N/A: Antes que nada, me gustaría aclarar que esto participa en "Escribiendo Drabbles", una actividad creada por Hitomi, así que, por ende, lo que leerán no excederá las 500 palabras máximas establecidas (esto tiene 448), así que si esperaban una historia larga y específica... lamento decir que aquí no es el lugar.
Palabra dada: caramelo.

También en compensación de que no he actualizado 29 momentos, lamento la demora! Estoy en exámenes -


¡Ca-ra-me-los!


Kagome sonrió, entre divertida y un tanto preocupada, pues adoraba la felicidad que la pequeña Rin expresaba al correr libremente por el campo al tiempo en que se sentía incómoda por el constante escrutinio del Taiyoukai para con su persona, no es que la miko no lo haya enfrentado antes, simplemente odiaba ser el centro de atención cuando Sesshômaru estaba de mal humor. Si bien no fue hace mucho que iniciaron aquella tregua, no podía evitar sentirse un tanto desconfiada de sus acciones, más cuando él le incordiaba por su raza constantemente, al igual que lo hacía con InuYasha. Recibiendo, quizá, unos cuantos regaños de su parte por ser tan... frívolo, pese a todo feliz de tenerlo a su lado.

Rin se detuvo frente a la muchacha, Higurashi le sonrió mientras salía de sus pensamientos.

—¿Ocurre algo, pequeña?

—Rin quiere saber qué es lo que el joven Shippo come —sonrió la niña. Kagome miró al kitzune y rió levemente.

—Son caramelos, pequeña Rin —le respondió mientras sentaba a la niña en su regazo y jugaba con su cabello, la infanta, encantada, se acurrucó en los brazos de la muchacha.

—¿Ca-ra-me-los? —canturreó y Kagome asintió—. Rin desea saber que son los ca-ra-me-los. ¿Rin podrá comerlos alguna vez?

—Supongo que sí, pequeña —aceptó la miko—. Son alimentos dulces que tienen varios y agradables sabores para el gusto de cada persona. La mayoría de la gente lo consume por mero placer o, en ocasiones, los regalan para hacer felices a los demás.

El rostro de Rin se iluminó con una radiante sonrisa al recordar todos los relatos de su amiga para con la navidad, desde que era un niña pequeña hasta que conoció al medio hermano de su Lord.

—¿Puede Kagome-sama traer dulces a Rin, por favor?

—Oh, por supuesto —sonrió la muchacha—. ¿Cuántos deseas?

La niña frunció el ceño pensativa y después sonrió.

—¡Los suficientes para que Rin pueda hacer feliz al señor Sesshômaru como lo hace Kagome miko-sama!

Higurashi se sonrojó notablemente y miró al Taiyoukai, quien seguía observándola; si Kagome no lo conociera por su carácter frío y reservado bien podría haber jurado que el demonio había ladeado su boca en una pequeña sonrisa. Rió nerviosamente y asintió a Rin. Quizás bien podría traer unos cuantos regalos, a fin de cuenta navidad se acercaba, y aunque antes tuvo a alguien especial con quien pasar las fechas… ahora, bueno, ahora estaba él aquí y podría regalarle algo.

Sí, Kagome usaría la excusa de los caramelos para hacerle un presente a Sesshômaru, a fin de cuentas, eso es lo que hacen las parejas, ¿no?, ¿hacer feliz al otro?

Sonrió.

¡Y vaya que aquél gruñón necesitaba felicidad!


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