Disclaimer: No me pertenece ninguno de los personajes de Naruto.

1/22 --- Número de capítulo en relación al total.

-LEER- Hola a todos, ¿cómo están? Espero que bien. Por única vez les voy a pedir que lean esto para aclarar unas cuestiones de la historia y de las otras tres historias simultáneas que estoy subiendo. Las cuatro, incluída esta ("Algo más") tienen un título común que es "Yuxtaposición de soledades" [YDS]. Esto es porque las cuatro historia ocurren paralelamente y en algunos puntos convergen, es decir, tienen un mismo hilo conductor. Pero no son exactamente lo mismo desde diferentes puntos de vista. Ocurren contemporáneamente pero cada historia se centra en una pareja y en momentos que no aparecen en las demás historias. NO es necesario leer las cuatro para entender esta, cada historia es una historia en sí y por sí, separada de las demás. Pueden leer 1, 2, 3, las cuatro, no cambia nada. Aunque, por supuesto, hay menciones de una en las otras. Probablemente la historia central se amplíe más si leen todas pero, como dije, NO es necesario hacerlo El primer capítulo de todas está similarmente narrado, en estructura, pero es solo el primer capítulo. Segundo, para los que no saben, yo actualizo mis historias todos los días, un capítulo por día, sin falta. Y esa es una promesa que intento cumplir SIEMPRE. Ya sin más que decir, les agradezco desde ya por tomarse la molestia de leer mi humilde historia. Como siempre, me gustaría saber -si no es demasiado pedir- su opinión, para así poder mejorar. ¡Nos vemos y besitos! (Las próximas notas serán más cortas, lo prometo =)).


"Porque todos ellos habían entendido, que la cosa más dolorosa que existía, era no ser necesitado por nadie en el mundo. Aún así, seguían buscando... eso que los salvara de la soledad"

Yuxtaposición de soledades

Algo más

I

"Determinismo y azar"

Él era un solitario, en el más amplio sentido de la palabra, y desde que tenía memoria lo había sido. No por elección, por supuesto, el mundo lo había torneado de esa forma. El odio y el dolor lo habían hecho de esa forma, lo quisiera o no. Pero Neji no se justificaba, no estaba excusándose, sino simplemente estableciendo un hecho. Y era un hecho que el destino lo había hecho así, valga la redundancia. Así como también había querido este sellar su vida en manos y poder de otros. Otros que por miedo le habían arrebatado la libertad de elegir cómo y cuando morir. Otros que se hacían llamar su familia, otros en quienes –de niño- había confiado, o eso creía él pues ya no lo recordaba. Para ellos era realmente simple, un leve movimiento de manos, un sello deliberadamente formado, y él estaría muerto en un instante. Cruzaría la línea en un instante. Todas sus neuronas, sus ideas y pensamientos que alguna vez hubiera tenido, todos sus recuerdos encapsulados en sus circuitos neuronales, serían destruidos uno a uno. Lenta y dolorosamente. Asegurándose su destrucción y su inmediata inexistencia. Sería carne, solo eso, vacía y despojada de toda humanidad –fuera lo fuera eso-, un contenedor hueco y carente de todo valor y significado. Nada, eso sería, absolutamente nada.

Eso no podía permitirlo. Neji, nunca. Había aprendido forzosamente a no confiar en los demás, en nunca poner su vida en manos de otros pues es un hecho que están destinados a arrebatársela. Robársela. Eso bien lo sabía y aunque poca elección le quedaba ya en cuanto a su muerte, aún podía decidir no volver a confiar. No volver a una inocencia temprana que tiempo atrás había perdido por tanto el destino lo había querido así. Destino, aún la palabra marcaba su vida –como el símbolo del pájaro enjaulado en su frente-, aún tenía gran peso en todas sus decisiones, solo que no de la misma manera. Naruto había cambiado esa idea, pero él no era Naruto. Y por más que lo quisiera, Neji no podía ser tan ingenuo, tan crédulo e incauto como lo era el rubio. No era lo suficientemente fuerte como para serlo, creer en lo mismo que creía Naruto, solo lo derrumbaría. Solo le traería mayor dolor y sufrimiento, y él ya estaba harto del sufrimiento. Quizá, era cierto que ya no podía volar, ciertamente lo era que sus alas habían sido arrancadas despiadadamente, y eso era el destino; pero también lo era que aún viviera. Que aún respirara y que aún pudiera no resignarse a ello. Podría nunca volar, y no lo dudaba, pero eso no significaba que se tuviera que arrastrar. Y nunca lo haría. Neji era demasiado orgulloso para hacerlo. Así su vida se fuera en ello.

