Holas ! Aquí estoy yo, publicando mi primer fic. No tengo mucho para decir, únicamente que esto es sólo el prólogo de mi historia, de un aporte al mundo de los Merodeadores. Cómo es el prólogo puedo borrarlo en caso de que no guste, pero si te ha gustado, review ! :)
Advertencia: contiene spoilers del último libro. El raiting, T, es sólo por precaución, pues subirá de tono más adelante.
Disclaimer: vamos, que si esto fuera mío, Sirius y Remus estarían vivitos y coleantes. Pero no, su autora original, Rowling, decidió matarlos :(
Bueno, a leer !
No eres mi obsesión.
Prólogo.
En el centro de la ciudad se alzaba un altísimo edificio.
Era glamoroso y lujoso, de arquitectura tan exagerada que no era hermosa. Tenía montones de pisos y era tan alto que casi daba vértigo. Estaba exageradamente iluminado y resaltaba desde tres cuadras a la redonda.
Lo malo era que el enorme edificio había sido construido cerca de un estadio y, después de partidos o conciertos, la zona se llenaba de los espectadores, la mayoría borrachos o drogados, generalmente armados y con ganas de robar. El edificio estaba rodeado por altas verjas de hierro negro y de cámaras de seguridad, pero aun así un ladrón logró colarse una noche después de un concierto de AC/DC.
Claro que en ese edificio tan solo podían vivir millonarios, porque ya de vista resultaba caro, y la mayoría de los propietarios de los suntuosos departamentos tenían una seguridad dentro de sus viviendas impresionantes.
De todos modos, ningún tipo de seguridad de aquellos departamentos superaba a las fortísimas barreras mágicas de seguridad que rodeaban al apartamento veintiséis del quinto piso y, si por algún milagro alguien lograra entrar, tendría que enfrentarse al experimentado mago que vivía allí que estaba obsesionado con que nadie tocara un solo pelo de la castaña cabellera de su única hija.
El caso era que reconoció el edificio apenas lo vio, a pesar de la copiosa lluvia que caía sobre la ciudad. Haciendo caso omiso del pinchazo en su costado, imprimió más fuerza en su carrera y en un minuto estaba abriendo las pesadas verjas de hierro. Atravesó el escaso jardín que precedía al edificio, manchándose de barro los pies descalzos, pues se había sacado hacia rato los zapatos de tacón para correr. Subió los escalones previos a las puertas principales de cristal y las abrió, entrando a un lujoso recibidor en el que desentonaba completamente, principalmente porque estaba empapada, con el maquillaje corrido, el pelo pelirrojo despeinado y los zapatos en mano, y ni su sofisticado vestido de cóctel prestado salvaba un poco su deplorable imagen. Para su suerte, el estricto portero del edificio estaba ausente y no tuvo problemas para entrar.
Temblando, se dirigió hacia uno de los elegantes ascensores y se abrió la puerta automáticamente cuando apretó uno de los botones. Entró al exquisito interior del ascensor y pulsó el botón que la llevaría al piso cinco. La varita mágica se le clavaba en el costado, pero eso no le importó en lo más mínimo. Se miró en el espejo para evaluar su imagen lamentable: tenía el rimel corrido y este había dejado gruesos y negros surcos en su cara, en parte por la lluvia y en parte por las lágrimas, su lápiz labial rojo también estaba corrido y su cabello completamente despeinado la hacía parecer un león. La ropa mojada y su expresión de quererse matar tatuada en sus ojos esmeraldas, antes vivaces y ahora apagados, le conferían una imagen tan impropia en ella que hasta se sorprendió. Le molestaba la ropa que se le pegaba a su curvilínea figura, pero en ese momento nada le importaba menos.
Por fin llegó al quinto piso y salió con paso tembloroso del ascensor. Enfiló por uno de los iluminados y lujosos pasillos, hasta que se paró frente a una de las elegantísimas y enormes puertas de mármol blanco, donde había una placa de oro pulido con el número veintiséis impreso.
-Por fin-susurró la pelirroja, tocando fuertemente la puerta. Podía sentir la magia protectora impresa en la puerta y rodeando al apartamento.
