Y siempre dijo que sí.

Oh, sí. Era una tarde bellísima, el sol se ocultaba en el horizonte, el cielo comenzaba a tornarse naranja y el trino de las aves empezaba a atenuarse.

Sí, una bella tarde tanto como para el mundo como para la Institución Hellsing.

Pronto se escuchó un bostezo en una de las habitaciones del subterráneo, provenía de una muy en especial. Dentro, el ataúd que estaba por cama fue abriéndose con lentitud, alguien deslizaba la tapa con suma delicadeza, como aun no queriendo levantarse, pero la tarde ya había caído dando inicio a la noche, que para ella sería el comienzo de su día, sí, efectivamente se trataba de la hermosa rubia de ojos carmín, Victoria Seras. La cubierta cayó al suelo, haciendo un estruendoso ruido, pero la chica lo dejó sin cuidado. Se frotó los ojos con ambas manos, estiró los brazos para desentumirse y bostezó un par de veces más antes de levantarse.

Hoy era su día libre, podía seguir durmiendo si lo quería, pero por alguna razón que no recordaba en ese instante quiso no hacerlo, así que se dirigió a su guardarropa y se puso unos jeans ajustados (para mostrar su figura), una blusa blanca de tirantes (para los buenos atributos) y un par de tenis.

Con las mismas que se levantó (con flojera) fue al baño a lavarse la cara y a cepillarse los dientes. Luego volvió a su cuarto y se cepilló el cabello un par de veces. Sonrió al espejo y pronto su sonrisa se apagó al ver el color de sus ojos.

Soltó un suspiró y pensó afligida.

-antes eran azules…

Luego sus lindos colmillos la hicieron sentirse un poco más mal, haciendo que su mirada se inundara por completo. Y pronto al levantar el rostro vio en su cuello un par de marcas poco visibles, marcas de colmillos… marcas de los colmillos de él… de Alucard…

Llevó su mano hasta aquella zona y la tocó con suavidad y recordó aquel fatídico momento, su primer encuentro en aquel bosque, y luego… el disparo… y… la mordida.

No es que ella fuera experta en rescates pero, matar a alguien para salvarle la vida es algo irónico y poco amable… y agradable.

Volvió a su rostro una sonrisa y en sus mejillas un rubor. Pensar en él le producía calidez, una sensación de bienestar y seguridad, pero más que nada, una sensación en su estomago, como mariposas, como si, como si… como si estuviera enamorada.

- ¡no pienses en eso Victoria!-se regañó a sí misma algo asustada.- ¿qué pasaría si él se enterara de los sentimientos que guardo?-se preguntó pensando en las consecuencias y 

luego pensó en ello de nuevo, en lo que sentía por él. No podía evitarlo, de veras lo quería. Lástima que él fuera tan, como era.

Cuando estaba por salir de su habitación nuevamente, vio el calendario de su pared y recordó que desde hacía mucho no lo revisaba. Se acercó para ver la fecha y ante su asombró vio que nada menos hoy era su cumpleaños. Una gran sonrisa iluminó su cara y se puso a dar pequeños brincos festejando el aniversario de su nacimiento. Rápidamente salió de su cuarto y comenzó a buscar a Walter por los pasillos del subterráneo, pero al no encontrarlo allí, decidió subir y continuar con su búsqueda. Al cabo de unos, aproximadamente quince minutos de ardua búsqueda logró hallar al mayordomo en la cocina de la mansión.

-¡Walter!, ¡Walter!-le llamó muy emotiva. Desbordando felicidad a su paso.

-¿qué sucede Miss Seras?-preguntó dejando de lado su labor.

-dime qué día es hoy, Walter.

-¿cómo?-preguntó extrañado.- ¿acaso no sabe?

-no Walter, sólo dime.-le pidió la rubia entre leves risas.

-oh, pues… hoy es martes.-respondió con una gota de sudor en la frente.

-no.-dijo ella acercándose más a él, quedando a una corta distancia, muy corta.

