¡Hey! Aquí Kyong xD Acabo de aterrizar en y bueno, por culpa de Herm y de Lunnvic se me antojo escribir un Yullen… malditas seáis D8
Este es ni más ni menos el primer fic que escribo. Sinceramente, yo nunca escribo excepto para hacer la redacciones para la clase de literatura sobre Valle-Inclán… así que os dejo insultarme, mancillar mi nombre pero sin llegar a la violencia o_o . Ya que personalmente no me ha gustado demasiado como ha terminado siendo xD Digamos que… esto es un reto que me impongo.
Nos os aburro más…xD
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El suave golpeteo de la lluvia contra la vidriera fue lo que le despertó. Abrió los ojos lentamente y posó una mirada perdida en el techo de la habitación. Tenía el cuerpo entumecido, tal vez por dormir demasiado.
Estiró las piernas y se incorporó lentamente. Miró al otro lado de la cama para encontrar aquel huevo vació que ya se había mentalizado para encontrarse. Lo observó pensativo durante un largo rato para al final enterrar la cabeza entre sus rodillas.
Suspiró. Desde luego aquello era todo lo que el habría podido esperar. Y por supuesto estaba claro que era un auténtico idiota y un ingenuo al permitirse la idea de pensar que aquello podría haber sido de otra forma.
Mientras volvían a su mente imágenes de lo sucedido horas atrás se llevó los dedos a el entrecejo y en su cara se le dibujo una sonrisa amarga.
-…maldita sea…
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-¡! ¡Buenos díaaaaaaaaaaaaaaaas! – Como señal de que todavía gozaba de una espléndida salud y de que no había llegado el fin del mundo, Lavi se abalanzó sobre el exorcista albino ejecutando un extraño baile que también se podría interpretar como un abrazo.
-Sí, sí cuanto tiempo, yo también me alegro de verte que hacía que no nos veíamos…¿ayer tarde? –Contestó este apartándole de un manotazo ya que el conejo se interponía entre él y su vigésimo tercera tostada con mantequilla.
-¡Ay! ¡Pero que cruel que eres! ¡Con lo mucho que yo te quiero! – Los gestos del tuerto eran a vista de muchos tal vez demasiado dramáticos. Aunque no consiguieron su propósito: cambiar la expresión del exorcista tragaldabas.
-Sí, sí,… yo también… te quiero mucho… – Mientras decía esto Allen se incorporó y se dispuso a abandonar la cantina.
-¡Oh! ¿Ya te vas? ¡Si no has comido nada! ¡No me creo que ya te hayas dado por satisfecho!
-Ya no tengo hambre.- Le respondió con tono monótono. –Me quedaría aquí contigo, pero tengo que irme a una misión ahora mismo.
-Oye Allen…- El tono infantiloide de Lavi desapareció durante unos segundos. Allen le miró para comprobar que quería. -¿Va todo bien?
-Perfectamente. Y ahora si me disculpas. –Contestó con la mejor de sus sonrisas. Bookman Junior le analizó con la mirada durante unos segundos para recuperar enseguida su actitud habitual.
-¡Que te cunda pues! ¡Buena suerte y vuelve entero! – Se despidió el pelirrojo haciendo un gesto desmesurado.
-Bye-bye.- Se despidió también el otro con una sonrisa y un gesto con la mano.
Salió del comedor y se puso a caminar por los pasillos con paso lento y pesado. La actividad en la orden ya había comenzado. Los científicos aprovechaban sus pequeños descansos para desayunar y de paso echar una cabezadita antes de que llegara Reever y les mandara amablemente de vuelta al trabajo. Los buscadores ya empezaban a aparecer y gran parte de ellos se dirigía a la parte baja de la torre dispuestos a partir hacía sus misiones correspondientes.
Allen seguía enfrascado en sus pensamientos cuando un rayo dorado se precipitó limpiamente contra su frente.
