Progress in Polymer Science
Un polímero es una molécula de gran tamaño compuesta por una o varias unidades químicas que se repiten a lo largo de la misma cadena.
Capítulo 1: Radio de Giro
Para una molécula de polímero totalmente aislada, el radio de giro se define como el promedio de las distancias de los átomos de la cadena al centro de masa de la misma.
A la hora de elegir la universidad en la que estudiaría su doctorado, el joven Camus tuvo muchas opciones. La más obvia, por supuesto, era seguir sus estudios de química en la Universidad Pierre y Marie Curie. Sin embargo, Camus estaba más que consciente de que aquella no era su mejor oferta. Si únicamente se enfocaba en el ranking internacional de las instituciones, sin duda hubiese elegido la Escuela Normal Superior de París. Le era claro que en Francia no encontraría un mejor lugar para continuar con sus estudios y, a diferencia de varios de sus compañeros de generación, él sí logró obtener la muy cotizada carta de aceptación. Sus padres le insistieron por semanas que eligiera aquel colegio, no sólo por su excelente reputación, sino porque de ese modo su hijo no tendría que mudarse y separarse de ellos, amenaza que era más que latente.
La idea de estudiar en un país extranjero le llegó a Camus como un mero reto. Aplicó a varias instituciones en Holanda, Alemania e incluso, aprovechando que ya tenía los papeles, a Grecia. La Universidad Nacional y Kapodistríaca de Atenas difícilmente podía competir contra la infraestructura de sus demás opciones, sin embargo, su vena romántica tuvo a mal de inyectarle cierta curiosidad hacia la tierra que únicamente conocía a través de los libros. Conocedor y amante de los clásicos grecolatinos, por muchos años soñó con formar parte de la ciudad conocida como la cuna de la civilización occidental y si no estudió algo relacionado a aquellas tierras fue únicamente por la presión de sus familiares a enfocarse en algo más práctico.
Estudiar el doctorado en Atenas no solo sería una buena revancha en contra de aquellos que desalentaron sus pasiones juveniles, sino que podría conocer a detalle la región sobre la que tanto había leído. Yendo un poco más allá de su capricho, la universidad contaba con un muy buen departamento de química y un reciente, aunque prometedor, grupo de polímeros.
Sus padres dieron el grito en el cielo una vez que llegaron sus cartas de aceptación y la hora de aplicar para las becas. ¿Cómo era posible? Su hijo, aquel que formó parte de los cinco mejores alumnos de su generación, el que fue aceptado no sólo en la Escuela Normal de París, sino que también en la Universidad Técnica de Múnich, ese del cual tenían tantas expectativas, parecía haberse decidido por una universidad que apenas y figuraba entre las quinientas mejores del mundo y, por si fuera poco, se encontraba en un país repleto de problemas económicos y sociales.
Los Carlier intentaron desalentarlo por varios medios y Camus casi cedió cuando ofrecieron pagarle una modesta renta —lo más modesta que podía ser una renta en la capital francesa— con tal de que eligiera la Escuela Normal. Muy a su pesar, la oferta llegó el mismo día en el que Camus recibió un atento correo electrónico del doctor Shion Hadjichristidis comentándole lo mucho que le gustaría que el joven formara parte de su grupo de investigación.
El correo le llegó más que de sorpresa. Su único contacto con el grupo era un posdoctor griego que le ofreció los posibles temas para su estancia. Sin embargo, ahí estaba el profesor Hadjichristidis, invitándole personalmente a enlistarse en la universidad ateniense. Las tres concisas líneas que le dedicó fueron más que suficientes para que cerrara el trato. Una tercera parte de las referencias de su tesis de maestría contenía el característico apellido griego y su participación en el área de polimerizaciones controladas era más que importante. Camus sabía que en Atenas podría llegar a conocer al hombre, pero jamás se imaginó que éste le escribiría directamente. El que lo hiciera significaba que estaba interesado en su trabajo y no había forma en la que rechazara tan buena oportunidad.
Fue de ese modo que Camus terminó estudiando en la capital griega, con una escueta beca que apenas y le daba para sobrevivir y con la satisfacción de haberse salido con la suya.
Sus cuatro primeros años en Atenas pasaron con rapidez. Su investigación le apasionaba y el constante interés de Shion —así le había pedido que le llamara— en sus resultados le instaba a trabajar más arduamente. Quizá fue por eso que el joven decidió enfocarse estrictamente en su investigación y dejó a un lado no sólo su vida social, sino también sus ávidos deseos por conocer el país. A pesar de que llevaba tanto tiempo viviendo en Atenas, apenas había visitado algunos cuantos templos y un par de museos. Ni siquiera se tomó la oportunidad de visitar una de sus famosas islas y, si acaso, su mayor mérito eran sus constantes visitas al parque Skopeftirio y eso sólo porque quedaba a cinco minutos de su departamento.
Las actividades de Camus no tardaron en centrarse únicamente en el laboratorio, su departamento y el breve espacio que se encontraba entre ellos. Su rutina era prácticamente inamovible y lo más excepcional que solía ocurrirle era cuando tenía que recibir a algún nuevo alumno de maestría para apoyarlo en su investigación.
Camus siempre fue introvertido y el conocer constantemente a nuevas personas distaba de ser su modo favorito de pasar el tiempo. Sin embargo, tenía que admitir que disfrutaba tener a uno o dos muchachillos apoyándolo en sus experimentos. Consiguió una publicación con uno de ellos y, si sus próximos alumnos no eran demasiado flojos, confiaba en que podría publicar al menos dos trabajos más antes de acabar con su doctorado.
