Notas: Tener en cuenta que este es el primer capítulo (de seis) de la primera historia de una serie, "Los Dioses Juegan a los Dados. Sobre el Destino, la Causalidad y el Libre Albedrío ".

Cuando Morgana ve Merlín hablar con un dragón sobre ella en uno de sus sueños, decide confrontarlo al respecto. Este cambio se desarrolla una línea temporal alternativa al canon, donde se llevará a cabo esta serie de historia. ¿Qué clase de futuro que le espera a Merlín y a Camelot? ¿Hay realmente un destino o el libre albedrío puede cambiar las cosas? ¡Disfruta el viaje!

Personajes: Merlín, Morgana, Kilgharrah, Gaius, Arturo, Gwen, Mordred, Aglain.

Relaciones: Merlín/Morgana, Arturo/Gwen.

Gracias a Moonfox, MadameMorganLeFay, AJsRandom y Sarajm, por su estímulo y su valiosa ayuda en la discusión y la edición de esta historia.

Un agradecimiento especial para MonJoh para su gran obra trabajo como beta, tanto aportando una detallada crítica útil para el desarrollo de la historia como una revisión gramatical meticulosa, todo con una dedicación y entusiasmo que sólo merece sólo alabanzas.

Esta historia es la versión en español de mi historia, "Dragons, Lies, and Prophecies. Or Why You Should Never Lie to an Accomplished Seer."


Capítulo 1.- La confrontación.

Merlín estaba solo en la oscuridad, con una antorcha en la mano derecha, mirando hacia las produndidades de una cueva enorme y profunda. De pronto, un dragón gigante llegó, sus ojos dorados brillaban en medio de la oscuridad.

-¿Qué quieres, joven brujo?- preguntó el Gran Dragón, mirando hacia abajo, donde estaba el muchacho.

- Necesito tu ayuda. ¿Sabes dónde están los druidas?- preguntó con ansiedad, mordiéndose el labio.

- Primero tienes que decirme para qué los buscas. - El eco de la amenazante voz del dragón resonó a través de la caverna.

Merlín miró a la bestia escamosa y le respondío con exasperación:

- ¡No tiene importancia!

- Tiene importancia para mí. - El dragón lo miró con desprecio.

-Tengo que pedirles algo,- Merlín suspiró y bajó la mirada, como si estuviera tratando de tranquilizarse para aparentar calma.

- He vivido más de mil años, he visto civilizaciones ascender y caer. No creas que puedes mentirme a mí,- la voz del dragón sonó un rugido retumbando en la cueva.

El muchacho volvió a suspirar con resignación.

- Necesito su ayuda. Alguien que yo aprecio necesita de su ayuda.

Los ojos del dragón brillaron con enojo y dos columnas de humo emanaron de su nariz.

-¡Estás hablando la bruja, la Dama Morgana!

- Ella no es una bruja. Ella es mi amiga- protestó Merlín.

- No se puede confiar en ella.

-¿Qué te hace decir eso?

El dragón resopló ante el muchacho antes de continuar su discurso como si no lo hubiera oído.

-Sería mejor si la bruja...

- Deja de llamarla así!- gritó con rabia.

- Ella es una bruja de la misma manera que tú eres brujo, Merlín.- El dragón puso los ojos en blanco. -Sería mejor si la bruja nunca supo el verdadero alcance de sus poderes ...- el dragón continuó su discurso.

- Estás equivocado. La conozco. Ella tiene un buen corazón,- el muchacho tenía lágrimas de rabia en los ojos.

-No hiciste caso a mi consejo en el pasado y eso trajo graves consecuencias,- dijo el dragón.

- No voy a abandonarla.- Se quedó mirando al dragón con fría determinación.

- No voy a darte la ayuda que buscas. Si persigues ese curso de acción, hazlo solo,- dijo el dragón antes de volar lejos, terminando abruptamente la conversación.


Morgana despertó de repente en su cama. Estaba sudando y respirando con dificultad. El sueño no era una de sus pesadillas habituales, pero había sido preocupante, de todos modos.