-¡Tim! ¡Ay…! ¡Eso duele! –La pequeña bola dorada que respondía por Timcampy miraba con dejes de enfado retorcerse con las manos sobre la frente al albino mientras ejecutaba una especie de baile aborigen. Mientras estos mantenían su diálogo sin palabras, apareció un invitado más.
-¡Allen! ¡Perdona! ¡Salió disparado! No creía que fuera a hacerte daño expresamente…-Lenalee llego corriendo medio jadeando.
-Nada, nada, tranquila…-Allen ya se habia puesto de cunclillas y se frotaba la frente como si lo fueran a prohibir. En esto Timcampy empezó a dar vueltas y a tirarle del pelo.- Lo siento Tiiiiiiiim… pero para ya…por favor…duele…
-Timcampy, para ya… - Los esfuerzos por calmar al golem rabioso eran claramente inútiles. – De verdad que lo siento Allen. Ayer por la noche me lo encontré vagabundeando solo por la sala de entrenamiento y me lo llevé a mi habitación.
-Gracias Lenalee – Timcampy ya había parado con su ofensiva hacía él y Allen ya por fin pudo levantarse.- Siento las molestias ocasionadas, espero que no te diera mucho la vara.
-Todo lo contrario.- Contestó la muchacha con una sonrisa característica suya. – Bueno Allen, me tienes que disculpar pero tengo que partir a una misión.
-No pasa nada Lenalee – Le respondió con otra sonrisa. Luego la observó mientras bajaba las escaleras y se mezclaba con la multitud.
Timcampy de haber tenido ojos le habría echado una mirada asesina a Allen, pero como carecía de ellos simplemente se molesto en hacer como que le ignoraba abiertamente.
-Lo siento Tim…-Murmuró el otro intentando hacer las paces con la bola dorada. Esta simplemente se giró y se metió en el cuello de su camisa cual cama reconfortante. El propietario de la "cama reconfortante" le acarició lo que se suponía que era la cabeza y suspiró brevemente. – No debí dejarte solo…perdona -Timcampy respondió a esto dándole unos golpecitos con sus supuestas manitas, siendo Timcampy hablar de anatomía era confuso.
Golpeó con los nudillos la puerta del despacho de Komui, y como no recibió respuesta alguna entró dispuesto a soltarle alguna parida al oído con tal de que recuperara la conciencia. Pero para su sorpresa le encontró despierto, apoyado sobre el escritorio y hablando con la persona más agradable, simpática, sociable a la vez que grata que ha habido y habrá sin lugar a dudas sobre la faz de la Tierra: Kanda Yuu.
-¡Alleeeeeeeen! ¡Que bien que has llegado! ¡Te estábamos esperando para explicaros los detalles de vuestra próxima misión juntos! –Saludó el miope levantando la taza de café como si de una jarra de cerveza se tratara.
La cara de Allen se tornó acto seguido en una mueca, la cual no se puede expresar con palabras, como suelen decir, verlo para creerlo. Pero si se afirmara que la expresión de Kanda se había mantenido impoluta como al principio, sería una bonita mentira.
-¿Perdón? – Preguntó el albino sin alterar su gesto un ápice.
-Allen, Allen… se perfectamente que no pareces problemas de sordera~ así que no me hagas repetirlo.- La felicidad que desbordaba Komui era perceptible desde cualquier lugar de la habitación. Allen incluso se preguntó si lo hacía adrede. – En fin, vamos a lo que vamos. Vuestra próxima misión será en Grecia, cerca de la capital. Un equipo de buscadores ha confirmado la existencia de Inocencia en un bosque cercano, así que debemos darnos prisa. Partiréis de inmediato. Debéis busca a un buscador llamado Gregory en la estación de ferrocarril de Atenas, el os dará más detalles de lo que sucede. En fin, no os entretengo ya más. Marcharos y buen viaje. –El chino se despidió de los dos exorcistas que salían del despacho.