Casi enseguida se abrió la puerta, dejando ver a una chica de rizado, abundante y largo cabello castaño, de ojos dulces y azules verdosos, de estatura media y voluptuosa, más inocente, serena y dulce que una niña de tres años. Su querida mejor amiga, su hermana del alma, por la que estaría dispuesta hasta tirarse por una ventana si era necesario. Sabía que su grado de amistad era recíproco.
-¡Lily!-exclamó alarmada su mejor amiga.-¡Merlín santo, ¿qué te ha pasado?
La tomó de la muñeca y la hizo entrar en el elegante, enorme y lujoso apartamento. Inmediatamente se presentó allí la elfina domestica de la casa, haciendo una profunda reverencia.
-Señorita Evans, ¿desea que le traiga un té?-preguntó la solicita sirviente, que se desvivía por la diminuta familia, o dinastía, según se mire, Aithken.
-Mejor tráele un chocolate caliente a Lily, Lynn, y algo que le suba la temperatura. Está helada-Silena Aithken se hizo cargo de la situación y condujo a su congelada amiga hasta uno de los sofás de cuero, el más cercano a la enorme chimenea, donde crepitaba un alegre fuego.
Minutos después, Lily estaba cómodamente sentada en el sofá, con una enorme toalla blanca cubriéndole los hombros y, encima de esta, una pesada manta. Silena le había limpiado el rostro con un pañuelo desechable y la había obligado a tomar su chocolate caliente.
-¿Qué te ha pasado, Lily? Pensé que la fiesta de Catherine iba viento en popa.-dijo Silena, preocupada, sentándose en la punta de la mesita de café, cerca de su mejor amiga.
-Es que...soy una estúpida, Silena-dijo Lily a duras penas y, para sorpresa de la castaña, se echó a llorar desconsoladamente-Una completa y rematada estúpida.
-Calma, cielo, que no debe ser para tanto-trató de calmarla Silena, preguntándose si su amiga únicamente había ido hasta allí para decirle eso. Se inclinó hacia delante y la abrazó en silencio. Cuando por fin se calmó, se separó de ella- Vamos, cuéntame que ha pasado.
-¡Pasa que soy una idiota! ¡Pasa que recien me vengo a dar cuenta de las cosas que me importan cuando las pierdo! ¡Pasa que no puedo creer que recien ahora me entero de que estoy enamorada!
Ante el arranque de sinceridad, o furia, de Lily, la castaña quedó alucinada.
-¿Qué?-fue la primera frase inteligente que pudo decir.
-¿Recuerdas que te conté el año pasado que sentía cierta atracción hacia James Potter? ¿Y que por carta te he dicho que lo extrañaba y que eso me parecía imposible? ¡Pues bien, que me he dado cuenta en la puta fiesta de Catherine que estoy enamorada de él y que es imposible! Y ¿quieres saber que es lo peor de todo?
-Sí-balbuceó Silena, más sorprendida que antes-. Pensé que lo odiabas...
-¡Yo pensaba lo mismo, hasta que lo vi besándose sin remilgo con Natalie Adams! -Y, nuevamente, se hecho a llorar, destrozada.-¡No puedo creer que recien ahora me vengo a dar cuenta de que me gusta!
Silena posó una de sus manitas en el hombro de Lily, que bajaba y subía abruptamente.
-Tranquilízate, Lils, que seguro solo se ha liado con ella y después nunca más...
-¡Igual! Desde mitad del año pasado que no se liaba con nadie. ¡Por eso yo pensaba que había madurado, por eso empecé a verlo con otros ojos! Y, cuando me doy cuenta de que me gusta, él va y se besa con otra-dijo Lily, más triste que nunca. Miró a Silena con ojos suplicantes-Lo he perdido...
-No digas eso. James Potter ha estado colado por ti desde siempre. Es sólo un lío sin importancia...
-No, Silena, él ha decidido dejar de insistir conmigo y se ha buscado a otra. Y lo peor es que lo entiendo...-para desesperación de Silena, su amiga volvió a sollozar.