-ah, pues, hoy…-la voz de Walter comenzó a temblar y pronto él comenzó a sudar al ver más de cerca el rostro y el cuerpo de la pequeña rubia de grandes atributos.-hoy, e-es el día de… ¿jugar con los nervios de los hombres?-preguntó de ultimo casi en un murmullo, el cual no podo escuchar claramente la joven.

-¿ah?, bueno, no importa. ¡Hoy es mi cumpleaños!-anunció muy animada, contagiando de felicidad al mayordomo.

-¡oh!, ¡felicidades miss!

-¡ven acá Walter, dame un abrazo!-pidió la cumpleañera estirando los brazos, dejando ver lo bien que se le veía esa blusa de tirantes.

Y Walter muy obediente, se lo dio. Bastante apretadito, para que no dijera que no tenía fuerzas, bastante pegadito para sentir el cuerpecito de la chiquilla, y bastante acaloradito por haber estado tanto tiempo sintiendo los "dos" grandes motivos de la agente… je, je, je.

-Walter…

-¿si?



-¿puedes soltarme ya?

-si…-dijo fantaseando.

-Walter…

-¿si?

-¿qué es eso?-dijo sintiendo algo más debajo de su cintura (ya se imaginaran que "cosa").

Walter miró hacia abajo y notó que su "amiguito" después de mucho tiempo de haber estado fuera de servicio estaba despertando con gran rapidez.

-¡ah, listo, ya está!-dijo de forma nerviosa soltando rápidamente a Victoria.-ah… eh, je, je… ehm, es que me emocioné con su anunció y quise darle un largo abrazo.-tosió un poco para disimular y luego dijo por lo bajo.-abajo muchacho…

-¿de verdad?-preguntó ilusamente.

-sí, claro.-respondió el otro de manera muy falsa, para después recuperar su postura.-y, dígame señorita Victoria, ¿cómo piensa celebrar este día?

Ella se quedó pensativa durante algunos minutos y luego tomó asiento en una de las sillas que se hallaban en la cocina.

-pues, ciertamente no se… pero no habría mayor regalo que el que mi amo pasara toda la noche conmigo.-dijo sin siquiera pensar, aquella frase había escapado de su boca sin siquiera notarlo, sólo pensaba en lo maravilloso que sería poder compartir tiempo de calidad con él, hablar, reír, hablar de todo y de nada a la vez.-sería tan agradable.

Walter sonrió maliciosamente y con la misma intención dijo.

-de modo que lo que más desea es "pasar" la noche con él.

Aquello hizo reaccionar a Victoria y ponerla muy alarmada.

-¡no, no! ¡No como lo piensas!-aseguró la joven vampiresa agitando ambas manos.- ¿Walter cómo puedes pensar eso?

-¿no?, ¿y entonces cómo miss Seras?-preguntó muy interesado en saber su respuesta y su monóculo resplandeció.

Ella se tranquilizó y contestó sin poder borrar el sonrojo que se hallaba en su rostro.

-sólo salir un rato, tú sabes. Es sólo que… desde que me convertí en su aprendiz él me ha mostrado algo de su mundo, y yo sólo deseo… mostrarle un poco del mío, del mundo al 

cual yo pertenecía… de mi lado humano…al menos sólo una noche. Pero eso no sucederá.-dijo con voz suave, mientras jugaba con un mechón de su cabello, puesto que hablar sobre sus sentimientos hacia su amo la ponían algo nerviosa.

-así que de eso se trata.-dijo con voz apacible el hombre mayor y pronto tomó asiento a lado de ella.-y, ¿por qué no se lo pide?, en vista de que es su cumpleaños creo que Lord Alucard aceptaría, después de todo usted es todo lo que tiene. Es su aprendiz.

-¡por su puesto que no!-respondió apenada.-eso es imposible, él no… mi amo no aceptaría… él es tan ajeno para mí. Siempre es muy distante, y la verdad no creo que me tenga un mínimo de afecto como para querer cumplir una sugerencia mía. Yo sólo soy su aprendiz… nada importante.