Esa era su definición de supervivencia. Supervivencia a la muerte. Al destino y a la humillación. Y por ello era un solitario –como él mismo solía definirse-, porque para él la fortaleza estaba en uno, no en los demás. Los demás, la vulnerabilidad que los otros engendraban, era debilidad. Debilidad que no podía costearse tener, ni deseaba hacerlo. Después de todo, ¿quién desea realmente apostar su vida? ¿Quién desea dejarla librada al azar? Azar, los lazos plenos, las relaciones humanas y la vulnerabilidad eran azar. El destino era determinismo. Y él estaba determinado a vencer su destino. En su vida, no había lugar para el azar.

Suspirando profundamente, aún en su postura meditativa, y con los ojos cerrados; murmuró, sin siquiera inmutarse, a la oscuridad detrás de sus párpados —Deberías, realmente, dejar de hacer eso. Es bastante impertinente.

Un gemido de sorpresa fue la respuesta que recibió, seguido de una contra pregunta teñida de ávida curiosidad —¿Cómo supiste?

Aún sin abrir los ojos, se incorporó, quedando de pie frente a la persona que acababa de formular aquella pregunta. Solo entonces, su vista pálida y blanca se poso en la muchacha frente a él, aunque había sabido de quien se trataba desde el inicio. Nunca lo había dudado, de hecho. El tono curioso y tenuemente alegre era inconfundible. Encontraba sorprendente que a pesar de los años transcurridos, Tenten aún lo usara. Y su voz sonara extrañamente igual, aunque claro, como todo, era solo la fachada. El exterior. Tenten era mucho más compleja de lo que dejaba notar, no que alguien se hubiera tomado la molestia de intentar descifrarla —Tu presencia es demasiado obvia.

La joven hizo una expresión de disgusto y cruzando sus brazos, retrocedió un paso más lejos de él —¿Qué insinúas con eso?

El Hyuuga se limitó simplemente a encogerse de hombros, optando inmediatamente por la respuesta sencilla y obvia, tal y como lo era ella, considerándola más adecuada —Que eres un blanco demasiado fácil de detectar. Cualquiera podría encontrarte, aún con los ojos cerrados.

Los labios de ella se torcieron en una mueca de disgusto. Como siempre, Neji resultaba arrogante y cruel. Brutalmente honesto, como él era. Frontal y frío. Pero, como habitualmente también sucedía, los comentarios del chico eran no requeridos y, por sobre todo, no solicitados. Aún así, él sentía la necesidad de recordarle cada instante de debilidad, cada error, lo cual resultaba verdaderamente agobiante.

—Puedo observar que mi respuesta no fue de tu agrado —y lo sabía, sabía que la había ofendido, herido quizá, pero no había podido evitarlo. No lo había intentado, tampoco. Así era él, honesto y frontal. Y, de todas formas, Tenten era fuerte. Neji sabía bien que no había necesidad de endulzar sus palabras con ella. No había necesidad de figurar las cosas de forma censurada. Ella lo toleraría, aunque manifestara abierto enfado en sus ojos, lo soportaría. Porque así era ella, fuerte y resistente, a pesar de su frágil exterior. Y él lo sabía, solo que no se contentaba con doblegar sus límites. Necesitaba quebrarlos, romperlos completamente. Hacerlos añicos con sus propios pálidos y prodigiosos dedos para volver a rearmarlos. Era imperioso de su parte, lo sabía, arrogante, quizá –como Tenten lo solía llamar. Quizá lo fuera. En todo caso, no importaba. No realmente. Tenten era Tenten, tal y como siempre lo había sido; así como él era Neji Hyuuga, y todo lo que su nombre conllevaba. Y su relación era esta, una de relaciones de poder y formalidad. Así como lo era con su otro compañero de equipo, Rock Lee. Y por él estaba bien, era coherente. Era, al fin y al cabo, la única forma que conocía de relacionarse. Y era suficiente. No necesitaba nada más, de nadie.

