Los personajes de esta serie no me pertenecen.
Contiene lemmon.
Resumen: Las damas debían lucir tiernas e inocentes, pero dime, con un tutor como tú..¿Quién puede ser decente?
Quizás no fue tan malo tener clases de verano.
1. Adiós vacaciones de verano. Hola, tutor.
Me sentía mareada. Mi viaje, mi espléndido viaje que había organizado con mis amigos se había visto truncado. Quién me diría que odiaría tanto las clases de matemáticas y mi falta de concentración.
-Vamos, Lucy, sin ti no será lo mismo -cruzó los brazos en forma de desaprobación- Deberían ser más benevolentes contigo en esa estúpida casa.
Cierto era, que a mi padre no le agradaba la idea de que su hija fuera suspendiendo. Y mucho menos matemáticas. Esa para él, era la asignatura clave para presumir en eventos sociales. Estúpido viejo tradicional.
-Bueno, Levy, esto no pasaría, si la señorita Hearthfilia estudiara lo suficiente las asignaturas que no se le dan especialmente bien – Erza, como siempre tenía ese sentido de la justicia tan peculiar-.
-Ya está chicas, no pasa nada -suspiré resignada-. Ya sabes como es mi padre. Algún tutor me habrá asignado, creo que estas vacaciones de verano van a ser muy largas para mi -volví a suspirar, echando una ojeada a mis amigas, las cuales estaban inquietas.- ¡No os preocupéis por mi, voy a dar mi mejor esfuerzo!
Después de un par de abrazos en forma de despedidas y unas cuantas promesas de mantenernos comunicadas, subí al lujoso coche que me esperaba. Observé como a mi alrededor se formaban muecas de asombro de los últimos estudiantes que quedaban en el centro. Había sido así desde mucho antes de que recordara, quizás sus 16 años se la había pasado en una pequeña burbuja, siendo intocable. Pues como decía mi padre ''eres la hija de los Hearthfilia''. Siempre había querido revelarme y aunque hice muchos intentos para ello, fueron todos en vano. Siempre apreciaba que mis empleados se metían en líos por mi culpa, cuando fui consciente de ello, pare. De la noche a la mañana, me había convertido, sin quererlo nunca, en la hija modelo.
-Estoy tan cansada -suspiré-.
-¿Le ocurre algo, señorita? -preguntó Macao, con fingida tranquilidad, pues sabía que cuando mi humor estaba decaído me gustaba hacerle dar vueltas por el centro de la ciudad. Y eso estaba prohibido. Pues había que llegar a casa puntual.-
-No, Macao, simplemente hoy estoy muy frustrada. He suspendido matemáticas. ¡Y por los pelos! -dije haciendo aspavientos con las manos-. A mi padre esto no le gustará lo más mínimo, seguro que ya tiene, ya sabes.. uno de esos discursos preparados para mi.
Mi chófer sonrió, pues siempre teníamos una conversación parecida, a él y a todos mis empleados les gustaba decirme que era obstinada. Pues sabían sobre la decisión de dejar mi rebeldía por ellos, aunque se sentían más aliviados desde que había dejado de subir a los árboles, o esconderme en las despensas.
Después de llegar a la gran casa que teníamos a las afueras de la ciudad mi emoción crecía. Pues había escuchado sobre la llegada de mi abuelo. La única persona capaz, de reconfortarme. Quizás el vendría para llevarme con él y librarme del castigo de papá. Si fuera eso...
Otro suspiro se escapo de mis labios, pero mis pensamientos fueron interrumpidos por la voz de alguien conocido.
-¡Abuelo! -dije mientras me agachaba ligeramente para abrazarlo-.
-Pequeña, estás muy alta ya -me enseño los dientes a modo de sonrisa, lo cual hizo que se me escapara una pequeña risita, el abuelo Makarov, siempre había sido así-.