-no piense de ese modo. Tal vez si usted…

-por favor Walter, no digas tonterías.-le interrumpió tristemente, con esa voz algo quebradiza, como queriendo llorar y casi al instante se puso de pie y fingió una sonrisa.-como sea. Voy a cambiarme, iré a dar un paseo. Saldré a divertirme un rato, después de todo es un día muy especial para mí y no quiero que nada pueda opacar la felicidad que hoy siento. Con permiso.-dijo despidiéndose.

-como desee.

Walter la miró alejarse y suspiró al verse sólo en la cocina.

-ah, ella huele tan bien.-se dijo sintiendo su aroma y luego recordó el "inocente" abrazo.-y se siente tan bien… qué envidia Lord Alucard.

Pronto una alocada idea asomó en su cabeza.

-eso es… si ella no puede, tal vez yo pueda convencerlo.-se dijo emocionado.-iré a verlo en este preciso instante.

y…

-¡¡WALTEEEER!!

La voz de Integra retumbó en toda la mansión.

Una gota de sudor se deslizó por su frente.

-bien, supongo que será después de que le lleve sus galletas de animalito a mi señora.

Minutos después de que Walter le llevó a Integra las galletas y la malteada de chocolate con fresas que había pedido, Walter pudo bajar al subterráneo para ver al vampiro de leyenda.



Caminó sólo un poco y en fracción de segundos apareció tras él una sombra. Se volteó rápido y para sorpresa suya era el mismo Alucard.

-Lord Alucard me da gusto verle. Justo a usted estaba buscando.

-no me imagino por qué.-respondió de manera arrogante como siempre.

-mmm.-articuló con desprecio.-por cierto. ¿Sabe qué día es hoy?

El otro lo miró extrañado.

-¿qué te pasa Walter?

-vamos, sólo dígalo.

-es… martes.-respondió sumamente extrañado.

-¡no, Lord Alucard!

-¡claro que sí, hoy es martes!-respingó el vampiro manteniendo su distancia.-envejecer te ha hecho mucho daño. ¿No será que ya te dio Alzheimer?

-no, no me refiero a eso.-dijo muy seguro.

-de veras Walter, creo que te pasa algo.-le aseguró quitándose los lentes de sol.-dime, quién soy.

-Lord Alucard…-dijo a manera de llamarle la atención.

-muy bien. ¿Cuál es mi nombre completo?

-¡Lord Alucard basta!-gritó molesto el mayordomo de hellsing.

-tranquilo, tranquilo, tómate tu tiempo.-dijo con voz muy serena mientras hacia al mismo tiempo el ademan para tranquilizarlo con ambas manos.

-¡no tengo Alzheimer!-refutó rojo del coraje.

-bien, bien. Negarlo no te llevará a nada.

-¡Lord Alucard!

-ya, ya. No tienes Alzheimer, pero… haber, ¿puedes verme con claridad?

-¿?



-¿no ves manchas?

Walter lo miró con terrible desprecio y luego le mostró una de sus manos con intenciones de cortarlo en trocitos con sus hilos.

-de acuerdo Walter, no es necesaria la agresión.-le dijo Alucard tranquilizándolo.-pero dime, ¿Entonces por qué no sabías que día es hoy?, tuviste que preguntarme.

-creí que sabía que hoy es un día especial.-le aclaró mientras recuperaba su postura.

Alucard lo miró desconcertado y una gota se deslizó por su frente.

-no comprendo que tienen de especial los martes… ¿la magia de no ser lunes?

-Lord Alucard.

-¿si?

-sabe, hoy es el cumpleaños de una persona muy allegada a usted.

-¿hablas en serio?-preguntó de forma juguetona, apareciendo en su rostro su peculiar sonrisa.

-así es. ¿No desea adivinar quién es?

-es…-hizo una pausa y miró detenidamente a Walter.- ¿eres tú?

