Buenas a todos aquellos que hayan decidido acompañarme a esta nueva historia mía sobre el Stony, donde he trasladado a los personajes a un universo alternativo. Ya digo que la personalidad y la vida de Tony cambiará poco, pero la de Steve será más notable, ya que no es un soldado que luchó contra los nazis, salido de los años cuarenta, si no que es un joven que ha vivido toda su vida en Brooklyn y ama su hogar, manteniendo algunos de sus valores y sentido de la justicia. Diría que, en el fic, Steve rondaría sus casi treinta y Tony unos cuarenta, así que imaginaos al Steve del Capitán América: El Primer Vengador y al Tony de Ironman 1.

Antes que nada, avisar también que la historia contiene lemon, aunque, llegados a estas alturas de mi mente, que hace lo que le da la gana, no puedo vislumbrar aún quién le da a quién, así que eso será tanto una sorpresa para vosotros como lo será para mi. También decir que los legítimos derechos de los personajes de Tony Stark y Steve Rogers pertenecen a Marvel en su totalidad y yo solo los utilizo porque me vino una idea viendo un video y me dejó sin dormir toda la noche del viernes porque insistía en que la escribiera.

Bien. Tras decir todo eso, creo que no se me olvida nada, excepto desear que os guste y nos veremos al final.

YOU ARE MY DESTINY - CAPITULO 1

...

-¡Ey, tío!¿A qué no sabes lo que ha pasado?- le preguntó Sam, con una sonrisilla en los labios, sentado en el sofá, pulsando los botones del mando de la consola mientras Steve se encontraba sentado en el suelo, a su lado, tratando de machacar a este con aquella partida de fútbol virtual.

-Pues, si no me lo dices, creo que será un poco difícil que lo averigüe.

-¿Te acuerdas que a mi padre lo iban a destinar a otro gimnasio de la franquicia como director?

-¿Qué si me acuerdo? Alardeabas de eso como si el mérito fuera tuyo- le soltó Steve, tratando de colarle un gol mientras estuviera despistado con sus charlas.

Desgraciadamente, este no estaba tan despistado como parecía y paró su chute.

-Le han destinado a ese gimnasio para ricachones del centro.

-¿Ese que tiene 5 estrellas en la puerta? ¿El que tendríamos que ahorrar toda la vida para entrar un mes?

-Ese mismo. ¿Y adivina quienes van a poder entrar gratis tanto como quieran?

Llegados a aquel punto de la conversación, Steve detuvo la partida y se volvió hacía él.

-¿Estamos hablando en serio de esto?- le preguntó, queriendo saber que Sam no le estaba gastando ninguna broma. Aquel lugar era habitualmente visitado por estrellas de cine, deportistas de élite y cualquiera que tuviera más de 8 ceros en su cuenta en el banco.

-¿Crees que bromearía con algo así? Mi padre me ha dicho que podemos ir siempre que no llamemos demasiado la atención y que no los portemos como fans histéricas si nos encontramos con alguien conocido allí dentro. Dicen que no se toman muy bien que los molesten cuando están en sus momentos de relax.

-Osea, que, si llegamos a la entrada, ¿nadie tratará de echarnos?

-Tienes que enseñarle esto al segurata de la puerta- le dijo Sam, tendiéndole un carnet de color azul y dorado, con su foto ya pegada.-Le pedí a mi padre que nos hiciera uno de estos para que no tengamos ninguna clase de problema al pasar por la puerta, aunque él me aseguraba que nadie nos iba a parar. En el momento en el que queramos, podemos ir.

-Vaya. Nunca pensé que podría tener el carnet de socio de ese sitio. Ya solo quince días en ese gimnasio equivale a 7 meses de mi alquilé.

-Y eso que aún vives en Brooklyn- comentó Sam.

-¿Qué tienes que decir tú de Brooklyn?- le espetó Steve, volviendo la cabeza hacía él, apartándola del carnet, entornando los ojos.

-Nada. Que hay muy buena gente allí- se apresuró en añadir este, dirigiéndole una sonrisa conciliadora.-Como futuro cantante, tienes que asegurarte de tener un cuerpazo. Aunque tú ya parezcas que te has comido un armario.

-Mi padre era grande- comentó Steve, encogiéndose de hombros, y volvió la vista hacía el carnet.-¿Seguro que no habrá ningún tipo de problema con esto? Estaremos allí, usando las máquinas. ¿Nadie notará que hay dos miembros que no están pagando las cuotas?

-¿Crees que esos ricachones se prestan atención unos a otros?- le dijo Sam a su vez.-Allí cada uno va a lo suyo y nadie le presta atención a nadie. Tú procura ir a lo tuyo. Y yo, lo primero que voy a hacer con mi carnet será utilizar la sauna mixta- le comentó este, dirigiéndole una sonrisa mientras alzaba una ceja, haciendo reír a Steve.

