Disclaimer: Los lugares y personajes pertenecen a Cassandra Clare, la idea del fiction es MÍA.
N/A: Esto es un pequeño two shot que vino a mi una tarde cuando estaba quedándome dormida. Ya saben, en ese momento entre que sueñas y alucinas. De hecho es más una alucinación que un sueño.
Dedicatoria: a todas las chicas y los chicos del Grupo Malec, en Facebook. Mis queridos consentidos. Les quiero un mundo a todos. Y en especial va para Iced Fénix, hermosa mía, te adoro y lo sabes.
Advertencias…mmm… eh no sé. Ahí arriba hay una clasificación y un paring, saben lo que eso significa. Podría advertir algo de OCC, y pretensiones humoristas de mi parte. Un Alec muy…particular. No se, es un fic muy raro. Lean con la mente abierta.
So, enjoy.
Recomendación musical: Beg for Mercy. Del exquisitamente sensual y sexual Adam-sexy-Lambert. Si, lo admito; es mi pequeña gran obsesión, él y el Malec. Disfruten los resultados.
Hotel Park Central habitación #64.
Primera parte:
Alec no sabía que estaba haciendo ahí. De echo, no recordaba muy bien como había llegado a ese lugar…lo cual era sin duda una señal irrefutable de su estado de embriagues. Aunque él nunca estaba ebrio, estaba contemplativo.
…El punto era que no sabía como había llegado allí.
Miró a su alrededor.
Era la noche exacta anterior a la boda de Izzy y Simón, y solo Raziel sabría porqué, su hermana había decidido hacer una despedida de soltera y no conforme con eso, le había arrastrado a él, de entre todos los seres del Universo, a la fiesta.
Alec había protestado. ¡Él no era una chica, joder! Era gay, si. Pero NO era una chica. ¿Qué mierda iba hacer él en una despedida de soltera? Pero Isabelle, nunca-me-rindo-y-soy-una-patada-en-las-bolas-Isabelle, había argumentado muy eficazmente que Alec tampoco tendría nada que hacer en la despedida de soltero de Simón donde habría streepers femeninas.
Alec no pudo rebatir eso.
Lo que si recuerda es haberle dicho a su insistente y psicópata hermana menor que, aunque si, no le apetecía para nada ir a la despedida de Simón ni ver chicas desnudas, tampoco le apetecía ir a la de ella. Que Isabelle le dijera que en su fiesta habría chicos desnudos y mucho alcohol que le haría olvidar la experiencia, no había influenciado para nada el que él estuviera ahí con ella en ese momento, para nada.
También estaban, para su desdicha, Clary y Maia. Ambas en un estado de embriagues que Alec no les había visto nunca, y eso era bastante decir ya que se conocían hacía más de seis años y las chicas eran muy dadas a las fiestas gracias a la influencia de su querida hermana.. Suspiró…como cambiaba el tiempo a la gente. Hacía unos años, si alguien le hubiera advertido que estaría viendo borroso por haber bebido unas diez copas de algún licor verde brillante, en un bar muy mundano, rodeado de tres chicas ruidosas, borrachas y locas y viendo como frente a él; detrás de unos grandes vidrios que guardaban unas habitaciones, bailaban y se contorneaban mostrando grandes y sudorosas partes del cuerpo, unos chicos asquerosamente apuestos, Alec lo habría tomado como una mala broma.
Pero, ahí estaba. Y, debía admitirlo, estaba disfrutando la experiencia.
-¡Alec!- gritó Clary, sacándole de sus contemplaciones mentales, y de las físicas también. El chico frente a él iba vestido con cuero negro en algún tipo de disfraz mundano, o al menos lo había estado hasta hacía unos escasos segundos cuando se quitó el 60% de su ropa de un solo tirón. Alec desvió la mirada y tragó grueso, sonrojándose un poco. Algunas cosas no cambiaban con los años ni con nada. Volteó hacia Clary y le miró. - ¿Por qué no has traído a Magnus, Alec?- le preguntó casi a los gritos y riéndose tontamente. Alec abrió la boca para responder pero Izzy lo hizo por él.