Después de un rato de contarle mis arrebatos, mis ganas de volver a huir y el odio que le tenía a las matemáticas, el sólo soltó una frase que me dejo más intranquila de lo que estaba. ''Yo me encargaré de asignar a tu tutor. Podrás tener tus escapadas, me llevaré a tu padre de negocios, que es lo único que le gusta''. Sabía que el abuelo conocía a hombres muy extraños, no malas personas, pero me producían un tipo de incomodidad, supongo que nunca me gustaron los viejos. Pero en cambio, la idea de poder disfrutar de un poquito de libertad, me hace tan sumamente feliz.
-Señorita, lleva estoy feliz escrito en la cara, está tan linda, que quizás pueda raptarte y hacerte mía- una voz armoniosa me sacó de mis pensamientos.-
-Mira, realmente me das mucho miedo, siendo tan hermosa e insinuándote de esa forma, tu lo que tienes es debilidad por cualquier cosa linda -ella solo asintió emocionada, era divertido tener a chicas así por aquella casa.-
La cena transcurrió tranquila, sin ningún sobresalto, como era habitual normalmente.
Subí a tientas a mi habitación, estaba tan cansada, que mis ojos fueron cerrándose, mientras el sueño se apoderaba de mi.
-Como hija de los Hearthfilia, deberás estudiar. Los criados me informarán de todo lo que hagas, como también de como te lo estés tomando -mientras, señalaba a las maletas con la cabeza, a modo de orden.-
-Sí, padre. Entiendo cual es mi posición aquí -giré sobre mis talones, sentía que estaba dejando mi orgullo por los suelos.-
-Bueno querida, tu tutor llegará por la tarde, o eso creo -su sonrisa se torció en un gesto sospechoso-. Espero que lo pases bien.
Y sin más fueron abandonando la casa. Dejando por fin paz.
Un aliento fresco chocaba contra mi cara, podía oír como susurraba que me despertara, con un tono bastante calmado. Froté mis ojos, mientras la vista volvía a mi, observando al pequeño Adonis que tenía delante. Quizás estuviera metida dentro de un sueño, sí, un bucle de esos.
-Por fin despiertas, Luce -su voz era grave pero aterciopelada-. Empezaremos ahora las clases. Por favor, no me haga informar a su padre y al abuelo que sus clases no avanzan correctamente.
Su tono de voz no encajaba para nada con su apariencia. Aquella camisa blanca a juego con una corbata, unos pantalones negros de vestir, lucía tanto como.. un profesor.
-No me llamo Luce, si no, Lucy -su belleza me estaba dejando en fuera de juego-. Está bien, empecemos.
Intenté refinar mis modales, convertirme en una dama.. pero es cierto que no se puede fingir mucho tiempo.
-¡Esto es imposible! -arrojé el bolígrafo de mala gana hacía la mesa-. Además, tu luces como si tuvieras unos años más que yo. Tampoco muchos, ¿quizás 20?
-No estoy aquí para que una ruidosa pregunté sobre mi edad -sonrió irónicamente. Era bastante obvio que ni yo era una señorita, ni él tenía la paciencia que intentaba transmitir.- Y tengo 19.
Paso su mano por su pelo de un color rosa bastante peculiar, lo hacía más llamativo pues su piel era de un moreno leve, y por lo que se apreciaba era natural.
-Estoy indignada. Cómo puede el abuelo ponerme a un mocoso, como tutor en el verano – me encogí de hombros, pues lo que realmente me molestaba era que no me había dicho su nombre.-
-Perdona, damisela, quisiera informarla, que para mi tampoco es un agrado tener que pasar mis vacaciones al lado de alguien tan ruidosa.-Sus dientes rechinaron- Además, debo estudiar, así que apurate y lo que no entiendas, preguntámelo. No hay más discusión.
Sin duda, mis escapadas se verían truncados por el insolente del profesor. Que tan tortuosas iban a ser las clases de ahora en adelante.
Muchas gracias por dedicarle un vistazo.
Si ha llegado hasta aquí, por favor, deje un Review,
eso servirá como aliento para poder subir la segunda parte.
Sin mas demora, me despido, no sin antes hablar de las bonitas polillas que revolotean por mi cuarto y de la leve brisa que trae este verano caluroso.
Y.M