-Menos mal que tu padre te ha advertido que no llamemos la atención.

-Tranquilo. Por lo único que voy a llamar la atención es si alguna llega a mirarme entre las piernas.

-Oh. Mira que llegas a ser desagradable- le comentó Steve, negando con la cabeza.

-¿Por qué? ¿Por decir una verdad? Tú ya me viste en las duchas de la universidad. ¿Qué piensas de ello?

-Que lo ultimo que quiero hacer en estos momentos es pensar en tu entrepierna.

-Tú aprovecha el carnet. Si tienes suerte, hasta es posible que alguno de esos millonetis quieran financiaros a ti y a tu grupo o encontréis trabajo en alguna de sus fiestas de lujo.

-No sueñes tanto, Sam. Esos tipos ni siquiera nos prestaran atención cuando estemos allí- le dijo Steve, aún estudiando aquel carnet. El ultimo que había añadido a su cartera había sido el del autobús, así que aquel era un gran paso en su status.

-Tú intentalo. Mientras que no seas muy insistente, no tendrán motivos para echarte- le dijo este a su vez, encogiéndose de hombros, agachándose sobre su hombro y pulsando el pause de su mando para retomar la partida, pillándole por sorpresa y marcando en su portería antes de que Steve volviera su atención a lo que estaban haciendo.

-¡Eso ha sido trampa!- espetó.

-Tienes que estar más atento la próxima vez, chico.

…...

Colocándose ante las imponentes puertas del edificio de varias plantas, situado en la zona centro de la ciudad, con 5 grandes estrellas doradas debajo del nombre, Steve se volvió a preguntar si de verdad iba a hacer la intención de entrar en aquel gimnasio para millonarios con una camiseta normal, pantalones deportivos simples de color gris y unas zapatillas que estaban empezando a estar demasiado desgastadas a aquellas alturas.

Todo cuanto le rodeaba gritaba ``chico de barrio de clase media´´. Incluso aunque el padre de Sam fuera ahora el director de aquel gimnasio, controlando quién podía entrar, con el carnet que su amigo le había dado en la mano, se dijo que sería imposible que lo dejaran entrar, que, con una mirada de pena en la cara de los de seguridad, le pedirían que diera media vuelta y no volviera a hacer el intento de colarse en un sitio como ese si no quería buscarse un buen lío la próxima vez.

Pero luego recordó las palabras de Sam, sobre que, si no llamaba la atención, nadie tendría que reparar en él y que los de seguridad ya tenían entendido que no tenían que impedirles la entrada, así que, cogiendo aire, agarró con más fuerza el tirante de su macuto, con el carnet en la otra, y se internó en el edificio, viendo como las puertas, que eran deslizantes, se abrían ante él cuando se acercó lo suficiente, haciéndole sentir algo importante solo con esa acción, como si todas las puertas del mundo se le fueran a abrir con aquella facilidad.

-¿Desea algo?- le dijo uno de los miembros de seguridad de la puerta cuando le vió acceder al amplio recibir, donde había estado apoyado en el mostrador, hablando con la jovencísima chica de recepción.

-Desearía entrenar tranquilo- le dijo, del modo más calmado que pudo mientras le mostraba el carnet, viendo con cierta ansiedad como el hombre, casi dos cabezas más alto que él, examinaba con especial interés su carnet y luego lo estudiaba a él durante unos instantes que se le hicieron eternos hasta que este volvió a hablar.

-Disculpe, señor Rogers. Mi deber es asegurarme que nadie trate de colarse aquí. Los miembros se enfadarían de no ser de otro modo.

-Por supuesto. Lo entiendo- aseguró él, tomando de regreso su carnet, soltando un suspiro interior de alivio mientras este le señalaba el ascensor para que llegara a la zona del gimnasio del edificio.

Se aseguró de que el hombre volvía a tontear con la chica de recepción sin prestarle mayor atención, antes de que las puertas se cerraran, viendo como ella le sonreía de manera algo tonta a todo cuanto le decía, arrancándole risillas demasiado falsas.

Pero, cuando tenían que pasar todo el día juntos, mejor que fingieran que se llevaban bien que tener una mala relación.

Contemplando como los números pasaban, esperó a que las puertas se abrieran en cualquier planta, pues no conocía el edificio, y se internó allí donde paró, observando que la planta, totalmente abierta, sostenida por columnas blancas aquí y allá, se encontraba casi desierta.

Desde luego, estaba más que claro que a los ricos no les dolía pagar la cuota que costaba aquel lugar para luego, simplemente, no ir.

Dejó su macuto en una de las amplias taquillas de los vestuarios, que se encontraban en el lado derecho para los hombres y al lado completamente contrario para el de las mujeres, guardándose la llave en el bolsillo, con una toalla sobre los hombros, observando con atención el lugar y las máquinas carísimas y de ultima generación que habían en aquel sitio.