-Magnus fue arrastrado a la fiesta de Simón, ya saben…como es su padrino, Magnus tiene que estar ahí.
Alec rodó los ojos. No le hacía mucha gracia imaginar a su novio entre chicas desnudas e idiotas borrachos. Aunque una voz en el fondo de su mente, muy, muy, muy en el fondo, le dijo que a Magnus tampoco le debería estar haciendo mucha gracia el saber que él estaría en un lugar como ese y con chicos escasamente vestidos a su alrededor.
Y Alec sabía que lo que decía Izzy no era del todo cierto, Magnus había querido ir con ellas, de hecho, era lo que todo el mundo esperaba porque Isabelle siempre había congeniado más con Magnus que con ninguna otra persona y para esos temas de fiestas y chicos eran como siameses separados al nacer. Pero, Izzy les había sorprendido a todos enviando al brujo con Simón y diciéndole a su hermano que le debía ir con ella a su despedida y también le dijo algo así como que Alec era el gay menos gay que conocía.
Alec no tenía ni la más remota idea de lo que eso significaba.
Él no sabía lo que su hermana esperaba ¿Qué él, Alec, quien tenía un nulo gusto por la moda, quien prefería libros para su entretenimiento, se vistiera de colores y se fuera de fiestas cada fin de semana? Además…para eso estaba Magnus en su vida. Magnus era suficiente color, fiestas y brillos para cubrirlos a los dos.
-¡Alec!- Nuevamente, Alec perdió su contemplación interna. Miró hacia Maia quien era la que esta vez le había arrancado de sus divagaciones mentales.
-¿En que mundo andas?- le preguntó Clary con una risa tonta incrementada por el alcohol. El cabello rojo le brillaba de un color morado bajo la luz fluorescente del local.
-En el mundo Bane, me imagino.- murmuró Isabelle con una sonrisa torcida, lo suficientemente alto para que él la escuchara. Maia hizo un gesto con la mano, callando a su hermana y le miró expectante, como esperando algo de él. Alec la miró como si la joven estuviera demente y… seguramente lo estaría.
-¿Qué? – le preguntó a la mujer loba quien alzó una ceja.
-¿Y bien? ¿No nos dirás?- exigió ella. Alec paseó su mirada celeste por las tres chicas. ¿Todas compartían la misma mirada desquiciada o era cosa de él y el alcohol? Alec pensó qué, quizás, ya había bebido demasiado.
-¿Decirles, qué?-preguntó con cautela. Isabelle le miró ahora algo más molesta.
-No has prestado nada de atención ¿Verdad? – Alec no dijo nada y volvió a mirarlas, confirmando las sospechas de su hermana. – Maia y Clary se preguntaban, después de una discusión bastante acalorada, el quien sería el pasivo de entre tú y Magnus. – le soltó su hermana con desparpajo y Alec las miró con un terror ausente. ¿Era…en serio?
¿Por qué, por el Ángel, todo el mundo, en especial las mujeres, quería saber eso? ¿Qué especie de curiosidad fetiche era esa?
Tras un rato de meditación en el asunto y sobre la salud mental de las mujeres que le acompañaban, Alec se encogió de hombros y dio un largo trago a su bebida verde brillante.
-Magnus.- dijo Las chicas le miraron con los ojos desorbitados y los labios ligeramente entreabiertos.
Después de un minuto o dos, Alec se dio cuenta de lo que había dicho y de inmediato miró su vaso a medio tomar con algo de miedo. Definitivamente, había bebido demasiado. Él nunca, jamás, habría contado algo así y menos a su hermana (sin contar a Maia y Clary). Discretamente, apartó el vaso a un lado.
-¡Lo sabía!- gritó Maia, perdiendo la compostura por completo. – Simón me debe veinte dólares.
Alec decidió, por el bien de su futuro cuñado, ignorar aquello. Entonces, Isabelle, siempre intuitiva con respecto a él y sus expresiones faciales, se apresuró a cambiar el tema y abochornar a alguien más.
