Lo que un myoho es capaz de provocar.
Hana supo desde el principio que todo lo que esos dos necesitaban era un empujoncito. Un pequeño e inocente impulso para que las cosas se pusieran en orden entre Sakura y Tachibana. A la chica de rasgos infantiles le iba a tocar jugar el papel de titiritero y mover un poco los hilos de esas marionetas. Sólo que ella no se sentía tal cual, sino más bien como una consejera de parejas de métodos un poco más directos.
Últimamente el chico de cabellos oscuros y el otro árbol guardián se la pasaban discutiendo por casi todo. O más bien, era Tachibana el que armaba lío a la más leve provocación. Que si Sakura debía de mantener la casa en orden en lugar de dejar basura donde fuera (y eso que era el recién llegado, Chikahito, quien limpiaba cada tercer día), que si Sakura había llegado dos minutos después de la hora acordada en cada misión, que si no había hecho las compras, que si Sakura esto o aquello. Todo un mundo de excusas para pelear.
El de cabellos claros sólo se limitaba a decirle a su compañero que no se tomara las cosas tan a pecho o que inhalara más profundamente, lo que aumentaba la furia del otro.
—Han estado así desde que Sakura-san le salvó la vida a Tachibana-san, ¿verdad? —terció Chikahito en tono lastimero, a lo que Hana sólo asintió. Era cierto. Tres semanas atrás el más alto encontró a su compañero tirado en la nieve a punto de desangrarse. Luego de recuperarse les contó que fue emboscado por un oni desconocido y su amo que lo tomaron por sorpresa. Seguían investigando el paradero de aquella criatura desconocida, pero hasta la fecha seguían si averiguar nada. Pero fue el hecho de haber sido salvado por el más alto lo que desató todo ese mar de confusiones en el más bajo, por lo que utilizaba la agresividad como mecanismo de defensa.
Todo pasó en unos pocos segundos, como una explosión: Hana se paró del tatami y caminó hasta Tachibana, interrumpiendo la discusión. Lo tocó en el brazo izquierdo y se acercó para decirle algo al oído. Algo incomprensible por la expresión de asombro del receptor. La discusión acabó y cada quien se fue a su cuarto.
Luego de caminantes nocturnos y ruidillos anormales en la madrugada, la chica se dio cuenta, a la mañana siguiente, que su plan había surtido efecto. Fue Tachibana quien bajó del cuarto de Sakura, los dos con un sonrojo visible en las mejillas y hablando del desayuno como si fuera normal que los dos bajaran juntos del mismo cuarto, como si nada hubiera pasado. Claro que pasó mucho. Una reconciliación fue llevad a cabo en la madrugada gracias al contacto de dos cuerpos.
El chico de cabellos claros se acercó a Hana y le dijo por lo bajo:
—¿Ayer que tocaste a Tachibana usaste un "myoho"?
Pero Hana fingió no entender la pregunta.
—Te felicito chica. ¡Te mereces un ramen doble! Por la tarde iremos a comprarlo.
A Hana se le hizo la boca agua y esbozó una enorme sonrisa de emoción en su rostro. Ella usó una versión modificada del "myoho modoridori" para permitirle al hechizado volver a juntarse con el que esa persona estuviera viendo al momento del contacto. Y como fue a Sakura a quien Tachibana estaba viendo, todo ocurrió como fue predicho por la chica. Una broma graciosa del destino.
