El Príncipe idiota y el Cerdito sin suerte

1. Viktor el príncipe idiota

Esta es la historia de dos príncipes de reinos muy lejanos que por azares del destino terminaron uniendo sus caminos.

Viktor era el flamante príncipe heredero al trono del reino de Rusia o más conocido como el "reino de hielo" debido a que la mayor parte del año estaba cubierto de nieve. Con tan solo veinte años ya se había ganado el cariño de su pueblo, su larga y platinada cabellera sacaba suspiros entre las damas nobles, su refinado porte imponía respeto, sus azulados ojos cual mar congelado irónicamente podían derretir a cualquiera. Además era muy atento con sus súbditos siempre estaba dispuesto a ayudarles en lo pudiera, en resumen era el príncipe perfecto, de no ser por un pequeño detalle que solo los que trataban con él a diario conocían.

El príncipe era algo idiota.

Este último hecho preocupaba al rey Yakov, pues si bien en público su futuro sucesor podía comportarse decentemente, en privado era todo un desastre, torpe, infantil, descuidado, olvidadizo, eran solo algunas de las características que acompañaban al próximo monarca. Por esta razón es que el rey no estaba seguro si su hijo sería un buen gobernante, tenía buen corazón, de eso no había duda alguna pero de que era idiota, lo era y ante ese hecho mucho no se podía hacer, la única esperanza del rey era que el príncipe fuera madurando poco a poco y con los años esa idiotez se minimizara por el bien del pueblo.

El joven monarca era hijo del rey Yakov y un hada, la cual murió en el parto. Estos seres mágicos se volvían muy delicados cuando adquirían forma humana, pero la madre de Viktor se había enamorado perdidamente y a pesar de todos los peligros que eso conllevaba decidió seguir adelante. Gracias a eso el peliplata era el dueño de una belleza encantadora y además había heredado algunos de los poderes de su madre. Todavía no los conocía todos y no estaba seguro de sus límites con ellos pero su primo por parte materna le ayudaba a tratar con eso, el hada le ensañaba como y cuando debía utilizarlos y cuáles eran los peligros que estos conllevaban, así es como a pesar del huraño carácter Yuri se encargaba de guiarlo.

- ¡Pon atención a lo que te estoy hablando! ¡Deja de andar en las nubes! ¡Me desesperas Viktor!- le gritaba la rubia hada.

- Si te escucho Yuri, es solo que pensaba si habría algo que pudiese hacer para demostrarle a Yakov que seré un buen rey- suspiraba melancólico. El chico era consciente de los miedos de su padre pero creía que estos eran infundados pues todos en el reino le decían que él llegaría a ser un excelente gobernante.

- Si quieres hacer eso entonces pon atención a lo que te estoy hablando

- Tengo hambre… ¡Hagamos una pausa y vayamos por algo de comer!- dijo alegremente mientras se levantaba de su asiento y se iba.

- ¡Ah! ¡No te soporto! ¡Nunca haces caso! ¡Por eso es que Yakov se ha quedado calvo!- gritaba la pequeña hada detrás de su familiar.

- Yo creo que tú y él simplemente están exagerando. Además sinceramente espero que sea esa la razón de la calvicie del rey y no que sea hereditaria

Ambos se dirigían hasta las cocinas de palacio cuando los ladridos de Makkachin la mascota real los alertaron de que algo sucedía en el interior. A medida que se iban acercando se podía escuchar el alboroto que había dentro de esta. Ollas y utensilios cayendo fuertemente al suelo, los cocineros gritando cosas como: "¡Atrápalo!" "¡No lo dejen escapar!" "¡Cuidado!" "¡Por allá va!" la curiosidad de Viktor pudo más y sin pensarlo dos veces abrió la puerta de la cocina para ver que sucedía.

- ¡Se va a escapar!- volvió a gritar uno de los cocineros y el príncipe vio cómo se dirigía velozmente hacia él un pequeño bulto rosado.

- ¡Lo tengo!- dijo atrapando al fugitivo que no le había visto. Se dio cuenta que se trataba de un cerdito.

