escapó de los labios del de cabello grisáceo, callado por los furiosos labios del alto, que movía si lengua sobre la suya con el fin de dejar al más bajo sin aliento.

Quería doblegarle. Hacerle entender que su soberbia era con razones. Era mucho mejor que otras personas, pero con el doctor, todo había cambiado. Si antes le consideraba alguien por debajo de él, se había dado cuenta de que no era así. De que ese hombre le había provocado millones de sensaciones. Le hizo ser su igual ante los ojos de la humanidad. Se había vuelto un simple mundano, como todos los demás.

Pero ya no quedaba tiempo para esas cosas. Tiró del hombre con un movimiento rápido y encantador, haciendo que este se viese mareado. Su espalda chocó contra el armario de la habitación, y de nuevo, sus labios fueron acallados por un arrebatador beso que le dejaba casi sin sentido. ¡Qué tortura la de ese hombre, que sabía cómo hacerle disfrutar de placer! Pudo lograr devolver el gesto con el mismo furor, no sin antes ahogarse en esa sensación cálida que empezaba a acomodarse en su entrepierna. ¡Maldito Sherlock!

― ¿Sigo siendo soberbio, John? ―Preguntó el moreno, separándose del otro con una sonrisa en su rostro.

―Sí.

―Pero te gusta…―Musitó con una sonrisa, susurrándoselo con sigilo.

―Sí.

―No era una pregunta…―Señaló con una pequeña risa que provocó que el cabello del otro se erizase―Te voy a enseñar lo soberbio que soy, Watson.

Y sus labios fueron atrapados antes de ser empujado hacia la cama, cayendo en ella. El cabello alborotado de Sherlock solo dejaba entrever lo guapo que era al natural, y lo mucho que le encantaba al doctor. Más que encantar, lo adoraba.

― ¿Y eso va a hacer que caiga entre tus brazos?

―Hay un 99,9% de probabilidades de que así sea. ¿Probamos? ―John sonrió.

―Sorpréndeme.

Nota de la autora: Hola a todos. En fin, este es mi segundo slash, y el primero con esta pareja xD Espero poder escribir algo decente, más que nada porque el slash me cuesta bastante xD. Un beso y gracias por leer ^^