"Jack, ¡Jack! Por favor Jack, ayúdame." Como llevaba ocurriéndole durante las últimas tres noches, Jack despertó de golpe. No estaba seguro si se trataban de los fantasmas que hacía meses que le perseguían sin parar o simplemente de una pesadilla recurrente.

Aunque no se había dado cuenta, se debía de haber movido violentamente, pues su compañero en la cama se volvió hacia él y le abrazó con fuerza. Jack se dio la vuelta y lo miró. Con la oscuridad de la noche apenas podía distinguir sus rasgos, pero desde luego conocía perfectamente las formas de Ianto. Sonrió, tanto tiempo negándose la realidad, para ahora tener que reconocer que no se sentía capaz de vivir sin él.

Se dio la vuelta, para poder mirarlo a los ojos, un cuerpo contra el otro, sus brazos rozándose y sus piernas, comenzando a jugar con las del otro. Se acercó para besarlo, al comprobar que se había despertado.

"¿Otra pesadilla?"

Jack retrocedió sobresaltado, ¿Quién era ese hombre que yacía a su lado? No era Ianto, eso era lo único que tenía claro. No era Ianto, no era el hombre con el que esperaba estar durmiendo, con el que soñaba constantemente todos los días, no, no era él.

Entonces, cuando el muchacho se movió, lo pudo ver claramente. No, definitivamente no era Ianto, pero también lo conocía. Alonso, si era el joven Alonso, el joven que el Doctor le había presentado antes de marcharse.

"Jack ¿estás bien?" Alonso rodeó el cuerpo del capitán, pero se dio cuenta que estaba extremadamente tenso. "¿Qué ocurre? Estos últimos días estás muy raro, te despiertas a veces gritando y no me dices cual es el motivo. ¿Va todo bien?"

"Si, tranquilo, todo está bien." Mentía, había aprendido a hacerlo a través de los años. No lo hacía por hacer sentir mejor a su compañero o por tener miedo a decirle que soñaba con su amante muerto todas las noches. Pero no podía decirlo, Ianto formaba parte de su pasado y además era la parte más dolorosa de todos los años que llevaba en la Tierra.

Le había fallado, le había prometido una vez, en una cama muy parecida a esa en la que estaban ahora, que jamás permitiría que le ocurriera nada malo y al final le había fallado. ¿Cómo podía decirle ahora a aquel muchacho que soñaba con su amante muerto al que había dejado morir?

"Si crees que porque llevamos acostándonos tan sólo cuatro noches no empiezo a conocerte, estás muy equivocado. Eres un hombre muy esquivo y reservado, pero tus ojos siempre te delatan. Sabes mentir, no lo voy a negar. Pero mirarte a los ojos es a veces, entrar en tu alma."

"Vaya Alonso, no sabía que estabas hecho todo un poeta." Jack se incorporó, aunque en su cabeza continuaba escuchando la voz de Ianto que llevaba días y noches enteras atormentándole. Se recostó sobre Alonso y le besó. "Pero hay tantas cosas que no sabes de mi. creo que si me conocieras mejor, saldrías corriendo."

"He estado en el Titanic, ayudando al Doctor para que cayera sobre la Tierra y no destrozara el planeta. Creo que podré soportar lo que quieras decirme sobre ti mismo capitán."

Jack se mordió le labio y se quedó sentado en la cama. Tantas veces había escuchado a Ianto decirle algo parecido, que no tenía miedo a morir mientras estuvieran juntos, que cualquier parte del pasado de Jack no podía ser lo suficientemente terrible como para hacer que se alejara.

"Jack, tienes que ayudarme." El capitán cerró los ojos. Otra vez aquella voz en su cabeza, Ianto de nuevo suplicando que le ayudara. ¿No había tenido bastante con los meses que había estado huyendo de la mierda que llevaba encima y de todas las vidas que había destrozado? ¿Cuánto tiempo más tendría que seguir sufriendo aquello?

De repente se encontró en otra habitación. Miró hacia atrás, Alonso había desaparecido, al igual que la cama y todos los muebles de aquella habitación de hotel. Estaba sólo, desnudo en mitad de la nada, cuando una luz bajó del techo para mostrarle, lo que parecía ser una especie de ducha o algo así. Sin embargo, a pesar de que los cristales eran transparentes, no podía ver el interior que se mantenía en penumbra.

Dio un paso adelante, podía escuchar que había alguien dentro de aquella cámara, moviéndose nerviosamente.

"¿Hola, hay alguien ahí?" Dijo Jack dando dos pasos más hacia la cámara.

Unas uñas rasgaron el cristal y el capitán se detuvo. Durante unos segundos no pasó nada. Aquello no podía ser real. No le habían trasportado a otro lugar, no había salido de la habitación del hotel y Alonso no podía haber desaparecido sin más. No aquello sólo podía estar dentro de su cabeza, tenía que ser parte de su mente torturada.

De nuevo los ruidos y de repente unas manos pegadas al cristal. Por fin veía que había alguien dentro de la especie de tanque. Se quedó paralizado, conocía esas manos, porque las había tocado y besado tantas veces, esas manos habían recorrido su cuerpo como poca gente lo había hecho.

"No puede ser, no, no puede ser cierto. ¿Ianto?"

"¡Jack!" El rostro de su joven amante apareció en el cristal. También estaba desnudo y todo su cuerpo mojando, como si realmente se tratara de una ducha o algo similar. "Tienes que ayudarme. Me va a matar, no creo que pueda aguantar mucho más."