-no…-respondió seriamente.- vamos, esfuércese.

-oh no. Muy difícil, prefiero ir a dispararle a los soldados.-dijo dándose la media vuelta.

-muy bien, como quiera. Aunque quien cumple años es una mujer.-comentó haciendo la adivinanza algo interesante.

-¿una mujer?, ¿allegada a mí?-se dijo deteniéndose, y luego se volvió a Walter.

-veo que le a interesado. Supongo que ya sabe quién es.

Él sonrió.

-no.

-¿cómo?-se dijo el mayordomo con cara de sorpresa.- ¿aún no lo descubre?

-dame más pistas Walter.-le pidió el vampiro.



-de acuerdo, creo que con esto ya sabrá a quién me refiero.

-tenlo por seguro, dime.

-es rubia y lo quiere mucho, incluso ya lo ha comprobado.-dijo recordando las misiones en las cuales la joven vampiresa siempre corría para verificar que su amo se encontrara bien.

Alucard tragó saliva en seco y palideció un poco, sintió un escalofrío recorrer su espalda y luego habló.

-¿mi ama Integra?-dijo esperando que no fuera así.-no tenía ni idea de que me quería.

-¡esto es el colmo!, ¡hablo de la señorita Victoria!-le reveló ya molesto, casi al borde de un ataque.- ¡ella es la única mujer allegada a usted que se preocupa por su bienestar y le quiere!

Alucard lo miró aún sin asimilar bien la información.

-olvidaste mencionar que es rubia.

-¡¡y es rubia!!-le gritó con más fuerza haciendo volar su sombrero a un continente no muy lejano.

-¿eh?, un momento, acabas de decir que… ¿hoy es el cumpleaños de la agente?

-vaya, al fin lo entendió.-dijo Walter ya más calmado.-por un instante creí que nunca lo haría.

-muy gracioso.-dijo con sarcasmo Alucard.- y, ¿eso qué tiene que ver conmigo?

-¿cómo que qué?, ella es su aprendiz.

-¿y?-dijo. Esperando un argumento más poderoso.

-¿acaso no le importa?

-no.-respondió fríamente.

-oh… esperaba otra cosa viniendo de usted.-se dijo con la voz un poco apagada y luego se dirigió a Alucard.- ¿no piensa darle al menos un presente?, ¿un regalo?

-¿yo?-dijo mirándolo lleno de sorpresa y acto seguido se echó a reír.

-veo que le hace gracia.-le dijo mostrándose molesto Walter.

-por supuesto que sí. Tú sentido del humor es bastante bueno.



-no es una broma, hablo en serio Lord Alucard.

-¿cómo dices?, ja, dame un solo motivo por el cuál yo deba regalarle algo.

-hace que su vida no sea miserable.

Alucard lo miró feo.

-de acuerdo, no le de nada, pero al menos felicítela, ella espera que lo haga.

-¿felicitarla?, ¿para qué?, eso es una estupidez.-dejó en claro el vampiro.-si a eso venías a mí entonces pierdes tu tiempo.

-¿entonces no lo hará?

-así es.-respondió con una sonrisa.

-bien.-se dio la vuelta y se dirigió hacia las escaleras del subterráneo.-y ella que esperaba estar la noche con usted.

-¿cómo?-preguntó el otro algo confundido.- ¿esperaba "estar" la noche entera conmigo?

Walter se dio cuenta de cómo lo había interpretado el vampiro y se detuvo para convencerlo.

-sí.-respondió sin darle la cara.

Alucard guardó silencio, aún no podía creerlo.

Y para terminar de convencerlo.

-ella lo desea mucho.-agregó el mayordomo volteando hacia él con una sonrisa maliciosa y luego comenzó a caminar, dejando a un Alucard boquiabierto.

-pero… ¡explícate Walter!-le ordenó casi en un grito.

-mejor, ¿por qué no se lo pregunta a ella?-le sugirió a lo lejos y siguió caminando.