Necesitando empezar con algo con lo que se sintiera familiarizado para soltarse un poco, fue al saco de arena, aquel que estaba siempre en todos los gimnasios y que allí poca gente parecía usar, teniendo en cuenta que este prácticamente parecía nuevo.

Dejando las llaves y la toalla en un banco cercano, empezó a concentrarse en golpear el saco, como bien le había enseñado uno de los entrenadores que había tenido en la escuela.

Cuando era pequeño, a pesar de lo grande que se viera en aquellos momentos, había sido un chico enclenque, que no conseguía llegar nunca a la altura de los demás niños de su clase y, por consecuencia, siempre había sido el blanco de burlas. Había tenido un compañero que le había ayudado, pero eso no ayudaba a su orgullo herido cuando veía que no podía defenderse por sus propios medios, así que, por aquel entonces, su profesor de Educación Física se había prestado para ayudarle con un entrenamiento.

Sin falta, Steve acudió a cada una de sus sesiones, percatándose que, de manera sorprendente, los resultados se iban generando con rapidez, comprobando que no iba a necesitar que alguien más lo defendiera durante mucho tiempo.

A lo largo de su vida, cuando consiguió que la gente no se metiera con él, siguió con el entrenamiento diario en su propio barrio solo por el mero placer de hacerlo, transformándolo en una rutina diaria. Y, cuando su padre falleció, el ejercicio también le ayudó a olvidarse de todo, centrándose solo en mantener la mente en blanco mientras el cuerpo trabajaba.

Precisamente, en aquellos momentos, mientras su mente entraba con facilidad en modo zen, fue por lo que no se dió cuenta de que había alguien que, en aquellos momentos, estaba pendiente de su persona, viendo como golpeaba el saco de una manera que parecía incansable.

Al fondo de la sala, construido solo por su mero capricho, el señor Tony Stark había hecho que le colocaran un ring de combate casi para su uso privado, ya que otros miembros del gimnasio no lo empleaban para nada, y, junto a su guardaespaldas personal, entrenaban allí unos cuantos días a la semana.

Estaba a punto de mandar a Happy, pues aquel era el mote que le había puesto a su trabajador y amigo, al suelo con un gancho de derecha, cuando notó como este fruncía el ceño y miraba algo o alguien por encima de su hombro.

En un primer momento, pensaba que estaba haciendo aquello para que picara y se volviera, recibiendo un golpe, pero cuando notó el gesto de sorpresa de Happy, volvió la cabeza, pensando que debía de tratarse de alguna mujer despampanante, la nueva esposa de algún viejo millonario seguramente, a la que estaría mirando.

Sin embargo, cual fue su sorpresa cuando lo que encontró fue un rubio con un cuerpazo de escándalo, golpeando un saco como si fuera el ultimo objetivo de su vida.

Desde donde se encontraba, no podía decir si era muy atractivo o no, pero lo que sí podía afirmar con seguridad era que tenía un culo impresionante. El hecho de que estuviera en una postura especifica para poder golpear el saco hacía que este fuera bien notable a través de los pantalones ligeros de deporte que estaba usando, haciendo que Tony no pudiera evitar observarlo con atención.

Nunca había tenido problema en admitir que admiraba cualquier tipo de belleza, ya viniera de la mano de una mujer o un hombre. Si algo era bello, lo era y punto, sin importar sus cromosomas.

El chico, algo más joven que él, debió de sentir que lo estaba mirando, porque volvió la cabeza hacía él, frunciendo el ceño.

Era posible que lo hubiera reconocido o se estuviera preguntando porqué tenía su atención puesta sobre él, pero lo único que pudo pensar Tony en aquellos momentos era que el joven poseía el par de ojos azules más increíbles que había visto en su vida y el resto de su rostro parecía encajar con aquel cuerpo trabajado, creando el regalo perfecto que Tony querría que dejaran bajo su árbol de navidad.

-¡Eh!¡Centrate!- le espetó Happy cuando se dio cuenta que estaba demasiado concentrado en aquel chico, golpeándole débilmente en la cabeza.

Como respuesta, Tony volvió la cabeza hacía su guardaespaldas, con gesto que dejaba claro que le sorprendía el hecho de que se hubiera atrevido a pegarle cuando estaba claro de que se estaba tomando un descanso.

-Así que, esas tenemos, ¿eh?

-Sí. Esas tenemos- asintió Happy sin el menor arrepentimiento, chocando los puños y dando pequeños saltitos, preparado para todo aquello que Tony quisiera hacerle.

