El chico de pelo rojo extravagante entro nuevamente al colegio, sin ganas y casi arrastrando los pies ¿Por qué entro? No le quedaba de otra, odiaba el colegio, pero sabía que tendría más problemas que los que ya tenía si seguía faltando, aparte lo que menos quería era ver la cara del delegado exigiéndole firmar un papel. Sin embargo entrar al colegio no significaba asistir a clases, por lo que el peli rojo decidió simplemente sentarse en el patio, hasta que una sombra se situó sobre él.

-Hola – Sonrió una chica de pelo rubio, largo y ojos azules. Nueva al parecer, porque no la había visto antes.

-Hola – Se limito a contestar.

-Soy Sucrette y soy nueva – Aquella chica nueva poso sus manos sobre su espalda baja, balanceándose. Una nueva extrovertida, genial, lo que faltaba.

-¿Acaso te lo pregunte?

-Woha, muy amable – Hizo una mueca que al chico se le fue imposible reprimir una sonrisa.

-Acostúmbrate, soy Castiel.

La conversación iba a seguir, mas por la chica que por Castiel, sin embargo se vio todo interrumpido cuando la directora apareció por el patio y los observo.

-Señor Castiel, ¿Nuevamente salteándose las clases? Es incorregible – Mascullo con una voz chillona, claramente enojada.

-Si lo sabe, no debería molestar tanto. – Castiel sonrió de lado por su contestación y se limito a cerrar los ojos.

La directora estaba por estallar en gritos cuando se dio cuenta de que había una nueva al lado del rebelde y claro, las apariencias del primer día lo son todo, por lo que la señora pasada de edad y pelo canoso, cambio la expresión de furia por una sonrisa que hacía que sus ojos quedaran tapados por las arrugas y pómulos, pareciendo como si cerrara los ojos.

-Oh, usted debería ser la nueva ¿No es así?

-S-Si – Murmuro la chica nerviosa, levantándose de al lado de Castiel para situarse en frente de la directora – Soy Sucrette señora.

-Muy bien, bienvenida a Sweet Amoris, espero que puedas integrarte rápidamente.

-Gracias y espero lo mismo – Sucrette le regalo una sonrisa algo fingida, seguía asustada por la cara que había puesto la señora cuando vio al chico descansando y faltando a clases.

-Bueno, deberías pasar a ver a Nathaniel, es el delegado principal y el debería decirte si te falta algo con respecto a los papeleos y la inscripción.

-Claro que si, ahora mismo lo voy a ir a ver – Y con un saludo de cabeza, la directora se fue, olvidando completamente al otro individuo que segundos antes, estaba por castigar, sin embargo, cuando la chica miro, se dio cuenta de que la directora no se había olvidado de nada, si no que el peli rojo había desaparecido de la vista. – Es un ninja – Y riéndose con su propio comentario, partió en busca de la sala de delegados.

Escondido detrás de un árbol estaba el ya mencionado peli rojo, intentando liberarse de la nueva y de la vieja que lo acosaba todos los días, en el colegio no se podía tener tranquilidad. Cuando vio a las dos marcharse, se dispuso a volver a acostarse, intentando retomar su perfecta siesta, cuando un chico petiso, con un swetter verde con una raya roja en medio y unos anteojos completamente horribles paso corriendo al lado suyo, en dirección del colegio.

-Genial, dos nuevos, este año va a ser una locura – Susurro para sí mismo, ignorando cualquier otra cosa, y pegando la siesta que tanto había estado buscando.

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Luego de aquella siesta que le tomo todo el día, Castiel se levanto, estirando sus brazos, dispuesto a salir del colegio e irse, aunque al pasar por el frente de la puerta del instituto, pudo notar a los dos alumnos nuevos sentados en las escaleras de entrada, comiendo unas galletitas que, creía el chico, eran de chocolate. De todas formas, lo que más gracia le hizo fue la cara de aquella chica que decía llamarse Sucrette, no parecía disfrutarlo del todo.

Al pasar por las rejas de salida mirando el suelo, pensando en que haría al volver a casa, se choco sin querer con el cuerpo de una persona.

-Ouch – Escucho Castiel desde el piso, ya que él no se había caído.

Al mirar en dirección del sonido, se encontró con un chico rubio de ojos ambar y camisa blanca junto con una corbata azul, tirado en el piso. Perfecto, su dia había estado hermoso sin su presencia, y viene a arruinarlo todo justo en la salida. No quiso ni dirigirle la palabra ni ayudarlo, por lo que paso por su lado sin siquiera mirarlo.

-Siempre tan maleducado Castiel, un lo siento no vendría mal – Mascullo claramente enojado el rubio, levantándose del suelo y sacudiendo su pantalón.

-Lo sé, pero vos no vales la pena, ni un lo siento ni nada delegadito - Hablo alzando la voz sin detener su paso – Espero no verlo mañana – Dijo en una especie de saludo, levantando su mano, más específicamente su dedo, en una señal ofensiva.

Escucho un bufido de atrás suyo, proveniente del delegado, sin embargo este mismo no le digo nada más y lo dejo seguir con el camino a su casa. No es que le gustara especialmente hacer ese tipo de actos, pero estar en frente del delegado lo ponía nervioso, su notas perfectas, su perfecto vocabulario, su perfecta manía por ser el empollón de clases. De verdad que no entendía que había de bueno en todo eso, ¿Ser perfectamente aburrido? No le encontraba el sentido, sin embargo no quiso darle más vueltas al asunto, no es como si la vida perfecta del rubito le importara… ¿Por qué repitió la palabra "Perfecto" en su cabeza? No es como si todo en Nathaniel fuera perfecto, claro que no lo era.