-¿Seras… la noche conmigo?-se dijo sin poder comprenderlo bien. Aunque, cabe destacar que no dudó en echar a volar su imaginación. Imaginó muchas cosas, como: cosas húmedas, cosas suaves… suaves y firmes… sí, muchas cosas que le hicieron reconsiderar la idea de pasar a ver un rato a su deliciosa, digo, cariñosa aprendiz. Oh, sí, realmente lo reconsideró.



Se acomodó la corbata, se quitó los lentes y el sombrero y práctico un par de veces su sensual sonrisa. Ah… sí, todo parecía estar perfecto en él, era hora de ver si sus encantos funcionarían con Victoria.

Antes de llegar a la puerta de la habitación de la chica sacó de su bolsillo un práctico spray de menta para el aliento y se lo aplicó un par de veces para luego decir: "felicidades agente", "qué tal, agente", "linda noche, ¿no lo crees, agente?", "¿puedo pasar, agente?"… bien, su galantería no estaba tan mal, así que al fin decidió tocar a la puerta por primera vez y no irrumpir en sus pensamientos o entrar a través de las paredes como acostumbraba.

Victoria escuchó el "toc, toc" y creyendo que sería Walter abrió la puerta con rapidez y dijo en voz alta:

-¡Y a te dije que no le voy a decir a mi maes..!

De repente su mirada se encontró con aquellos sensuales ojos que la ponían a temblar. Aquella persona que estaba en su puerta no era Walter… era su maestro, Alucard.

-"no", ¿a qué?

Seras lo miró aún algo impactada, dentro de su cabeza habían un sinfín de preguntas "¿por qué tocó a la puerta?, ¿no irrumpirá en mis pensamientos?, ¿por qué tiene esa sonrisa tan conquistadora?, ¿vendrá a darme una noticia?, ¿se habrá molestado porque le grité?, pero no fue mi intención…". Pronto fue sacada de su trance por el mismo Alucard.

-¿qué sucede agente?, te noto extraña.

-¡no, no pasa nada!-dijo ruborizada y luego sonriendo para disimular su nerviosismo.

-eh, agente, me enteré que hoy es tu cumpleaños.

-¿de, de veras?-dijo impresionada y luego sonrió ampliamente.

Y luego, por alguna extraña razón a Alucard le dió un arranque.

-sí, linda.-dijo acercándose peligrosamente a ella rodeando su cintura con ambos brazos.

-amo, ¿qué le pasa?-dijo la chica mirándolo con seriedad.

Una gota se deslizó por la frente del vampiro y rápidamente la soltó.

-ah, ja,ja. Es que pensé que tenías frío.-respondió dejando ver sus colmillos.

-"no me diga".

Alucard tosió, recuperando su postura, y dijo con ese tono que lo caracteriza.



-el motivo por el cual estoy aquí, es por que Walter me dijo que tú…-pero antes de poder terminar la frase Victoria lo interrumpió.

-¿en verdad?-dijo sorprendida y emocionada, no podía creer que Walter hubiera convencido a su amo para ir con ella al parque de diversiones.-vaya…-comentó algo ruborizada y luego se ruborizó totalmente.-la-la verdad no esperaba que u-usted aceptara.-dijo titubeante.

Motivo por el cual Alucard creyó en verdad que estaba en lo correcto, ella sí quería "eso" (ah, ja,ja,ja,ja). Su mirada se iluminó y pronto aquel tono seductor en su voz que tanto había guardado en lo más recóndito de su ser afloró en ese instante.

Al ver que Victoria estaba contra la puerta cerrada, él adquirió una pose conquistadora y recargó una de sus manos contra la puerta, quedando ésta a la altura de la cabeza de la pequeña rubia. Sonrió de forma seductora y comenzó a hablar.

-entonces, ¿qué estamos esperando agente?, sé plenamente que tú quieres "hacerlo".

Ella sonrió aún sonrojada y luego asintió con la cabeza levemente.