Y, aún a pesar de ello, tras unos cuantos puñetazos, unos ganchos y, ¿por qué no decirlo?, unas jugadas sucias, diciéndole que tenía los zapatos desabrochados, consiguió derribar a este sin demasiada dificultad, volviéndose hacía el joven que le había llamado la atención mientras tomaba aliento, contemplando, con disgusto, que este parecía haberse ido.

El saco aún se movía, así que indicaba que no había sido hacía mucho, pero, aún así, Tony estaba disgustado al no haber tenido la oportunidad de hablar un poco con él.

Aquel gimnasio era para gente selecta, gente que se movería en su circulo de conocidos. Pero, a pesar de hacer memoria, tratando de recordar si aquel chico era hijo de algún magnate o empresario, no le vino a la cabeza ninguna imagen de alguien como él en alguna de las fiestas a las que tenía la obligación de ir como presidente y director de Industrias Stark.

Y, si no era así, si el chico no fuera hijo de alguien conocido, ¿quién era? ¿Y cómo había conseguido acceder aquel lugar? ¿Era uno de los muchos entrenadores personales del negocio, que pululaban por el lugar, esperando a que alguien quisiera contratarlos? ¿O era uno de esos nuevos ricos que aparecían por todas partes, queriendo codearse con la gente importante? Por la forma en la que se había marchado, no parecía ninguna de esas opciones.

-Por tu culpa- le dijo a Happy, golpeándole en el estómago, mandándole de nuevo al suelo cuando estaba consiguiendo ponerse en pie, cuando se volvió hacía él con cierta desilusión.

-Pero...¿qué he hecho yo?- se lamentó Happy, a penas sin aliento.

Pero no obtuvo respuesta alguna de su jefe mientras Tony se quitaba aquel casco de boxeo y se apoyaba en las cuerdas, observando las maquinas de alrededor, tratando de asegurarse de que el chico realmente había desaparecido de la sala.

…...

Steve se había retirado de aquella planta porque no le había gustado el modo en el que el tipo de ring lo miraba, de aquella fija manera, como si hubiera estado evaluando cuanto valía su ropa, y, temiendo que se diera cuenta de que él destacaba allí como una seta en una cesta de trufas, había ido hacía el ascensor y había cambiado de planta.

Era más seguro de aquella manera. Si alguien se fijaba con especial atención en él cuando no tenía porqué, se retiraría del lugar sin más, evitando problemas.

No confiaba en que Sam pudiera hacer lo mismo, sobretodo si había modelos o actrices pululando por el lugar, pero eso ya solo dependía de su buen amigo, que se arriesgaría a que alguien importante le pidiera a su padre que lo echara de allí.

El tipo que había estado mirándolo le sonaba de algo, aunque en aquellos momentos no consiguiera ubicarlo en ningún sitio, así que, dando por sentado que ya de por sí era importante solo por estar allí, bajó a otra planta, asegurándose primero de que el lugar estaba tan desierto como parecía, y continuó allí con su entrenamiento, centrándose en este y en nada más, sabiendo que dentro de poco, él y su grupo tendrían un pequeño trabajo en una boda y más les valía lucir del mejor modo posible.

A todo el mundo parecía gustarle su música, pero sabía que las mujeres solían contratarle por su imagen, así que, necesitando dinero de donde saliera, tenía un aspecto que mantener.

Con suerte, cuando no se sintiera como un pez fuera del agua en aquel lugar, se atrevería a acercarse a alguno de los socios del gimnasio, alguien quién no resultara muy conocido, y le hablaría de su banda, comenzando su fama poco a poco allí dentro. Con un paso tras otro, era posible que consiguieran llegar a la fama. ¿Quién sabía? Con el carnet que le había dado Sam, se le habían abierto las puertas de aquel lugar, pero, ¿quién le aseguraba a él que no podrían abrirse algunas otras?

Fin del capitulo 1.

Bueno...como siempre, no quiero empezar con un capitulo 1 muy largo y que las cosas se vayan sucediendo poco a poco.

Al menos, por parte de Tony, Steve no ha pasado para nada desapercibido y sus ojos color chocolate se han fijado pero bien en ese joven rubio con ojos increíbles y cuerpo impresionante que no dejaba de golpear el saco.

Decidme que os ha parecido este primer capitulo. Aunque Tony esté prácticamente igual, ¿los cambios que he hecho en Steve os han molestado? ¿No lo veríais en una situación como esa de ninguna de las maneras? ¿Pensáis que lo he modificado demasiado? No he querido cambiar el hecho de que fuera de Brooklyn porque el capi parece adorar serlo y tampoco he cambiado el hecho de que su padre hubiera muerto. Eso, con alguien joven, es algo que marca y define su carácter futuro. Consideraba que era algo que no debía de cambiar.

Pero vosotros tenéis el voto final, así que decidmelo en los comentarios. Como siempre, desearos que os mantengáis sanos y nos seguimos leyendo.