"Pero no es posible, tu… tu… yo te vi… te tuve en mis brazos, falleciste en mis brazos." Jack estaba a punto de vomitar. Si aquello era una broma pesada de alguno de sus enemigos, lo cierto era que estaba consiguiendo ponerle totalmente enfermo.

"Jack por favor, no me queda mucho…" Ianto gritó y cayó hasta el suelo de rodillas. Jack trató de acercarse a él, por mucho que supiera que estaba muerto, no podía permitir que sufriera ningún daño. Pero no pudo, una fuerza invisible se lo impidió, junto con un sonido que no le gustó nada, un sonido gutural, que tenía que provenir de una criatura muy grande. "Por favor, Jack te necesito, se que eres el único que puede ayudarme, no se donde estoy. No se donde está Gwen ni lo que ha pasado. Por eso te necesito, Jack." Ianto protestó con fuerza y trató de hacerse un ovillo en el suelo.

"Ianto, vale aguanta, voy a… buscaré a Gwen, se donde encontrarla o al menos eso creo y te ayudaremos. Pero necesito saber donde estás, necesito saber algo de este lugar."

Jack no sabia porque estaba tan nervioso. Sabía perfectamente que aquello tenía que ser un producto de su cabeza. "Ianto está muerto, Ianto está muerto, esto no es real, no lo puede ser." Se repetía una y otra vez, pues cada momento que pasaba y miraba a su joven compañero retorciéndose en el suelo de aquella cámara, todo le parecía más real.

"No se donde estoy, no se tampoco como he llegado aquí, pero creo que ahí fuera se escuchan animales de granja, no se, creo que sigue siendo Cardiff, pero no puedo estar seguro."

De repente un chorro de agua descargó sobre Ianto y el muchacho protestó sonoramente. "¡Ianto!"

"Está congelada. Hacen siempre eso, cada pocos minutos. No se porque, no se lo que quieren y no se quien son, pero creo que han nombrado tu nombre, o tal vez estaba delirando, pero me duele, todo el cuerpo y puede que dentro de poco tenga una hipotermia."

"Eso no va a pasar, no lo voy a permitir."

Un momento después todo se había ido, todo había desaparecido, la cámara, los sonidos de afuera, la oscuridad y lo que era peor todavía la voz de Ianto y su visión ya no estaban allí, como si nunca lo hubieran hecho.

"¿Jack? ¿Jack?"

Alonso estaba justamente a su espalda, sus manos posabas en su cintura rodeándole y el muchacho le zarandeaba lentamente. Jack se dio la vuelta, lo miró confundido y tardó todavía unos segundos más en averiguar donde se encontraba.

"Jack me estás asustando."

"Ianto."

"Vale, ahora si que me estás preocupado de verdad. ¿Quién es Ianto? Hace más de cinco minutos diciendo ese nombre y parecía que no estabas en esta habitación. Estabas… ido. No sabía que hacer."

"Tengo que volver."

"¿Volver a donde?" Alonso siguió a Jack por la habitación mientras este recogía sus cosas, las pocas que había almacenado mientras vagaba por el espacio durante esos meses. Se vistió deprisa y comprobó que todo estuviera listo. "¿Adonde vamos? Jack dime algo, no se lo que está pasando, no se lo que te ocurre. Mira, creía que empezaba conocerte, pero ya veo que no es así."

"Yo, tengo que volver a la Tierra, creía que ya no había allí nadie que me necesitara, pero me equivoqué. No se lo que está pasando, ni quien es culpable, pero todavía me necesitan, él necesita."

Jack fue hasta la puerta de la habitación, pero Alonso se puso delante. "¿Vas a dejarme aquí tirado? No, voy contigo, aquí no tengo a nadie, ya te lo dije la noche en que nos conocimos, no tengo a donde ir y tu…"

"Alonso…"

"No Jack, se que lo nuestro no es para siempre, ni siquiera creo que vaya a pasar de mañana. Han sido unos días geniales y no se como pero estoy convencido de que te he ayudado. Pero no me dejes aquí, no se a donde ir y si allí en la tierra te puedo echar una mano…"

"Puede ser muy peligroso. No se a lo que me estoy enfrentando si es que me estoy enfrentando a algo." Alonso sonrió. A Jack le gustaba aquella forma de sonreír de Alonso, tal vez porque sus ojos azules le recordaban a los de Ianto.

"¿Qué puede ser peor que la inminente colisión del Titanic contra la Tierra y un ejército de robots psicópatas tratando de matarme?"

Había tantas cosas que podían ser peores, tantas cosas que ese muchacho no había visto, pero el capitán no dijo nada, no era el momento de contarle todas las atrocidades con las que podía encontrarse en la Tierra.

"Tu ganas, pero tengo que decirte algo."

"¿Estas casado? ¿Tienes hijos?"

Jack se echó a reír. "Si tengo una hija, pero no creo que vuelva a verla nunca más. es una larga historia y casado… no antes de irme había alguien, alguien a quien no le dije lo que sentía y lo perdí. Pero puede que ahora, justo cuando estaba completamente seguro que los milagros no existían, tal vez ahora pueda recuperarle."

"Entonces estabas con alguien."

"Alonso… cuando me conociste el otro día, estaba perdido, en cierto modo lo sigo estando, por eso tengo que volver. No pienses que te utilizado porque estos días han sido maravillosos. Por eso, estaría encantado que vinieras conmigo. Allí tengo un equipo, bueno tenía y si consigo recuperarlo, querría que formaras parte de él."

"Pero lo primero es Ianto ¿verdad?"

"Si, lo primero es Ianto."