-Ya que hemos tocado el tema sexual- dijo con una sonrisa peligrosa.- Siempre quise saber una cosa…Clary.- le dijo girándose hacia su Parabatai y la chica la miró con algo de miedo. – Jace siempre ha sido un hablador para todo en su vida… ¿Es de verdad tan bueno en la cama?
Alec se atragantó. Aquello era algo que no quería saber. En serio. Podía pasar el resto de su vida y morir en paz sin saber la respuesta a la pregunta de Isabelle.
Maia le dio par de palmadas en la espalda mientras Clary respondía.
-La verdad, no tengo a alguien con quien… ¿Cómo decirlo?- se quedó medio segundo pensando antes de continuar.- Alguien con quien comparar a Jace y su desempeño, pero si. Es bastante bueno, supongo.- se encogió de hombros.- ¿Qué cuenta más? ¿La cantidad de tiempo, o las repeticiones en una sola sesión?
Alec desconectó su cerebro. Definitivamente no quería saber nada de aquello.
Tras una hora de preguntas y conversaciones vergonzosas las cuales cada diez o quince minutos volvían al tema de la vida sexual de Alec y Magnus, y algunos tragos más, Alec pensaba que ya no podría oír nada peor en su vida. Había respondido y comentado algunas cosas, seguramente pensando en la alta posibilidad que ni su hermana, Clary o Maia recordarían nada de aquella noche al día siguiente gracias a la gran resaca que tendrían. Y rogando a Raziel por que él tampoco pudiera recordar la experiencia.
Amparado en esa estadística, Alec se relajó y distrajo su mente con la siguiente pregunta de Maia y las reacciones a ella de Izzy y Clary respectivamente.
-¿Se imaginan…qué harían ustedes si, estando en una cita con sus novios, llegara una ex…o un ex en tu caso, Alec, y ésta o éste se lanzara encima de sus novios y le sedujeran sin descaro alguno? – preguntó la chica loba con una mirada demente encendida en sus pequeños ojos cafés. Clary compuso una mueca muy graciosa, mirando con miedo a su Parabatai.
Alec se preguntó, si Clary estaría agradeciendo a los cielos el estar con Jace y con ser la única ex novia oficial que tenía en su existencia Simón (Alec creía recordar que Simón también había salido con Maia pero realmente no estaba enterado del asunto) por lo cual jamás se vería en esa situación y jamás se enfrentaría a la expresión de pura y absoluta intimidación que portaba Isabelle. Alec sonrió a su vaso, que fácil era la vida de algunas personas.
Él, por su lado, nunca la había tenido tan fácil con Magnus. Al tener una pareja que era inmortal y cuya lista de ex excedía al número de sus años, Alec ya había tenido que lidiar con aquella situación.
-Yo no tengo que imaginar que haría.- les dijo, pensando de nuevo en la posibilidad que ellas no recordaran nada de los que les estaba diciendo. Aunque, en el fondo, era relajante contarle sus cosas a personas que él sabía que lo apreciaban. Clary, Maia e Isabelle alzaron la vista rápidamente y le miraron con los ojos como enormes canicas, brillantes y expectantes. Alec soltó un suspiro muy pequeño.- Ya lo he vivido.
Había pasado hacía cosa de un año atrás, cuando Magnus y él celebraban su quinto aniversario cenando en un caro restaurante italiano que volvía loco a Alec. Estaban en su cena, iluminados con pequeñas luces de candelabros y bajo una atmósfera muy cálida, tranquila y romántica cuando la puerta del lugar se abrió, entró un cliente y Magnus miró hacia allá.
En todo el tiempo que habían estado juntos, desde que Alec conociera al brujo, nunca le había visto mirar a nadie así. Con miedo pero a la vez con algo lejano e inalcanzable. El Cazador frunció el entrecejo. Desde que habían vuelto a comenzar su relación, Magnus había procurado ser mucho más abierto con Alec. Le había contado de sus conquistas pasadas, de sus amores, de cosas que habían pasado antes de él y que le habían hecho ser quien era hoy. Alec también había leído las historias que Magnus había escrito para él, se había empapado de la vida de su brujo amándolo cada día más y más y sin poder dejar de hacerlo ni un solo segundo, aprendiendo de él, asumiendo y matando los celos de una vida ya vivida por Magnus. Había asumido la inmortalidad de Magnus, aprendido de ella y había madurado lo suficiente como para darse cuenta de que él debía ayudar a Magnus a perdonarse a si mismo, a ver el pasado con tranquilidad y sin miedo. Jamás con miedo, porque él no lo juzgaría.