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-Y bueno, pues lo que les he explicado básicamente. – Gregory el buscador les explicaba los detalles de la misión a los exorcistas recién llegados. Se encontraban en una callejuela apartada de los oídos indiscretos. – Hará cosa de dos meses un muchacho afirmó ver por esta zona de la ciudad una hermosa mujer y que cuando la siguió está se dio la vuelta y se giró para mirarle para después de desvanecerse. Aunque hay diferentes versiones dependiendo de la persona, hay viudas que juran y perjuran haber visto desaparecer a sus difuntos maridos y jovencitas que…
Un chasqueo de lengua, clara señal de disgusto le corto de golpe.
-¿Y bien? ¿Podrías ir al grano? No tenemos todo el tiempo del mundo. –Era evidente que Kanda se encontraba de un humor excelente para variar.
-¿Y tu no podrías ser educado por una vez en tu vida?- Le espetó el albino al japonés. –Perdona sus modales Gregory, estamos cansados del viaje…
-No pasa nada. A lo que iba, la cuestión es que cuando la orden nos envió a mí y a dos buscadores más, empezamos a notar anomalías…
-¿Anomalías? ¿Cómo anomalías? –Era normal que con la inocencia ocurrieran cosas extrañas pero… ¿anomalías dentro de las anomalías?
-Anomalías, me refiero a que por el momento, no ha habido aparición ni indicios de la presencia de akumas por la zona en busca de la inocencia y… digamos que… soy el único de nosotros que ha sobrevivido. Los otros dos, Lenneth y Carl, a medida que íbamos recogiendo información y preguntando a los lugareños… empezaban a actuar de manera extraña, hasta hace una semana desaparecer.
-¿Cómo? ¿Cómo que desaparecieron? ¿No dejaron ningún rastro ni nada? –El tema se estaba poniendo serio, ya no solo no había presencia alguna de akumas si no que además miembros de la propia orden…- ¿Ninguna clase de pista?
-Ninguna. Fue entonces preocupado cuando empecé a indagar en el tema. Por lo visto hay una leyenda sobre un espíritu que ronda por estas calles cada determinado tiempo…
-¿Qué clase de leyenda?
-No puedo concretarles nada por el momento, ya que la información que poseo es escasa y… – El buscador comprobaba continuamente que nadie estuviera cerca o se acercara, era evidente que estaba asustado.
-¿Sí?...-La actitud del buscador estaba poniendo de los nervios a Walker.
– Ustedes váyanse a descansar,… no tienen porque preocuparse. Sucede cada mucho tiempo y no creo que esta noche suceda nada. En caso de emergencia les avisaré vía golem. Así que váyanse a descansar… sí, a descansar, yo me haré cargo de todo…
-¿Estás seguro? –Allen no podía evitar preocuparse por el buscador. – Basta con nombrar al diablo para que aparezca, no pasa nada… -Este en un intento de tranquilizar al buscador le puso la mano en el hombro.
-¡NO ME TOQUES! –El buscador gritó desesperado, se llevó la mano bruscamente al hombro y se echó atrás casi de un salto.
-¡¿Pero qué..?!- Intentó acercarse al buscador para ver que le sucedía pero Kanda, quien hasta aquel entonces había permanecido casi al margen de la conversación intervino poniéndose entre ambos.- ¡¿Qué coño haces?! ¡Aparta imbécil!
-No te acerques a él. –El samurai mantenía una expresión rígida e impasible. Observaba al buscador, el cual había empezado a temblar bruscamente.- Fíjate bien, su comportamiento no es normal…
-¿En serio? ¡Joder, Kanda! ¡Que observador! – Era admirable la habilidad del japonés para sacar a Allen de sus casillas. -¡Que te apartes estúpido! ¡Tenemos que ayudarle!
-Eso no va a poder ser…- Algo en la frase del Moyashi le hizo a Kanda gracia, ya que esbozó una sonrisa rígida.
-¿Qué?...-Ante los ojos de los exorcistas el buscador dio una especie de chillido, para después llevarse las manos a la cabeza. – ¡GREGORY! ¿QUÉ TE OCURRE?
