El amor es raro y complejo, pero tal vez no tan complejo como la sociedad y sus a veces ridículos códigos de moral.
Julio a sus 17 años no entiende el porqué del escudriño en los corredores las veces que se paraba fuera del salón 507 a esperar que las clases de primer ciclo de ciencia política terminasen. Y muy aparte del hecho de que hablaran de él lo que más jodía a Julio Paz era el poco disimulo al hablar. Podía escuchar todos los adjetivos, señas, burlas y demás a sus espaldas; susurrando siempre en su oído la misma dolorosa frase, "Nunca podrán ser felices juntos".
Todo esto llegaba a cansarlo, pero bien sabe que no se puede hacer nada en contra de sus rumores, muchas veces, mal intencionados.
"Ignóralos, Julio." pensó dando un vistazo por la ventanilla del salón.
Era largo el trayecto desde la facultad de ingeniería hasta humanidades, unas diez cuadras a pie en menos de 8 minutos para alcanzar el cambio de hora. Tenía que correr y evitar tropezarse con su pesada mochila, solo para disfrutar 5 placenteros minutos de clase. Toda una odisea.
"Todo esfuerzo vale la pena" - Una pequeña sonrisa escapa de los labios de Julio.
Acaba de ver como volteaba a saludarlo torpemente desde el proyector. Paz solo levantó la mano.
Pese a todo lo que se pudiera decir sobre él y la relación con esa persona, Julio nunca se ha sentido presionado. Fue hace mucho que dejo de interesarse en el que dirán y decidió girar en torno al único eje que mueve su día a día, Daniel Irala. Pensar que una sonrisa suya y unas cuantas palabras podrían calmar su ansiedad en un 100% y hacer que sintiese las agradables ganas de regurgitar dentro de su estomago; esas enfermizas ganas que incrementan a cada sonido de calzado contra el piso.
La puerta se abre y Julio ni se inmuta; esta mucho más concentrado en controlar su ritmo cardiaco que el ver quien se ha parado a su al frente. No pasa mucho tiempo hasta que el menor levantase el rostro y chocase con la intensa mirada del profesor de ciencias políticas.
"No debería distraer a mis alumnos en plena clase, joven" –murmuró el hombre arrinconándolo lentamente contra la pared.
"Lo quería a usted, no a ellos, Profesor" – Julio rió entre dientes, atrayendo mas el cuerpo de Daniel hacia sí.
"Aquí me tiene" –respondió rosando sus labios con los del adolescente.
"Lo sé" –murmuró correspondiendo efusivamente el contacto.
Risas cómplices se escucharon provenir desde el pasillo de la universidad. Ambos de espaldas, ignorando a los salones contiguos que aun seguían en clase. Daniel cogió de las manos a Julio; Julio mordió el labio inferior Daniel antes de separarse bruscamente. Debía volver a dictar clase. Un pequeño gruñido y un muy rápido "lo siento" seguido por el cerrar de la puerta.
Se recostó sobre la pared, se masajeo los labios y sonrió bobaliconamente.
"A la mierda con los 12 años de diferencia, joder"
Porque a los ojos de Julio todo, absolutamente todo, valía la pena.
