Ligeramente basada (¿A quién engaño? ¡Esto es una VIL copia!) del Animatic de ThePastelPeach "The Only Exception", a su vez basado en la canción homónima (ósea, del mismo nombre) de Paramore.

Arte original de la portada: No he encontrado al artista por ninguna parte, si alguien lo encuentra comuníquese conmigo.

Fanfic hecho para apoyar el evento quincenal de Movimiento Voltroniano Latino en Facebook. ¡Gracias por organizar tan lindo evento!


Advertencias: Angst (si ese animatic me hizo llorar, YO LES HARE LLORAR), pero también Fluff (aquí ven que no soy mala), Disforia de género que tendera de grave a ligera en un personaje central, posibles spoiler de hasta la sexta temporada, mención de Shallura y Lotura (Snake, Snakey)y obviamente Happy Ending, por si las moscas, es un fic KLANCE, osea, BL, SLASH, CHICO/CHICO ¡HOMO! (Top!Lance/Bottom!Keith, por si alguien con preferencias marcadas se asoma, no quiero que se lleve una decepción 3) Y si hay una posible secuela, MPreg (¿Por qué? ¡Porque soy mala!)

Notas: Las líneas "When a i was younger, i saw my daddy cry" NO me dejan dormir desde que vi el animatic, porque la canción encaja tan bien con el corazón herido de mi Keith bebé que DUELE, y alguien debe hacer un fic de esto, y si tengo que ser yo ¡QUE ASÍ SEA!

Capítulo beteado por la hermosa Sthefynice


Capítulo 1: Cuando era joven…

Cuando era joven, Keith vio, por un eterno segundo, a su padre llorar.

No fue un sollozo ni un quejido, fue un fuerte grito, maldiciendo al viento feroz. Gritaba a una madre perdida, de la que Keith sólo recordaba un poco de calidez, y entonces con aquellos ojos tristes que siempre le miraron, lloró hasta que las lágrimas del desierto limpiaran las suyas.

Entonces, Keith se prometió nunca amar.

Jamás entendió los ojos tristes de su padre hasta ese día, su temperamento tranquilo y sonrisa cariñosa nunca le dieron una pista. Sólo bastó que Keith preguntara "¿Qué es mamá?", después de un día de escuela cansado, para que su padre reaccionara: se le desencajó la mandíbula como a un muñeco roto y los ojos le temblaron, húmedos. Acunó a Keith entre brazos fuertes y temblorosos, como si el niño fuese el herido, y cuando la hora de la siesta llegó, cuando se suponía que debería estar dormido, Keith lo escuchó.

—¿¡Por qué, Krolia!? ¿¡Era tan fácil irse!? ¿¡Tan fácil dejar a un humano con un niño que no sabe criar!?—los gritos eran más fuertes que los truenos del desierto, y cuando Keith se asomó por la puerta de la casa, notó que ni el viento furibundo podía contra la tristeza de Ryou Kogane. Sólo la fuerte lluvia logró acallar el grito desgarrado, y el hombre cayó sobre sus rodillas maldiciendo al viento.

Y Keith prometió nunca amar.

Porque si al amor de verdad existía, no permitiría que su padre alguna vez hubiese sufrido, o que su madre alguna vez se hubiese ido.

Esa fue la primera y última vez que Keith vio a papá llorar.

-ExceptoATi-

A los nueve años, joven y crédulo, Keith creyó que su padre murió de tristeza. No importa cuánto los médicos hayan dicho que una extraña bacteria consumió sus pulmones hasta hacerlos colapsar después de que su casa se incendiara dejándolos sin nada. Y por supuesto, siendo su padre el que se llevara la peor parte intentando salvarlo. La lúcida mente joven de Keith creía fervientemente que a los pulmones de su padre se los habían comido el llanto que más nunca soltó y la furia que jamás drenó, por eso el humo del incendio logró acabarlo con tanta facilidad.

En el orfanato, los demás niños le dijeron que en realidad fue él. El hecho de criar a un hijo solo, a uno tan inútil y tonto.

Keith decidió no creerles, pero una pequeña parte de él, así lo aceptó.

Y mientras crecía, la navaja en su bolsillo, pasada de su madre a su padre y de su padre a él, palpitaba con su maleficio:

La promesa de no amar para no sufrir, porque asíera, estaba destinado a sufrir si se atrevía a confiar en el inexistente amor. Como su madre con su padre, y como padre con él.

Y la vida no le dio más que una rotunda afirmación en forma de orfandad y eterna incomprensión.