En su visión, Merlín estaba hablando con un dragón. Uther no había matado a todos los dragones durante la Gran Purga? No, el Rey afirmaba que había dejado uno de dragón vivo, encarcelado y encadenado debajo de Camelot, como un recordatorio del poder de los Pendragones. Además, recordó que, cuando era un niña pequeña, había oído a su padre, Gorlois, hablando con un amigo sobre el dragón el Rey había aprisionado. El dragón había jurado vengarse de Camelot y el linaje Pendragón, yaque Uther era la razón de que dragones estuvieran casi extintos.

¿Tal vez ese dragón realmente vivía aún debajo del castillo? Si ese era el caso, ¿por qué en Albión estaba Merlín pidiéndole consejo? Además, ¿cómo lo había llamado el dragón? ¿'Brujo joven'? ¿Y a ella la había llamado 'bruja'? ¿Quería eso decir que tanto él como ella tenían magia? ¿Quizá no estaba tan sola, después de todo? No, no podía ser. Tal vez era sólo una ilusión por parte de ella, quizá era sólo su imaginación jugando trucos con su mente...

-Buenos días, Milady,- Gwen dijo alegremente, entrando en su dormitorio. "¿Haz tenido una buena noche?"

- En realidad no,- dijo ella, distraída con sus pensamientos.

-¿Quieres desayunar ahora? ¿O prefieres que vuelva más tarde, en una o dos horas, para que puedas descansar un poco más?

- Sí, vuelve más tarde, Gwen, gracias.- Morgana se sentía inquieta y no podía ni siquiera pensar en comer. Deseaba un poco más de tiempo a solas para ordenar sus pensamientos. Las imágenes de su sueño se seguían repitiendo una y otra vez, de forma caótica en su mente, mientras trataba de darles sentido.


Atardecía y Morgana estaba sentada en su cama, tratando de leer un libro. Ella suspiró, era difícil concentrarse porque los pensamientos sobre la visión que había tenido más temprano todavía se cernían sobre ella.

Alguien llamó a su puerta.

Se levantó de la cama y dejó su libro sobre la mesilla de noche.

-¿Quién es? - Se acercó a la puerta.

- Soy yo, Merlín.

El estómago le dio un vuelco. Merlín estaba en su puerta. ¿Debía preguntarle sobre el dragón? Tal vez no era una buena idea. Él ya sabía de sus constantes pesadillas y, a pesar de la noche anterior ella había confiado en él, contándole que creía que la razón detrás del incidente de fuego en su habitación había sido su magia, él no parecía muy convencido de sus palabras. Si ella ahora le hablaba sobre esta última visión que había tenido, él podría terminar creyendo que estaba loca.

- Puedes entrar, la puerta está abierta,- dijo ella, paseándose de un lado al otro de la habitación.

Merlín abrió tentativamente la puerta y se asomó. La miró, como pidiendo permiso. Ella asintió con la cabeza, por lo que él entró en la recámara, cerrando la puerta tras de sí. Se dirigió hacia ella con calma y le mostró un pequeño frasco que llevaba en la mano.

- Gaius me pidió que te entregue esto.

- No necesito ninguna poción, gracias. Y, ¿Merlín? Ignora lo que te dije anoche. Había tenido una pesadilla, y estaba molesta." Dió un paso atrás, alejándose de él.

El la siguió y la miró fijamente a los ojos sin pestañear.

-Lo sé. No le he contado nada a nadie.

- Lo siento. Por lo general es Gwen la que tiene que lidiar conmigo cuando estoy así.- Tal vez era mejor no involucrarlo más en todo esto, seguramente pensaba que estaba loca.

- No me importa. Tal vez podría ayudar.

Él le sonrió levemente.

- Lo dudo,- dijo ella, sacudiendo la cabeza descorazonada.

- Te sorprenderías.

Ella lo miró a los ojos.

-Yo te entiendo. Me doy cuenta de lo aterrador que todo esto debe ser para tí. Especialmente para ti,- dijo él en un tono compasivo.

-¿Por qué especialmente para mí?" ella preguntó. No era como si ella necesitara de su compasión.

- Eres la protegida del Rey. Sabes de su odio por la magia mejor que nadie,- explicó.

-¿Es eso lo que piensas que me ha estado ocurriendo? Los sueños. El fuego. ¡¿Piensas que fueron magia ?!" le espetó ella.

- No estoy diciendo eso,- dijo él.

