Disclaimer: La ladrona de libros es de Markus Zusak, bendito sea.

NdA: me leí La ladrona de libros el año pasado y el sábado fui al cine a verla con mi ex. Estoy atascada con un fic en el que pienso todos los días, y creo que hacer una serie de drabbles puede ayudarme. Eso, y que tengo ganas de darle a Rudy un poco del tiempo que le quitó el bombardeo. A Liesel, el tiempo que le hacía falta para darse cuenta de lo mucho que le gustaba. Y a Joss, un hombre al que no es fácil sacarle las lágrimas.

Espero que os guste la primera letra nun


Limón y Liesel


"A" de Arsloch

En Alemania todos saben lo que significa ser un Arsloch (saber ese tipo de cosas es importante en la vida), pero nadie está más familiarizado con el término que Rudy Steiner, piernas esqueléticas y número 31 de Himmelstrasse. Cuando Liesel le espeta Arsloch en lugar de Saukerl significa que la cosa va en serio. Palabras (siempre palabras) masticadas con sopa de guisantes y un insulto escupido en la cara. La ceja levantada y los labios de cera fruncidos. Está guapa cuando se enfada pero no tanto como para enfadarla. Es un concepto difícil. Liesel opina que los hombres son idiotas (todos menos el señor Hubermann y ese tal Max) y Rudy siempre acaba haciendo algo que solidifica esa convicción como los años solidifican la mirada de Rosa Hubermann. Saber que la chica que te gusta ha perdido la esperanza en tu género por tu culpa es un poco frustrante, pero con Liesel Rudy está acostumbrado a tragarse los chascos, así que no importa.

A mediados de junio, Liesel sudaba más de lo normal, ojeras en el semblante y mejillas (más) paliduchas y por increíble que parezca lo que más le apetecía era "no hacer nada Arsloch, no tienes por qué entenderlo". Ni siquiera leer. Solo espantarlo para que no hicieran nada juntos. Ni siquiera no hacer nada. Lo llamó Saukerl por aullarle como un chucho para que jugase al fútbol con él (Rudy está dispuesto a admitir que a partir de la vigésimo segunda vez puede decirse que se pasó un poco) y cuando le preguntó con el balón bajo el brazo y la sonrisa bajo la nariz respingona, el pelo más amarillo y más estúpido que nunca si "es que te ha bajado la regla o qué", Liesel se puso roja como una manzana robada y se le abalanzó encima como un gato al que le han pisado la cola.

Sentir el peso de Liesel encima tiene cierto encanto que se difumina como el carboncillo con los primeros arañazos en la cara. A veces, a Rudy le escuecen, cuando piensa que la única manera de tenerla todo lo cerca que la necesita es así, con el barro colándose por la pernera del pantalón, retorciéndose en las orillas del río Amper para no clavarse sus costillas y rezando a Jesse Owens para que Liesel no le saque los ojos con sus dedos nudosos y manchados de magia y lápiz sin afilar, de escritora en potencia.

A veces, Rudy la enfada queriendo, pero otras es sin querer. Le escuecen todos sus arañazos y entonces sí, entonces se siente un libro en blanco sobre el que Liesel escribe sin tinta. Un poco Arsloch.


Me gustaría subir una o dos letras por semana, en función de cómo vaya con Guerra de guerrillas.

Un review si os ha gustado un poquitín o una palabra para la letra "B" son recibidos con mucho cariño.