Tenten, ignorando deliberadamente el comentario de su compañero de equipo, lo rodeó, permaneciendo de pie detrás de él en medio del claro. Cuando habló nuevamente, su voz sonaba distendida y no había en ella rastro alguno de resentimiento; pero Neji la conocía demasiado como para confiarse —¿Empezamos?

El castaño asintió, poniéndose de pie de forma ceremoniosa. La altura que había ganado a lo largo de los años lo hacían un oponente más imponente y prodigioso de lo que nunca antes había sido. Había algo en él, algo en sus ojos blancos y vacíos, en su postura, que lo hacían cautivante; y a la vez, su personalidad tajante e incisiva, lo hacían generar rechazo. Era contradictorio. Atrayente y repelente, completamente. El oponente perfecto.

Su voz era tan áspera y serena como el calmo exterior reflejaba —Esperaba que dijeras eso.

Sin decir más, Tenten saltó hacia atrás –cayendo primero sobre ambas manos, y luego ambos pies- repetidas veces hasta marcar la distancia adecuada. Con Neji, todo se resumía a la distancia adecuada. Años y años de permanencia a su lado le probaban que estaba en lo correcto. Aún así, a pesar de estar lo suficientemente lejos de él, no bajó la guardia. Neji no era alguien a quien se podía tomar a la ligera, aún durante un entrenamiento. Era astuto y efectivo. Y en un instante podía terminar la batalla. Pero ella también podía, pues era precisa y letal, y cualquier objeto en sus manos podía volverse un arma efectiva. Además, jamás se permitía fallar. Nunca. Hacerlo significaba quedarse atrás y eso, para ella, era lo que muchos llamaban debilidad. Vulnerabilidad. Tenten no quería verse vulnerable, débil. No, debía ser fuerte, firme y poder mantenerse en pie por su cuenta; o sería dejada atrás. Olvidada. Y eso ella no podía permitirlo.

—¡Byakugan! —las venas de alrededor de los ojos del Hyuuga se hicieron visibles a través de la delgada y blanca piel. Sus ojos color marfil dejaron entrever una pupila del mismo color agrietada.

La muchacha retrocedió un paso más, deslizando la yema de sus dedos lentamente hacia el pergamino colgado detrás de su espalda. Sin dudarlo un instante, desenrolló parte de él.

Sin embargo... —Muy lenta —masculló una voz impasible detrás suyo, dando un golpe certero con la punta de sus dedos contra la curva de la espalda de ella. Afortunadamente, la joven llegó a agacharse a gran velocidad eludiendo ágilmente el impacto.

Una vez más, marcó la distancia adecuada con su oponente. Desenrollando por completo un pergamino de tamaño mediano frente a los ojos penetrantes de él. El resultado, la invocación de una larga vara alargada de bambú. Inmediatamente, la joven adquirió una pose ofensiva.

Neji arremetió, palmas alzadas y listas para asestar golpes cargados de chakra, esquivando el primer golpe con la vara y logrando golpear de lleno el estómago de la chica. Tenten, tosió, doblegándose sobre su vientre.

—Bajas demasiado fácilmente la guardia. Deberías ser más cuidadosa.

Sin embargo, la castaña se rehusó a objetar a aquello; simplemente se incorporó y retomó la distancia adecuada entre ella y Neji. Luego, sin previo aviso; saltó hacia arriba y desenrolló el pergamino más grande, invocando cientos de armas capaces de atravesar la carne.

Neji contempló con disimulada sorpresa, la cantidad de armas que su compañera podía invocar creía cada día más y más. Aún así, si dicho progreso le provocó sorpresa alguna no lo manifestó. Su semblante, serio y calmo, permaneció igual de rígido que siempre. A veces, Tenten creía estar segura de que el Hyuuga estaba tallado en mármol y no en carne, como realmente era el caso.

Su cuerpo, empezó a girar velozmente —Hakkeshō Kaiten —haciendo que la fuerza centrífuga arrojara a todos los objetos incipientes, que la chica enviaba en su dirección, en la dirección opuesta. Una y otra vez, cada vez con más precisión los rechazó. Uno a uno. Hasta que todos quedaron regados en el terreno de entrenamiento. Algunos, inclusive, habían atravesado los troncos más anchos de los árboles más ancianos.