-Cállate, Moyashi tus gritos lo alteran aún más…- Kanda seguía interponiéndose entre el buscador y el exorcista. Se puso tenso de repente y se echo hacía atrás empujando al otro. –Ya no podemos hacer nada por él… déjalo.
-¿PERO QUE ESTÁS DICIENDO? ¡APÁRTATE IMBÉCIL! ¡TENEMOS QUE AYUDARLE! –Empezó a forcejear y apartó a Kanda empujándole violentamente contra la pared.
Se acercó al buscador que tenía los ojos abiertos como platos con las manos a ambos lados de la cabeza y empezaba a temblar violentamente. Allen se acercó a el e intentó cogerle de los hombros y gritarle que se calmara, pero antes de que pudiera hacerlo el buscador se levantó y le lanzó lo primero que se encontró.
Por desgracia resultó ser una botella rota, que impactó contra la cabeza del exorcista.
Por unos segundos hubo un silencio entre los tres individuos, únicamente interrumpido por la respiración del buscador. Allen se había llevado la mano al lugar del impacto y ahora observaba su guante manchado de sangre proveniente de la herida. Kanda miraba atónico al buscador y lentamente fue acercando su mano a la empuñadura.
-Ale…¡ALEJAROS! ¡NO ME TOQUEÍS! –El grito del buscador fue lo que rompió el silencio. Acto seguido empezó a correr alejándose de los exorcistas por las callejuelas de la ciudad.
Allen se dispuso a perseguirle pero su compañero de misión lo detuvo agarrándole del brazo. Este se dio la vuelta dispuesto a volver a empujarle contra la pared.
-¡SUELTAME BAKAN…!-No le dio tiempo a terminar la frase, todo se volvió oscuro.
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Cuando recuperó el conocimiento lo primero que vio fue un techo lleno de grietas. Parpadeó. Al rato se dio cuenta de lo que había sucedido: el simpático del samurai le había dejado sin conocimiento para evitar que siguiera al buscador que le había…
Acto seguido se llevó la mano a la cabeza y en el lugar de la herida se encontró un vendaje que le cubría la frente. Suspiró y se llevó la mano a la cara. ¿Qué había sucedido? ¿Qué había sido de Gregory? Otra vez había sido incapaz de proteger a los demás. Aunque esta vez había sido culpa de aquel estúpido, que realmente le sacaba de quicio.
Aquel egoísta. Todo tenía ser como su santa voluntad impusiera. Siempre, fuera lo que fuera.
Se incorporó con cuidado evitando no moverse mucho. Pero para su sorpresa debía ser un corte superficial, era lo que tenían las heridas en la cabeza: sangraban mucho aunque fuesen poca cosa. Miró a su alrededor. Se encontraba en la cama de la habitación de hotel más sosa de Atenas. Las paredes eran blancas a juego con el mobiliario, tenía una pequeña ventana que también hacía las veces de terraza.
Suspiró y se quedó observando su uniforme y su ropa encima de la única silla que había en la habitación. Kanda le debía haber cambiado de ropa.
Se levantó y posó los pies sobre el frío suelo provocándole un escalofrío. Se acercó a la ventana y se apoyo en el marco observando la capital griega durante las últimas horas de actividad. El Sol ya se estaba ocultando y ya pronto se encenderían las luces. Desde la ventana se podía ver el famoso Panteón, antiguo lugar de culto de una religión pagana a ojos de los primeros cristianos. Sí, cristianos. Como ellos.
Se llevó la mano al entrecejo y lo frotó suavemente. Unas pequeñas lágrimas cruzaron sus mejillas. Las secó con la manga. Pero enseguida se dio cuenta de que faltaba algo. Timcampy. Solía consolarle cuando estas cosas pasaban.
Se puso a revolver la habitación y después sus ropas con la esperanza de que se hubiera quedado atascado con un botón u objeto similar. Pero nada, no se encontraba en ninguna, esta vez no había habido suerte. Desesperado se puso el abrigo por encima de cualquier manera, se calzó las botas y abrió la puerta de la habitación para encontrarse cara a cara con Kanda.
