Holaaaa!!!
Está historia es la segunda que escribo. En este caso se trata de un mini-fic inspirado en el reto que recibí en otra página, cortesía de AutenticaaLocuraa (Lu), a quien le dedico la historia...
Es un AU sin magia y no hay personajes de mi invención pero si que he cambiado un poco las aptitudes de ciertos... personajes... Para saber a lo que refiero tendréis que leerlo...
En está se centra en un tema bastante escabroso, el acoso, pero espero que nadie se sienta ofendido ni nada por el estilo, ya que no he frivolizado con él o al menos lo he intentado... Y sin nada más que decir os dejo la historia...
Gracias a todos por leer y espero que os guste y comentéis
Disclaimer: Los personajes y lugares que os suenen de la saga, pertenecen a J.K. Rowling.
Mi Luz en la oscuridad
Introducción
Piensas que estas cosas nunca te suceden a ti, lo ves en el telediario pero lo crees tan lejano que piensas que en realidad no existe, que en tu vida más o menos organizada no caben desgracias ni infortunios ni imprevistos, porque estas rodeada de personas que te protegen. Vives en un barrio decente, tienes una familia respetable, unos amigos maravillosos y nunca buscas líos. Pero a veces ellos vienen solos.
Capitulo 1
El Profesor Suplente
Por fin se acercaba el verano y el calor empezaba a notarse en Londres. Se iniciaba el último trimestre en los colegios e institutos y los estudiantes madrugaban después de unos días sin tener que preocuparse de sus despertadores infernales, que provocaban que más de uno se levantase de mal humor.
Pero no vayamos a generalizar, siempre hay excepciones y una de ellas es Hermione Granger, que nunca había sido dormilona y que era una persona que amaba ir al instituto para saciar su mente curiosa. Llevaba más de una hora despierta preparándose y esperando a que el reloj diera las ocho y cuarto para ir al encuentro con sus amigos.
Estaba ante el espejo intentando hacer algo con su melena castaña y llena de rizos que, aunque estaba más controlada que cuando era una niña, seguía trayéndole problemas a la hora de intentar ordenarla. Decidió hacerse el peinado más funcional que existía para una melena como la suya, una coleta, mientras sus ojos marrones brillaban por la expectativa del último trimestre en su instituto antes de enfrentarse a la selectividad y más tarde la universidad.
El instituto al que concurría, Hogwarts, era un internado que tenía un gran prestigio en Inglaterra. Hermione había preparado su maleta para volver a internarse en él los tres meses siguientes por última vez y esperaba a sus amigos en las vallas de la institución.
Los primeros en llegar fueron Luna y Neville. A Hermione les sorprendió verlos juntos ya que las cosas entre ellos siempre estaban muy tensas y se evitaban de manera constante. No era que se llevaran mal ni mucho menos, pero cuando estaban juntos se ponían nerviosos, tartamudeaban y se sonrojaban por lo que siempre se mantenían distantes. Todos en el grupo de amigos sabían que esos dos estaban enamorados, aunque eran demasiado tímidos y no se animaban a confesarse lo que sentían.
En realidad, Neville era retraído con todo aquél que no fuera allegado a él, se pasaba la vida sonrojado y en clase rogaba porque no le preguntaran a él ya que se ponía muy nervioso y por eso los profesores evitaban hacerlo, aunque en realidad no lo necesitaba, le iba bien en todas las asignaturas. Era una pena que fuera tan tímido porque más de una chica, aparte de Luna, suspiraba por él: era alto, con el cuerpo sutilmente tonificado, cabello moreno y de ojos negros, profundos y cálidos.
Lo extraño era que Luna fuese tímida; no era una chica muy habladora ni extrovertida pero sí alguien fuera de lo común y que decía las cosas como las pensaba, sin reparos. Sin embargo cuando se trataba de sentimientos el asunto cambiaba, se volvía reservada y quisquillosa si alguien hacía referencias hacia sus sentimientos por Neville.
Hermione saludaba a los recién llegados preguntándose como se habría dado ésta situación si, en definitiva, ni siquiera tenían que venir por el mismo camino y no tenían por qué encontrarse, cuando vio que se acercaban Ginny y Harry, "la pareja del momento", como muchos la denominaban y más atrás Ron. Hermione los había echado mucho de menos a todos; estas últimas vacaciones había visitado Francia junto a sus padres y no los había visto, especialmente a él.
