Nada de este mundo de HP me pertenece por desgracia, en fin, espero que disfruten el drabble.
La Sala Común de Slytherin permanecía en penumbras, faltaba quizás un cuarto de hora para que dieran la 1 de la mañana, o al menos eso indicaba el reloj de manecillas con forma circular, de un color beige, semejante al de la arena, que yacía en la pared a un lado de los dormitorios.
Aparentemente todos se hallaban durmiendo. Todos excepto uno: Draco Malfoy.
El rubio no conseguía caer en brazos de Morfeo, ¿la causa?, una hermosa chica de cabello castaño, dueña de unos preciosos ojos color miel, los cuales integraban una mirada que inspiraba una paz profunda, una paz imposible de describir, lo mismo ocurría con su cautivadora voz. Ella, Hermione Granger, la chica Gryffindor, la sabelotodo, y que pudo ser la mujer perfecta para Draco…si tan sólo fuera de sangre pura.
Malfoy nunca se imaginó el tipo de sentimientos que aquella castaña podía despertar en él con sólo su mirada, su carácter fuerte pero que a la vez podía ser tierno y dulce, con el increíble poder de curar los más profundos dolores del alma.
La preciosa luz de la luna que se colaba por las ventanas contrastaba con el semblante que Malfoy ahora tenía. La resignación amenazaba con invadirlo. "Olvídala, ella no es para ti", "es el traidor a la sangre quien posee su corazón", "si tan sólo no hubieras sido tan cobarde y hubieras luchado por ella" "el hubiera ya no existe", eso y más le decía su subconsciente.
La tenía tan cerca y a la vez tan lejos, podría perderse en su infinita mirada, disfrutar de la dulce melodía de su voz para siempre, inmortalizarla en una urna de sentimientos puros. Pero la realidad era una aproximación, sólo una aproximación.