- ¡Su Alteza! Muchas gracias- decía el cocinero real Seung Gil entre jadeos- lamento mucho las molestias

- No hay problema- el pequeño animal movía sus cortas patitas fervientemente en un inútil intento de escapar de las manos del peliplata. A Viktor le llamó la atención un par de cosas, primero; el cerdito usaba unos diminutos lentes de marco azul, lo que le pareció muy gracioso, segundo; tenía una especie de arete en la oreja- ¿De dónde vino este gracioso espécimen?

- No lo sabemos su Alteza, estábamos descargando el pedido de verduras que venia del mercado y él salió de entre ellas colándose en la cocina- respondió Seung Gil.

- Tiene un pendiente aquí- dijo mientras trataba de ver que había escrito. Los movimientos del cerdito dificultaban su tarea- Tranquilo pequeño, no vamos a comerte ni nada, simplemente quiero ver cómo te llamas- ante sus palabras el asustado animal se tranquilizó permitiéndole al joven ver su pendiente- Yuuri…

- ¿Qué?- respondió el hada a su lado.

- No, el cerdito se llama Yuuri- dijo el príncipe- Tiene el mismo nombre que tú, pero aquí hay escita una "u" de más, también están estos extraños símbolos

- ¡No quiero tener el nombre de un cerdo!- berrinchaba la mágica criatura mientras Seung Gil se acercaba hasta el cerdito con el pendiente.

- Su alteza- dijo el cocinero- esos son símbolos de las tierras orientales, probablemente este animal venga de allí

- ¡Oh! Ya veo, entonces es probable que se trate de la mascota de algún mercader, deberíamos ir a devolvérselo y…

- ¿Deberíamos?- interrumpió el hada- Se supone que estabas en medio de una lección sobre tu poderes Viktor, deja que tus súbditos se hagan cargo

- Quiero ir yo en persona- no se había dado cuanta pero ya tenía al cerdito cómodamente acunado entre sus brazos- Además hace mucho que no voy al mercado ¡Sera muy divertido!

- ¡¿Sabes que Viktor?! ¡Haz lo que quieras! ¡Ya me harte de ti y tu estupidez! ¡Me largo!- dicho esto el hada emprendió el vuelo y se marchó.

- ¿Estará bien eso su Alteza? Nosotros nos podemos hacer cargo…

- No importa, siempre se enoja y vuelve a los días después- dijo calmadamente. Levanto al cerdito para mirarlo de frente, este se notaba algo nervioso pero mucho más tranquilo que antes- ¿Seung Gil me acompañas al mercado? Tú lo conoces bien

- Claro su Alteza, es un placer

Una vez ahí Viktor no pudo evitar notar lo mucho que había cambiado ese sitio en tan poco tiempo, estaba más saturado y ruidoso que antes. Pensó que gracias a los comerciantes extranjeros el lugar había cobrado mucha más vida e importancia. Caminaba por las aglomeradas calles con una capucha pues sus largos y llamativos cabellos le delatarían de inmediato, también llevaba de escolta a un par de guardias de palacio y a Seung Gil el cocinero real.

Fueron puesto por puesto preguntando si alguien había perdido al rosadito animal, pero nada. Llevaban más de dos horas en la labor y no tenían resultado alguno, por desgracia tampoco había ningún comerciante de las tierras de oriente en ese momento.

- ¿Tal vez sus dueños ya se marcharon?- dijo el príncipe.

- Parece lo más probable a estas alturas su Alteza ¿Qué desea hacer entonces?

Viktor vio a la pequeña criatura que estaba en sus brazos y esta le devolvió la mirada con un deje de tristeza. El futuro heredero tenia debilidad por todo tipo de animales por lo que tomo una decisión.

- ¡Yo me haré cargo de él!- dijo entusiastamente- No podemos simplemente dejarlo solo y estoy seguro de que a Makkachin le agradara tener un nuevo compañero de juegos

Volvieron a palacio sin éxito con su búsqueda pero con una nueva mascota real. Al príncipe se le hacía demasiado adorable la rosada criatura y a Makkachin le encantaba su nuevo compañero, no dejaba de seguirlo a todas partes y lamerlo.