-No te pongas así, Lily. Tan solo ha sido un beso, sólo eso, y tú estás muy histérica. Oh, diablos, ojala hubiera ido yo a la fiesta de Catherine-musitó. Luego, tratando de levantarle el ánimo a su mejor amiga, añadió-Mira, mañana iré al callejón Diagon a comprar las cosas para Hogwarts...¿tú las has comprado ya?
-No.
-Pues bien, hoy te quedas a dormir aquí y mañana vamos las dos a comprar todo, ¿eh? ¿Qué te parece?
-De acuerdo, pero no tengo ropa para mañana y le tengo que avisar a mis padres...
-Yo te presto la ropa y puedes llamar a tu casa desde el teléfono del conserje.
-¿Silena?-dijo una grave voz masculina, interrumpiendo la conversación. Las dos giraron la cabeza y vieron como una figura imponente surgía del pasillo que conectaba las habitaciones con el salón. Era George Aithken, el millonario y protector padre de Silena.
-Lily ha venido a verme, papá. ¿Puede venir con nosotros mañana al callejón Diagon?-preguntó la muchacha, casi de forma innecesaria, pues su padre era incapaz de negarle algo a su hija.
-Claro que sí, cariño. ¿Te quedas a dormir, verdad?-le preguntó a Lily. Tuvo la delicadeza de no preguntar el porque de su estado tan lamentable.
-Si no es mucha molestia...-dijo Lily.
-Oh, sabes que no-el señor Aithken le regaló una sonrisa cortes a su inesperada invitada- ¿Deseas que Lynn te prepare el cuarto de invitados, Lily?
-Ella dormirá conmigo, papá-sentenció Silena. Talvez hubiera sonado demasiado dura, pero su voz era siempre suave y dulce. Luego se volvió hacia Lily-Vamos, Lils. Te prestaré algo para que te pongas y vayas abajo a llamar a tus padres.
Lily asintió y cuando su mirada se cruzó con la de Silena le transmitió toda su gratitud.
A veces se preguntaba que había hecho de bueno en su anterior vida para tener una amiga tan buena.
(ooo)
Lily removió su granizado de chocolate, compungida. Ni siquiera pasar la noche en casa de su mejor amiga y un día de compras habían logrado quitar la tristeza de su semblante, algo que estaba desesperando a Silena.
-Siento haber mojado así el vestido que me prestaste-volvió a disculparse la pelirroja.
Silena, sin embargo, hizo un gesto vago con la mano para restarle importancia.
-Oh, sabes que no es nada. Seguro que para cuando volvamos a casa está como nuevo-dijo ella.-¿Por qué no te quedas hasta que terminen las vacaciones?-le propuso con una radiante sonrisa.
-Mejor que no, Silena. Este será nuestro último año y después no volveré a casa de mis padres y quiero pasar estas vacaciones con ellos.-dijo Lily.
-¿A pesar de Petunia?-preguntó con curiosidad Silena.
-Sí, a pesar de ella. ¡No creerías lo horrible que es su novio!-exclamó la pelirroja y sonrió de verdad por primera vez en el día.
La castaña sonrió tambien, pero rápidamente se puso seria.
-De acuerdo, vuelve a tu hogar, pero antes hay que hablar largo y tendido sobre James Potter-determinó Silena e, inmediatamente, la sonrisa en el rostro de Lily se borró.
-No quiero hablar de eso-repuso esta.
-Sí, pero es necesario, porque sino te pasarás lo que nos queda de vacaciones atormentándote en vano. Mira, realmente creo que Potter no le prestará atención más tarde a Adams. Talvez estás exagerando un poco.
-Créeme, no estoy exagerando-rebatió Lily.
-Antes tambien se liaba con otras chicas y no te ponías así, pero ahora lo haces porque te das cuenta que te gusta. Pero a pesar de que se besaba con otras siguió invitándote a salir.
Silena se arrepintió más tarde de haber dicho eso, porque le dio a Lily una idea terrible.
-¡¿Y si soy tan solo un capricho, algo que quería para poder decir "oficialmente soy el más irresistible", y yo he caído como una tonta?