-ExceptoATi-

Cuando conoció a Shiro, algo le llamó la atención sobre el cadete recién graduado. El rostro expresivo y la suave línea de sus ojos amables le trajeron un leve destello de su padre, sonriente y de buen humor, en uno de esos días en donde el sol parecía llevarse todo lo malo que su madre hubiera dejado en su ausencia.

Shiro fue indolente a su persistente mirada mientras explicaba el funcionamiento de la Academia, y el cómo era una gran oportunidad que un programa tan exclusivo estuviese dando becas para cualquier chico que quisiera ingresar a ella. Incluso para ellos, unos pobres niños huérfanos, siempre y cuando pasaran los exámenes de admisión. La excitación en el salón de clases era palpable en susurros apurados y brillantes ojos abiertos con asombro ante las imágenes de la infraestructura de la academia en el reproductor holográfico, rápidas tomas de cadetes sonrientes y actividades que revolvían las entrañas de emoción con sólo verlas.

—¿Te lo imaginas?— Susurró su compañera, Melissa o algo así, a su oído. Al parecer, no había encontrado a alguien con quien chismosear y le pareció que Keith sería una buena opción. El niño bufó y se apartó, mientras Melissa seguía con su incesante monólogo sobre por qué Garrison era asombroso.

Keith no se asombró. Conocía a Garrison, todos conocían Garrison.

Primer programa en Estado Unidos en llevar el oficio de explorador espacial a las aulas de clase de los más jóvenes, criando a los mejores astronautas desde el seno de su infancia. Exclusiva, glamorosa, extremadamente cara, para prodigios.

Prodigios como Takashi Shirogane. Keith en verdad, no creía que un chico introvertido y problemático como él podría llegar a ser un prodigio, no tenía oportunidad.

Y pensó que el furor de Garrison llegaría a su fin, una vez el chico dorado apagara su estúpido reproductor y se fuera, pero en vez de ello, cinco minutos después, la maestra lo llamó afuera, después de hablar un rato con el joven oficial de Garrison en el pasillo.

Ella, completamente anonadada, empujó con manos ansiosas a su peor alumno para acercarlo más a Shirogane, como si exponerlo a la presencia de tal hombre le pegara algo de su buena actitud.

—Hola, Keith— se inclinó él, una vez la maestra entrara de nuevo al salón, su sonrisa era amable y, de nuevo, traía el recuerdo lejano de su padre muerto. El hecho enfadó a Keith hasta el punto de mostrar su disgusto, cruzándose de brazos frente al hombre.

—¿Cómo sabes mi nombre?— no era la respuesta más amable, Keith no lo sintió.

Shirogane no respondió enseguida, se agachó más, para comparar la altura del niño de nueve años mientras sacaba algo de su bolsillo, una foto bien cuidada de una gran familia, serios y altivos, vestidos con ropas extrañas.

—¿Reconoces a este hombre?—le señaló la esquina izquierda, donde un rostro familiar hacía cosquillas en el cerebro de Keith.

—Es papá, ¿conociste a papá?

Shiro sonrió, sabiendo que las barreras del tosco muchachito ya estaban abajo.

—Ryou era mi medio hermano—y mientras la bomba explotaba como un silencio atronador, Shiro añadió: —vengo a llevarte, Keith.

-ExceptoATi-

Vivir junto a Shiro significó un cambio para Keith. Estaba acostumbrado a ser el chico problemas, así que la suave voz paciente de Shiro que intentaba siempre hacerlo entrar en razón, era un conflicto que llevaba a Keith hasta los gritos y las lágrimas. Era excesivamente confuso tener a alguien que se preocupara por él, cuando ya había construido su percepción del mundo en base al hecho de no ser ayudado o comprendido.

¡Él era un problema! ¡Una falla! ¿¡Cómo Shiro no entendía eso!?

Rechazó la ayuda psicológica, rechazó la ayuda de Shiro y toda compresión o cariño que viniera de él… porque no era correcto, porque era problemático.

A los diez años, dijeron que sufría de trastorno negativo-desafiante. A los once, barajaron el autismo, a los doce, el trastorno antisocial y a los trece… depresión.

Era obvio que Shiro no estaba preparado para criar a un chico solo, en su cara casa de niño rico y con su ocupado cargo de capitán. También era más que obvio que la familia de Shiro y al parecer, de Keith, no querían saber nada de la carga que el rebelde de la familia que se atrevió incluso a cambiarse el honorable apellido de los Shirogane, había dejado luego de su muerte.

Ryou o Keith, ya no eran problema de los Shirogane.

Era una lástima, bajo la perspectiva de la familia, que Shiro así no lo creyera, y el joven capitán ni siquiera se atrevió a revocar el apellido cambiado de Keith cuando le adoptó bajo su tutela.