Las noticias de la nueva mascota real no tardaron en esparcirse, muy pronto todo el reino supo del nuevo y peculiar integrante de la realeza.

Viktor decidió llamar al cerdito Yuuri, no estaba seguro si realmente ese era su nombre pues nadie conocía muy bien el idioma de las tierras de oriente y esa era la única palabra que se podía entender, además el animalito parecía responder al nombre. Llevó a su nueva mascota darse un baño, consiguió un hermoso listón celeste con el cual le adorno el cuello y finalmente lo tomo de nuevo en sus brazos, era un cerdito pequeñito y no pesaba casi nada, le recordó a cuando Makkachin era tan solo un cachorro y él solía llevarlo así a todas partes.

- Vamos Yuuri, te mostrare tu nuevo hogar- salió de su alcoba seguido por el caniche café y con el cerdito en brazos- Primero te mostrare el salón principal- lo llevó hasta una estancia gigantesca en donde al final y en el centro había dos hermosos y exquisitos tronos tallados en noble madera, bañados en oro y adornados con la más fina tapicería- Allí es donde se sienta el rey Yakov y aquí es donde me siento yo- se acomodó en su suave trono con el animalito en su regazo.

- Oing… oing

- ¡Oh! ¡Yuuri me hablaste!- dijo emocionado, comenzó a acariciar el lomo del cerdito y este se dejó hacer acomodándose en el regazo del príncipe- eres muy lindo y tierno

Después de un rato siguieron con el recorrido y el peliplata se paseó prácticamente por todo el castillo. Era libre de andar por donde quisiese puesto que Yakov no se encontraba para regañarle por perder el tiempo ya que estaba de viaje. Cuando pasaron por la cocina el cerdito se removió inquieto en los brazos de príncipe, este lo tranquilizó acariciándolo suavemente. Llegaron hasta el hermoso y enorme jardín real.

- Ahora te mostrare mi lugar favorito- dijo el joven entrando en uno de los laberintos de arbustos. Dieron varias vueltas hasta llegar a un lugar totalmente deferente, se trataba de una caseta de color crema y un techo de tejas burdeos, todo el sitio estaba rodeado de hermosas rozas azules. El olor que despedía el lugar era relajante y tranquilizador- Aquí es donde solía venir mi madre a pasar sus ratos de ocio- le contaba a Yuuri mientras tomaba asiento al interior de la caseta- Ella murió cuando yo nací, era un hada muy bella según lo que dijo Yakov, yo no la conocí pero me gusta pensar que este lugar me une a ella, a mi también me gusta y es muy relajante, entiendo porque amaba pasar su tiempo aquí

El príncipe se había recostado en una cómoda banca que había en el interior mientras que puso al cerdito en su pecho.

- Oing, oing- el rosado animalito se acercó hasta el rostro del joven príncipe y comenzó a rozar su trompa contra la cara de este al ver como un par de fugitivas lágrimas se escapaban de sus ojos.

- Yuuri- decía entre risas, el suave tacto del cerdito le causaba gracia- me haces cosquillas ¿Tratas de subirme el ánimo?- dijo tomándolo entre sus brazos y lo acerco para refregar su rostro con las mejillas del rechoncho animal- ¡Eres tan tierno Yuuri! ¡Juraría que te has sonrojado!

- Oing, oing…- perecía que tratase de ocultar su rostro con sus cortas patitas delanteras.

- A veces creo que me entiendes- dijo el príncipe.

Entre risas y caricias en el lomo de la amistosa criatura ambos cayeron rendidos ante el cansancio. Viktor dormía abrazado a su cerdito en uno de los jardines reales sin saber que el animalito que acurrucaba tiernamente entre sus brazos no era uno común y corriente, sino más bien, un pequeño príncipe de tierras lejanas con una terrible maldición cuestas.

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Hola! Gracias por leer este fanfic!

Les traigo una nueva historia, no será nada dramático, solo azúcar y risas (eso espero xD) Así que guarden su cloro para otros fanfics porque aquí no lo van a necesitar ;D Ojalá les guste!

Sin nada más que decir me despido.

Cambio y fuera.