Ron Weasley era el nombre de ese pelirrojo de ojos azules que había robado el corazón de Hermione en el mismo instante en que lo conoció con sólo once años, cuando él y su familia vinieron desde Escocia por el trabajo de su padre. Era algo realmente contradictorio, no tenían nada en común, pero no lograba evadir ese sentimiento por el que era su amigo. Ron era un chico perezoso y glotón o eso es lo que uno percibía a simple vista antes de conocerlo; cuando lo hacías, te encontrabas con una persona que además de aquellas características, era reservado, un poco tímido, muy protector con las personas que apreciaba, asustadizo pero aún así valiente puesto que como había leído una vez "La valentía no es la ausencia del miedo sino saber que hay algo más importante que él" y eso Ron lo había demostrado más de una vez al defender a Hermione de las burlas de los estirados de ese colegio.
Ginny era una chica extrovertida y risueña, pelirroja y con unos preciosos ojos marrones. Estaba de novia con Harry Potter, uno de los chicos más codiciados del colegio por ser hijo de los famosos detectives James y Lily Potter. Ginny se había enamorado de Harry a los diez años, cuando lo vio por primera vez. Su pelo rebelde, sus ojos esmeraldas y su sonrisa, le habían robado el corazón.
-¡Por fin! Un minuto más y empezamos el último trimestre en este colegio llegando tarde –dijo Hermione tras saludar a los recién llegados.
-Las quejas a mi hermanito querido que se ha quedado dormido otra vez. De todos modos, habla por ti, porque a Luna y a mi nos queda un año muy largo por delante antes de acabar el instituto. -comentó Ginny, un poco fastidiada al recordar que tendría que separarse de Harry al año siguiente si todo le salía bien y aprobaba todas las asignaturas.
-¡Oye enana, no te pases! y si no queréis llegar tarde dejad de quejaros y moveos –se quejó Ron. Odiaba el primer día de clase, aunque se alegraba de ver a sus amigos y a Hermione… especialmente a ella.
Los chicos dejaron las maletas en el vestíbulo como los demás alumnos y se dirigieron a su clase, dejando a Luna y a Ginny en el camino porque ellas iban a un curso inferior y no estaban en las mismas clases que el resto.
Cuando llegaron a clase, Harry se sentó con Neville y Ron con Hermione, sonrojándose levemente por ello. No era la primera vez que se sentaban juntos ni mucho menos, pero se ponía muy nervioso. La castaña le había gustado siempre y cada vez se le hacía más difícil tratarla como un amigo debe hacerlo con una amiga.
-¿Qué tal te fue por Francia? -le preguntó Ron interesado a su amiga, que también estaba sonrojada y que en ese momento estaba sacando su cuaderno de la mochila.
-Oh, pues bien. Fue un viaje muy interesante, hay lugares increíbles que visitar y no he podido visitar todo lo que me habría gustado, París tiene muchas cosas que ofrecer.
-Vaya, suena realmente interesante –Ron podía ser un perezoso sin remedio pero los viajes eran su pasión y esperaba poder recorrer parte del mundo, si no podía ser todo, cuando acabara la carrera de medicina. Sabía muy bien que el hecho de querer ser médico era algo raro para una persona perezosa como él, pero su actitud cambiaba cuando hacía lo que le gustaba y la medicina era lo suyo.
-Si, lo f...
-Bueno días chicos, siento el retraso. Soy el que sustituirá al profesor de literatura en el último trimestre debido a que el Señor Flitwick tuvo un accidente. No os preocupéis porque está bien solo que necesita recuperarse después de lo sucedido. Mi nombre es Viktor Krum y no me gusta que me llamen Señor, tampoco profe, porque creo que ya estáis mayores para eso, así que llamadme Viktor.
El nuevo profesor era un chico bastante joven, no pasaría de los veinticinco años. Era moreno y atlético y bastante apuesto, por lo que varias de las alumnas se quedaron mirándole embelesadas. Hermione, por su parte, lo miraba con el interés que se mira a alguien que acabas de conocer.
-El profesor Flitwick me ha enviado todas vuestras notas por lo que no os tenéis que preocupar por eso y también me dijo que ibais por el tema... trece, ¿Es correcto? -se produjo un murmullo general indicando que estaba en lo cierto -. Bien pues veamos, para comprender la literatura de esa época...
La clase pasó rápidamente para todos, les pareció muy amena; Viktor era un profesor estupendo. En la mañana no pasó nada más que fuera trascendental, a no ser que se consideraran interesantes los comentarios desagradables y favoritismos de Snape.