Pero, ni en sus conversaciones ni en la libreta que Magnus le había dado, se mencionaba a aquel individuo que acababa de entrar por la puerta principal del restaurante italiano.
-¿Quién es?- le preguntó a Magnus con tranquilidad mientras éste seguía mirando hacia la puerta y su expresión de miedo mutó a una de pánico total. Alec no le había visto así ni frente a su mismísimo Padre, allá en Edom. - ¿Magnus?- preguntó, con voz suave y por fin su novio pareció volver a él.
-Se llama Jefferson. – le dijo Magnus, escuetamente. El tal Jefferson pareció notar la presencia de Magnus y caminó directo hacia él, esquivando mesas a lo largo del restaurante. Alec le miró y volvió su mirada a Magnus.
-¿Solían…- comenzó a preguntar, recordando al ex de Magnus que había irrumpido en su primera cita, pero Magnus negó con la cabeza.
-¿Salir?- se rió. – No, no salíamos. Bueno…a menos que consideres que "salir" es tener encuentros sexuales cada fin de semana en el hotel Grand. Si es así, entonces sí. Solíamos salir. – Alec miró hacia Magnus con duda. ¿Por qué su brujo hablaba así de ese chico? Magnus hablaba queriendo imprimir falso desdén al tiempo que había pasado con el chico…pero se notaba que no era así. Era como…como si hubieran sido algo más especial que solo sexo los fines de semana.
-Magnus…-iba a decirle que podía contarle lo que fuera, que sea lo que hubiese pasado con ese chico, ya estaba en el pasado. Como todo lo demás. Pero no tuvo la oportunidad de abrir la boca para terminar su frase cuando se vio interrumpido.
Dios, como odiaba eso.
-¡Magnus!- llamó jovialmente Jefferson al brujo, acercándose a él y plantando un beso muy cerca de sus labios. Alec apretó los puños con fuerza pero no hizo nada. Confiaba en Magnus. Aun cuando éste lucía como si Abdadom mismo estuviera ahí en el restaurante en lugar de un ex.
-¿Y era atractivo? – le preguntó su hermana sin piedad, interrumpiéndolo en su relato por un momento. Alec se vio resignado y asintió.
Oh si, el desgraciado lo era.
-Hola, Jefferson. ¿Cómo estas?- saludó en respuesta muy cortésmente su brujo al chico quien, Alec notó sin poder evitarlo, era muy apuesto.
Era joven, debía de tener unos 28 años. Tenía unos espectaculares ojos color violeta, cabello liso y negro cayendo casi por sus mejillas y una contextura atlética que se marcaba a través de su ropa. Internamente, Alec se alegró de que Magnus hubiera elegido su ropa esa noche y que su camisa también le hiciera lucir bien. Según Magnus, su ropa esa noche le hacía resaltar el azul de sus ojos, lo claro de su piel y el negro de su cabello. Y si había algo que a Alec le había quedado claro a través de los años era lo mucho que esos detalles le gustaban y atraían a Magnus.
-Bien, como ves…-dijo el joven lacónicamente, sonriéndole a Magnus y acercándose al brujo insinuantemente. Alec frunció un poco el entrecejo pero al cruzar una mirada con Magnus y ver su expresión, se calmó. No debía enfadarse, confiaba en Magnus.
-Si, ya veo.- replicó Magnus con amabilidad.
Jefferson se acercó más a Magnus, ignorando la presencia de Alec en la mesa y le dijo en un susurro perfectamente audible.
- ¿Recuerdas Magnus…el Hotel Park Central, en la habitación #64? – Magnus miró hacia Alec fijamente, y luego retiró la mirada. Magnus nunca le retiraba la mirada. Jamás.
