Disclaimer: Los personajes fueron creados por la magnífica Jane Austen, yo solo me adjudico la historia :D
Bueno, aquí les dejo un pequeño momento de Darcy, un aterrorizado padre primerizo :D
Espero que les guste :D ...
Milagro perfecto.
Darcy miró el diminuto ser que dormía en la cuna con miedo.
Según el doctor, su tamaño y peso eran normales en un bebé de un mes y medio de nacido, pero él no le creía: ¡Seguramente su cabeza ni siquiera entraría en la palma de su mano, por el amor de Dios! ¿Era eso normal?
Se acercó lentamente al moisés, donde su amada Lizzie la había acostado hacía unos momentos.
La niñera había traído a la pequeña Emma a la habitación de ambos en cuanto emitió el primer lloriqueo, a petición de su madre. Y aunque eran las tres de la mañana, ella lo recibió con una somnolienta sonrisa y le pidió a él uno momentos para alimentarla.
Aunque Darcy no había querido irse, se levantó de todas maneras y caminó por el pasillo, frente a su habitación, advirtiendo la incomodidad de su esposa.
Cuando le permitió volver, él se había quedado unos momentos en la puerta, atesorando ese momento en su corazón: su esposa irradiaba una luz maternal que a Darcy le resultaba irresistible, sonriendo a la pequeña y hablándole cariñosamente en voz baja. Sus desordenados rizos caían alrededor de su rostro sonriente hasta su cintura envuelta en un camisón blanco.
Luego de sostenerla en sus brazos por unos minutos más, la había llevado ella misma a la camita, que el padre de Lizzie le había comprado apenas se enteró del embarazo, y finalmente se había quedado dormida en el sillón junto a la cuna, esperando a que la bebé se durmiera.
Antes de llevar a su esposa de regreso a la habitación, Darcy se acercó a ver a Emmaline. Su pequeño cuerpecito se movía con cada respiración, y sus minúsculos dedos se cerraban en un puño, como sosteniendo algo. La imagen lo hechizó: su hija era hermosa, y el señor de Pemberley deseó poder acunarla en sus brazos, pues no lo había hecho aún. ¿Y si la dejaba caer, o la lastimaba al sostenerla con demasiada fuerza?
Su esposa se había burlado mucha veces en ese último mes, calificando sus miedos como tontos; pero ella poseía manos delicadas y dulces, por lo que no tenía ningún problema para la tarea.
Se miró sus propias manos: eran demasiado grandes y se veían muy ásperas.
Observó a su hija (mentiría si no dijera que se le endulzó el corazón al pensarlo) preguntándose a sí mismo si podría hacerlo.
Inspirando profundamente y con muchísimo cuidado de no despertarla, Darcy colocó a Emma en sus brazos de manera torpe. La pequeña se removió incómoda y, con terror, notó que estaba a punto de llorar.
-Apóyala en tu pecho- susurró Elizabeth desde el sillón.
Rápidamente obedeció la sugerencia de su esposa, midiendo en todo momento su fuerza.
Para su asombro, funcionó. Pero en vez de volverse a dormir, Emma abrió los ojos y lo miró fijamente.
El amor por esa delicada criatura, que agito sus manitos y las colocó justo en su corazón, llegó hasta lo más profundo de su ser, ahogándolo, llenándolo de su dulzura y su inocencia.
Admirando la cristalina mirada azul de su hija, tan parecida a la suya propia, Darcy comprendió que acababa de robar su voluntad y enredarla en su pequeño meñique. Desde ese momento no podría negarle nada, la mimaría y la amaría con locura.
Intentando retener las lágrimas que se formaban en sus ojos, sintió a su esposa abrazando su espalda y colocándose de puntitas para mirar a Emmaline desde su hombro.
-Hemos creado un pequeño milagro, mi amor.
Recibiendo la primera sonrisa sin dientes de la futura heredera de pemberley, Darcy susurró.
-Sí, un milagro perfecto.
Gracias a todos los reviews de las historias anteriores... Creo que los respondí todos, o al menos eso espero :D
Besitos, Christal.