Hermione por su parte se enteró de lo qué pasaba con Luna y Neville. Por fin Neville le había dicho lo que sentía y habían comenzado a salir. Todos en el grupo estaban muy felices por ellos y en más de una ocasión se escucharon cosas como: "Ya era hora"
Pasó una semana y las clases con Viktor fueron tan estupendas como la primera; todos habían tenido una clase o varias con él y estaban entusiasmados.
En la comida del viernes el tema de conversación era Viktor, el profesor nuevo que levantaba pasiones, ya que más de la mitad del cuerpo estudiantil femenino lo consideraban muy interesante. Incluso Ginny, que había tenido clase con él antes de la comida, decía que era un profesor asombroso, para desagrado de Harry.
-La verdad es que si ha sido una clase muy provechosa y entretenida aunque yo personalmente prefiero a Flitwick antes que a Viktor. -comentó Hermione para alivio de Ron, que estaba un poco preocupado preguntándose si ella también había sido deslumbrada por el nuevo.
-Nadie te pregunto tu opinión Granger -dijo una voz desagradable situada detrás de ella. Ron, que estaba a su lado, se encontró con quien menos tenía ganas de ver: Draco Malfoy, el más estirado de todo el colegio. Era un chico rubio, con ojos fríos como témpanos de hielo, que se metía con Hermione de una manera sistemática y que siempre iba franqueado por Goyle y Crabbe, sus guardaespaldas.
-Malfoy mejor lárgate si no quieres empezar mal el trimestre. -le advirtió Ron con la mandíbula apretada. Quizás para los que no supieran el historial de Draco se sorprendieran de la agresividad del pelirrojo, pero él sabía que de ese chico no podía salir nada bueno y si se acercaba, era solo para causar daño y Ron no iba a permitir que hiriera a Hermione.
-Por Dios Weasley, no te pongas así, solo estaba hablando con la becada, civilizadamente claro –se excusó Draco de una manera burlesca con una de sus repugnantes sonrisas -. No entiendo como personas de vuestro nivel se pueden acercar a individuos así. Si algún día quieres acercarte a gente que de verdad merece la pena, ya sabes donde está tu sitio.
-Sé perfectamente donde está mi sitio; quien parece no recordarlo eres tú. La mesa donde están todas las serpientes, no hay duda -le indico Ron, que sin darse cuenta se había puesto de pie –. Y ahora, largo -Draco no dijo nada, miró con desprecio a Ron, a Hermione y se marchó -. Un día de estos te juro que me lo cargo –dijo con rabia.
-Siéntate y tranquilízate Ron, no merece la pena -lo contuvo Harry, que había estado callado durante toda la discusión porque sabía que Ron tenía un gran aplomo cuando se trataba de Malfoy, a pesar de que fuera muy temperamental.
-No entiendo como tiene el descaro de venir aquí a intentar malmeter y encima me dice que me vaya con él... Es asqueroso... - Se quejó Ron con cara de desagrado.
-Y todo porque nuestro padre es uno de los médicos de más renombre en este país... De verdad no entiendo como puede haber gente tan interesada por el mundo... En ocasiones me gustaría que mi padre no fuera quien es.
-No sabes como te entiendo Ginny –dijo Harry.
-¿Hermione estás bien? -se interesó Luna que estaba al lado de Neville. Por su parte Neville miraba a Hermione preocupado, todos sabían que le afectaba mucho que la menospreciaran por ser una becada.
-Si estoy bien, si me disculpáis voy al baño -Hermione le respondió tan bajito que ninguno fue consciente de lo que había dicho hasta que se levantó y salió del comedor con paso rápido.
-¡Maldita sea! –soltó Ron y salió detrás de ella a pesar de las protestas de Ginny.
Hermione tras pasar las puertas de roble del comedor salió corriendo sin un rumbo fijo y entró en la primera puerta que estaba sin cerrojo. Se sentó en la mesa del profesor y comenzó a llorar, intentando deshacerse de la presión que sentía en el pecho.
De pronto se abrió la puerta de la habitación pero la castaña esperaba que eso ocurriera porque sabía que alguno de sus amigos saldría tras ella, no era la primera vez que ésto pasaba. Aunque la mayoría de las veces era Ron, no fue ni él, ni Ginny ni ninguno de sus amigos. Fue Viktor, su nuevo profesor de literatura.