- Pero podría serlo, ¿no? - Ella frunció el ceño, un poco exasperada. Era exactamente igual que la última vez. Él decía que la entendía, pero cuando ella le explicaba sus pensamientos, él se negaba a tranquilizarla, o bien confirmando o bien negando sus sospechas.

- Realmente no sabría decirte, pero hay gente si sabría.

- ¿Quien?

-¿Qué tal los druidas? He oído que ellos ayudan a gente como tú.

¿Los druidas? ¿Él acaba de sugerir que ella fuera a hablar con los druidas? Esto no podía ser una coincidencia. En su sueño Merlín le había pedido al dragón información sobre los druidas con el fin de ayudarla a ella, y ahora aquí estaba él, aconsejándole la misma cosa.

-Así que, ¿cómo encontraste a los druidas, Merlín? Pensé que su amigo el dragón no te había querido ayudar." Ella le sonrió con sarcasmo.

-¿Cómo lo sabes? Este, quiero decir, ¿de qué estás hablando, Milady?- De pronto su rostro se había tornado más pálido de lo normal y sus ojos se habían abierto de forma desorbitada.

- Por favor, dime la verdad. Me doy cuenta de que estás tratando de ocultar algo,- dijo ella. -Y deja de llamarme así, mi nombre es Morgana.

Él no respondió, mirándola boquiabierto, con sus ojos aún exageradamente abiertos.

A ella se le escapó un bufido al intentar contener sus ganas de reír, ante la evidente conmoción del muchacho.

- Tuve sueño y en él te vi hablando con el dragón que vive en la cueva debajo del castillo.

- Fue sólo un sueño, Morgana.

- ¡No, no lo fue! En mi sueño, le pediste al dragón que te dijera dónde encontrar los druidas con el fin de ayudarme, y ahora estás aquí, sugiriéndome exactamente la misma cosa. No puede ser una coincidencia. No soy tan estúpida, ¿sabes? - dijo ella enfadada. No podía creer que él todavía tratara de insistir con su negación.

Él la miró vacilante por un momento, antes de soltar un suspiro de resignación.

- Esta bien, tienes razón.

¡Por fin! Había logrado que admitiera la verdad. Ahora tenía que hacerle confesar el resto, pensó ella, triunfalmente. -Está bien. Tenemos que hablar.- Se dirigió hacia la mesa donde solía tener sus comidas. Se sentó a la mesa, y le hizo una seña para que se acercara, palmeando la silla más cercana.

El se sentó junto a ella, mirándola mientras se rascaba la cabeza, con curiosidad.

- Entonces, Merlín, tú tienes magia," le dijo ella sin rodeos.

- ¿Qué?" Él la miró boquiabierto.

- En mi visión, el dragón te llamaba 'brujo' - le explicó ella.

- Oh, ya veo, - dijo él, bajando la mirada.

- ¿Por qué no me lo dijiste? Quiero decir, somos lo mismo. Una bruja y un brujo en un lugar donde no es bienvenida magia. ¡Deberíamos permanecer unidos! - exclamó ella. No podía la entender el por qué de la renuencia del muchacho a confiar en ella.

- Lo siento, Morgana, supongo que tienes razón. Él levantó nuevamente la mirada, mirándola a a los ojos.

- ¿Desde cuándo tienes magia?- ella le preguntó.

-Realmente no lo sé,- dijo él. - Siempre he tenido magia desde cuando puedo recordar. Mi madre siempre dice que yo era un niño especial desde que nací.

- Fascinante.- Morgana levantó las cejas y se frotó la barbilla. - He tenido estos extraños sueños míos desde que era una niña, y Mordred parecía ser capaz de hacer magia a pesar de ser sólo un niño.- Ella se mordió el labio. - El problema es que no puedo controlarla, y prenderle fuego a las cosas a tu alrededor mientras estás soñando puede ser muy peligroso, ¿me podría ayudar con eso?- Ella lanzó un suspiro de esperanza.

- Tal vez, - dijo él tentativamente. - Nunca le he enseñado nada a nadie antes, pero puedo intentarlo.

- ¡Eso seria genial!- dijo ella.

Él le dedicó una pequeña sonrisa.

- Entonces, dime, ¿por qué estabas hablando con ese dragón?- le preguntó. Morgana todavía tenía curiosidad acerca de lo que había visto en su sueño.