Su castaña amiga se estrelló una mano en el rostro después de atragantarse y recuperarse.
-¡Claro que no es así, Lily! Deja de decir tonterías-dijo.
-¡¿Y ahora que mierda hago, Silena?-exclamó Lily en voz alta, aun en sus trece, atrayendo la atención de unas cuantas personas de la heladería de Florean Fortescue. La castaña les dirigió una tímida sonrisa a modo de disculpa.
-Cálmate. No te estaba usando, no eres su capricho, no eres su obsesión. ¿Crees realmente que Potter te hubiera seguido durante tantos años únicamente porque fueras, no se, una especie de trofeo? Yo creo que no, que hubiera desistido hace mucho tiempo.
Esa sensata teoría por parte de Silena calmó a su amiga, para alivio de ambas.
-De acuerdo-asintió la pelirroja.
-¿Cuándo volvamos a Hogwarts lo enfrentarás?-le preguntó la castaña.
Lily la miró como si creyera que se había vuelto loca.
-¡Por supuesto que no! El hombre es el que tiene que dar el primer paso. Siempre-afirmó categóricamente.
-Vaya, no creía que estuvieras tan chapada a la antigua...
-¡No estoy chapada a la antigua!-exclamó Lily, haciendo uso una vez más de su carácter explosivo. Silena sonrió al darse cuenta que ni una decepción amorosa era capaz de aplacar la personalidad de la pelirroja.
-Oh, por supuesto que no, cielo.-contestó vagamente. Luego le echó un vistazo a su caro reloj de muñeca y se puso en pie con el granizado en mano.-Ya son las seis, Lils. Mi padre vendrá a recogernos en cinco minutos.
-De acuerdo.
Abandonaron la heladería no sin antes despedirse del simpático y aun joven heladero. El señor Aithken se había llevado las bolsas de las compras de su hija a su departamento y hubiera llevado las de Lily con mucho gusto pero esta se negó, alegando que después debía volver a su casa.
Atravesaron el callejón Diagon hacia el Caldero Chorreante, donde las esperaba George. En el camino se encontraron a Catherine, la anfitriona de la fiesta de la noche anterior, donde Lily conoció la verdad de sus sentimientos. Lo cierto era que no eran precisamente amigas de ella, pero Lily y Silena eran bastante populares, al igual que Catherine, y esta última se vio obligada a invitarlas, pero tan solo había asistido Lily, representando tambien a Silena.
Aparte de aquel encuentro no hubo más retrasos. Llegaron a la taberna y Silena se despidió de Lily con un abrazo hasta dentro de dos semanas.
-Recuerda lo que te dije-le dijo la castaña.
Lily Evans asintió y se internó en el Londres muggle en dirección a su casa.
(ooo)
James notó la mirada cargada de reproche de Remus en su nuca y se giró para verlo.
-¿Qué sucede, Remus? Me están cansando un poco esas miraditas tuyas-espetó, de mal humor desde la noche anterior.
Sirius, repantigado en su cama, cruzó una mirada seria con Remus, quien estaba apoyado tranquilamente en el poste del dosel de la cama.
-Has sido un idiota al liarte con Natalie Adams, lo sabes-dijo.
-¿Qué tiene de malo?-preguntó James, desafiante.
-Probablemente nada, pero lo has hecho enfrente de Evans-Sirius decidió meterse en la conversación.
-Evans no nod estaba viendo-rebatió el chico de pelo alborotado.
-Eso es lo que tu crees, Prongs, pero Sirius y yo vimos como se le transformaba el rostro cuando los vio besándose-dijo Remus, endureciendo la voz. No estaba enfadado, pero lo cierto era que Lily era su amiga y James había obrado bastante mal.
A James por poco y se le caen los anteojos de la impresión.
-¿Nos...nos vio?-tartamudeó, temiéndose lo peor. Sirius asintió-¡Mierda! ¿Por eso no estaba más tarde?
