Ughhhhhhh~.

Los odio.

Odio a Red.

Odio a mi profesor de biología.

Odio la carne podrida.

Odio todo.

Ughhhhh.

Me siento princesa.

Meh, esto está dedicado a mi súper niña espectaculosa, Ryuu, porque hace siglos que prometí hacer un Almost y... bueno, aquí está.


Disclaimer: Pokémon no ser de Ravie.

Advertencias: AlmostShipping [Red (game)/Yellow]. No es Ooc porque yo lo digo (?)... equis.

Nota adicional: No he corregido esto. Feeeels~.


—Red, definitivamente eres mi mejor amigo —sonrió Yellow débilmente al morocho, que abría los ojos un poco más y apretaba el puño con fuerza mientras asentía quedamente. Red podía ser un miserable en algunas ocasiones, llegando al punto de enviar a uno de sus pokémon para que te atacase, pero también tenía sentimientos.

Y esos sentimientos fueron heridos de manera muy directa.

—Lo que sea —respondió, encogiéndose de hombros y empujándola dentro de su pequeña cabaña, cerrando la puerta y luego marchándose a paso tranquilo. En cierta manera, era como un hermano mayor para la pequeña rubia, el problema surgía cuando dejaba de ser hermano para convertirse en pretendiente.

Lástima que Yellow tenía la percepción de un Metapod con los ojos vendados —llámese nula— y hacía caso omiso a todo intento de Red por confesarle todo —los cuales tampoco eran demasiados.

Entró a su hogar, subiendo las escaleras para llegar a su habitación. Estaba cansado y aunque se tiró en la cama dispuesto a dormir, el sueño no llegó en las siguientes horas.

No podía evitar recordar esa puñetera frase.

Deseó entonces que Yellow jamás hubiera llegado a su vida; que volvieran a ser sólo Green, Leaf y él acompañándose mutuamente en cada aventura que hicieran juntos, como rivales y como amigos. Frunció el ceño al tiempo que se quitaba la chaqueta.

Yellow se encontraba en cada aspecto del joven Campeón.

En la biblioteca estaban los libros de aventuras que a ella tanto le gustaban leer, las figuritas de cristal que ella le compró la primera vez que fueron a Azulona, el peluche de Minum que hacía juego con el Plusle que poseía la sanadora. Incluso uno de los sombreros de paja que la niña acostumbraba a hacer cuando uno se le perdía.

Miró al techo con pesadez, retirando ese deseo.

En realidad, su vida no hubiera sido mejor sin Yellow.

La quería porque evitó que se encerrara en sí mismo —otra vez—, la quería porque no veía al Campeón millonario, sino a un simple chico con deseos de ser el mejor entrenando pokémon, la quería porque ella llenó un vacío que le quedó desde que su padre murió en la guerra.

Incluso Green y Leaf, sus vecinos de siempre, lo admitían; Red era tan voluble como un Gyarados dormido. Si lo dejabas así, todo estaba bien, pero si lo movías un poco, amenazaba con destruir todo a su alrededor. Yellow era esa ancla que evitaba que el chico se saliera de control.

—Maldita sea.

Una brisa sopló desde la ventana y cuando fue a cerrarla se encontró con la sonrisa socarrona de Green en el otro lado, la casa del profesor Oak.

— ¿Qué te pasa, Red? —le preguntó arqueando una ceja, divertido, casi burlón. Red resopló, irritado.

—Nada que te importe —respondió, revolviéndose los cabellos con la diestra, resistiendo el impulso de lanzarle un cojín en toda la cara a su vecino.

—Oh, adivinaré. ¿Yellow?

Red gruñó.

—Vaya, soy bueno. ¿Qué sucedió ahora? ¿Le leyó la mente a Saur? ¿a Pika? Si se la leyó a Pika estás muerto.

—No es eso —murmuró el entrenador, chasqueando la lengua, fastidiado. En cierto modo, Green tenía razón, si a Yellow se le ocurría leerle la mente a Pika estaba muerto. ¡Cuántas cosas sabía Pika de él!—, me dijo que soy su mejor amigo.

— ¿Friendzone? —inquirió Green, soltando una risita— No puedo creerlo. ¡Yellow te envió a la friendzone! Espera, ¿a propósito, o sin querer?
—Ni idea.

— ¿Sabes qué tienes que hacer? —El Oak parecía estar demasiado colaborador, cosa que asustó un poco a Red. El Green que él conocía era sarcástico, burlón y presumido, persistente y mal perdedor—, tienes que hacer todas esas idioteces para salir de la zona de amigo e intensificarlas. Ser más... ¿cómo diría Leaf? Ah, sí, directo.

Red pareció pensarlo unos momentos.

Tal vez diera resultado.

—Vete a la mierda, Green.

—Jódete.

—De paso, gracias.


Leaf abrió la puerta de la casa de Red con gesto tranquilo. Leaf no hablaba mucho —quizás menos que Red— y cuando lo hacía, solía decir algo gracioso o extremadamente malintencionado. Green pensaba que sus dos mejores amigos eran como las dos caras de una moneda.

De alguna manera, se parecían demasiado, sin embargo al mismo tiempo eran diferentes —lo cual no tenía lógica— y eso le agradaba. Nunca soportaría estar cerca de un Red con el coeficiente intelectual de un Rhyhorn y una Leaf haciendo escándalo.

Sería una pesadilla.

(Red y Leaf, por su parte, no querían un Green callado y amable. Eso no era natural).

—Hola —dijo la entrenadora, sacándose el sombrero y haciendo un gesto a la madre del campeón pokémon. A veces, cuando ella se quedaba a dormir en la casa, la mujer le hacía trenzas en el cabello castaño opaco, diciéndole lo bonito y llamativo que resultaba a la vista.

—Hola, cariño. Anda, Red está en su cuarto.

—Gracias, señora.

Sí, la madre del chico era la persona que podía sacarle más palabras seguidas, ganándole incluso a los propios padres y a Green.

Subió las escaleras y entró a la primera habitación, sin importarle demasiado que Red se estuviera quitando el short de la pijama. En realidad, a Leaf no le interesaban ese tipo de cosas, después de todo, él hacía lo mismo.

El morocho esbozó una sonrisa, colocándose un pantalón y luego dando una corta cabeceada en dirección a la chica, que apoyaba la mejilla en su mano con aburrimiento.

—Explícame lo de Yellow —fue lo único que dijo ella, sin quitar los ojos café de su mejor amigo, casi hermano. Leaf y Red eran asquerosamente cercanos y en más de una ocasión las personas pensaban que eran parientes.

—Friendzone.

La chica soltó una risa ahogada, ganándose un suspiro de Red, quien terminaba de colocarse los zapatos.

Abajo, se pudo escuchar la puerta abriéndose otra vez y unos segundos después, Yellow entraba al cuarto, sonrojándose por encontrar a Red poniéndose una camiseta y a Leaf sentada con las piernas cruzadas como si fuera un espectáculo privado.

—... ¿Llego en mal momento?

Red simplemente negó con la cabeza y terminó de vestirse en su totalidad.

Estaba totalmente decidido.

Saldría de la friendzone a como de lugar.


La wea.

MEMORIAS NO PUEDE ACABAR.

BALE BERGA LA BIDA.

*se corta con galletas de animalitos*

~Ravie.