-Veo que estás perfectamente. – Esas fueron las palabras del exorcista de pelo largo antes de empujar al albino de nuevo al interior de la habitación.
-¿Pero qué coño haces? –Saltó el otro. Esto ya pasaba de castaño oscuro. La maldita actitud del samurai le sacaba de quicio una vez más.
-Traerte comida. –Contestó el otro con su tono agradable característico lanzándole una gran bolsa que olía a maravillas pero que no calmaría la ira del otro.
-¿Se puede saber de qué vas? ¿Por qué rayos me dejaste sin conocimiento? ¡Si puede saberse claro!
-No me calientes la cabeza Moyashi. Que ya bastantes problemas me has dado. – Se dignó a contestar Kanda.
-¡OH PERDÓN! El señorito no quiere hablar. Pues nada que no hable. Siento haber molestado a su alteza. – Imitando a Lavi, Allen empezó a hacer movimientos bruscos con los brazos exagerando sobremanera, aunque era más bien un método para desfogar su ira.- El señorito no me quiere decir por qué no me dejó ayudar a Gregory, ni que licencias se tomó para hacer nada. – Se acercó al samurai y le cogió por el cuello del uniforme sujetándolo con ambas manos.
-Suéltame. – Se limitó a decir el otro lanzándole una mirada envenenada.
-Contéstame primero. – El cabreo de Allen era palpable y no pararía hasta que el otro contestase.
Kanda chasqueó la lengua como una clara señal de disgusto.
-Tu comportamiento era irracional, estabas herido, ibas a cometer una locura y no podemos permitirnos bajas en la orden. – Respondió mientras apartaba de un manotazo la mano que lo sujetaba.
-¿Una locura?...-Murmuró abriendo los ojos como platos.- ¿Consideras una locura… ayudar… a los demás?- El silencio es lo único que obtuvo por respuesta de él. ¿Entonces por qué me ayudaste? ¡Eh! – Mientras decía esto iba subiendo el tono de voz.- ¡PORQUE SÍ ES UNA MOLESTIA! ¡LO SIENTO SU MAJESTAD!
Aquello crispó del todo los nervios de Kanda. Antes de que le diera tiempo a reaccionar al otro le empujó violentamente contra la pared. Para cuando pudo reaccionar se dio cuenta de que tenía la cara de este a escasos centímetros de la suya.
No. Eso sí que no. Ya estaba harto.
Siempre ocurría igual, cada vez que discutían le hacía callar de la misma manera. Primero le besaba, luego se acostaba con él y acto seguido desaparecía, para luego pretender como si nada hubiera pasado. Aquella no era la primera vez que ocurría y daba por hecho que tampoco sería la última. Pero al menos esta vez…
El samurai junto su cuerpo con el de Allen empotrándole contra la pared. Luego acercó sus labios a los suyos y le besó intensamente sin apenas darle tiempo a tomar aire. Por supuesto, esto no pilló por sorpresa a Allen. Durante unos instantes le siguió el juego agarrándole por la nuca y atrayéndole hacía si. Pero cuando este empezó a despojarle de sus ropas reaccionó empujándole con ambas manos y rompiendo contacto entre ambos.
Hubo un silencio sepulcral entre ellos, solo interrumpido por los jadeos de Allen que miraba con furia al japonés. Este no pareció inmutarse, simplemente se limitó a devolverle la mirada. Hubo un silencio sepulcral entre ambos que fue interrumpido cuando Kanda salió de la habitación volviéndole a dejar solo.
Salió rápidamente, aunque eso no impidió que al otro le diese tiempo a quitarse la bota y lanzarla contra la puerta.
Después silencio, un silencio únicamente interrumpido por los pasos del samurai que se alejaban por el pasillo. Allen permaneció en el mismo lugar durante unos instantes con la vista perdida supuestamente mirando el lugar donde había aterrizado su bota.
Se acercó a la ventana. Fuera había empezado a llover y algunas farolas ya se habían encendido.