Se aproximaba agosto y, como todos los años, Shion no tardaría en llamarle para indicarle a qué alumno tendría la fortuna de esclavizar por los próximos dos semestres. La afamada cita surgió la última semana de julio y, con el mayor optimismo que su cruento realismo le permitió, se presentó ante el doctor Hadjichristidis.
—La próxima semana inicia el semestre, Camus —comentó Shion sin siquiera alzar su vista del monitor—. Sabes lo que eso significa.
Señaló una de las muchas hojas en su escritorio y el joven no dudó en tomarla y darle una rápida leída. Se trataba del currículum del alumno con quien trabajaría durante el próximo año. Ingeniero Químico egresado de la universidad ateniense, tesis de licenciatura en compuestos poliméricos, un año de estancias en dos laboratorios de control de calidad y tres años laborando en el centro de investigación de una empresa de detergentes. Shion debió haber dejado su trabajo a un lado porque no tardó en percatarse del ceño fruncido de su alumno.
—¿Y ahora qué?
—De ser posible me gustaría trabajar con alguien más.
—¿Acaso lograste discernir algo extremadamente revelador de su espectacular CV de cinco párrafos?
—Es demasiado viejo.
—¿Viejo? —Shion apretó los labios mientras se reclinaba levemente en su asiento—. Tiene veintisiete años; es un año menor que tú.
—Pero él es alumno de maestría.
—Trabajó durante cuatro años. No es como si se hubiera rascado la panza todo este tiempo. Trabajarás con él. Su experiencia con detergentes nos será útil, además, tiene buenas referencias. Confío en que podrán terminar el trabajo de los siloxanos.
Con aquellas palabras Shion dio por terminada la plática. Regresó inmediatamente a su computadora y le dejó muy en claro a Camus que no había cabida a réplicas.
Aceptando su cruel destino, el francés salió de la oficina del doctor mientras repasaba nuevamente el currículum del alumno. Cuatro años en la industria. Camus conocía muy bien el perfil de la gente que retomaba sus estudios después de pausas tan largas. Casi todos terminaron en el mundo de la investigación sin siquiera percatarse y sólo tras varios años de trabajos forzados aceptaron que no podrían ascender sin contar con al menos una maestría. Era entonces que tenían que regresar a la universidad para obtener el preciado certificado que les conseguiría un mejor salario. No solían preocuparse por sus calificaciones o sus experimentos, lo único que buscaban era un papel y preferían pasar sus tardes y vacaciones perdiendo el tiempo en lugar de esforzarse en su investigación. Sería casi imposible conseguir un artículo con un alumno como ese.
Camus le dio una última mirada a la pequeña foto engrapada en una esquina del currículum y pensó que al menos debería darle crédito al muchacho por ser capaz de lucir tan atractivo en una fotografía blanco y negro.
Suspiró.
Aquél sería un año larguísimo.
Comentario de la Autora: *risa maniática* Estoy feliz de al fin comenzar a publicar esto. Antes que nada he de advertirles: este fic será 100% autoindulgente. Será cursi, cliché, ñoño y predecible. ¿Por qué seguir leyéndolo, preguntan? Al menos les puedo asegurar tres cosas. 1) Estará aceptablemente escrito. 2) No aprenderán nada de química (a menos que quieran hacerlo). 3) Los voy a hacer reír (ya sea porque tengo muy buen sentido del humor o porque se reirán de lo malo que será esto).
Nah, ya en serio. No será tan terrible. Me gustan mucho los AU universitarios y decidí arriesgarme con un multichap. Esta historia constará de 12 episodios y subiré uno al mes. Les prometo que los próximos capies serán más largos. No mucho más largos... pero algo.
Ahora, sobre el fic. El título es el mismo que uno de los journals de polímeros con mayor impacto del mundo. Cada capítulo tendrá el nombre de una propiedad de los polímeros que podrá o no (probablemente no) tener algo que ver con lo que pasa en la historia. XD
Cuando estuve investigando en qué universidad podía estudiar mi maestría en polímeros estuve muy tentada a aplicar a la universidad de Atenas. Me gusta mucho el trabajo de Nikos Hadjichristidis (de quien saqué el apellido de Shion); no sólo su trabajo es muy interesante, sino que su redacción es muy clara y sencilla. Ignoro si sigue apoyando a esa universidad, pero fue él quien creó el departamento de polímeros. Mi sentido común me llevó para otro lado, pero siempre me quedó esa espinita de estudiar en Atenas. Quizá algún día, aunque sea un curso semanal de cocina.
Manejaré a Shion como doctor, pero realmente su grado es de professor (el grado non plus ultra de las universidades, muchas veces cuentan con al menos un doctorado, varios años dando clases y supervisando tesis y, más que nada, dirigiendo investigación original). Le dejé como doctor porque en español se pierde misticismo y status con sólo decir profesor.
El departamento de química de esta universidad se encuentra en la zona este de la ciudad, casi a las afueras, y es ahí en donde también se encuentra el parque Skopeftirio. Casi todos los eventos de este fic ocurrirán alrededor de esta zona.
Creo que eso es todo por ahora. ¡Espero no lo hayan odiado y que me acompañen en este romance molecular! (OMG! LA ÑOÑEZ! ¡LA ÑOÑEZ ME EMBARGA!) Kissu!