Finalmente, se detuvo jadeando. Su vista, aún con el Byakugan activado, fija en su compañera de equipo; la cual devolvía la mirada igual de exhausta. Sus niveles de chakra, los de ambos, estaban bastante bajos.

Neji, sin expresión de dolor alguna, contempló sus palmas. Ambas sangraban y, en la derecha, permanecía un delgado senbon clavado profundamente en el centro de esta. Justo por debajo del dedo medio —Hmp —masculló. Arrancándolo crudamente de su carne desgarrada.

Tenten se apresuró a acercarse, contemplando más con curiosidad que con preocupación la expresión del Hyuuga. Alguien, finalmente, había logrado –si bien por un instante- atravesar la barrera perfecta del chico. Y éste parecía ahora enfadado consigo mismo. O esa impresión recibió ella.

—¿Neji? —lo cuestionó acercándose lentamente, cautamente. Aún fuera de combate, la distancia lo era todo con Neji.

El castaño levantó la mirada, aún con la palma alzada frente a su rostro —¿Qué?

—¿Quieres que te vende eso?

Rápidamente, dejó caer la mano a un lado de su cuerpo. Su tono de voz tajante y serio —No.

Aún así, la joven decidió insistir aunque sabía que la respuesta no cambiaría. Nunca lo hacía —¿Estás seguro?

—Si.

—Bien —sonrió. Decidida a hacer otra pregunta cuya respuesta ya sabía—. Ya es el mediodía ¿Quieres almorzar?

La respuesta, como siempre, fue inmediata y mecánica. Sin siquiera considerar la posibilidad de una segunda opción —No. Estoy ocupado.

De todas formas, no esperaba otra respuesta. La respuesta no cambiaría, siempre era la misma y; aún después de tantos años, siempre lo sería. Las únicas ocasiones en que Neji aceptaba almorzar con ellos era durante las misiones o cuando Gai lo solicitaba. Y, aún entonces, acudía a la reunión a regañadientes. Estaba claro para Tenten que Neji no gozaba de sociabilizar, sino simplemente relacionarse en el punto justo. Y aunque el cambio sufrido desde los exámenes chunin era ampliamente notorio, él seguía siendo el mismo tipo de persona reservada y hermética que siempre había sido. Y ella seguía siendo la misma persona perseverante y constante que siempre sería, por eso, no se rendía. Era inevitable, así eran ellos. En eso se habían convertido, el mundo los había torneado de esa forma, y difícilmente cambiarían.

—¿Tienes una misión?

—No, debo regresar al complejo Hyuuga. Hiashi-sama estará esperándome para entrenar.

—¿Entrenar?

Encontró el tono incrédulo de ella curioso —Si, entrenar.

Y es que era sencillamente increíble. Simplemente no lo podía creer, aún a pesar de tantos años Neji no la dejaba de sorprender. Más aún, su nivel de dedicación que rozaba casi la locura, no lo dejaba de hacer —¡Pero acabas de entrenar!

Ignorando la expresión de ella, replicó con serenidad, sabiendo de antemano que su respuesta le molestaría —No entrenaré taijutsu. Es otro tipo de entrenamiento, asuntos del clan Hyuuga.

Y, tal como había previsto, la expresión de Tenten se tornó una de genuino fastidio. Siempre que él hablaba con secretismo ella respondía con un gesto de enfado; pero nunca decía nada. Y él nunca preguntaba, porque genuinamente no sentía ningún tipo de curiosidad. Aunque sostenía varias hipótesis.

—Bien. Puedes irte.

Él enarcó una ceja —¿No ibas a almorzar?

—No, me quedaré un rato más entrenando.

Neji asintió —Bien —y, sin decir más, comenzó a alejarse. Fría y estoicamente, sin remordimiento alguno. Tal como era él. Y ella, se quedó allí enfadada y ofendida, con las emociones a flor de piel. Tal como era ella. Incapaz de faltarle al respeto, cuando se trataba de él.

Después de todo, así eran ellos. Así era su relación. Y todo estaba perfectamente bien. Tal y como Tenten creía.