-Supongo que es por eso, Prongs, pero estaba lloviendo y si se fue de allí enfadada o algo podría haber cometido una locura. Es una chica muy impulsiva-dijo Sirius, preocupado. No eran amigos, pero...
-¡Pero estos tiempos son muy peligrosos para los hijos de muggles! ¡Puede haberle pasado cualquier cosa!-gritó James, dirigiéndose como una tromba hacia la puerta.
Pero la firme mano de Sirius en su hombro hizo que se diera vuelta, con los ojos preocupados, asustados o furiosos. O todo junto, Sirius no sabría precisarlo.
-¿Y qué harás, eh? ¿Aparecerte en Londres y comenzar a buscarla por toda la ciudad inútilmente? Lo más probable es que volviera a su casa o fuera para la casa de Aithken.
-¡No me voy a quedar aquí sabiendo que a Lily le pudo haber pasado algo!-aulló James.
-Tranquilízate, James. Si hubiera pasado algo malo, ya lo sabríamos por el Profeta-dijo Remus, con calma aunque no muy seguro de sus palabras.
-Sabes que eso es cualquier cosa, Remus.
-Sí, pero aun así...
Sin embargo, jamás se enteraron de lo que iba a rebatir Remus Lupin, porque una enorme lechuza la mar de bonita entró volando a la habitación. Fue volando directamente hasta posarse en el escritorio de James, mirándolos a todos con sus enormes ojos ambarinos.
-¿De quien es esa lechuza?-preguntó el muchacho de gafas.
-Ni idea, pero me suena conocida-apuntó Sirius.
James Potter no contestó y se acercó a la lechuza que lo miraba directamente. En una de sus patas estaba enrollada con una cinta un rollo de pergamino muy pequeño. Ni siquiera era una carta.
El moreno, intrigado, desenrolló el papel y se dispuso a leer y, a medida que la lectura avanzaba, el alivio lo iba embargando, a la vez que la culpabilidad.
"Potter:
No tendría que estar haciendo esto y, si Lily lo supiera, me mataría. Pero sé que de verdad te preocupas por ella y a estas alturas debes estar, como mínimo, inquieto por lo que le pudo haber pasado. Sinceramente, eres un idiota y un irresponsable. Aun así, creo que te mereces saber que Lily esta bien y en mi casa.
Silena Aithken.
P.D.: espero que no se vuelva a repetir."
-Esa chica es un ángel-dijo James, con la voz casi temblándole por el alivio, dejándose caer en la silla de su escritorio.
-¿De quien es?-pregunto con interés Sirius.
-De Silena Aithken. Me escribió para decirme que Lily estaba en su casa-informó James.
-La verdad que tienes razón, Prongs. Es una maravilla de chica-dijo Sirius, con cierto tonillo irónico. Por alguna razón desconcertante, Sirius casi no soportaba a Silena.
-Ha sido muy amable-dijo Remus, haciendo caso omiso al comentario de Padfoot.
-Lo importante aquí es que Lily está bien y...¡Auch!-exclamó James. Aiss, la gigantesca lechuza de Aithken, le había dado un fortísimo picotazo en el dedo. Antes de que James pudiera abrir la boca para protestar, la lechuza lo apuñaló, metafóricamente, con una mirada recriminatoria antes de alzar el vuelo orgullosamente.
-¿Pero a esa lechuza que demonios le pasa?-dijo James, consternado.
-Simplemente ha hecho lo que yo hubiera hecho en su lugar-dijo Remus, sentándose en el suelo entre dos cojines y comenzando a leer.
-Vaya, gracias, Moony-el tono de voz de James fue irónico. Aun así, ahora estaba de buen humor sabiendo que Lily estaba bien.
-¿Sabes que la has cagado, verdad?-preguntó Sirius, nuevamente repantigado elegantemente en su cama.
-Sí, pero siempre lo hago...
-De todos modos, esto te dificultará bastante tus intentos con la pelirroja.
Para su muy mala suerte, Sirius tenía toda la razón.
Y, bueno, nada, esto es todo. Ya saben, si les ha gustado déjenme un review para saberlo y así seguir escribiendo esta historia.
Un beso, Keiian :)
