Hola como han estado xD… bien chicos/as a estremecerse de miedo…
Disclaimer: InuYasha no es mío es de Rumiko Takahashi.
Nota: El Fic participa en ¿Le temes a la oscuridad? : Mes del terror en ¡Siéntate! Podrán encontrar el link en mi perfil.
Su cabeza daba vueltas se sentía un presa, tomo entre sus manos su herido tobillo dejando escapar lagrimas solitarias como si fueran cataratas, sus oídos pudieron persuadir el crujido de las hojas. Su mirada ya apagada miro todo el panorama; era detestable estar allí. Cuantas veces su madre le había advertido no ir, normalmente hubiera corrido hasta los brazos de su madre; pero todo era diferente. Todo.
—Demonios tengo miedo…—murmuro limpiándose los mocos que caían por su nariz—Debo de salir no puedo estar, aquí.
Se levantó corriendo anhelando estar con su madre, los gritos desgarradores y chillidos hacían que sus orejas sangraran, técnicamente todo su cuerpo estaba cubierto de un color carmesí. Su dolor se volvía más grande en poco tiempo algún animal salvaje lo comería ya que el olor a sangre se volvía más fuerte.
Tomo un pedazo de su kimono pasándoselo en su herida tratando que ya no sangrara; su vida verdaderamente era pésima, nadie lo veía con buenos ojos. ¿Para que existía?
¿Para sufrir?
¿Para ser maltratado?
Tomo un palo para sostenerse, camino sobre un tronco tropezándose como siempre, con bastante cuidado se levantó con una cuantas heridas en el rostro. Le asustaba el estar solo y peor aún estar perdido.
Su madre siempre fue la más hermosa del mundo parecía—para él—una verdadera princesa sacada de un cuento. Lastimado, solo y desconsolado miro la cabaña que se encontraba no muy lejos de él.
Como pudo salió corriendo cayéndose varias veces en el trayecto. Al fin cuando llego a la cabaña sucia, oscura y tenebrosa; dejo escapar un sonoro suspiro.
Con una sonrisa luminosa entro a la cabaña. Siento su corazón encogerse todo era completamente desconocido.
De acuerdo a sus instintos no demostró miedo, levanto el pecho en alto demostrando la valentía. Observo de soslayo una puerta oscura, inexplicablemente un rayo cayó haciendo que su cuerpo pequeño se estremeciera, iluminando la cabaña.
Con temor miro el mismo lugar donde una silueta masculina se encontraba parada. Retrocedió. Cabello plateado, ojos ámbar, sonrisa cínica, apariencia canina.
—Lárgate.
El pequeño lo miro con firmeza, frunciendo su ceño.
— ¿Quién eres tú y que haces aquí?
—Eso debería preguntar yo… Lárgate.
—Porque debería hacer eso, acaso te conozco.
—…—El mayor le miro con frialdad pura, acercándose a él con una velocidad rápida agarrando al menor del cuello levándolo por los aires—Lárgate InuYasha —el menor se sorprendió intentando desesperado escapar de las garras del mayor.
— ¡Suéltame! —cómo pudo se soltó cayendo al suelo sobándose levemente su trasero— ¿Quién eres tú? Y ¿porque me llamaste por mi nombre? ¿Quién te dio el derecho?
—Cállate.
InuYasha frunció el ceño quien se creía, se levantó del suelo parándose con el pecho alto para incomodarlo. El mayor avanzo hasta InuYasha con una mueca de superioridad.
—Eres muy estúpido hermano—InuYasha abrió los ojos sorprendidos sintiendo su cabeza quebrarse—Sesshomaru—fue lo único que escucho, cerrando los ojos sesshomaru tomo su brazo. Sesshomaru con sus garras hirió el brazo izquierdo de InuYasha.
Dolor. Es lo único que sentía, su cuerpo se volvió pesado haciendo que callera en la tierra. Movió sus manos sobando la tierra mojada. Difícilmente levanto la mirada encontrando arboles gigantes, sonidos de culeras, flores.
Con dificultad movió el tobillo preparándose para levantarse, se preguntaba si todo fue un sueño pero prefería estar con el mayor que perdido.
—auh…—murmuro tocándose el brazo izquierdo mirándose anonado las brillantes marcas carmesí. Las marcas viajaron por todo su cuerpo hasta llegar a su tobillo quien inmediatamente dejo de sangrar, cicatrizando mágicamente.
Curioso movió el tobillo sin sentir dolor. Sonrió alegre se tal sesshomaru no era tan malo. Corrió lo más fuerte que pudo sin mirar atrás odiaba estar perdido, su cabello platinado se movieron para todos lados preciados.
Observo feliz una luz. Una gigante blanca luz.
Sus ojos ámbar observaban todo paso una garra por su boca lambiendo la sangre que tenía.
—Señor, dígame ¿porque le dio tanto poder a ese niño?
—No es de tu incumbencia—Dijo con un brillo de maldad
—S-i como ordene señor.
—Jaken—Lo llamo.
—Si— respondió el demonio verde.
—Necesito sangre y carne si no lo traes ahora ya sabes lo que pasara—lo observo con frialdad.
—Como ordene—El demonio verde se alejó temiendo por su vida.
—Estúpido InuYasha, gracias a ese poder morirás controlado— Rio con una sonrisa malvada, lo único que era de esperar era tiempo, mucho tiempo.