Viktor, al verla allí y en ese estado tan deplorable, se sorprendió mucho. En clase la había observado y aunque no era una chica extrovertida ni mucho menos, siempre se la veía sonriente, con un brillo de alegría y expectación en sus ojos y sonrojada. Ahora en cambio estaba pálida, triste y los ojos le brillaban por las lágrimas que trataba de contener desde que él entró por la puerta.
-Hermione, ¿qué pasó? ¿Por qué lloras así?
-Lo siento profesor, quiero decir, Viktor, sé que no debería estar aquí pero...
-No te preocupes por eso ahora, cuéntame que te ha pasado, quizás pueda ayudarte.
-No me pasó nada, es una historia muy larga de la cual no se puede suprimir nada ya que si no, la razón por la que lloro parecería una tontería.
-Tengo tiempo.
-Bueno... -Hermione dudó en contárselo o no, era algo muy personal pero ese profesor le inspiraba confianza y necesitaba la opinión de alguien a parte de la de sus amigos –. No sé si sabrá que yo soy becada –Viktor asintió –, antes no lo era. Cuando era niña, mi familia era accionista de una de las empresas más importantes a nivel mundial, pero confiamos en la gente equivocada. Cuando tenía catorce, años mi familia se vio arruinada porque los Malfoy nos traicionaron y nos dejaron sin ninguna de las acciones de la empresa… Perdimos todo.
A mi el dinero no me importa, no vaya a pensar eso, pero desde lo ocurrido, mi padre entró en una depresión muy fuerte y para colmo de males, el hijo del hombre que traicionó a mi padre estudia aquí y tengo que aguantar sus burlas de que soy becada desde que llegó a esta institución a los quince años, gracias al dinero que le quitaron a mi familia. No es bastante aguantarle en las clases compartidas y por los pasillos, sino que tengo que soportar sus burlas.
-¿Y no pudieron hacer nada para atraparlos y encarcelarlos?
-No, porque en realidad no hicieron nada ilegal, solo se aprovecharon de la confianza de mi padre. Yo pude seguir en esta institución gracias a mis óptimas calificaciones y a la buena opinión que tienen los profesores de mí.
-Vaya, me encantaría ayudarte pero no sé que hacer. Castigar a Draco no impedirá que se siga burlando de ti.
-No te preocupes –dijo Hermione con una pequeña sonrisa -. Me vino muy bien hablar contigo, gracias.
-De nada, para eso estamos. No quiero que solo me consideréis como vuestro profesor sino también como alguien en quien podéis confiar, un amigo. Bueno, ahora no tengo clases pero creo que tú si, así que más vale que te pongas en camino si no quieres llegar tarde, a fin de cuentas aquí son muy estrictos con las becas.
-Cierto, una asignatura suspensa o una falta grave y estaría fuera de esta institución así que mejor me pongo en marcha porque me toca con Snape y es un exagerado -comentó, riendo.
-Hasta luego, Hermione. Y no permitas que lo que diga Draco te afecte.
-Lo intentaré. Gracias Viktor -se despidió y salió sonriente.
Cuando Hermione iba de camino al laboratorio para aguantar dos horas de química con Snape, se cruzó con Ron que iba corriendo, se giró y vio como su amigo la frenaba e iba corriendo hacia ella. Cuando se paró delante de ella lo vio rojo y sudoroso por lo que supo que la había estado buscando desde que salió del comedor.
-¡Hermione! ¿Estás bien? -preguntó Ron realmente preocupado.
-Si Ron, no te preocupes –le tranquilizó Hermione.
-Te he estado buscando pero no te encontraba... Lo siento muchísimo Hermione.
-No tienes por qué disculparte Ron, a fin de cuentas lo único que hiciste fue defenderme… Gracias, por cierto -dijo Hermione sonriendo y dándole un beso en la mejilla.
-No tienes nada que agradecerme Hermione pero ya sabes lo que te digo siempre, no tienes que hacer...
-"…caso a ese desgraciado de Malfoy", lo sé y he decidido hacer eso mismo. Intentaré llevar esta situación lo mejor posible los meses que me queden aquí. Ahora será mejor que vayamos a la clase o llegaremos tarde -y salieron los dos corriendo hacia el aula.
Mientras tanto, en el aula que había abandonado recientemente Hermione, Viktor se hallaba pensando en que se había ganado la confianza de su alumna favorita y una sonrisa, nada inocente, apareció en sus labios.
Espero que os haya gustado... Nos vemos en los comentarios (?)
Bsss
Bye
Nay