-si-sí… pero no estaba segura de si usted aceptaría.-dijo a penas mirándolo a los ojos.

Él se alegró enormemente y se sintió "un poco acalorado" (caliente).

-pero qué cosas dices, agente. Debiste pedírmelo hace mucho, yo jamás me hubiera negado.-y después comenzó a acercar su rostro al suyo y su mano comenzó a descender (ya saben a donde, ¿no?, ¿no saben?, bueno, ¿qué venden en la frutería?, venden manzanas, limones y melones, sí, melones.)

Justo en ese instante Victoria tomó ambas manos de su maestro, sorprendiéndolo a él.

-me da mucho gusto, amo.-dijo sonriendo ampliamente.- espéreme aquí, por favor, no vaya a irse.-y acto seguido soltó las manos del vampiro y se metió a su cuarto.

Bueno, no era lo que Alucard esperaba, pero al parecer según él, creía que había ido a cambiarse para estar a la "altura" de la situación. Sí, a la "altura", algo transparentoso y muy corto. Ya no podía esperar más, pero, tenía que hacerlo, tenía que ser paciente pues el tiempo a premia.

Y poco después, cuando estaba a punto de enloquecer la puerta se abrió, porque eso es lo que las puertas hacen.

Y pronto, Victoria salió… con un hermoso short corto, unos lindos mallones (de esos que se están usando con zapatitos al ras del suelo) y una blusa oscura de manga 3/4. Sonrió tiernamente con un leve rubor en sus mejillas y se dirigió a él con ese tono que siempre la identificaba.



-lamento la espera, maestro. Pero ya estoy lista, vamos.

Alucard la miró extrañado, ¿qué rayos pasaba?

-¿y esa ropa?-le preguntó sintiéndose traicionado, se supone que ella tenía que estar casi "transparente".- ¿no te vas a cambiar?

Ella lo miró rara y luego se sintió mal.

-¿no-no le gusta?-dijo ella tristemente.

-pues claro que no.-dijo él sin pensarlo dos veces.-entendiendo que es tu primera vez, pero eso no significa que no sepas como debes vestirte para la ocasión.

La vampireza no comprendía las palabras de su maestro, pero sólo entendía una cosa: no le gustaba su vestido o… él sabía más de moda que ella.

Resignada, dejó salir un débil suspiro y le preguntó apenada.

-b-bien, pero, ¿entonces cómo sugiere que vaya vestida al parque de diversiones?

Él sonrió sin asimilar bien la información.

-pues yo sugiero algo de encaje y unas pan… ¿cómo?-ella había dicho "parque de diversiones" en la misma frase de "cómo me debo vestir". Sintió que una cubeta llena de agua helada le había caído encima.-agente… ¿qué es lo que exacta mente vamos a hacer?-preguntó nervioso.

-pues, lo que le dijo Walter. ¿No se lo había dicho?

-tal vez… no como debía. Pero quiero que tú lo digas.-insistió el vampiro (raro en él).

-iremos al parque de diversiones.-respondió sonriendo nuevamente, olvidando momentáneamente su vestimenta.

Después de que le cayó el agua helada un rayó lo partió en dos. ¡Qué horror!, ¡nunca se lo perdonaría a Walter!, ¡se había comportado como un perfecto idiota frente a Victoria!

-ah, era eso.-agregó casi en un murmullo, completamente atónito.

-y bien maestro, ¿cómo decía que tenía que ir vestida al parque?-le preguntó una vez más juntando ambas manos, haciendo resaltar su atractivo principal, sabía de ante mano que eso le ayudaba mucho para conseguir lo que quería.

Él la miró aún sintiéndose un estúpido.



-a-así estás bien… agente.-dijo sintiendo que una enorme "L" se había dibujado en su frente.

Pero que estúpido se sentía, ilusamente aceptó la propuesta creyendo que la rubia -de la cual no estaba muy interesado, pero sólo necesitaba tantito para estarlo- iba a dejarlo entrar hasta el fondo de… su corazón.