Así que, finalmente, cuando hartó la paciencia de Takashi por robar el aerodeslizador oculto dentro de la cochera que anteriormente fue de su padre, pensó que finalmente había dado su tercer strike y que volvería al orfanato porque, definitivamente, ni siquiera Shiro podría soportar tal nivel de anarquía en su propia casa.

—¡Diste piruetas!— Keith soltó un soplido sorprendido cuando Shiro lo agarró de los hombros al entrar a la habitación con sus atronadoras pisadas, la niñera también lo hizo. Después de que Keith se escapara de su castigo-aislamiento por golpear al hijo del vecino, que por cierto, era el hijo del gobernador, y que se escapara precisamente de la manera más vistosa posible, haciendo maniobras con un viejo aerodeslizador por todo el complejo residencial más exclusivo de Texas. Esperaban de todo, menos la excitación muy positiva de Shiro.

—Pero señor Shirogane—empezó la institutriz.

—¡Diste piruetas!—Le interrumpió Shiro—¡Y nunca antes habías tocado un deslizador!

—N-no —Keith negó, tan perplejo como su molesta institutriz.

—Te vi por los videos de seguridad, ¡Keith eres natural en esto! ¡Diste piruetas que un cadete de Garrison en segundo nivel tiene problemas en realizar! —Shiro seguía gesticulando con absoluta emoción en su voz. Keith seguía pegado a la silla en donde la institutriz lo había sentado en medio de la sala amplia y lujosa de la casa para esperar el buen regaño que Shiro, al parecer, no iba a darle —. No me malentiendas, estás castigado. Debo pagar una multa de seis mil dólares por el ventanal roto de los Stanford pero-

Hubo un montón de palabras excitadas en japonés antes de que Shiro volviera a hablar inglés.

—¡Te inscribiré en el Garrison! ¡Te aceptarán inmediatamente!

Desde ese día Keith comprendió que Shiro, sin lugar a dudas, sí creía en él y que no se iba a dar por vencido con tanta facilidad. Lloró en su hombro ese día, y se permitió, por primera vez en años, abrir su confundido corazón a alguien.

-ExceptoATi-

Siendo Shiro la única persona en la que tal vez Keith podría confiar un poco en su vida, decidió que debía hacerle honor a Shiro y a la cantidad ridícula de dinero que estaba gastando por su plaza en Garrison. Su buen comportamiento no duró mucho, Keith estaba en plena adolescencia, su cuerpo burbujeaba con hormonas y había injusticias a su alrededor con más frecuencias de lo usual. Un día un niño se burló de su peinado, y allí empezó todo.

Fácilmente se ganó una fama como el chico problemas, niño mimado hermano del chico dorado de Garrison, que se creía mucho por pertenecer a una familia de alcurnia.

Sus buenas notas en clase, su excelente rendimiento en los simuladores y buen desempeño en combate cuerpo a cuerpo gracias a las clases privadas de artes marcial que, según Shiro, era algo por lo que cualquier Shirogane debía pasar, no hicieron más que reforzar el recelo colectivo hacia su persona por parte de profesores y alumnos.

Keith nunca negó nada, la única aprobación que necesitaba era la de Shiro.

Creció con lentitud, para extrañeza de todos, Shiro era un buen ejemplo de la genética de la familia y Ryou llegó a ser un hombre por demás alto, que un adolescente en ciernes con dicho historial como lo era Keith, fuese delgado y pequeño llamó la atención de todos. Keith también se sentía, distinto, la desmedida atracción al sexo opuesto no se manifestó en su tiempo, no le encontró gracia a los chistes jocosos sobre las mujeres, sentía ser diferente con cada día que pasaba, bajo su piel se aferraban cambios que no encontraba en otros adolescentes varones… ni en humanos.

Pero una vez dio su estirón un verano, nadie más le prestó atención.

Keith, sin embargo, siguió sintiéndose distinto. Lentamente la atracción por otras personas empezó a surgir, y cuando en séptimo grado un chico con el que compartía una de sus clases se le confesara con un tímido "Me gustas más que las chicas" con su tartamudeo constante y poca gracia al gesticular… Keith entendió que le gustaban los chicos.

Con el pánico apoderándose de él, lo único que pudo hacer fue derribar de un puñetazo el último diente de leche del pobre chico.

-ExceptoATi-

La desaparición de Shiro en Kerberos le recordaron lo que era extrañar a alguien, lo innecesario que era generar apego o cariño…lo estúpido que fue en confiar, lo tonto que fue en esperar que alguien se quedaría a su lado… que Shiro no se iría.

Su amargo luto llegó hasta sus calificaciones, bajando de forma abrupta en consecuencia, su comportamiento en Garrison empeoró y fue cuestión de tiempo para que lo expulsaran por mal comportamiento.

