Titulo: Juntos
Autores: Isabellita y Leila...
Bueno chicos, esta historia es una idea original de Leila, mi amiga. De mi parte esta la escritura y una que otra idea :p /(Cumplí con lo que dije amiga, besos)/
Espero les guste, ya saben, comenten lo que quieran, besos
Isa 3
Juntos
Nada…
Girar y girar para que el mundo se detenga en un abrir y cerrar de ojos. Ella solo escuchaba el pitido molesto del silencio total, pero no era un silencio producido por la calma, era algo más. Ella trataba de enfocar su vista y buscar desesperadamente un pequeño bulto tirado en el piso. Cuando lo consiguió lo abrazó con todas sus fuerzas y quiso protegerlo de todo mal, ella no sabía cuando tiempo había pasado, no sabía si estaba muerta o viva; su prioridad había cambiado.
-Noah… cariño… -trataba de hablar pero todo era cada vez más difícil.
-Tía… tengo frio –escuchó la voz del niño y sintió ganas de llorar, estaba vivo.
-Quédate junto a mí… -susurró ella antes que todo se volviera negro, antes que el silencio se apoderara de ella por completo.
Cuando logró abrir los ojos nuevamente todo a su alrededor era blanco, podía percibir la iluminación del lugar, pero de resto todo era blanco para ella. Aunque quisiera gritar y llorar sentía su cuerpo pesado y no sabía por qué. Deseaba pedir ayuda pero no sabía cómo, era la primera vez que Sam Puckett estaba en una situación como esa.
Trato de recordar algo de lo que había pasado, trato de unir las imágenes que pasaban rápidamente en su mente y lograr encontrarle sentido. ¿Qué le había pasado? Lo último que recuerda es el tibio cuerpo del hijo de Freddie, Noah. Al no lograr nada decidió cerrar los ojos, tenía que calmarse y tratar de controlar todo su cuerpo ya que no podía hablar, escuchar, ni sentir.
No sabe cuánto tiempo paso cuando comenzó a escuchar murmullos a su alrededor. Logró distinguir la voz de un niño, estaba llorando; también distinguió la voz de su amiga, Carly.
-Ella va a estar bien, Noah –susurró Carly o al menos eso pensaba.
-¿Mi tía despertara? –preguntó entre sollozos.
-Claro que lo hará, mi niño…
Sam trató de moverse, trató de mostrar algún síntoma de que ella estaba consciente, pero todo fue en vano. Así que hizo lo único que podía hacer en ese momento, tratar de recordar el porqué estaba en esa situación tan extraña.
Freddie sonreía, estaba feliz se le notaba a leguas. Su esposa, Karen, estaba sonriendo también, se miraban intensamente mientras el padre daba inicio a la boda. Todas las personas que estaban presentes estaban felices por la pareja, después de mucho tiempo habían decidido casarse aunque muy pocos sabían el verdadero motivo.
Karen y Freddie se conocieron en la universidad, en una de esas fiestas alocadas donde los universitarios se emborrachan hasta los huesos y pierden la noción de sus mentes y vidas. Una de esas noches él y ella cometieron el error más hermoso que pudiera existir, su nombre era Noah. El bebé fue recibido con los brazos abiertos en la familia Benson y también por sus amigos, iluminó la vida de muchos, sobre todo de Sam.
Sam, entre todos, fue la más perjudicada. Ella amaba y aun ama a Freddie, pero decidió que ella no entraría nunca en ese cuadro, se apartó y lo dejo ser feliz o eso ella creía. Sin embargo, ese niño ocupo un lugar muy especial en el corazón de la rubia, él y ella tenían una conexión muy especial desde el inicio, tanto que Noah decía que era su tía.
Una tarde, Freddie llega a la oficina de Sam con una noticia. Karen y él se iban a casar, la rubia se emociono por él, fue feliz por él pero no pudo ocultar las lágrimas que caían de su rostro. Ese día, ambos lloraron juntos, cada uno por un motivo diferente y a la vez tan parecido. Ella lo hacía porque lo había perdido para siempre y él porque la madre de su hijo, Karen, tenía un cáncer y necesita casarse con ella, necesitaba hacerla feliz a costa de su felicidad.
El día de la boda llegó, Carly y Sam de 25 años de edad estaban hermosas, ambas portaban el vestido que las identificaba como damas de honor. Escucharon como la boda se llevaba a cabo, como cada uno decía "Acepto" y como el sacerdote los declaraba marido y mujer. Pero toda la felicidad se fue por un tubo, escucharon gritos dentro de la iglesia.
