Cayó, el cielo estaba oscuro y las estrellas totalmente rojas, la luna bañaba a los habitantes del subsuelo con una hermosa luz escarlata, llovía sangre cada que las nubes negras se juntaban al igual que las penas o el dolor de todos los monstruos. Frisk cayó desde aquél agujero, se veía asustado, sus ropas se rasgaron dejando expuesta la tintineante piel roja expulsando pus, sangre y un terrible aroma que, ni las flores negras que había aplastado al descender podían cubrir. Lloraba, no era por el dolor o el dónde estaba, esa incertidumbre de saber qué clase de atrocidades le esperarían, la idea de tener cuerpos en estado de putrefacción haciendo gestos terribles en sus rostros le daban motivos para temer por su vida.
Habían cruces invertidas con clavos aún teniendo carne en los mismos, sangre y pedazos de quien fue alguna vez una persona, carne, vísceras y huesos, estos comenzaron a moverse violentamente contra el humano, trataron de devorarlo para desmembralo tajo a tajo.
Corrió, no miraba atrás aún escuchando gritos de terribles criaturas invento de un cuento de horror. Frisk se adentró a las cavernas, el escenario era terrible, todo estaba oscuro pero, percibía un olor a podrido muy fuerte, tomó su suéter azul y se tapaba la nariz y boca para evitar tener más de "eso" que inhalar. Frisk llegó a un campo de flores muertas, moscas junto con otros insectos comenzaron a abandonar.
—¡Hola! Soy Flowey ¡Te quedarás atrapado para siempre y te morirás! ¿No es eso fantástico? —Una flor de aspecto tétrico salió del suelo, haciendo grietas en el mismo, esta tenía pétalos negros y un ojo verde con una mirada penetrante. —Ahora, estúpido humano incrédulo ¿Cómo te voy a matar? ¿Arrancando cada extremidad de tu cuerpo? O mejor ¿Por qué no te enveneno y veo como te retuerces en el suelo escupiendo sangre?.