-¿Y que hiciste?- le preguntó Clary casi sin aliento, obligándole volver de nuevo a la realidad. Alec parpadeó y se encogió de hombros.
-La verdad, en ese momento no hice nada. – contestó Alec. Ellas le miraron con incredulidad.
-No te creo ¡Nada! – Exclamó Isabelle, casi histérica. Alec la miró alzando una ceja.- ¿Me vas a decir que te quedaste ahí, tan tranquilo, cuando un tipo se lanzaba sobre Magnus? ¡¿Tu Magnus?!– le preguntó su hermana en un tono de voz sumamente agudo y ajeno a ella. Alec no respondió, logrando que Izzy perdiera la compostura.- Entonces… ¡¿No hiciste nada?!
Alec sonrió para si mismo.
Bueno…él no había dicho exactamente eso.
Si había algo bueno que había aprendido con los años, es que el ser molestamente celoso no servía de nada. Ser competitivo, por el contrario, podía ser muy provechoso, sobre todo si a tu novio le encantaba cuando se despertaba esa faceta de tu personalidad, dominante y feroz, ese lado que le hacía marcar el terreno como algún animal salvaje. Oh si, Magnus adoraba eso. Y Alec sabía aprovechar esa debilidad de Magnus, en privado, por lo cual los celos y sus demostraciones en público habían resultado ser inútiles, con el tiempo.
Alec había aprendido que era mucho mejor, y él resultaba más beneficiado si ahorraba las energías desgastantes de una discusión por celos, e invertía todo eso en otras actividades más…gratificantes y que producía mejores resultados. Mucho mejores.
Con eso en mente, Alec había permanecido tranquilo durante el resto de la cena, incluso durante el incomodo momento en el que Magnus, haciendo acopio de toda su magnánima persona y su mejor diplomacia, se había quitado de encima a su ex apelando a la presencia de Alec en la mesa y presentándolo como su "prometido". Fue entonces cuando un Alec de 24 años había sonreído con suficiencia.
Así que era verdad, que en el momento no había hecho nada. Alec había confiado en Magnus y éste se había hecho cargo de la situación. Era una cuestión de confianza, se dijo.
Pero eso, no había bastado ni un poco para calmar el instinto competitivo en la mente de Alec. Ni un poco.
Alec había observado a Magnus el resto de la noche. Su novio lucía normal a la vista de cualquier otro que no fuera él. Pero Alec, quien se congratulaba de conocer bien las reacciones de Magnus, sabía que no era así. Sabía que algo pasaba por la mente de su brujo aquella noche. Algo que no era él.
Y eso le jodía.
-Alec…cariño. – le llamó Magnus con voz suave, tomándole la mano por sobre la mesa. Alec alzó la mirada y lo enfrentó con una sonrisa suave. – Siento lo de Jefferson. Siento que arruinara nuestro aniversario.- Alec soltó un suspiro y negó con el rostro.
-No pasa nada. No es tu culpa.- le disculpó, sonriéndole y Magnus le correspondió con una hermosa sonrisa. Sus ojos ya rodeados de un delineador negro brillante, resplandecieron aun más. Alec se felicitó a si mismo, había relajado y tranquilizado a Magnus. Éste apretó su mano sobre la mesa.
-¿Y qué quieres hacer ahora?- le preguntó su brujo, ya mucho más tranquilo y emocionado. -¿Quieres ir a casa? ¿O a otro lugar?
Alec sonrió peligrosamente, sintiendo un previo nudo de excitación quemarlo en su bajo estomago y logrando que Magnus no apartara la vista de sus labios.
Perfecto.
-¿Qué te parece… si vamos al Park Central?
El brujo subió rápidamente la vista a sus ojos y, de inmediato, soltó un suave gemido.
To be continue…
Tarán ¿Qué opinan? ¿Qué habrá hecho Alec en el hotel Grand? ¿Qué tendrá en mente el Nefilim? Muajajaja.
El segundo y último capitulo se los entrego la semana próxima. ;)
Kisses my darlings
IL
