Dime por que resistes, porque no te decides a darme tu cariño de una vez, yo se que tu me quieres. Lo que me sorprende es que tú no lo quieras entender.
¿Por qué siempre la gente tiene que hacer las compras navideñas a última hora?, pensó con amargura y rabia un joven de 23 años, mientras caminaba por las concurridas calles de Londres, el viento le alborotaba el ya revuelto cabello azabache y le teñía de rosa sus mejillas. Siempre era lo mismo, la gente corría de tienda en tienda buscando el regalo perfecto para sus seres queridos, gastando montones de dinero en algo totalmente innecesario, se suponía que las fiestas eran para compartir y estar en familia, no para restregarle en la cara al del lado el hecho de que su regalo era más caro y grande.
Bueno, él no tenía tampoco de que quejarse, él no gastaba su dinero en esas cosas banales, y aunque quisiera tampoco podía, estaba solo en este mundo, solo por culpa de un maldito lunático que lo marcó cuando apenas era un bebé. La vida no había sido fácil para Harry Potter, desde pequeño tuvo que entrenar día a día y sin descanso, hasta cumplir con esa maldita profecía, sin detenerse ni un solo instante a vivir como una persona normal. Pero eso jamás le importo, dio todo de si mismo y su único objetivo fue terminar con el Señor Tenebroso, aunque le costara la vida. El único problema fue el después.
Terminó con la basura que había alejado a sus padres para siempre y se sintió vacío. Sin un objetivo nuevo, sin amigos y sin nadie a quién amar, ese era el saldo una vez concluida la batalla, solo con el consuelo de saber que le había dado una mejor vida a la gente, siguió con su vida, si es que a trabajar hasta las tantas de la noche, tener un revolcón de vez en cuando, y dormir solo 4 horas diarias solo por trabajar y perseguir mortífagos sueltos era vida…
Por eso odiaba estas fechas, porque se sentía impotente, vacío y solo. Dumbledore lo había criado como una máquina de guerra, y no le dio la opción de ser alguien normal, que tiene amigos, que se divierte alguna vez. Pero el lo había aceptado sin chistar, y ahora se encontraba así, a punto de emborracharse hasta borrarse, a punto de ahogar sus penas en el alcohol y su soledad en el trabajo. Esa era la grandiosa vida de Harry Potter, el salvador del mundo mágico.
Perdido en sus pensamientos chocó con una señora, que llevaba cientos paquetes en sus gordos y cortos brazos, ni siquiera la miró y con una apenas perceptible disculpa se alejó de la alborotada calle. Tenía un claro objetivo en mente, llegar a la pequeña y acogedora cafetería, sentarse y esperar hasta que todos se hayan ido, ver las calles vacías, dirigirse hasta una botillería y comprar todo su maldito sueldo en bebidas alcohólicas muggles, y siendo auror, eso era bastante.
Las calles aún seguían congestionadas, y había comenzado a nevar. Una linda muchacha de cabellos pelirrojos corría de tienda en tienda, solo tenía dos horas para llegar a la madriguera, su familia la esperaba para cenar y lamentablemente, sus muchos sobrinos esperaban sus regalos.
Si no fuera cazadora, estaría muerta del cansancio pensó cuando se dio cuenta de que había entrado a la tienda número 30 de la tarde, quería encontrar unos pendientes para su sobrina Victorie, y un vestidito para su única ahijada Rose, se acercó al mostrador, un alto y fornido hombre la miraba del otro lado, sus ojos irradiaban sensualidad y una sonrisa coqueta escapó de sus labios inconscientemente al darse cuenta de que el tipo la miraba de arriba abajo para nada disimuladamente. De algo que me sirvan los entrenamientos, pensó con felicidad. Estaba consiente de que tenía un cuerpo envidiable, y los periodistas amarillistas del profeta se encargaban de recordárselo una y otra vez, nombrándola la mujer mas sexy, por novena vez consecutiva.
Al principio le había molestado, ya que se ganó bastantes problemas con sus hermanos sobre-protectores, pero después se había acostumbrado a la fama y a sus locos admiradores.
-¿Qué se le ofrece señorita?- preguntó el hombre con una voz que se le hizo increíblemente irresistible, a ti, pensó fugazmente Ginny, y con una sonrisa deslumbrante indicó las pequeñas cajas de aros que se encontraban en el mostrador. -¿Son para tu hija?- preguntó haciéndose el desinteresado, Ginny rió.
-No tengo hijos- lo miró, -pero son para mi sobrinita- posó su vista en una delicada cajita de madera, adornada con una cinta rosa, dentro se hallaban unos delicados aros con forma de frutillas, tenían pequeñas incrustaciones de lo que parecía jade, -¿Jade no?-
-Si- dijo él sorprendido, -Me llamo Joe, disculpa si es mucho atrevimiento, pero ¿eres Ginny Weasley cierto?- Ginny sonrió, maldita sea, se llama como mi ex, pensó.