Una mujer de cabellos castaños y ojos marrones entraba a la iglesia con una pistola en la mano, después de ese momento todo paso con lentitud…
Sam trataba de esforzarse, tenía que recordad que pasaba después de que esa mujer entrara como fiera a la iglesia, pero sobre todo tenía que recordar el porqué de su situación. ¿Por qué no podía ver? ¿Por qué no podía moverse? Eran preguntas que rondaban en su mente desde hace mucho tiempo.
Un día escuchó como los doctores discutían con un hombre, la voz de ese hombre le resultaba familiar, pero no podía dar con él.
-Señor, debe firmar, ya no podemos seguir manteniéndola con vida. Es inútil –expresaba uno de los doctores.
-No, no… no es inútil, necesito que me den más tiempo. Sé que va a despertar –gritó el hombre con desesperación.
-Si no se calma me temo que lo tendré que sedar –amenazó el doctor con calma.
-Por favor, solo un poco más… cuando mucho un mes… necesito que me den tiempo –suplicó entre sollozos el hombre.
-Muy bien, Sr. Benson. Última oportunidad, si en un mes no muestra signos de mejora la desconectaremos, permiso –respondió el doctor antes de salir de la habitación.
Sam no podía sentirse más desesperada, ¿Qué rayos le había pasado? ¿Por qué tenía tubos por todo su cuerpo? Sí, Samantha Puckett estaba recuperando la sensibilidad y eso implicaba sentir todo lo que rodeaba y entraba en su cuerpo.
-Sam… no me dejes –susurró Freddie abrazando sus caderas. Podía sentir su cabeza ligeramente posicionada en su abdomen.
La rubia deseo poder responderle, pero su cuerpo aun no respondía. Por eso, por primera vez en su vida pidió ayuda y habló con él, por primera vez oró no solo por ella, sino por todos.
Por otro lado Carly estaba tratando de animar a Noah, el niño había perdido toda luz, toda felicidad. Ese día, no solo había perdido a su madre, también perdió a su segunda madre, Sam. Su amigo Freddie había perdido también ese brillo tan especial que lo caracterizaba y en ese momento ella era el único apoyo para ambos, y para ella su apoyo era Gibby, su esposo.
Carly vio al niño tratando de desayunar, estaba algo animado porque le había prometido ir a visitar a su tía. La morena sonrió, sonrisa que borro al recordar ese día.
Había entrado una extraña mujer con una pistola en la mano, todos gritaban y estaban asustados.
-Freddie Benson, tú no puedes casarte… arruinaras mi final contigo, mi amor –dijo la mujer con un extraño tono meloso en su voz. –Tú eres mío, de nadie más. Si no eres mío, no eres de nadie.
Un disparo se escuchó por todo el lugar, los gritos no tardaron en llegar y el caos reinó en el lugar. La gente corría mientras Carly buscaba a Noah por todo el lugar, tenía que sacarlo de allí. Entonces notó con horror como su amiga estaba bañada en sangre y abrazaba fuertemente a Noah. Buscó desesperadamente a Freddie y lo vio inconsciente en el piso. Subió la mirada y gritó, no pudo hacer otra cosa que gritar, su amiga estaba muerta y Karen también.
Se escucharon más disparos y sirenas a las afueras de la iglesia, lo que debió ser un día especial, fue un día lleno de tristezas. Horas más tarde supo que Sam la declararon clínicamente muerta por 3 minutos luego volvió a la vida, Karen no corrió con la misma suerte. Por su cáncer estaba débil y por ello no pudo salvarse.
La morena secó unas cuantas lágrimas antes de mostrarle una sonrisa al niño, tenía que ser fuerte, quería ser fuerte y esperar a que todo saliera bien. Ya en el hospital, caminaron hasta la habitación 150 de Samantha Puckett donde encontraron a Freddie dormido en un pequeño sillón y el cuerpo de la joven inerte, casi sin vida.
Se acercaron a la cama y Noah pidió que lo ayudara a subir. El niño se acostó a un lado y se dejo caer suavemente en el hombro de la rubia.
-Hoy fui a la escuela, saqué 10 en mi tarea de lenguas –comenzó a relatar el niño con una sonrisa en los labios. –Mi tía Carly dice que eso te iba a hacer feliz…
Carly dibujó una sonrisa en sus labios, ese niño era especial. De pronto, como por arte de magia, el brazo de Sam se movió y cubrió una parte del cuerpo de Noah, sus ojos se abrieron, ella había reaccionado. Ese día, Samantha Puckett reaccionó después de ocho meses en coma.