- Es una especie de amigo mío, supongo. Me habló de mi destino cuando llegué Camelot.

-¿Tu destino? ¿Qué quieres decir?- Ella estaba sorprendida.

- Dijo que es mi destino proteger a Arturo para que, cuando él se convierta en Rey, podemos trabajar juntos para unir a Albión y llevarlo a una edad de oro en la que la magia sea permitida nuevamente." explicó pensativamente.

- ¿Sabe Arturo de tu magia?

- ¡No, claro que no! - Él parecía alarmado.

-Bueno, esto suena muy raro,- pensó ella en voz alta.

-¿Qué quieres decir con raro ?- Él parecía molesto.

- Pues mira, Merlín, cuando yo era una niña pequeña, oí a mi padre, Gorlois, hablando del dragón preso bajo el castillo de Camelot. Él dijo que el dragón había jurado vengarse de Camelot y de los Pendragones. Por lo tanto, no creo que el dragón sea digno de confianza. ¿Por qué iba a enviarte a tí para ayudar a Arturo? Además, no entiendo cómo se supone que puedes trabajar junto con Arturo para traer de vuelta la magia al reino, cuando ni siquiera te atreves a decirle acerca de tus talentos. Por último he notado que, por alguna razón, a ese maldito lagarto parece que yo le caiga mucho en gracia, - dijo ella.

- Entonces, ¿crees que el dragón me mintió?- Él levantó las cejas.

- No lo sé. ¿Tienes alguna confirmación independiente acerca de las palabras del dragón?

- Bueno... ¿recuerdas a Mordred? Él me llamó Emrys. Al parecer los druidas tienen algún tipo de profecía acerca de mí,- dijo dudosamente, encogiéndose ligeramente de hombros.

-¿Y que dice esa profecía exactamente?- Todo esto era tan vago, seguramente él debía saber más acerca de algo así, ¿no? Se sentía desconcertada ante su apática falta de iniciativa.

- Realmente no lo sé.- Parecía avergonzado.

- Necesitamos investigar eso, - dijo ella con determinación. -Tenemos que ir a ver a los druidas.

- No hay problema,- dijo él. - Yo sé cómo encontrarlos...

- ¡Un momento!- lo interrumpió ella, levantando su mano en la alarma. -¿Cómo conseguiste esa información? Recuerdo que el dragón se negó a ayudarte.

-Arturo,- dijo él. - Él tenía una lista de personas sospechosas de tratar con los druidas. El príncipe y los caballeros están arrestando gente, porque Uther piensa que algún hechicero te ha estado acosando. Tomé algunos de los nombres de la lista y les advertí a esas personas de que estaban siendo requeridos. A cambio de mi ayuda, ellos dijeron me dónde encontrar los druidas.

- Entonces no podemos a ver los druidas ahora,- dijo ella asustada.

-¿Por qué no?

- ¿Estás bromeando? Si vamos a ver a los druidas en este momento, vamos a estar en peligro tanto ellos como nosotros. Parece Arturo tenía razón, después de todo, puedes ser un poco tonto a veces.- Ella sacudió su cabeza con incredulidad.

-Gracias, Morgana,- dijo él frunciendo el ceño.

- No fue mi intención ofenderte, Merlín,- dijo ella, haciendo un leve puchero y apretando cariñosamente su mano. -Eres mi amigo y necesito tu ayuda."

La frente del muchachó relajó y sus labios se estiraron en una leve sonrisa. Parecía apaciguado. El encanto femenino de ella siempre era útil para arreglar las cosas con los hombres cuando metía la pata y hablaba de más.

- Entonces, ¿me enseñarás a controlar mi magia?- le preguntó ella, con una dulce sonrisa.

- Voy a hacer mi mejor esfuerzo,- dijo él con orgullo, levantando ligeramente la barbilla y usando un tono de vos tranquilizador.

- Gracias. Es tarde y Gwen debe estar ya en camino para ayudar a cambiarme antes de dormir, por lo que es mejor que te vayas. Nos vemos mañana. - Ella lo besó suavemente en la mejilla.

-Buenas noches, Milady,- dijo él, sonrojado. Se levantó de la silla, y, después de hacerle una reverencia, se retiró rápidamente.