Capítulo uno

RECUERDOS

-Un recuerdo es como una imagen. Distorsionada por la mente. Lastimada por los años

El invierno se acercaba lentamente. Era como un depredador esperando sin urgencia la distracción de su presa. Invitaba a los hogares el andar de un viento gélido, que te calaba los huesos como en una danza peligrosa. De vez en cuando te traía gotas congeladas, pequeñas niñas que reían en los oídos ajenos de quien miraba por la ventana, ya se asemejaban a ese recuerdo agonizante, ese maldito recuerdo por el cual todo se había desmoronado. Y ahí estaba ella, con la mirada perdida posando fijamente en el enorme jardín tapado por la nieve blanca y fría. Como su familia, su hermosa familia, ahora rota y sin vida.

Muchos le habían dicho que si seguía con esa ilusión, moriría de pie. Pero a Hermione eso no le importó en absoluto. Su ilusión seguía latente, sobreviviendo a la espera de un milagro. Lo había jurado por Merlín, que cada día al despertarse abriría la puerta principal de la mansión y dejaría en la mesa contigua, un tazón de chocolate caliente con tres galletas de vainilla, tal como a su niña le gustaba. Había prometido no darse por vencida, seguir luchando por encontrarla, porque por eso había crecido en Gryffindor después de todo, por eso ella había sido parte del Trío Dorado, por eso había sido mejor amiga de Harry Potter. Ser valiente corría por su sangre, rugir y pelear como un león la hacían ser su propio yo, proteger su manada era una tarea que no aceptaba errores. Ella nunca se rendía antes de pelear, era su lema de cabecera y si por alguna casualidad lo dejaba de lado, entonces su vida no habría tenido sentido. Y aún cuando el resto de su morada no la seguía, estaba dispuesta a seguir trabajando, a mantener su cabeza en otro lado, hasta el día en que Alexa Malfoy regresara a sus brazos. Buscaría cielo y tierra hasta encontrar a su hija y una vez hecho, podría descansar en paz.

Ya nada era como en sus tiempos. El castillo de Hogwarts estaba ya reconstruido y con nuevas torres, el Mago Tenebroso era tan sólo un mito para los pequeños hechiceros que entraban al colegio de Magia y Hechicería, los héroes caídos poseían su día de duelo celebrado en el lugar de la última guerra. El mal se había ido para siempre, dejando pequeñas y profundas huellas de aquellos que todavía tenían sed de venganza, la paz reinaba tensamente y con un respeto mucho mayor hacia los protagonistas de esta historia. Porque al fin y al cabo, ¿Quién en toda su vida se imaginaría al ex mortífago Draco Malfoy caer rendido y totalmente enamorado a las bellas garras de la come libros y muggle Hermione Granger? Pues ellos no lo creían hasta después de la segunda batalla.

Mucho menos él, un Malfoy…