-SIP- dijo extendiéndole la mano, -un gusto Joe- el hombre sonrió y le beso la mano con delicadeza.
-¿Podrías darme un autógrafo?, mi sobrina te ama- se sonrojó, -bueno, yo también- Ginny rió.
-Hagamos un trato, tú me atiendes y me haces un descuento, y yo te doy un autógrafo para tu sobrina- ser famosa tiene sus privilegios, pensó. Tenía que intentar sacar provecho mientras pudiera, el hombre se rió de lo aventada que era la chica.
-Trato hecho entonces- le dio la mano y Ginny la aceptó riendo, -¿Te gustan las piedras preciosas? –preguntó mirando los aros, ella asintió. Desde pequeña comenzó a coleccionar piedras preciosas, sus favoritas eran los onyx.
-Tengo una colección bastante grande, sabes, ser jugadora de quidditch deja buenos recursos económicos- rió, el hombre la miró con admiración, -¿Cuánto cuestan entonces los aros?-
-20 galeones, pero vienen con esto de regalo- le mostró otro par de aros, con forma de ángel, Ginny los miró, eran bastante bonitos, quedarían perfectos en Dominique, la hija pequeña de Bill y Fleur.
-Me los llevo entonces, ¿me los puedes envolver?- dijo y fue a mirar los pequeños y delicados osos de felpa que habían en una repisa, el hombre llamó a una chica para que atendiera y salió de atrás del mostrador, Ginny se dio cuenta lo alto que era, muy buen partido, pensó. Pero no es para mí, aparte de tener el nombre de mi ex, es rubio, ¡odio los rubios!
-¿Te gustan?-
-Son lindos, necesito algo para Rose, mi ahijada- y entonces se fijó en un bonito peluche, era una conejita, que usaba el traje de las Arpías de Holyhead, ¡su uniforme para ser precisos!, llevaba el 7 con un gran Weasley en la espalda. –Me llevo esa- dijo riendo, -Merlín, soy yo-
El hombre se estiró para alcanzar el muñeco y se le levantó la polera, fue suficiente para que Ginny mirara hacia otra parte, el tipo tenía pelos bastante oscuros en la panza, ahora dudaba que fuera rubio natural.
-¿Necesitas algo más?- dijo con voz seductora, Ginny quiso vomitar, adiós tácticas de seducción se dijo.
-No nada más, estoy con prisa- Joe la miro con decepción – ¿Aún quieres el autógrafo?-
-Si, si es que no es mucha molestia, ¿tienes algo que hacer a las 7?- preguntó esperanzado, Ginny lo miró, Merlín el tipo la había desilusionado en un abrir y cerrar de ojos, más rápido de lo que canta un gallo.
-Tengo un poco de prisa, bastante de hecho- tomó los paquetes que una mujer le entregaba –tengo que juntarme con mi hermano, que llegó ayer a la ciudad y eh, me está esperando, tengo, tengo que ir rápido- era una pésima mentirosa, lo sabía.
-Claro- dijo él entregándole una bolsa con el conejito dentro, -bueno fírmame esto- le paso una libretita, Ginny la tomó con la mano libre, -toma- le pasó un lápiz
-Con amor ¿para?-
-Caroline-
-Eh, si, con amor para Caroline de Ginevra Weasley, la furia pelirroja- hizo unos trazos con el lápiz y le devolvió la libreta, Joe la quedó mirando, -toma- le paso unos cuántos galeones, -quédate con el vuelto- y salió casi corriendo de la tienda.
Había comenzado a nevar, pequeñas motas de nieve se aglomeraban en tejados y las calles poco a poco se iban descongestionando, la temperatura había bajado bastante, y Ginny solo llevaba un abrigo que no abrigaba para nada. –Necesito un café ahora- pensó y fue a refugiarse en una pequeña cafetería, en el Londres muggle, el café en el mundo mágico era asqueroso según ella. Tintineó una campana cuando entró a la cafetería, había poca gente, pero el lugar era animado. Se sentó en una mesa bastante alejada a la puerta y pidió un capuchino.
Nota de la autora: Y bueno, un pequeño regalito para Asu y Azul 3 Mis locas, enserio se han ganado un lugar en mi corazón *-* (Super sentimental yo xD) Les explico, este es un Two, o Three- Shot ajajaj no va a tener más de tres capítulos, lo que pasa es que si lo ponía en un solo capítulo quedaba muy largo! Jajaja Espero que les guste :3 con mucho amor...