A Keith no le dolió, estaba en Garrison por Shiro, haría algo de su futuro, por Shiro. Y ahora que Shiro no estaba, nada importaba. Tomó sus maletas, tomó su cuchillo y el aerodeslizador rojo escarlata que Shiro le regalara por su cumpleaños y se marchó al desierto, hasta la pequeña caseta que antes había sido un simple anexo de la cabaña cuyas se cenizas ya se habían desvanecido.

Entonces se dedicó a buscar, alguna forma, algún indicio que lo encauzara, fue así como consiguió las anotaciones de su padre sobre un león... un Voltron.

No le prestó atención y siguió vagabundeando entre los objetos de su padre hasta que una noche, una tirantez lo despertó junto con la imagen de un león azul y, a la distancia, la imagen de Shiro, regresando.

Entonces se aferró a aquella sensación y a la posibilidad que planteaba. Buscó e indago en los alrededores, hackeó la poca información que podría conseguir de Garrison, y averigüó sobre antiguas leyendas aborígenes.

Y luego, una luz atravesó el cielo estrellado.

Y todo cambio.

-ExceptoATi-

Las comunicaciones se cortaron, el extraño resoplido del algo invadiendo la atmósfera resonó y Keith pudo verlo, aquella cosa por la que estaba esperando, aquello que los jeroglíficos contaban, estaba pasando. Nunca creyó que el suceso en si fuese Shiro.

—No, no, no. ¡Tú no salvaras a Shiro! ¡YO salvare a Shiro!—dentro del laboratorio improvisado del cuartel, Keith frunció el ceño, el chico de piel oscura le devolvió el gesto al agarrar el otro brazo de Shiro.

—¿Y tú quién eres?

—¿Quién? ¡El nombre es Lance, chico!

—¿Eh?

—Oh, por favor.

Lance siguió lanzando razones por las cuales eran rivales y definitivamente debía recordarlo.

—¿Nada?—Keith negó, dando otro paso con el pesado cuerpo de Shiro a cuestas.—Soy, ya sabes, el chico que se te confesó en séptimo grado.

—Oh.

Oh.

—Ese chico…

El chico que le gustaba en séptimo grado, al que había golpeado, furibundo de que alguien en verdad le llegara a gustar.

—Eras piloto de carga.

—Pues ahora soy de caza, gracias a que te fuiste—y de alguna forma la acusación parecía dolida, los estrechos ojos azules de Lance, el chico desgarbado y poco agraciado que había hecho acelerar el corazón de Keith ahora convertido en un hombre, le miraron heridos.

Y a Keith le dolió.

—Pues felicidades—Y como siempre apartó ese dolor, jurándose a sí mismo que la única persona que le importaba estaba ahora inconsciente en sus brazos, ignorar todo lo ajeno a ello procuraría que lo innecesario y molesto se fuera.

Lance y su maldita sonrisa, lamentablemente, se quedaron.

Se fue junto a él en el León Azul, se quedó junto a él como paladín, se rió junto a él durante la estúpida prueba de Allura y su verde baba espacial.

—Somos un buen equipo. —y le sonrió en sus brazos antes de caer desmayado luego de haberles dado la distracción perfecta para derrotar a Sendak.

Keith se juró, por el cuchillo en su cinturón, por las lágrimas de su padre, que no caería ante Lance… no le ganaría, no le haría sufrir…porque el amor no era algo que le funcionara.

Porque Lance no se merecía alguien que no funcionaba.


Nota y aclaraciones:

Hola! Hoy empezamos una pequeña aventura con esta historia, no sé cuantas personas la leerán, no sé cuantas comentaran, pero ya yo la amo y espero que los que la lean también lo hagan un poco 3 Este primer capítulo fue sobre Keith y su infancia porque de aquí parten todos su traumas y distorsiones. Quiero dar una visión realista sobre la personalidad de Keith y su estado de hibrido el cual, se darán cuenta más adelante, es complejo. Sobre algunas escenas que tal vez se parezcan a algún fan art, un druida lo hizo xD

No planeaba subir esto hoy, pero el tráiler salió y necesito distraerme, así que lo posteo con la esperanza de recibir apoyo Klancer. No comentare nada sobre el tráiler o los enormes spoiler que acaba de lanzar el staff en la SDCC, si alguien no está llorando como yo ante este futuro gris, lo quiero dejar así de feliz.

Planeó hacer actualizaciones semanales o cada dos semanas, los viernes o sábados, si hay alguna preferencia por el periodo por el día de la semana, díganmelo, me ayudara en mi indecisión.

Sin más nada que decir, gracias por leer, nos vemos en una semana o dos :)